La casa real brit¨¢nica afronta su peor crisis institucional desde los a?os de Lady Di
La entrevista del pr¨ªncipe Enrique y Meghan Markle desencadena una tormenta en la imagen de la monarqu¨ªa y obliga al Reino Unido a mirarse en el espejo de su pasado colonial
La casa real brit¨¢nica ha comenzado a entender en esta semana tormentosa que, cuando cre¨ªa conocer todas las respuestas, le hab¨ªan cambiado las preguntas. Las acusaciones de racismo e indolencia ante un serio problema de salud mental, vertidas por el pr¨ªncipe Enrique y Meghan Markle en su ya mundialmente famosa entrevista con la periodista Oprah Winfrey, han revelado una brecha generacional y emocional no solo en la sociedad del Reino Unido, sino en el seno de la casa de los Windsor. A lo largo de la semana, la crisis institucional ha llegado a superar los peores momentos del hist¨®rico conflicto protagonizado por Lady Di, en la d¨¦cada de los noventa. Horas despu¨¦s de que Buckingham sugiriera en su comunicado de respuesta que los trapos sucios se lavan en casa, el pr¨ªncipe Guillermo (38 a?os) entraba de lleno en el debate y proclamaba ante las c¨¢maras que su familia ¡°no es racista ni de lejos¡±.
Las trifulcas internas de la realeza brit¨¢nica son un entretenimiento nacional. Tabloides como The Sun o el Daily Mail siguen vendiendo, pese a la crisis del negocio de la prensa, m¨¢s de un mill¨®n de ejemplares diarios cada uno. Las batallas familiares de los Windsor, reales, imaginadas o exageradas son fundamentales para mantener los ingresos. Cada fotograf¨ªa de la duquesa de Cambridge, Kate Middleton, o de la duquesa de Sussex, Meghan Markle, viene acompa?ada del correspondiente anuncio con la copia m¨¢s asequible que ofrece el mercado del vestido, la chaqueta o los pantalones que lleven en esa ocasi¨®n.
Hay una inercia en el establishment a pensar que los brit¨¢nicos adoran a su reina y est¨¢n m¨¢s que satisfechos con su milenaria monarqu¨ªa. A descartar cualquier nuevo temporal como algo pasajero que tambi¨¦n amainar¨¢. ¡°Como historia en los peri¨®dicos o en las redes sociales, me da la impresi¨®n de que va a tener poco recorrido¡±, aventura a EL PA?S Jonathan Sumption, exmagistrado del Tribunal Supremo y polemista inveterado con una inteligencia que hasta sus enemigos le reconocen. ¡°El palacio de Buckingham ha jugado con habilidad sus cartas, y ha logrado presentarse mejor que Meghan Markle como la v¨ªctima de todo este asunto. No creo que la acusaci¨®n de racismo perdure. La reina, el pr¨ªncipe de Gales [Carlos] y el duque de Cambridge [Guillermo] son extraordinariamente correctos cuando tratan asuntos de raza¡±, defiende Sumption.
Ah¨ª est¨¢ la clave de toda esta nueva crisis institucional, que no constitucional, del Reino Unido. Son innumerables las voces ofendidas, o simplemente sorprendidas, que esta semana han negado cualquier vestigio de racismo en la sociedad brit¨¢nica. ¡°?Por qu¨¦ ha de ser racista preguntarte de qu¨¦ color va a ser la piel de tu beb¨¦?¡±, se preguntaba el periodista Anil Bhoyrul, en un art¨ªculo de urgencia publicado por el semanario conservador The Spectator. Bhoyrul naci¨® en Mauricio y es de ascendencia india, de tez oscura y rasgos asi¨¢ticos, y est¨¢ casado con una blanca. Cada uno de sus tres hijos tiene un color diferente. ¡°El contexto lo es todo. Y nadie sabe cu¨¢l era el contexto en el que un miembro de la familia real hizo ese comentario sobre el beb¨¦ que esperaban Enrique y Meghan¡±, defiende Bhoyrul. Los duques de Sussex contaron a Oprah Winfrey que alguien de los Windsor les hab¨ªa expresado su ¡°preocupaci¨®n¡± por el tono de piel del ni?o. M¨¢s tarde matizaron que no hab¨ªa sido ni la reina ni su esposo, Felipe de Edimburgo. Pero dejaron activada la bomba.
