El pueblo que desafi¨® al fascismo
Chambon-sur-Lignon acogi¨® a miles de jud¨ªos y exiliados republicanos durante la II Guerra Mundial. Uno de ellos acaba de legar su fortuna a la comuna
Erich Schwam nunca olvid¨® Chambon-sur-Lignon. El farmac¨¦utico viudo, franc¨¦s de origen austriaco, siempre fue muy reservado. Tanto, que muy pocos conoc¨ªan sus azarosos or¨ªgenes. Solo cuando se anunci¨®, que tras su muerte en diciembre a los 90 a?os hab¨ªa legado todos sus bienes ¡ªcasi dos millones de euros¡ª a Chambon, se arroj¨® una luz sobre su pasado y, de paso, sobre este pueblo del Alto Loira que, en lo m¨¢s terrible de la ocupaci¨®n nazi de Francia durante la Segunda Guerra Mundial, acogi¨® y salv¨® de la deportaci¨®n a miles de ni?os jud¨ªos, entre ellos el propio Schwam, como antes el pueblo hab¨ªa albergado a republicanos espa?oles huidos del franquismo.
Una actitud que le vali¨® a Le Chambon, como llaman los locales a este pueblo de 2.500 habitantes de mayor¨ªa protestante al sur de Lyon, ser una de las dos localidades del mundo, junto con la holandesa Nieuwlande, reconocidas de forma colectiva como Justos de las Naciones por el Yad Vashem, el museo del Holocausto jud¨ªo. En tiempos de nuevas tentaciones autoritarias, la noticia del legado de Schwam ha tenido tanto eco.
¡°Quiz¨¢s sea por el ambiente actual¡±, reflexiona Denise Vallat, teniente de alcalde de Cultura de esta localidad de dif¨ªcil acceso, situada sobre una meseta a mil metros de altura. Una particularidad que, durante siglos, la convirti¨® en refugio ideal de hugonotes perseguidos en el siglo XVII o de curas refractarios durante la Revoluci¨®n francesa. A finales del siglo XIX, se convirti¨® en centro de descanso para hijos de familias desfavorecidas del sureste de Francia, acogidos en albergues y granjas de la zona. Gracias a ello, Chambon dispon¨ªa de una infraestructura que le permiti¨®, tras la ocupaci¨®n nazi, refugiar a ni?os jud¨ªos y exiliados republicanos espa?oles, con ayuda de una red de asociaciones internacionales y de pastores protestantes como Andr¨¦ Trocm¨¦, otro Justo.
¡°Es un hermoso pa¨ªs, un poco severo¡±, escribi¨® Albert Camus cuando lleg¨®, en el oto?o de 1942, a Chambon a reponerse en casa de un familiar de una enfermedad pulmonar. Impedido por el avance de la guerra de volver a Or¨¢n, el futuro premio Nobel de Literatura acab¨® viviendo un a?o en Chambon. All¨ª termin¨® La peste y prepar¨® El malentendido. Tambi¨¦n dej¨® huella el fil¨®sofo Paul Ricoeur, mentor del presidente Emmanuel Macron que ense?¨® en el prestigioso instituto C¨¦venol, donde Erich Schwam acab¨® el bachillerato ¡ªfue uno de los pocos refugiados que no se march¨® tras acabar la guerra¡ª antes de estudiar Farmacia en Lyon. La estancia de Camus coincidi¨® parcialmente con la de Schwam que, seg¨²n los primeros datos recopilados por Vallat y el historiador local, G¨¦rard Bollon, lleg¨® a Le Chambon en febrero de 1943, a los 12 a?os.
Vallat, profesora de historia jubilada, y Bollon se han propuesto averiguar todo lo posible sobre Schwam, cuya herencia ser¨¢ dedicada, conforme a sus deseos, a ¡°acciones a favor de los j¨®venes¡± en materia educativa. ¡°Lo que nos ha legado es el fruto del trabajo de toda una vida, no un billete de loter¨ªa, as¨ª que es muy importante que los habitantes del pueblo sepan qui¨¦n fue¡±, explica Vallat, que prepara una exposici¨®n sobre Schwam.
Pero rastrear su vida est¨¢ siendo una tarea casi detectivesca, porque ¡°no dej¨® ninguna carta, ni informaci¨®n¡±. En su casa a las afueras de Lyon hallaron un sobre de papel Manila con una escueta inscripci¨®n: Austria, papeles viejos. Esos viejos pasaportes y documentos permiten seguir el rastro de Erich Schwam y sus padres, Oskar y Malcie, desde su Viena natal a Bruselas, adonde partieron tras la anexi¨®n de Austria en 1938, para acabar en los campos de concentraci¨®n franceses de Gurs y Rivesaltes, donde estuvieron hacinados junto a miles de exiliados republicanos. Vallat y Bollon tambi¨¦n han averiguado que Oskar Schwam, que era m¨¦dico, trabaj¨® en la maternidad suiza de Elna, pr¨®xima a los campos de internamiento y donde nacieron m¨¢s de medio centenar de beb¨¦s espa?oles. Seguramente fue una enfermera suiza de la maternidad la que logr¨® evitar la deportaci¨®n en 1942 de los Schwam a Drancy, donde el r¨¦gimen colaboracionista del mariscal P¨¦tain internaba a los jud¨ªos antes de mandarlos a campos de concentraci¨®n nazis, y la que envi¨® a Chambon a Erich y su madre un a?o m¨¢s tarde.
