La historia de la mujer que conoci¨® a su novio 12 a?os despu¨¦s de tener una hija de ¨¦l

"Cuando di a luz a mi hija en 2005, me convert¨ª en la primera madre en una pareja lesbiana que hab¨ªa conocido. Viv¨ªamos en el Medio Oeste americano y las ¨²nicas lesbianas con hijos de las que hab¨ªa o¨ªdo hablar hab¨ªan dado a luz en relaciones previas, heterosexuales. Mi novia y yo, sin embargo, tuvimos que empezar de cero". As¨ª comienza el relato en primera persona de Jessica Share a la BBC sobre c¨®mo pas¨® de ser pionera en su entorno como madre lesbiana y lleg¨® a enamorarse, m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s, del donante de esperma que obr¨® el embarazo.?

La primera vuelta que dio su vida comienza con un deseo conjunto con su pareja, otra mujer, de tener hijos. Quer¨ªan cuatro y empezaron incluso a escoger los nombres. Pero lo m¨¢s dif¨ªcil, asegura, lleg¨® despu¨¦s. Su novia sugiri¨® que las ayudase a concebirlos un cu?ado de ella, pero Jessica rechaz¨® pronto la idea de contar con un donante conocido. Le preocupaba que el donante tuviera alg¨²n tipo de derecho sobre los ni?os en el caso de que ella y su pareja fallecieran.?

La soluci¨®n lleg¨® de un banco de esperma que enviaba el semen a domicilio y que garantizaba que los donantes an¨®nimos renunciaban a la custodia de los ni?os que ayudaban a concebir. La pareja decidi¨® que Jessica ser¨ªa la primera en concebir a un hijo y buscaron a alguien con caracter¨ªsticas f¨ªsicas que se asemejaran a las de su compa?era: parecidos peso y altura, y pelo casta?o ondulado. Adem¨¢s, que fuera amante de los deportes.

Eligieron a un escritor, m¨²sico y taxista. "Mi mujer y yo imaginamos con romanticismo que el hombre hab¨ªa rechazado un trabajo de oficina y que coleccionaba las historias de sus clientes en el taxi para preparar su gran novela americana", recuerda Jessica.

Tras varios intentos, siete meses despu¨¦s, Jessica estaba embarazada de su primera hija, Alice. Tan contentas estaban de su llegada al mundo, que 18 meses despu¨¦s su compa?era daba a luz a su segunda hija. Hab¨ªan recurrido a otra donaci¨®n del mismo hombre.?

La felicidad termin¨® abruptamente un a?o despu¨¦s. La compa?era de Jessica le dijo que la pareja estaba rota, y se separaron. Compartieron la custodia de las ni?as durante unos a?os, pero, cuando Alice cumpli¨® 10 a?os, la ex de Jessica cort¨® todo el contacto con la ni?a, y entre ella y su hermana peque?a.

Alice se preguntaba de d¨®nde ven¨ªa, y pidi¨® a su abuela un test de ADN como regalo de Navidad el a?o que cumpli¨® once. Y los resultados fueron m¨¢s espec¨ªficos de lo que se esperaba: aseguraban que un tal Aaron Long era el padre y Bryce Gallo, un medio hermano. Jessica escribi¨® el nombre del primero en Internet y le llovieron los resultados. Para restringir la b¨²squeda, record¨® que uno de los viales de esperma con que se hab¨ªa inseminado se?alaba el a?o de donaci¨®n, 1994, y as¨ª termin¨® dando con un hombre de Seattle que trabajaba como especialista en comunicaci¨®n y que era escritor y m¨²sico. Sus fotos no dejaban lugar a dudas: sus hijas se parec¨ªan a ¨¦l.

Contact¨® con ¨¦l a trav¨¦s del portal web de la compa?¨ªa de los test gen¨¦ticos: "Hola Aaron, tengo dos hijas que coinciden contigo (mi ex tiene a mi hija peque?a y no est¨¢ en esta web de pruebas de ADN). Si est¨¢s interesado en fotos familiares, estamos disponibles". La respuesta del padre fue inmediata: se ofreci¨® a resolver las dudas sobre ¨¦l que pudieran tener Alice o Jessica, y acord¨® con la madre que se seguir¨ªan en redes sociales.

Pero no fue todo. Aaron le envi¨® una biograf¨ªa de 50 p¨¢ginas a Jessica. Hab¨ªa vivido un tiempo en la misma ciudad que ella. Jessica se pregunt¨® cu¨¢ntas veces se habr¨ªa cruzado con ¨¦l en el supermercado sin saber que eran el padre y la madre de una misma persona.

Jessica le escribi¨® tambi¨¦n a Bryce, que aparec¨ªa como "medio hermano" de Alice en su test gen¨¦tico. Le contest¨® y le dijo que hab¨ªa contactado con otra hermana, Madi, y con otros padres de hijos del mismo donante. Aaron hab¨ªa ayudado a concebir ocho hijos, que ¨¦l supiera: los dos de Jessica eran su prole m¨¢s joven.

Bryce y Madi decidieron ir a conocer a Aaron a Seattle. La peque?a Alice quer¨ªa verlos en persona para comprobar si se parec¨ªan a ella, as¨ª que ella y su madre se apuntaron al viaje. Fueron recibidos por todo lo alto por Aaron, que hab¨ªa montado una fiesta para todos sus amigos, exnovias con sus nuevas parejas, y ni?os de unos y de otros.?

Tras su ruptura con su esposa, Jessica comenz¨® una relaci¨®n con un hombre y no perdi¨® nunca el contacto con el padre de sus hijas. Pero tambi¨¦n esa relaci¨®n sentimental acab¨® y entonces se plante¨® si aquel tipo que se hab¨ªa mostrado tan abierto con ella y con su hija, y que adem¨¢s manten¨ªa tan buena relaci¨®n con sus exparejas, no merec¨ªa un intento. Y Aaron, que alguna vez hab¨ªa bromeado coquetamente con Jessica desde que se hab¨ªan conocido, lo tuvo.

"Cuando los heterosexuales se conocen, salen y se casan, a menudo se miran uno a otro con entrega y se plantean que ser¨ªa maravilloso tener unas personitas que se parecieran a ambos. Yo ya hab¨ªa pasado una d¨¦cada con esas personitas", relata Jessica. "Yo ya lo conoc¨ªa a ¨¦l y ¨¦l era exactamente como esas personas a las que quer¨ªa m¨¢s que nada en el mundo. De alg¨²n modo, ¨¦l ya era mi familia".

Alice y Jessica se mudaron al mismo edificio de Aaron en el verano de 2017. Se uni¨® Madi, otra de las hijas. "Pronto descubr¨ª que me agradaba invitar a cualquiera de nuestros medio parientes a casa, hacerles de comer, lavarles la ropa y cuidar de ellos. Son la familia de mis hijas, los t¨ªos y t¨ªas gen¨¦ticos de mis nietos", detalla la protagonista de esta singular historia. Junto a su pareja han calculado que por el mundo puede haber 67 hijos suyos, que ha merecido su propio documental, Forty dollars a pop, un t¨ªtulo que hace referencia a lo que gan¨® con cada donaci¨®n de esperma, 40 d¨®lares (37 euros), el prol¨ªfico Aaron.?