La vida belga del espa?ol que intent¨® matar al papa Juan Pablo II
El sacerdote integrista Juan Fern¨¢ndez Krohn, que atent¨® contra el Pont¨ªfice en 1982, reside en B¨¦lgica desde hace 33 a?os
Juan Fern¨¢ndez Krohn relata su intento de asesinato sin alterar el gesto ni el volumen de su voz. Si acaso, exhibe una pizca de hast¨ªo: ha contado la historia cientos de veces. Pese a la reiteraci¨®n, su caso es poco conocido en Espa?a. Y a sus 71 a?os, la memoria le juega malas pasadas. Se sume en largas pausas para recordar detalles del suceso por el que su nombre est¨¢ en las hemerotecas. Ha pasado mucho tiempo desde aquel 12 de mayo de 1982. Desde su gesto de F¨¢tima, la solemne expresi¨®n con la que se refiere a su fallido prop¨®sito de matar al papa Juan Pablo II, al que acusaba de ser un agente comunista infiltrado en el Vaticano para destruir a la Iglesia cat¨®lica.
Aquel d¨ªa, Krohn llega al santuario portugu¨¦s en tren desde Par¨ªs. Carga un malet¨ªn en el que guarda una bayoneta de 37 cent¨ªmetros, el arma con el que pretende cometer el crimen. Deambula durante horas por la explanada que debe cruzar el Pont¨ªfice, estudiando el mejor lugar para acuchillarlo. Cuando por fin se aproxima la comitiva, encuentra el hueco que busca y se interna entre su s¨¦quito vestido de sacerdote, camuflado entre los feligreses, e insiste en que le abran paso para besarlo. Es detenido a unos cent¨ªmetros de que la afilada punta de su bayoneta rasgue la piel del religioso polaco.
Con el doble de edad que entonces, Krohn no se arrepiente de nada. Acude casi a diario a la biblioteca real de Bruselas con un ordenador port¨¢til que usa para escribir un blog donde un d¨ªa glosa las virtudes de dictadores como Pinochet o Videla, y otro se adhiere a teor¨ªas de la conspiraci¨®n sobre la participaci¨®n israel¨ª en la explosi¨®n de L¨ªbano. Su ideolog¨ªa ultra es conocida por algunos de los que le rodean. ¡°?Qu¨¦ tal, Torquemada?¡±, le saluda risue?o un hombre con el que suele coincidir entre las estanter¨ªas.
Desde el patio de la biblioteca, Krohn habla del antes y el despu¨¦s del frustrado atentado. De familia adepta al r¨¦gimen franquista, fue un lector precoz de peri¨®dicos como Arriba, af¨ªn a la dictadura, al que su padre estaba suscrito. ¡°Desde muy joven ten¨ªa un retrato de Jos¨¦ Antonio en mi habitaci¨®n¡±, recuerda. Estudia Derecho y Econ¨®micas en la Universidad Complutense, donde protagoniza alg¨²n enfrentamiento. ¡±Pusieron carteles grandes insultando a Jos¨¦ Antonio. Los arranqu¨¦, se me echaron encima y me tiraron contra una puerta de cristal. Al d¨ªa siguiente, los de mi grupo fuimos a vengarnos y armamos una como nunca se hab¨ªa visto en la facultad¡±, rememora. Pese a ello, considera que entonces era ¡°un muchacho vehemente pero no violento¡±.
Tras concluir sus estudios, rechaza un trabajo como economista y se marcha casi cuatro a?os a ?c?ne (Suiza), en los Alpes, a un seminario donde es ordenado sacerdote por el controvertido arzobispo integrista franc¨¦s Marcel Lefebvre, excomulgado por la Iglesia cat¨®lica en 1988 tras protagonizar un cisma. ¡°Era como una academia militar. Nos levantaban muy pronto, hac¨ªamos excursiones al aire libre¡ Hab¨ªa un ambiente de silencio. Solo pod¨ªas hablar con tu colega en la puerta de su celda¡±, explica.
Tras dos a?os en Argentina para fundar una delegaci¨®n de los tradicionalistas ¡ªpartidarios, entre otras cosas, de impartir la misa en lat¨ªn y de espaldas¡ª, ingresa en un monasterio cercano a Par¨ªs, el lugar desde el que partir¨¢ para intentar asesinar al Papa. La idea tom¨® cuerpo cuando vio en directo a trav¨¦s de la televisi¨®n el atentado que cost¨® la vida al presidente egipcio Anuar El Sadat. ¡°Hab¨ªa un desfile militar que pasaba delante de la tribuna de autoridades, y de una de las camionetas baj¨® el comando con fusiles ametralladores: bum, bum, bum. Aquello fue el detonante psicol¨®gico. Pens¨¦: ?tan f¨¢cil es un atentado?¡±.
