Elecciones bielorrusas: ?Que no haya sangre!
Alexandr Lukashenko se enfrenta a los comicios m¨¢s delicados de su carrera
Las elecciones presidenciales de este domingo en Bielorrusia son determinantes para la estabilidad en el coraz¨®n de Europa y, cualquiera que sean sus resultados (los oficiales y los reales), su importancia va m¨¢s all¨¢ de lo regional.
Alexandr Lukashenko, en el poder desde 1994, ha sido ¨²nico por su capacidad de supervivencia pol¨ªtica y de sacar partido de las fisuras reabiertas en el continente por el deterioro de la relaci¨®n entre Rusia y Occidente. De modo inigualable, el l¨ªder bielorruso ha combinado el papel de aliado de Mosc¨² (el m¨¢s pr¨®ximo y el ¨²nico en Europa) con la atenci¨®n a los intereses geoestrat¨¦gicos de Washington y Bruselas.
Desde 2014, Minsk es el principal escenario de di¨¢logo -y el ¨²nico regula- entre Rusia y Ucrania para la resoluci¨®n del conflicto con los secesionistas del Donb¨¢s. El progreso ha sido escaso, pero el hecho mismo de mantener abierto este canal de comunicaci¨®n entre las tres partes enfrentadas ha sido ya de por s¨ª un valor positivo.
Pero la geopol¨ªtica es una cosa y otra distinta son las reglas de los procesos electorales en una democracia. Y democracia es justamente lo que piden los bielorrusos que apoyan a Svetlana Tijan¨®vskaya, la principal candidata de oposici¨®n.
Exceptuando las primeras elecciones que llevaron al triunfo a Lukashenko en 1994, todos los resultados y porcentajes de sus victorias posteriores pueden ser cuestionados. En los actuales comicios, ya antes de la cita con las urnas,? fueron encarcelados los que podr¨ªan haber sido los principales contendientes del presidente, V¨ªctor Babariko y Sergu¨¦i Tijanovski. Ahora tambi¨¦n, el r¨¦gimen ha seguido su estrategia de represi¨®n contra los opositores y de coacciones y presiones sobre los sectores dependientes del Estado. Nada de todo esto es nuevo, pero esta vez la oposici¨®n tiene un car¨¢cter m¨¢s amplio que en el pasado y ha sacado a la calle a ciudadanos no politizados en las peque?as ciudades y no solo en Minsk.
Las decenas de miles de asistentes a los m¨ªtines en apoyo de Tijan¨®vskaya han hecho concebir esperanzas de cambio en Bielorrusia. El nivel de las apuestas por parte de Lukashenko y de la oposici¨®n provoca temores a que pudiera producirse derramamiento de sangre en eventuales choques entre las fuerzas especiales de seguridad al servicio del presidente y los manifestantes, muchos de ellos adolescentes decididos y tambi¨¦n gente madura e inexperta en estas lides, que no aceptan una nueva ¡°victoria¡± del l¨ªder.
¡°Todos rezan para que no haya sangre¡±, escrib¨ªa, en un mensaje privado a esta corresponsal, una importante figura intelectual bielorrusa, que teme el escenario violento. Un triunfo de Lukashenko sellado con sangre llevar¨ªa a nuevas situaciones (como sucedi¨®, salvando las distancias, en 2014 en las protestas contra el presidente de Ucrania, V¨ªctor Yanuk¨®vich, en el Maid¨¢n de Kiev) y posiblemente afectar¨ªa a Minsk como plataforma de di¨¢logo.
Veteranos medios period¨ªsticos en Bielorrusia, contactados desde Mosc¨², creen sin embargo que el r¨¦gimen de Lukashenko puede t¨¦cnicamente evitar la violencia irreparable, porque sus cuerpos de seguridad est¨¢n hoy ¡°mejor preparados que en 2010¡±, cuando hubo protestas masivas en Minsk por la victoria de turno de Lukashenko y varios candidatos de oposici¨®n y sus representantes acabaron en la c¨¢rcel. ¡°Se aislar¨¢n los l¨ªderes de la oposici¨®n, se cortar¨¢n sus comunicaciones, se detendr¨¢n a los principales organizadores y coordinadores de la campa?a y se cerraran los accesos a Minsk¡±, se?alaban las fuentes.
Las redes sociales de Bielorrusia han desplegado una febril actividad en contra del presidente y a favor Tijan¨®vskaya, pero hay otras realidades. Bielorrusia es un pa¨ªs donde la poblaci¨®n ha envejecido y en parte ha emigrado (sobre todo en los ¨²ltimos a?os). En 2019, de sus 9,4 millones de habitantes, m¨¢s de dos millones (2.046.000) correspond¨ªan a poblaci¨®n rural y el n¨²mero de jubilados se acercaba a los dos millones y medio (2.350.000), con una proporci¨®n de 61 jubilados para cada 100 trabajadores, seg¨²n la estad¨ªstica oficial. La emigraci¨®n y el envejecimiento han ido acompa?ados de los desplazamientos internos desde el campo y las peque?as ciudades hacia Minsk y la regi¨®n de la capital, que en conjunto concentran casi 3,5 millones de personas.
