La represi¨®n y la resistencia marcan las presidenciales en Bielorrusia tras 26 a?os de Lukashenko
Varias ciudades se manifestaron sin miedo este fin de semana contra el presidente bielorruso y el encarcelamiento de opositores
El presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, quiere seguir en el cargo que ocupa desde 1994, pase lo que pase en las elecciones a la jefatura del Estado del 9 de agosto. As¨ª ha sido en cinco ocasiones durante los 26 a?os que este pol¨ªtico, muy popular cuando lleg¨® al poder como abanderado contra la corrupci¨®n, ha permanecido al frente de ese pa¨ªs centroeuropeo aliado de Rusia. Pero esta vez, la situaci¨®n es diferente y m¨¢s peligrosa. El rechazo a Lukashenko une a los ciudadanos que en las grandes y peque?as ciudades de Bielorrusia se manifiestan sin miedo de una forma que nadie recuerda haber vivido antes. No son partidos marginales o estudiantes influidos por ideas occidentales sino m¨²ltiples ciudadanos descontentos, entre los que el r¨¦gimen ha practicado decenas de detenciones (hay quien dice que centenares) durante las protestas que proliferaron a lo largo de la semana pasada en solidaridad con los aspirantes a la presidencia encarcelados, como V¨ªctor Babariko, que dirig¨ªa el banco Belgazprombank, entidad vinculada al consorcio de gas ruso Gazprom, el bloguero Sergu¨¦i Tijanovski y el infatigable socialdem¨®crata Nikol¨¢i Statkevich. Babariko, arrestado junto con su hijo, es considerado el principal oponente de Lukashenko si es que le permiten registrarse. Las autoridades le han acusado s¨²bitamente de diversas irregularidades financieras.
En contra del presidente se pronuncian en las redes sociales personajes populares del deporte o la cultura e incluso alg¨²n veterano de los servicios especiales del ej¨¦rcito como el coronel Vlad¨ªmir Borodash, que exhorta al boicot electoral, porque, seg¨²n ¨¦l, ¡°no hay ninguna naci¨®n de Europa que est¨¦ dirigida durante 26 a?os por una persona psicol¨®gicamente enferma¡±.
Entre las protestas que acompa?aron los comicios presidenciales en Bielorrusia en el pasado destacan las de diciembre de 2010, que concluyeron con el encarcelamiento de los l¨ªderes de la oposici¨®n. Hace 10 a?os, ¡°la gente votaba a favor o en contra de Lukashenko, pero ahora votar¨¢ s¨®lo en contra y esta movilizaci¨®n de rechazo ha sido desencadenada por el mismo presidente con ayuda de la covid-19¡±, afirma por tel¨¦fono desde Minsk el pol¨ªtico Alexandr Feduta, que en 1994 form¨® parte del primer equipo de Lukashenko. El l¨ªder bielorruso rechaz¨® las medidas de cuarentena y organiz¨® un desfile conmemorativo de la victoria contra la invasi¨®n nazi el pasado 9 de mayo en Minsk.
¡°Antes hab¨ªa mucha gente insatisfecha que se iba a trabajar al extranjero y con lo que ganaba all¨ª manten¨ªa bien a sus familias. Cuando comenz¨® la pandemia, todos los pa¨ªses a nuestro alrededor declararon la cuarentena y los emigrantes tuvieron que volver a Bielorrusia, donde descubrieron que los bienes de consumo son m¨¢s caros en Minsk que en Varsovia o en las regiones de Rusia donde trabajaban¡±, dice Feduta, que pas¨® cuatro meses encarcelado tras las elecciones de 2010 . ¡°Adem¨¢s los que regresaron ya saben que no volver¨¢n a tener trabajo en Rusia porque a sus patrones all¨ª les resulta m¨¢s barato pagar a un uzbeko que a un bielorruso¡±, explica. Mientras tanto, ¡°Lukashenko les echa la culpa por haber perdido el trabajo, por haber regresado, haber enfermado e incluso por haberse muerto de coronavirus y les dice que el Estado no puede ayudarles¡±, concluye Feduta.
