Sri Lanka, una oraci¨®n breve y rodeada de seguridad
Los musulmanes de la isla acuden a rezar para desafiar al terrorismo y al miedo
Con nervios, casi de tapadillo y rodeados de una fuerte seguridad, los musulmanes de Sri Lanka celebraron la oraci¨®n del viernes, su d¨ªa festivo de la semana. Cinco d¨ªas despu¨¦s de los atentados del Domingo de Pascua perpetrados por terroristas isl¨¢micos que se cobraron la vida de 253 personas y dejaron heridas a m¨¢s de 500 en iglesias y hoteles de lujo, el mensaje que se repet¨ªa una y otra vez dentro de las mezquitas era el de condena al terrorismo, unidad y que la convivencia entre las comunidades religiosas no debe quebrarse. En el exterior, voluntarios y polic¨ªas armados con rifles vigilaban la entrada a los lugares de oraci¨®n.
En medio de una fuerte tensi¨®n por la posibilidad de nuevos atentados, y el miedo a represalias contra la comunidad musulmana, la recomendaci¨®n oficial era que los creyentes se quedaran ayer en casa. Muchos hicieron caso. A primera hora de la ma?ana era incierto, incluso, si habr¨ªa oraci¨®n p¨²blica. Finalmente, se opt¨® por indicar que no asistieran las mujeres, por miedo a incidentes violentos. En la Mezquita Dorada, una de las mayores de Colombo ¡ªla capital econ¨®mica, y donde ocurrieron cuatro de los seis atentados¡ª, apenas asistieron 125 de los 5.000 fieles que suelen acudir a la plegaria semanal.
En la centenaria mezquita Al Jamiul Alfar, m¨¢s conocida como Mezquita Roja, a la hora del rezo de otro viernes los accesos hubieran estado colapsados. Pero este viernes, la calle de entrada estaba cortada. Un grupo de voluntarios imped¨ªa el paso a todo no musulm¨¢n, y ped¨ªa a los que s¨ª lo eran que aceleraran el paso, mientras varios polic¨ªas examinaban cada bulto, cada bolsa.
A este centro religioso construido en 1908, evocador de la gran Mezquita Roja de Nueva Delhi, acudieron unas 3.000 personas, de las 10.000 habituales. El servicio, de una hora, se redujo a menos de diez minutos para evitar una concentraci¨®n prolongada de gente.
Pero los que acudieron lo hicieron a plena conciencia, como un gesto, seg¨²n declaraban, para rechazar el miedo y el extremismo. ¡°Estamos de veras muy afectados. Lamentamos much¨ªsimo lo que ha pasado y pedimos perd¨®n por la gente que ha hecho esto [los atentados]. Esta atrocidad sin sentido no la han perpetrado verdaderos musulmanes, sino extremistas, gente fuera de la religi¨®n que no estaba obedeciendo la voz de Dios¡±, afirma Nafeez Ashref, comerciante del barrio de Petate ¡ªdonde est¨¢ esta mezquita¡ª y uno de los voluntarios en el control de acceso. Sobre los extremistas, asegura: ¡°Tenemos que echarlos. Aqu¨ª no tienen sitio¡±.
Ashref insiste, como los imanes de la mezquita, en la necesidad de mantener la unidad, sea cual sea su religi¨®n. Al servicio, recuerda, han asistido cristianos prominentes para remarcar el mensaje de solidaridad y amistad. ¡°Es necesario que preservemos los lazos¡±, insiste. ¡°En el pasado, aunque ha habido algunos roces, siempre hemos convivido y sido amigos, nos hemos ayudado mutuamente cada vez que ha habido una desgracia. Eso tiene que continuar¡±.
Aunque las heridas son muy recientes. Esta semana, sacerdotes cat¨®licos recomendaban a los musulmanes que se ofrec¨ªan a participar en los funerales de v¨ªctimas cristianas que no se acercasen, por miedo a desencadenar incidentes de represalia. Abdul Rahman, de 27 a?os y agente de ventas de un campo de golf, admite que varios amigos cristianos se han peleado con ¨¦l. ¡°Intento explicarles que los terroristas no son musulmanes. Que pueden llevar barba y atuendo musulm¨¢n, pero no son verdaderos creyentes. Algunos lo entienden, otros no¡±, admite. ¡°Solo me queda seguir explic¨¢ndolo. Espero que con el tiempo se den cuenta¡±.
En el exterior de la Mezquita Roja, tras el breve servicio, los voluntarios instan a los fieles a dispersarse r¨¢pidamente. Las puertas quedan cerradas con verjas. En una de ellas ondea un mensaje de condolencia, ¡°no hay lugar para el extremismo en el islam¡±. Un mensaje similar aparece publicado este viernes a toda p¨¢gina en peri¨®dicos de la isla, firmado por ¡°un colectivo de musulmanes esrilanqueses¡± prominentes.
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