La justicia brit¨¢nica decide este lunes si extradita a Julian Assange a Estados Unidos
El fundador de Wikileaks, preso en una c¨¢rcel de Londres, est¨¢ acusado por la justicia norteamericana de 18 delitos de espionaje e intrusi¨®n inform¨¢tica
Julian Assange fue elegido por los lectores del semanario Time como persona del a?o hace ahora una d¨¦cada. Y lo hizo por delante de figuras como Lady Gaga y Barack Obama. El editor, hacker y activista australiano, fundador del portal de filtraciones Wikileaks, era el hombre del momento tras poner patas arriba cientos de miles de secretos de Estado con varias filtraciones, entre las que destacaba la de m¨¢s de 250.000 cables de la diplomacia estadounidense. Este lunes, una juez brit¨¢nica resuelve si Assange, de 49 a?os, preso en Londres, es extraditado a EE UU, donde se le acusa de 18 delitos de espionaje e intrusi¨®n inform¨¢tica.
Corr¨ªa finales de agosto de aquel a?o 2010, en el que Wikileaks sacud¨ªa una y otra vez la opini¨®n p¨²blica de medio mundo, cuando Assange envi¨® a este periodista un escueto mensaje: ¡°Tener tiempo ahora es simplemente imposible¡±. El australiano trabajaba, qui¨¦n lo iba a saber, junto a su socio en el proyecto, el alem¨¢n Daniel Domscheit-Berg ¡ªentonces conocido como Daniel Smith¡ª en una filtraci¨®n masiva de cables diplom¨¢ticos, mensajes recibidos o enviados a legaciones norteamericanas que destapaban los secretos de la pol¨ªtica exterior de Washington. La aproximaci¨®n a la prensa de Assange era t¨ªmida y desconfiada ¡ªm¨¢s cercano fue siempre Domscheit-Berg¡ª. Pero sab¨ªa que la necesitaba para llegar al mundo.
Aquellas revelaciones de Wikileaks, el conocido como Cablegate, fueron publicadas el 28 de noviembre de 2010 por cinco diarios internacionales: The Guardian, The New York Times, Le Monde, Der Spiegel y EL PA?S. Fue la gota que colmar¨ªa la paciencia de EE UU, que ya ten¨ªa en el punto de mira al australiano, un emprendedor tremendamente creativo, experimentado hacker, activista de la transparencia informativa, convertido en pocos meses en ¨ªdolo de masas. Al menos durante un tiempo.
Lo que Assange y Domscheit-Berg lograron era sencillo, pero complejo a la vez: Wikileaks trata de mediar entre personas con informaci¨®n relevante que quieren publicar bajo el anonimato, los whistleblowers, como se les conoce en ingl¨¦s, y el resto del mundo. Y lo hace con un sistema enrevesado que protege la identidad de las fuentes. El editor australiano ha manifestado que ni siquiera ¨¦l sabe qui¨¦n le filtra informaci¨®n.
La fama de Wikileaks se hab¨ªa construido desde 2006 a fuego lento hasta el Cablegate. La pel¨ªcula El quinto poder, estrenada en 2013, retrata la inevitable ascensi¨®n de Assange y su metamorfosis como tirano de su proyecto. En una de las secuencias, Assange trabaja junto a Domscheit-Berg y la activista y pol¨ªtica islandesa Birgitta J¨®nsd¨®ttir en Collateral Murder, la publicaci¨®n de un v¨ªdeo secreto grabado en julio de 2007 por soldados estadounidenses, autores de un bombardeo en Bagdad que cost¨® la vida a una docena de civiles.
La pel¨ªcula est¨¢ basada en gran medida en el libro Mi tiempo con Julian Assange en la web m¨¢s peligrosa del mundo. Fue escrito por Domscheit-Berg en 2011, poco despu¨¦s de romper con Assange por sus ramalazos dictatoriales, seg¨²n ¨¦l mismo ha expresado p¨²blicamente.