Siete meses despu¨¦s, ah¨ª estaba ¨¦l, en F¨¢tima, buscando acertar donde justo un a?o antes hab¨ªa fallado el turco Al¨ª Agca. ¡°Conclu¨ª que el arma blanca era la m¨¢s simple. Me parec¨ªa m¨¢s simb¨®lica, m¨¢s ritual y religiosa. Me fui a Billancourt, un barrio a las afueras de Par¨ªs. A un rastro de los muchos que hay. Y all¨ª compr¨¦ una bayoneta de la guerra del 14 [la Primera Guerra Mundial]. Antes de tomar el tren ensay¨¦ haciendo alg¨²n ejercicio, alguna gesticulaci¨®n¡±.
Krohn no esperaba salir vivo del ataque. ¡°Estaba lleno de fieles. F¨¢tima es un emporio comercial a costa de las apariciones. Reconoc¨ª el sitio durante todo el d¨ªa. Estaba nervioso, no soy de m¨¢rmol, pero sin perder el control. Lo hice con intencionalidad suicida¡±. La realidad fue otra. Se lo llevaron esposado entre gritos en los que acusaba al Papa de traidor. Fue condenado a seis a?os y medio de prisi¨®n en Portugal, de los que cumpli¨® la mitad. En la Nochevieja de 1984, castigado, fue el ¨²nico recluso que no pudo salir a la cena: se autodefin¨ªa como preso pol¨ªtico y se negaba a trabajar.
Una vez libre, escribe un libro sobre el atentado, cuelga los h¨¢bitos, y tras dar tumbos por Europa, decide establecerse en B¨¦lgica, donde se casa con una belga de la que se separa a los pocos meses de nacer su hijo.
Nunca lograr¨¢ encauzar su vida como desear¨ªa. Estudia un m¨¢ster sobre historia del cristianismo y laicidad en la Universidad Libre de Bruselas. Pero no le sirve de gran cosa laboralmente. ¡°Papel mojado¡±, lamenta. Apoy¨¢ndose en su t¨ªtulo de Derecho y mintiendo sobre sus antecedentes penales, consigue ingresar en el colegio de abogados de la ciudad, donde desconoc¨ªan su historial. No durar¨¢ mucho. Le abren un proceso disciplinario por realizar comentarios antisemitas en una entrevista con un diario flamenco. Y en la escalada de tensiones, acabar¨¢ propinando un manotazo al decano que le costar¨¢ la expulsi¨®n.
Con dificultades incluso para pagar el alquiler, Krohn encadena trabajos precarios limpiando, de jornalero en una plantaci¨®n de verduras bio y de mec¨¢nico reparando bicicletas. Entretanto, su nombre vuelve espor¨¢dicamente a los peri¨®dicos. En el a?o 2000, se salta el cord¨®n policial durante una visita del rey Juan Carlos I a B¨¦lgica. En lugar de dirigirse hacia el monarca espa?ol, con el que supuestamente quer¨ªa hablar, se equivoca y se lanza corriendo hacia el rey belga Alberto II hasta que es placado por los servicios de seguridad. Casi dos d¨¦cadas despu¨¦s, en 2019, vuelve a la primera plana: el Consejo de Estado belga le da la raz¨®n y le permite volver a entrar en la biblioteca real tras haberle sido prohibido el acceso al haber sido se?alado por supuesto acoso sexual en sus instalaciones.
?Un extremista o un perturbado? En una entrevista en el diario belga La Derni¨¨re Heure, la primera pregunta del periodista ser¨¢: ¡°Se?or Fern¨¢ndez Krohn, ?est¨¢ usted loco?¡±. Pero entonces, como ahora, sentado en la biblioteca, responde lo mismo: super¨® los ex¨¢menes psiqui¨¢tricos a los que fue sometido, y prefiere las etiquetas de iluminado, exc¨¦ntrico o fan¨¢tico. ¡°A algunos les puede parecer estrafalaria o escandalosa. Yo dir¨ªa que mi vida ha sido at¨ªpica¡±.
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