¡®The New York Times¡¯ admite haber publicado un relato falso sobre el ISIS
El diario lamenta que su exitoso ¡®podcast¡¯ ¡®Caliphate¡¯ no alcanzara los debidos est¨¢ndares de veracidad y calidad
El diario The New York Times, referencia period¨ªstica global y diana habitual en las invectivas de Donald Trump contra los medios, ha entonado un sonoro mea culpa por no haber alcanzado sus est¨¢ndares de calidad en uno de sus productos estrella, el podcast Caliphate, que en 12 cap¨ªtulos relata la barbarie del Estado Isl¨¢mico (ISIS, en sus siglas inglesas). El peri¨®dico asume haber difundido ¡°una historia de falsedades¡± por parte de la fuente principal, un supuesto miembro del ISIS retornado de Siria, y lamenta no haber podido hallar ¡°ninguna confirmaci¨®n de que ¨¦l [el testigo] cometi¨® las atrocidades descritas en el podcast¡±. El Times concluye que los episodios de Caliphate que reproducen las declaraciones del terrorista fabulador ¡°no cumpl¨ªan¡± con sus ¡°est¨¢ndares de veracidad¡±.
Adem¨¢s de una nueva orla en la trayectoria del diario, Caliphate, publicado en 2018, parec¨ªa la culminaci¨®n del ¨¦xito profesional de la reportera Rukmini Callimachi, especialista en terrorismo islamista. Todo empez¨® a desmoronarse en septiembre, cuando el testigo sobre el que reposa todo el relato, Shehroze Chaudhry ¨Dque dec¨ªa haberse incorporado en 2016 al ISIS en Siria¨D, fue detenido en Canad¨¢ por falso testimonio y enga?o en lo concerniente a su actividad yihadista. Adem¨¢s de provocar una tormenta pol¨ªtica en el pa¨ªs vecino, el arresto de Chaudhry hizo sonar las se?ales de alarma en el rotativo, que emprendi¨® dos investigaciones en paralelo cuyo resultado fue hecho p¨²blico este viernes.
¡°[La detenci¨®n de Chaudhry] nos hizo pensar en la posibilidad de que nos hubi¨¦ramos podido equivocar¡±, ha explicado Dean Baquet, editor ejecutivo del diario, sobre ese ambicioso andamiaje informativo basado a la postre en una fabulaci¨®n. El diario define la cadena de fallos de escrutinio y fiscalizaci¨®n de la informaci¨®n como un ¡°fracaso institucional¡± y protege a Callimachi, ¡°que ser¨¢ reubicada en otra secci¨®n porque su credibilidad en la cobertura del terrorismo islamista¡± ha quedado da?ada.
¡°Cuando The New York Times hace un periodismo profundo, grande y ambicioso en cualquier formato, lo sometemos a un tremendo escrutinio en los niveles directivos de la redacci¨®n¡±, dijo Baquet en una entrevista en un podcast publicada por el Times el viernes. ¡°No lo hicimos esta vez. Y creo que yo o alguien m¨¢s deber¨ªa haberlo hecho, porque era una pieza de periodismo grande y ambiciosa. No exig¨ª ese tipo de control, ni tampoco lo hicieron mis mejores editores, que tienen una gran experiencia en el examen de la informaci¨®n de investigaci¨®n¡±.
A diferencia de las investigaciones de asuntos internos en la polic¨ªa, que siempre se dirimen de puertas para adentro, el examen del New York Times se ha hecho con luz y taqu¨ªgrafos, para gran satisfacci¨®n de trumpistas y conspiranoicos, que no han desaprovechado en las redes la oportunidad de achacarle una nueva fake news (noticia falsa) en su historial. Pero el ejercicio de autocr¨ªtica ¨Dque para algunos raya en la autoflagelaci¨®n y para otros se queda corto¨D, no puede ser m¨¢s interesante desde el punto de vista del propio ejercicio del periodismo: dos equipos trabajando en paralelo durante dos meses, uno de ellos dedicado ¨²nicamente a rastrear con lupa todos los movimientos del cuentista Chaudhry antes y despu¨¦s de su supuesto viaje a Siria.
