Las heridas abiertas del infierno de Tlahuelilpan
A un a?o del estallido de una tuber¨ªa que caus¨® 137 muertes, el robo de combustible ha ca¨ªdo en M¨¦xico pero persisten las dudas sobre la actuaci¨®n de las autoridades en la tragedia
El sombrero de charro de Emmanuel Mendoza lleva un a?o guardado en lo alto del armario. Se lo pone poco. Este jinete empedernido de 19 a?os y cuerpo delgado vive pegado a una m¨¢scara de silicona. Debajo de la sudadera azul, viste ropa especial de licra y, en vez de botas de montar, calza zapatos con plantilla para poder sostenerse de pie. Desde hace un a?o, cuando fue v¨ªctima del estallido de una tuber¨ªa en el pueblo de Tlahuelilpan, no enciende el gas de la estufa. Tampoco los fogones de la cocina. Ve la tele, va a terapia y al anochecer se sienta al fresco junto a su madre. Mira el cielo y a veces piensa en aquella noche en que casi lo engulle el fuego.
El viernes 18 de enero de 2019, Mendoza se encontraba en la tienda de su madre en Tlahuelilpan, un municipio agr¨ªcola de unos 20.000 habitantes, en el centro de M¨¦xico. Sobre las seis de la tarde (hora local) vio a gente correr con garrafones por las calles. Gritaban: ¡°?Vengan, se regala gasolina!¡±. Por curiosidad, ¨¦l y su padre se acercaron al campo de alfalfa verde de donde ven¨ªa el jaleo. Un chorro de varios metros sal¨ªa a presi¨®n de una tuber¨ªa, agujereada para robar combustible. Los ladrones ya se hab¨ªan ido. En su lugar, una muchedumbre llenaba bidones o miraba la escena. Entre ellos, hab¨ªa militares, polic¨ªas y personal de Pemex, la petrolera estatal, que no sab¨ªan qu¨¦ hacer para contener a tanta gente.
A los pocos minutos de llegar Mendoza, la fuente estall¨®, se transform¨® en llamarada y de un leng¨¹etazo le abras¨® el 70% del cuerpo. Sinti¨® un ardor en la espalda; despu¨¦s, el fr¨ªo de la noche al arrancar en moto hacia la cl¨ªnica. ¡°Me sal¨ª de la milpa [terreno dedicado al cultivo]; ya no me preocup¨¦ de mi pap¨¢, me preocup¨¦ de m¨ª¡±, recuerda. Identificaron el cad¨¢ver del padre gracias a la medalla de la Virgen que llevaba colgada del cuello. A ¨¦l le practicaron cinco cirug¨ªas e injertos de piel y pas¨® meses inconsciente en un hospital de Texas, lejos de su familia y de su yegua marr¨®n claro. De vuelta en M¨¦xico, no para de hacerse preguntas: ¡°?Por qu¨¦ no prendi¨® antes el fuego? ?Por qu¨¦ los militares permitieron entrar a la gente si era peligroso? No hay respuesta¡±.
El estallido dej¨® 137 muertos y muchas dudas sobre la actuaci¨®n de las autoridades?en una regi¨®n con una econom¨ªa tambaleante, alimentada por el robo de combustible. Tambi¨¦n supuso la primera gran crisis del sexenio del presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, quien se hab¨ªa propuesto combatir el huachicol que vaciaba a Pemex de unos 56.000 barriles diarios. Para algunos, la tragedia fue consecuencia de un plan mal ejecutado; el Gobierno cerr¨® las tuber¨ªas para evitar m¨¢s robos y provoc¨® escasez de combustible en gran parte del pa¨ªs ¡ªen Tlahuelilpan, muchos se acercaron al lugar de la toma tras varios d¨ªas sin poder llenar el dep¨®sito de sus veh¨ªculos¡ª. Para el Ejecutivo, en cambio, represent¨® una raz¨®n de m¨¢s para intentar acabar con un negocio millonario que estaba fuera de control.
Un a?o despu¨¦s, el balance es en apariencia positivo. Desde la llegada de L¨®pez Obrador al poder, el volumen de combustible robado se ha desplomado hasta los 5.000 barriles en promedio y las tomas clandestinas han ca¨ªdo un 22% hasta las 11.318. Durante los ¨²ltimos 12 meses, se han desplegado 8.600 militares a lo largo de 2.700 kil¨®metros de tuber¨ªas y una flotilla de aeronaves y helic¨®pteros los ha sobrevolado durante m¨¢s de 8.000 horas. Adem¨¢s, 562 personas han sido sentenciadas por robo de combustible y la fiscal¨ªa ha girado 332 ¨®rdenes de detenci¨®n, entre ellas al general Le¨®n Trauwitz, a quien se cree fugado a Canad¨¢. El militar era el antiguo responsable de seguridad de Pemex y est¨¢ acusado de formar parte del entramado que presuntamente orquest¨® el saqueo desde dentro.
