Una cruzada azafr¨¢n recorre Asia
Budismo y nacionalismo van de la mano en varios pa¨ªses del sudeste, lo que causa estragos en las minor¨ªas ¨¦tnicas y religiosas, como los rohiny¨¢s birmanos
Nada m¨¢s lejos de la beatitud que las nubes de incienso y las cansinas salmodias de los monjes budistas de Myanmar, la antigua Birmania. En t¨¢cita connivencia con los militares ¡ªlos mismos que mantuvieron bajo arresto domiciliario durante a?os a la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi y de quien luego se sirvieron para blanquear su r¨¦gimen y darle una p¨¢tina de apertura¡ª, los religiosos se han convertido desde 2012 en verdaderos cruzados contra la minor¨ªa musulmana rohiny¨¢ (un 4% de la poblaci¨®n), y lo han hecho de una manera organizada, sistem¨¢tica, como escuadrones de la muerte en apariencia pac¨ªficos, con sus t¨²nicas de color naranja. Quien juzgue exagerada la comparaci¨®n, puede comprobar sus terror¨ªficos desmanes en el documental El venerable W., de Barbet Schroeder.
El cineasta escogi¨® al monje Wirathu, conocido como el general azafr¨¢n, para completar su trilog¨ªa sobre el mal, esa materia tan viscosa como cinematogr¨¢fica. L¨ªder del movimiento nacionalista y antimusulm¨¢n 969, Wirathu, sin complejos a la hora de presentarse como el Bin Laden birmano, tuvo las manos libres durante m¨¢s de un lustro para sembrar el odio desde el p¨²lpito de Facebook, que finalmente cerr¨® su cuenta en 2018 cuando la persecuci¨®n de los rohiny¨¢s ¡ªconsiderada intento de genocidio por la ONU¡ª desbordaba los titulares.
El masivo ¨¦xodo rohiny¨¢, ejemplo de manual de limpieza ¨¦tnica, vino a revelar el oscuro engranaje del poder en Birmania: los militares entre bambalinas, la censura y el control gubernamental de la informaci¨®n ¡ªdos periodistas fueron encarcelados durante meses por investigar una matanza de rohiny¨¢s¡ª, la preservaci¨®n del sistema ante las crecientes inversiones extranjeras, con China a la cabeza. A este cenagoso equilibrio ha contribuido decididamente la Nobel de la Paz, que lleg¨® a decir p¨²blicamente que los negocios siempre estar¨¢n por encima de los derechos humanos como si fuera una verdad natural, revelada. Cierto que Suu Kyi sigue calificando a los rohiny¨¢s de terroristas, pero tambi¨¦n conservando el preciado galard¨®n sin que los continuos reclamos de activistas internacionales hayan logrado hacer entender al comit¨¦ noruego lo contaminante que resulta su ejemplo.
Cuando el drama rohiny¨¢ permanec¨ªa ignoto para gran parte del mundo, la revista Time dedic¨® al general Wirathu su portada en 2013 con el subt¨ªtulo ¡°C¨®mo los monjes militantes est¨¢n alimentando la violencia antimusulmana en Asia¡±. Porque no solo en Birmania el budismo se ha convertido en veh¨ªculo del nacionalismo de Estado, o viceversa, causando estragos entre las minor¨ªas. Tambi¨¦n en Laos, donde el budismo ha ahormado el socialismo del r¨¦gimen, y a la inversa; en Sri Lanka, con un arduo equilibrio de etnias y confesiones y cuya minor¨ªa musulmana vive atemorizada desde los atentados de abril, reivindicados por el Estado Isl¨¢mico. O, en fin, Tailandia, donde los monjes gozan de pleites¨ªa absoluta mientras la insurgencia de la minor¨ªa musulmana malaya se desangra en choques con el r¨¦gimen ¡ªbudista, obviamente¡ª desde 2004.
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