El argumento de que ¡°el contexto lo es todo¡± sirve, sin embargo, para un bando y el contrario. ¡°Las protestas del a?o pasado del movimiento Black Lives Matter y sus consecuencias, han recordado al mundo -como si fuera necesario recordarlo- que la tensi¨®n racial en Estados Unidos, en Europa y en otras partes sigue latente. En algunos aspectos, peor que hace una generaci¨®n¡±, sostiene Alexander Larman, autor de La Corona en crisis: La cuenta atr¨¢s de la abdicaci¨®n. Es la historia de la renuncia al trono de Eduardo VIII, en 1936, por su historia de amor con la divorciada estadounidense Wallis Simpson, constantemente recordada cada vez que surge una nueva crisis en la familia Windsor. ¡°No resulta nada f¨¢cil contestar a una acusaci¨®n de racismo tan da?ina, en la que no se ofrecen detalles concretos¡±, dice Larman.
Figuras de minor¨ªas ¨¦tnicas cada vez m¨¢s influyentes en la sociedad brit¨¢nica, como el historiador de origen nigeriano David Olusoga, han se?alado que los duques de Sussex han puesto el dedo en la llaga. ¡°Cuando se admite el racismo en Gran Breta?a, no se presenta como algo estructural, como un problema social, sino como una realidad de la vida misma tan insignificante como lamentable¡±, escrib¨ªa Olusoga en The Guardian. ¡°Esta no es solo una crisis de la familia real, sino del Reino Unido. Y en vez de aprovechar la ocasi¨®n para embarcarnos en una discusi¨®n nacional honesta sobre el racismo, me temo que se buscar¨¢ demonizar a¨²n m¨¢s a Enrique y Meghan¡±.
La medida de la crisis no la da el ruido en los medios, sino la reacci¨®n de los afectados. Frente a los pron¨®sticos de muchos supuestos expertos en asuntos reales que aventuraban el silencio del palacio de Buckingham ante el esc¨¢ndalo ¨C¡±nunca quejarse, nunca dar explicaciones¡±, ha sido siempre la consigna-, la casa real hizo p¨²blico un comunicado a las pocas horas de la emisi¨®n de la entrevista en el Reino Unido. ¡°Las cuestiones planteadas [por el pr¨ªncipe Enrique y Meghan Markle], particularmente la de la raza, son preocupantes. Aunque algunos recuerdos pueden variar, las tomamos muy en serio y ser¨¢n abordadas en privado por la familia¡±, dec¨ªa el texto. Para los m¨¢s cr¨ªticos, una respuesta insuficiente que intentaba arrojar dudas sobre la versi¨®n de los duques de Sussex, y un intento de zanjar el asunto puertas adentro. Para los defensores de la instituci¨®n, una manera sutil de quitarse de en medio una pol¨¦mica embarazosa. ¡°Hasta los j¨®venes, m¨¢s inclinados a simpatizar con Markle que los mayores, est¨¢n hartos del insaciable apetito de dinero y publicidad de la pareja¡±, denuncia Sumption.
La verdad puede estar en el punto medio. La encuesta expr¨¦s realizada por YouGov reflejaba dos realidades complementarias. Entre los adultos de 18 a 24 a?os, casi un 60% muestran simpat¨ªa hacia los duques de Sussex. Entre los mayores de 65 a?os, son entre un 70% y un 80% los que no les soportan. Y a la vez, una mayor¨ªa de brit¨¢nicos (58%) expresa su rechazo hacia la pareja y en mucha mayor medida hacia Markle.
Por eso la reacci¨®n del pr¨ªncipe Guillermo, segundo en la l¨ªnea de sucesi¨®n al trono, al negar abiertamente ante las c¨¢maras que su familia fuera racista, expresaba a la vez un enfado y la necesidad de responder tajantemente a un debate que existe. El palacio de Buckingham pudo observar el a?o pasado, junto al resto del pa¨ªs, c¨®mo se derribaban o se anunciaba la retirada de estatuas con un pasado colonialista, como la de Edward Colston, en Bristol, o la de Cecil Rhodes (el fundador de la antigua Rodesia), en la Universidad de Oxford.
En el Reino Unido, Meghan Markle no es la hero¨ªna en la que la ha convertido el p¨²blico estadounidense. Para algunos brit¨¢nicos, es una nueva villana que intenta seguir la estela de la fallecida Lady Di, madre de su esposo. Para otros, entre los que se cuentan muchos pol¨ªticos e intelectuales serios, es el veh¨ªculo para afrontar una realidad que durante a?os se ha querido ocultar bajo la alfombra. Isabel II (94 a?os) es ya una figura intocable. Su hijo y heredero, Carlos de Inglaterra, es el eslab¨®n d¨¦bil que ha preferido no entrar en la pol¨¦mica. Su nieto, Guillermo, es la imagen del futuro de la instituci¨®n. Por eso ha sido precisamente ¨¦l quien se ha revuelto ante las acusaciones.
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