Fluvio Ruiz, miembro del consejo de administraci¨®n de la petrolera durante la Administraci¨®n de Felipe Calder¨®n (2006-2012), ve un cambio de ¨¦poca en lo que respecta a la persecuci¨®n del delito. ¡°La diferencia es que ahora se le da prioridad¡±, explica. ¡°Antes hab¨ªa sospechas de que el robo dif¨ªcilmente se hac¨ªa sin la complicidad interna, pero nunca hubo nada concreto¡±.
Pese a los avances, no se ha desvelado cu¨¢ntos de los condenados son empleados de la petrolera ¡ªla fiscal¨ªa ha asegurado a este peri¨®dico desconocer el dato¡ª. Esto dificulta la evaluaci¨®n del desmantelamiento de las redes internas. ¡°El huachicol no es algo que se frene por decreto; no basta con cambiar la direcci¨®n y poner a un militar a vigilar. Se requiere revisar la estructura y modernizar el sistema de control¡±, asegura la periodista y experta en el tema, Ana Lilia P¨¦rez. ¡°Hay que intensificar el trabajo de inteligencia¡±.
M¨¢s all¨¢ de la persecuci¨®n al robo, la tragedia de Tlahuelilpan en el Estado de Hidalgo puso al desnudo fallos en la atenci¨®n de las fugas. La de hace un a?o roci¨® combustible durante m¨¢s de cuatro horas hasta que explot¨®, sin que fuera cerrada. Al capit¨¢n de bomberos ?ngel Bara?ano el estallido lo agarr¨® en el despacho, un cub¨ªculo oscuro con las paredes cubiertas de coches de bombero de juguete. Se enfund¨® la chaqueta, heredada de un condado californiano, y fue hacia all¨¢ al volante de un cami¨®n cisterna. Sin formaci¨®n para tratar tomas, Bara?ano tuvo que aprender sobre la marcha cuando se traslad¨® al municipio; antes del estallido, Tlahuelilpan hab¨ªa requisado y devuelto al Estado cinco millones de litros de gasolina robada.?
¡°Hab¨ªa demasiados jefes para tan pocos indios¡±, recuerda este hombret¨®n de 54 a?os y voz grave. Al llegar a la pradera, intent¨® apagar los cad¨¢veres con extintores, pero estaban tan impregnados de gasolina que le fue imposible. Quiso intervenir en el incendio, pero Pemex se lo impidi¨® porque todav¨ªa no hab¨ªan llegado los especialistas. Al cabo de unas horas, harto de esperar, se dijo ¡°?somos bomberos o payasos?¡±, desobedeci¨® y envi¨® a su equipo a apagar el fuego a manguerazos.?
La autocr¨ªtica del Gobierno sobre la actuaci¨®n de la petrolera y del Ej¨¦rcito ha sido escasa. En mayo, el fiscal general Alejandro Gertz se?al¨® que se hab¨ªan identificado a los responsables de la toma y apunt¨® a la existencia de una investigaci¨®n sobre los ¡°posibles atrasos¡± de Pemex. Ocho meses despu¨¦s, esta sigue ¡°abierta¡±, asegura la fiscal¨ªa sin dar m¨¢s detalles. Sobre la pasividad de las fuerzas de seguridad en los momentos previos a la tragedia, no han trascendido esfuerzos por deslindar responsabilidades. L¨®pez Obrador ha defendido la no intervenci¨®n de los militares porque estos ¡°no deben confrontarse con los ciudadanos¡±.
Un ducto ¡°conflictivo¡±
Tras 12 meses de combate al huachicol, Tlahuelilpan y los alrededores son todav¨ªa territorio en cuarentena. En tan solo media hora han pasado tres todoterrenos de camuflaje cargados de militares con metralletas cerca del lugar del accidente. Circulan despacio y se meten campo adentro por caminos de tierra. El ducto que va del puerto de Tuxpan, en el golfo de M¨¦xico, hasta la refiner¨ªa de Tula es un punto rojo: 2.416 tomas en 2019 y 30 kil¨®metros ¡°conflictivos¡±, seg¨²n Pemex. La empresa quiere descargar cemento sobre este trecho de tuber¨ªa para blindarla ante futuros ataques.?