¡°El trayecto de su familia es muy emblem¨¢tico del que hicieron tantas otras familias que pasaron por aqu¨ª¡±, se?ala Vallat. Est¨¢ confirmado que ¡°casi 2.000 personas ¡ªsobre todo ni?os, pero tambi¨¦n familias o personas solas¡ª pasaron por Chambon y sus alrededores¡±. Lo que hace que se pueda estimar que, en realidad, fueran entre 2.500 y 3.000 refugiados jud¨ªos, dice Vallat. A ellos se sumaban los espa?oles exiliados que comenzaron a llegar a la zona en plena Guerra Civil y, sobre todo, a partir de 1939.
Uno de ellos fue Lluis Pepito Gausachs, el futuro secretario de Josep Tarradellas. El 29 de junio de 1943, cay¨® en la peor redada que sufri¨® Chambon, en la Maison des Roches, una de las casas que albergaba a jud¨ªos y otros refugiados. Fueron detenidos 18 j¨®venes, entre ellos cinco espa?oles, muy pocos de los cuales sobrevivieron. Gausachs fue liberado por haber rescatado unos d¨ªas antes a un soldado alem¨¢n que se estaba ahogando en el r¨ªo.
Otro espa?ol que se salv¨® fue Antonio Plazas, hijo de un anarquista republicano de Barcelona que lleg¨® con 18 a?os a Chambon desde Rivesaltes, y que acabar¨ªa dando clase en C¨¦venol junto a Ricoeur. En la memoria local tiene tambi¨¦n un lugar muy especial otra espa?ola, Juliette Usach. A la m¨¦dica protestante catalana se le encomend¨® en 1939 la direcci¨®n de una casa inicialmente dedicada a acoger a mujeres y ni?os republicanos, aunque a partir de 1941 tambi¨¦n acabar¨ªa ocup¨¢ndose de los numerosos ni?os jud¨ªos que llegaban hasta Chambon.
El milagro del silencio
El nombre de esta ¡°mujer excelente¡±, como la recuerda el historiador Bollon con cari?o y tristeza, puesto que muri¨® ¡°en la miseria¡±, figura en la lista de Justos de Chambon desplegada en el centro de la memoria inaugurado en 2013 junto a la escuela a la que acudieron todos esos ni?os salvados, a menudo bajo identidad falsa para despistar a las autoridades. En las mismas aulas estudian hoy los hijos del medio centenar de demandantes de asilo que esperan papeles en el pueblo.
Porque el ¡°milagro del silencio¡±, como describe Bollon la acci¨®n colectiva de toda una poblaci¨®n que jam¨¢s habl¨® ni denunci¨® ni a los refugiados ni a los que los acog¨ªan, ha continuado en este pueblo que, d¨¦cadas despu¨¦s, tambi¨¦n dar¨ªa cobijo a ni?os tibetanos enviados por el Dalai Lama. O a boat people (refugiados vietnamitas) y a iran¨ªes que huyeron de la Revoluci¨®n Isl¨¢mica de 1979. Siempre sin alardes. Muestra de esta sobriedad, cuenta Vallat, hay en Chambon una tradici¨®n respetada hasta hoy: ¡°Ninguna calle ni edificio lleva el nombre de nadie, ni del pueblo ni personalidades como De Gaulle¡±. Pese a su generosidad, tampoco habr¨¢ una calle Schwam. En Chambon, las gestas no tienen precio, ni premio.
Una gesta desconocida en su propio pa¨ªs
La de Chambon fue una gesta poco conocida incluso en Francia pese a que el presidente Jacques Chirac, que visit¨® la localidad en 2004 para denunciar un repunte de actos antisemitas en todo el pa¨ªs, la llam¨® ¡°la conciencia del pa¨ªs¡±. En Francia hay una ¡°cierta amnesia, porque hubo mucho colaboracionismo y pasividad de la poblaci¨®n. Esa desmemoria hizo que se olvidara a pueblos como Chambon¡±, dice por tel¨¦fono el historiador y escritor madrile?o Mario Escobar, autor de la novela 'Los ni?os de la estrella amarilla', en la que recuerda esta historia y, tambi¨¦n, la de los refugiados espa?oles.
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