Penas de c¨¢rcel para los participantes en los disturbios de los Pa¨ªses Bajos
La Fiscal¨ªa ha empezado a confiscar cuentas bancarias y autom¨®viles con el objetivo de que los alborotadores paguen por los destrozos causados
Un joven de 19 a?os, vecino de la localidad de La Haya, en los Pa¨ªses Bajos, pasar¨¢ dos meses en la c¨¢rcel por lanzar adoquines contra un autob¨²s policial. ¡°Lo lamento mucho, estoy muy avergonzado, no me reconozco en esto¡±, le dijo al juez. Un hombre de 35, de Breda, estar¨¢ encerrado el mismo periodo de tiempo por incitar a la violencia. A otro m¨¢s, de 46, se le ha impuesto una pena de 90 d¨ªas, de los cuales pasar¨¢ la 30 en prisi¨®n y el resto en libertad condicional. Es bastante inusual que los jueces holandeses dicten condenas tan duras por altercados de orden p¨²blico, en ausencia de antecedentes penales previos, pero la gravedad de los disturbios por el toque de queda en plena pandemia ha obligado a tomar medidas excepcionales acordes con la situaci¨®n, la peor que vive el pa¨ªs en 40 a?os con un Gobierno en funciones y en plena precampa?a.
Al mismo tiempo, la Fiscal¨ªa ha empezado a confiscar cuentas bancarias y autom¨®viles con el objetivo de que los alborotadores paguen por los destrozos causados. Aunque todo se ha desarrollado muy r¨¢pido, las im¨¢genes captadas durante los altercados, unidas a las pistas proporcionadas por la ciudadan¨ªa, arrojan ya un retrato de los exaltados. Bajo la bandera de las protestas por el toque de queda, hay manifestantes contrarios a la limitaci¨®n de movimientos entre las 21.00 y las 04.45, ultraderechistas, negacionistas, agitadores profesionales y muchos j¨®venes gregarios, en gran parte veintea?eros y tambi¨¦n un n¨²mero llamativo de adolescentes entre 14 y 15 a?os, sin afiliaci¨®n pol¨ªtica, que van a mirar por curiosidad y se dejan arrastrar por los acontecimientos.
Aunque fuentes policiales califican la noche del martes al mi¨¦rcoles como ¡°m¨¢s tranquila¡±, hubo 131 detenciones. En total, hay unos 600 detenidos. Willem Woelders, jefe de operaciones de la polic¨ªa, ha asegurado que, a partir del lunes, la situaci¨®n cambi¨® en las calles del pa¨ªs, pero que las fuerzas del orden no pueden bajar la guardia porque temen que los disturbios vuelvan a reproducirse en los pr¨®ximos d¨ªas. Han aumentado la vigilancia en las redes sociales y movilizado la ciudadan¨ªa para evitar una escalada igual a del pasado fin de semana, en la que toda esa amalgama de grupos diversos coincidieron y las redes sociales se llenaron de mensajes convocando a saltarse el toque de queda de distintas formas. Unos se citaban para protestar y otros dejaban claro en Internet que no se pondr¨ªan freno.
El lunes y el martes, los manifestantes pac¨ªficos hab¨ªan desaparecido de las calles. Quedaban los dem¨¢s, centenares de encapuchados, proyectil y tel¨¦fono m¨®vil en mano, que sembraron la calzada de cristales y saquearon comercios. La noche del martes empez¨® a notarse la reacci¨®n del resto de la ciudadan¨ªa, que respeta de forma mayoritaria el toque de queda. En un acto espont¨¢neo, buena parte de los vecinos se comportaron de forma c¨ªvica. Hab¨ªa seguidores de MVV, el club de f¨²tbol de Maastricht, granjeros del este del pa¨ªs que ofrec¨ªan sus tractores a la polic¨ªa para bloquear las calles y evitar incidentes, o simplemente, gente que intentaba dialogar con los j¨®venes exaltados en la estaci¨®n de ferrocarril de Bijlmer Arena, en ?msterdam, junto al estadio del Ajax. Las fuerzas del orden agradecieron el esfuerzo, pero el control de la situaci¨®n les correspond¨ªa a ellos. Con todo, fue la primera vez que pudo verse c¨®mo un abultado n¨²mero de ciudadanos no estaba dispuesto a dejar que su entorno fuera pateado por otros, seg¨²n se?al¨® el crimin¨®logo Henk Ferwerda.
El toque de queda fue acordado por el Congreso, anunciado y aplicado en apenas tres d¨ªas, y es posible que no haya habido tiempo de digerir una medida que recorta libertades fundamentales en un pa¨ªs que tiene a gala respetarlas, e ir incluso m¨¢s all¨¢ con leyes a veces pioneras en el resto del mundo: desde legalizar el consumo de marihuana en los famosos coffeeshops (1976) a aprobar el matrimonio homosexual (2001). Ahora, y mientras la polic¨ªa sigue en guardia, el Gobierno ha preparado un fondo para ayudar a los comerciantes v¨ªctimas de pillaje. Para una de ellas, Maaike Neuf¨¦glise, que se ha quedado sin quiosco el lunes en cuesti¨®n de minutos en la ciudad de Den Bosch, una campa?a popular de recogida de dinero suma ya 100.000 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.