El periodista econ¨®mico Alexandr Alesin cree que Lukashenko goza todav¨ªa de importante apoyo en el entorno rural, a cuyo desarrollo dedic¨® grandes esfuerzos e inversiones, y advierte que el intenso despliegue medi¨¢tico en torno a Tijan¨®vskaya puede haber producido una sobrevaloraci¨®n de su apoyo. El periodista llama la atenci¨®n sobre un detalle que puede ser significativo, a saber, que ¡°la mayor¨ªa de los bielorrusos usan m¨®viles anticuados, que no les permiten el acceso a las redes sociales¡±.
En v¨ªsperas de las elecciones, Lukashenko hizo hincapi¨¦ en los intereses de Bielorrusia frente a Rusia, pero ha jugado esta carta de forma limitada. La inc¨®gnita se mantiene en torno a la detenci¨®n de 33 ciudadanos rusos, paramilitares supuestamente enviados a Bielorrusia para desestabilizar las elecciones. Cualquiera que fuera la realidad del incidente, este perdi¨® peso despu¨¦s de que el presidente Vlad¨ªmir Putin llamara por tel¨¦fono a Lukashenko el pasado viernes y expresara el inter¨¦s de Rusia por la ¡°estabilidad interna¡± en Bielorrusia y por la ¡°tranquilidad¡± en torno a las elecciones. En cuanto a los 33 detenidos, Putin manifest¨® su deseo de una investigaci¨®n ¡°en el esp¨ªritu de comprensi¨®n mutua caracter¨ªstico de la cooperaci¨®n entre los dos pa¨ªses¡±.
Factor Ucrania
Por resolver queda el ¡°factor Ucrania¡±, con el que Bielorrusia juega frente a Rusia. Kiev ha pedido a Minsk la extradici¨®n de parte de los detenidos a los que acusa de haber luchado en las filas separatistas del Donb¨¢s, pero de momento Lukashenko y Putin parecen haberse puesto de acuerdo en que la presencia de los paramilitares en Bielorrusia responde a la provocaci¨®n de una ¡°tercera fuerza¡± que, seg¨²n el peri¨®dico Komsom¨®lskaya Pravda (muy cercano a los cuerpos de seguridad rusos), ser¨ªa el Servicio de Seguridad de Ucrania.
A cambio de sus ¡°disidencias¡± frente a Mosc¨², Lukashenko ha conseguido que la OTAN o la Uni¨®n Europea miren hacia otra parte en lo que se refiere a libertades y derechos humanos en Bielorrusia. En una larga entrevista esta semana con el periodista ucraniano Dmitri Gordon, Lukashenko habl¨® de su pol¨ªtica internacional y cont¨® que, tras el reconocimiento de Abjasia y Osetia del Sur como Estados por Rusia (2008), fue a visitarlo Javier Solana (el m¨¢ximo representante de la pol¨ªtica exterior y de seguridad de la UE se entrevist¨® con Lukashenko en Minsk en febrero de 2009). Seg¨²n Lukashenko, Solana le trasmiti¨® una petici¨®n de los l¨ªderes de la Comunidad de Estados Independientes (los pa¨ªses postsovi¨¦ticos aliados de Rusia), temerosos de que ¡°si Bielorrusia reconoc¨ªa a Osetia del Sur, ellos se ver¨ªan obligados tambi¨¦n a hacerlo¡±.
Solana ¡°sac¨® un bloc de notas¡±, narraba Lukashenko, y comenz¨® a pasar revista a ¡°lo que pasar¨ªa despu¨¦s¡± y a los problemas que esperaban a Bielorrusia (que estaba ya sancionada por Occidente) en caso de reconocer al territorio secesionista, incluida su ¡°exclusi¨®n del sistema de pagos de Swift¡±.
Posteriormente, Lukashenko plante¨® el tema a Dmitri Medv¨¦dev, que por entonces era presidente de Rusia, y se mostr¨® dispuesto a reconocer a Osetia del Sur si Mosc¨² le compensaba de las p¨¦rdidas que iba a sufrir y de la desconexi¨®n del sistema Swift. Medv¨¦dev sin embargo, escurri¨® el bulto y le dijo al bielorruso que de los temas econ¨®micos se ocupaba Vlad¨ªmir Putin, por entonces primer ministro. Este episodio es ilustrativo del papel de Lukashenko en el tablero geoestrat¨¦gico entre Rusia y Occidente. Y esta pol¨ªtica malabarista, zigzagueante y retorcida de Minsk es tambi¨¦n lo que est¨¢ en juego en estas elecciones.
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