La conclusi¨®n de este auto de fe informativo es tajante: el error del Times fue no asignar un editor experto en terrorismo para supervisar la serie (un error nefando, adem¨¢s, en el periodismo anglosaj¨®n, con tradici¨®n de grandes editores); y la credulidad del equipo de Caliphate a la hora de dar p¨¢bulo a las ficciones de Chaudhry, que les convenci¨® mostr¨¢ndoles im¨¢genes de atrocidades del ISIS que hab¨ªa descargado de Internet. Esa falta de escepticismo, de poner en duda, met¨®dicamente hablando, historias que deber¨ªan haber chirriado a cualquier profesional con experiencia y conocimientos, es para el diario un fallo imperdonable.
Quien menos se ha expuesto al escrutinio p¨²blico ha sido curiosamente Callimachi, que solo se ha manifestado al respecto en un circunspecto tuit y que declin¨® incluso responder a las preguntas de sus compa?eros durante la investigaci¨®n, de lo cual estos dejan constancia en el art¨ªculo. Callimachi, que no firma ninguna informaci¨®n desde que empez¨® la revisi¨®n del podcast, deber¨¢ ahora asistir al escarnio p¨²blico de la retirada de dos importantes premios.
A la reportera, que ha sido candidata al Pulitzer, le persegu¨ªa la sombra de la duda antes de Caliphate, con acusaciones de haber tergiversado o incluso inventado informaciones, como en la cobertura de la muerte del fotoperiodista James Foley, decapitado por el ISIS en 2014 en Siria, seg¨²n los familiares de este. De hecho, el viernes el rotativo neoyorquino a?adi¨® una correcci¨®n a un reportaje suyo anterior sobre un periodista sirio que aseguraba haber visto a tres rehenes estadounidenses en poder del ISIS en 2013. La aclaraci¨®n del diario se?ala que el relato de la fuente ¡°ha dado muestras de inconsistencia¡±. Parecido argumento al utilizado en Caliphate. El podcast no ha sido retirado de la circulaci¨®n, pero todos sus cap¨ªtulos incorporar¨¢n una ¡°menci¨®n correctora¡± para que los oyentes conozcan el contexto. Tambi¨¦n se a?adir¨¢ un nuevo episodio a la serie, en el que Baquet explica lo sucedido y admite en nombre del diario el ¡°fallo institucional¡± en la comprobaci¨®n de hechos y fuentes.
El fiasco de Caliphate no es solo un bald¨®n en la trayectoria del Times. El grupo hab¨ªa invertido masivamente en el podcast desde comienzos de 2017, y en el lanzamiento de The Daily, su programa estrella, en medio de una honda crisis sist¨¦mica para los medios tradicionales. En julio, el grupo anunci¨® la compra de Serial Productions, art¨ªfice del gran ¨¦xito de la nueva moda de los podcasts, Serial (2014), descargado m¨¢s de 600 millones de veces. Confiado en la sostenida expansi¨®n de este g¨¦nero, el Times esperaba atraer a un p¨²blico ajeno, sobre todo j¨®venes, como nueva fuente de suscriptores.
La supuesta verdad revelada por el presunto retornado de Siria que narr¨® v¨ªvidamente ejecuciones y atrocidades varias del ISIS, solo result¨® ser verosimilitud, y el reportaje entero, un ejercicio de verismo que parece haber hecho bueno aquel viejo adagio, sin duda ap¨®crifo, de que la realidad no tiene por qu¨¦ frustrar una buena exclusiva. La reputaci¨®n de Callimachi queda a cubierto, sin recibir sanci¨®n alguna, pero la duda sobre ese estilo rompedor, rayano en la dramatizaci¨®n de los hechos, es todo un aviso para navegantes.
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