El capit¨¢n Bara?ano, apodado El Enoj¨®n porque habla "a chingadazos", no para de fumar y de tirar las colillas a un riachuelo. Observa la pradera donde estall¨® la tuber¨ªa, la hilera de peque?as capillas improvisadas, y dice: ¡°Esto se puede volver a repetir¡±. Pese a los operativos y a la detenci¨®n de medio millar de presuntos huachicoleros, el bombero asegura haber tratado m¨¢s tomas clandestinas en 2019 que en 2018. La ¨²ltima fue hace unas semanas. Al cerrar la v¨¢lvula instalada por los ladrones, vio que la toma segu¨ªa derramando: estaba mal soldada. ¡°Por la vigilancia, si antes ten¨ªan 30 minutos para hacer la toma, ahora solo tienen cinco. Las hacen m¨¢s r¨¢pido y peor¡±, explica. ¡°Con que una se salga de control puede ocurrir lo mismo¡±.?
El peligro no ha desaparecido, pero Tlahuelilpan tiene prisa por sacarse el olor a gasolina. La disminuci¨®n del robo de combustible se nota en las calles y en las tiendas. Antes, los huachicoleros daban vueltas en grandes camionetas Suburban, con m¨²sica a todo volumen. ¡°Eso se acab¨®, pero la econom¨ªa va para abajo¡±, afirma Jaled Cruz, de 19 a?os, sentado en un banco de la plaza mayor con un grupo de amigos. Un joven como ¨¦l pod¨ªa cobrar hasta 2.000 pesos, unos 100 d¨®lares, por unas horas de trabajo en una toma clandestina, frente a los poco m¨¢s de 100 pesos (5,3 d¨®lares) por un d¨ªa de labrar el campo. Ese dinero f¨¢cil tra¨ªa consigo una derrama. ¡°Mi t¨ªo tiene un puesto de tacos. A medianoche le ven¨ªa un grupo de veinte huachicoleros a comer¡±, dice Cruz. ¡°Ahora ya no¡±. La polic¨ªa municipal ha reportado un aumento en otros delitos, como el robo de veh¨ªculos, y apunta a una posible reconversi¨®n de los grupos delictivos que antes se dedicaban al combustible.?
A falta de una soluci¨®n de fondo, la mayor¨ªa de apoyos se ha limitado a las familias afectadas por la tragedia. Por ejemplo, hay becas escolares de 300 pesos mensuales para los hijos, unos 16 d¨®lares. Ayudan, pero apenas cubren el 20% de los gastos, se quejan los familiares. Los Mendoza han recibido una donaci¨®n para abrir una mercer¨ªa en el local debajo de casa. Es una calle tranquila, pero creen que puede funcionar. A Emmanuel Mendoza le gustar¨ªa volver atr¨¢s, pero no le queda otra. Acaba de comprarse un nuevo cintur¨®n de charro con caballos grabados en la hebilla, uno parecido al que perdi¨® durante el incendio. En un a?o las heridas habr¨¢n cicatrizado y podr¨¢ dejar la m¨¢scara; entonces, desempolvar¨¢ el sombrero y volver¨¢ al ruedo.
"Tu pap¨¢ era un ratero"
Despu¨¦s de que Ixelle, de 10 a?os, perdiera a sus padres en la explosi¨®n, un compa?ero de clase le dijo: "Todos los que murieron all¨ª era rateros y murieron porque quer¨ªan". A la vuelta de la escuela, su abuela do?a Lupita le dijo que no hiciera caso, que solo estuvieron all¨ª "a lo lejos" y que ahora ella ten¨ªa ocho pap¨¢s ¡ªsus t¨ªos y t¨ªas¡ª y dos abuelas. De todos modos, la cambiaron de escuela. "Es dif¨ªcil quitar la mancha; el medio es muy cerrado", dice Lupita Villeda, una se?ora enjuta y en¨¦rgica de 55 a?os que vende tacos dorados en un puesto ambulante.
La psic¨®lga Nalleli Mendoza, natural de Tlahuelilpan, ha tratado varios casos de bullying en las escuelas. Han dado talleres a maestros para que no permitan este tipo de situaci¨®n. "Varios ni?os tuvieron que cambiar de escuela", explica. "Las heridas est¨¢n todav¨ªa muy abiertas; han sido las primeras navidades sin sus pap¨¢s".
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