El pol¨ªtico dice sentirse como si estuviera ¡°en la Rusia de febrero de 1917 antes de la abdicaci¨®n del zar¡± con la inc¨®gnita de no saber si el zar bielorruso emplear¨¢ la violencia para mantener el cargo. ¡°Lukashenko tiene una familia grande, tres hijos, nietos, y no sabe qu¨¦ pasar¨¢ con ellos si da orden de disparar. Por primera vez nadie sabe si los generales cumplir¨¢n ¨®rdenes o no. Hasta ahora las cumpl¨ªan¡±, concluye.
En la ciudad de Molodechno, la multitud impidi¨® a los cuerpos antidisturbios, el OMON, detener a un manifestante. Los miembros del OMON ¡°son gente viva y una cosa es pegar con la porra y otra disparar a dar¡±, dice Feduta.
Hace diez a?os, las diferencias entre Lukashenko y la oposici¨®n coincid¨ªan con las diferencias de orientaci¨®n geoestrat¨¦gica (prorrusa o proeuropea) o de pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica y cultural. Tambi¨¦n aqu¨ª las cosas han cambiado, pues los potenciales candidatos de oposici¨®n son aceptables hoy por Rusia. ¡°Las divergencias no son geoestrat¨¦gicas o culturales sino econ¨®micas, de dinero, de trabajo y de salud¡±, opina Feduta. ¡°En 2010 se moviliz¨® la juventud, que crey¨® en el cambio, y ahora est¨¢n movilizados los que se marcharon a trabajar fuera, sobre todo hombres de 25 a 40 a?os, que no tienen nada que perder¡±, dice.
Entre Vlad¨ªmir Putin y Lukashenko hay tensiones por las condiciones de la integraci¨®n entre los dos pa¨ªses. De momento, el ruso no ha movido ficha en p¨²blico, pero ambos lados han emitido se?ales que podr¨ªan cobrar aspereza. El ministerio de Exteriores de Bielorrusia organiz¨® el pasado viernes una reuni¨®n de los embajadores occidentales con Ivan Tertel, jefe del Comit¨¦ de Control Estatal de Bielorrusia, para explicar los motivos de la detenci¨®n de Babariko. El mismo d¨ªa, el ministro de Exteriores ruso, Sergu¨¦i Lavrov, hizo un viaje rel¨¢mpago a Minsk. Antes de reunirse con el ministro ruso, Lukashenko dijo que hab¨ªa conseguido ¡°desarticular un amplio plan para desestabilizar Bielorrusia y de llevarla hacia un ¡°Maid¨¢n (des¨®rdenes y protestas por asociaci¨®n con las que tuvieron lugar en Ucrania)¡±.
Han ¡°ca¨ªdo las m¨¢scaras de los t¨ªteres, que est¨¢n en Bielorrusia, y de los titiriteros, que est¨¢n fuera del pa¨ªs¡±, afirm¨® Lukashenko. Seg¨²n Feduta, el presidente tratar¨¢ de conseguir el apoyo de Putin cuando viaje a Mosc¨² para asistir al desfile de aniversario de la victoria de la Segunda Guerra Mundial el pr¨®ximo d¨ªa 24. ¡°Mosc¨² no tiene dinero para apoyar al r¨¦gimen de Lukashenko ni siquiera por un a?o porque lo necesita ella misma¡±, afirma. ¡°En 2010 sab¨ªa que no habr¨ªa sangre y que nadie disparar¨ªa. Ahora no lo s¨¦. Disparan los d¨¦biles y Lukashenko es d¨¦bil. En 2010 la oposici¨®n quer¨ªa conversaciones para que hiciera reformas. ?l no las hizo y ahora no se plantea la reforma, sino el poder¡±.
Feduta advierte que Lukashenko asusta a occidente insinuando que a Rusia le convienen los des¨®rdenes en Bielorrusia. ¡°Rusia y Occidente deber¨ªan estar juntas por primera vez para una transferencia de poder en el espacio postsovi¨¦tico¡±, dice. Alemania ser¨ªa la mediadora por excelencia y en Alemania el excanciller Gerhard Schr?der, por estar vinculado con Gazprom, opina. ¡°La gran inc¨®gnita es si Lukashenko disparar¨¢. Si Putin lo permite, disparar¨¢¡±, sentencia.
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