Assange hab¨ªa llegado, en efecto, a un acuerdo con aquellos cinco diarios del Cablegate: se publicar¨ªan los cables ¡ªfiltrados por la exanalista norteamericana Chelsea Manning, seg¨²n se supo a la postre¡ª siempre que fueran editados para proteger las identidades de los que all¨ª aparec¨ªan. En septiembre de 2011, de forma unilateral, el activista australiano se salt¨® el acuerdo y public¨® todo el material sin editar. Fue un punto de inflexi¨®n en su rara relaci¨®n con la prensa ¡ªhasta Reporteros sin Fronteras, que apoyaba el proyecto Wikileaks, critic¨® la medida¡ª.
Pero Assange y su web hab¨ªan destapado ya algunas de las pr¨¢cticas abusivas de EE UU en sus guerras en Irak y Afganist¨¢n; los archivos secretos de Guant¨¢namo; las ejecuciones extrajudiciales de la polic¨ªa keniana; las pr¨¢cticas fraudulentas del banco Kaupthing, punta del iceberg de la crisis pol¨ªtica en Islandia...
Para entonces tambi¨¦n, en agosto de 2010, dos mujeres hab¨ªan denunciado ante la polic¨ªa sueca delitos sexuales cometidos presuntamente por el editor australiano. Assange pasaba alg¨²n tiempo en Suecia, un pa¨ªs m¨¢s garantista en la protecci¨®n de filtraciones y a donde llev¨® los servidores de Wikileaks. Cuando la jueza orden¨®, en noviembre de ese a?o, su detenci¨®n por posible abuso sexual, Assange se encontraba residiendo en Reino Unido. La justicia sueca procedi¨® a pedir la extradici¨®n ¡ªarchiv¨® el caso en noviembre de 2019¡ª y fue concedida, pero el australiano encontr¨® un recoveco para no ser enviado a Estocolmo, desde donde, seg¨²n cre¨ªa, le mandar¨ªan hacia Washington: solicit¨® y obtuvo el asilo en la Embajada de Ecuador en Londres.
El permiso estuvo en vigor desde junio de 2012 hasta el 12 de abril de 2019, fecha en la que Assange fue arrestado por agentes de Scotland Yard. Durante su larga estancia, Wikileaks sigui¨® haciendo amigos en Washington, sobre todo en el Partido Dem¨®crata. A lo largo de 2016, el portal de filtraciones public¨® miles de correos electr¨®nicos del Comit¨¦ Nacional Dem¨®crata, que dejaron entrever ciertos tejemanejes contra Bernie Sanders en favor de Hillary Clinton. Tambi¨¦n ese a?o, el proyecto pilotado por Assange dej¨® al descubierto correspondencia de John Podesta, jefe de campa?a de Clinton. El australiano ha rechazado en varias comparecencias que la fuente fuera un hackeo ruso; tambi¨¦n ha insistido en que no puede revelar la identidad de los filtradores. Sea as¨ª o no, Donald Trump ha abierto la puerta al indulto de Assange siempre que revele el origen de las filtraciones sobre el Partido Dem¨®crata. Pero eso no ha pasado.
Desde su detenci¨®n en Londres a las puertas de la misi¨®n ecuatoriana, el australiano ha estado preso en la c¨¢rcel de Belmarsh, en el sureste de Londres. La justicia brit¨¢nica as¨ª lo ha requerido para evitar una posible fuga ante la solicitud de extradici¨®n formulada por la justicia de EE UU y evaluada el pasado a?o en el tribunal londinense de Old Bailey. Washington le acusa de 17 delitos de espionaje y uno de intrusi¨®n inform¨¢tica, con penas que podr¨ªan acumular 175 a?os de c¨¢rcel. Los psiquiatras consultados durante el proceso judicial en Old Bailey han manifestado que Assange padece ¡°un trastorno del espectro autista¡± y, en el caso de que acabe en un vuelo con direcci¨®n a EE UU, existe un claro riesgo de suicidio.
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