Un esp¨ªa conect¨® los puntos: as¨ª se lleg¨® al ¡®impeachment¡¯
El p¨²blico supo de las presiones a Ucrania despu¨¦s de dos meses de tensiones entre la Casa Blanca, el Congreso y los servicios de inteligencia
25 de julio de 2019. A las 9.03 en Washington, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se pone al tel¨¦fono desde la residencia privada en la Casa Blanca. El equipo de transcripci¨®n de la sala de operaciones, conocida como situation room, se prepara para tomar notas de su conversaci¨®n con el presidente electo de Ucrania, Volod¨ªmir Zelenski. ¡°Enhorabuena por una gran victoria¡±, empieza Trump. La conversaci¨®n acaba a las 9.33. Es, en principio, una llamada protocolaria al pr¨®ximo jefe del Estado de un pa¨ªs estrat¨¦gico en la contenci¨®n de Rusia en Europa.
Fuera de contexto, es dif¨ªcil entender su importancia. Pero los servicios de inteligencia de EE UU, diplom¨¢ticos y funcionarios de la Casa Blanca, tras conocer su contenido, saben exactamente qu¨¦ significa esa llamada. Uno de ellos lo pondr¨¢ por escrito en una queja formal en un documento que hoy forma parte de la historia de Estados Unidos.
Dos meses despu¨¦s, esa llamada es la base para iniciar el proceso de impeachment de Trump que ha culminado este mi¨¦rcoles. En ese tiempo se desarrolla una trama de esp¨ªas y papeles que en la era de Twitter ha sido investigada y narrada por la C¨¢mara de Representantes y por la prensa y pr¨¢cticamente en tiempo real, en comparaci¨®n con las dos investigaciones parlamentarias similares m¨¢s recientes (1998 y 1974).
En retrospectiva, hay una serie de fechas clave anteriores a aquella llamada cuyo significado no ha encajado en la historia hasta mucho despu¨¦s. El 20 de marzo anterior, el fiscal general ucranio hab¨ªa declarado que el vicepresidente Joe Biden hab¨ªa presionado al anterior presidente de Ucrania para despedir a su antecesor y frenar as¨ª una supuesta investigaci¨®n por corrupci¨®n sobre una empresa gas¨ªstica que opera en el pa¨ªs. Por entonces, era evidente que Biden planeaba presentarse a las elecciones presidenciales para enfrentarse a Trump.
El 21 de abril, Trump y Zelenski hablan por tel¨¦fono. La conversaci¨®n es muy breve y b¨¢sicamente es para felicitarle por la elecci¨®n. Trump le dice que le quiere invitar a la Casa Blanca. El 6 de mayo, el Departamento de Estado anuncia el cese de la embajadora en Ucrania, una experimentada funcionaria llamada Marie Yovanovitch. El 9 de mayo, The New York Times cuenta que el abogado personal de Trump, Rudy Giuliani, planea un viaje a Ucrania. Al d¨ªa siguiente, este anuncia que lo cancela.
El 21 de julio Giuliani tuitea que el presidente Zelenski ¡°a¨²n no ha dicho nada sobre la investigaci¨®n acerca de la interferencia ucrania¡±. Se refiere a una teor¨ªa conspirativa, desacreditada por los servicios de inteligencia, seg¨²n la cual no fue Rusia, sino Ucrania, quien lider¨® el ataque contra las elecciones presidenciales de 2016 que favoreci¨® a Trump. Para entonces, es vox populi que el entorno de Trump trata de promover esta teor¨ªa por todos los medios y que pretende que Ucrania le ayude a darle cobertura oficial. Pero nadie sabe que eso est¨¢ teniendo consecuencias en uno de los pilares de la pol¨ªtica exterior y de seguridad de Estados Unidos en Europa.
El Congreso empieza a notar algo extra?o. La ayuda militar de Estados Unidos a Ucrania, imprescindible para fortalecer a ese pa¨ªs frente a la amenaza rusa, no se ha entregado. La orden de retener esa ayuda (unos 400 millones de d¨®lares; 364 millones de euros) viene del presidente.
El 25 de julio, se produce esa segunda llamada. Hablan de la ayuda militar, que Zelenski necesita desesperadamente. En un momento dado, Trump dice: ¡°Sin embargo, nos gustar¨ªa que nos hiciera un favor¡±, menciona las investigaciones en cuesti¨®n y le dice que hable con Giuliani. En la conversaci¨®n queda claro que el presidente est¨¢ condicionando la ayuda militar y la posible visita a la Casa Blanca a que las autoridades de Ucrania le den cobertura oficial a su relato de corrupci¨®n sobre el hijo de Biden y la teor¨ªa conspirativa sobre las elecciones de 2016.
En los d¨ªas siguientes dimite el director nacional de inteligencia, Dan Coats. Hay baile de sillas en los servicios de espionaje. El 12 de agosto, un miembro de los servicios de inteligencia, cuya identidad a¨²n se desconoce, escribe una queja formal por el canal de denuncias an¨®nimas en la que afirma que el presidente est¨¢ poniendo en riesgo la seguridad nacional. En la denuncia, todos esos fragmentos de informaci¨®n semip¨²blicos cobran sentido. Esa llamada y esa frase, tienen sentido. El inspector general de los servicios de espionaje est¨¢ obligado a entregar ese papel al Congreso. No lo hace. En su lugar, consulta con la Casa Blanca.
El 9 de septiembre, el Comit¨¦ de Inteligencia de la C¨¢mara, que preside el dem¨®crata Adam Schiff, anuncia una investigaci¨®n para saber qu¨¦ est¨¢ pasando entre Trump, Giuliani, Zelenski y la ayuda militar, y exige ese papel. El d¨ªa 11, la Casa Blanca libera la ayuda militar. El 18 de septiembre, The Washington Post asegura que hay una queja de un denunciante an¨®nimo sobre una llamada de Trump con un l¨ªder extranjero. La historia evoluciona hasta que el 20 de septiembre The Wall Street Journal pone todo junto en un titular: ¡°Trump presion¨® repetidamente al presidente de Ucrania para que investigara al hijo de Biden¡±.
El 24 de septiembre, la Casa Blanca desclasifica el contenido de la llamada en un intento de rebajar la presi¨®n y aparentar transparencia. Consigue todo lo contrario. La presidenta de la C¨¢mara de Representantes, Nancy Pelosi, que se ha negado durante meses a iniciar un proceso de impeachment contra Trump a pesar de la presi¨®n de los electos dem¨®cratas, anuncia el inicio de una investigaci¨®n con vistas a la destituci¨®n del presidente. Lo hace con una frase: ¡°Los tiempos nos han encontrado¡±.
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