Dinamarca busca ¡®occidentalizar¡¯ sus guetos
El Gobierno socialdem¨®crata propone limitar al 30% los habitantes ¡°no occidentales¡± de estas zonas y renombrarlas ¡°sociedades paralelas¡±. Expertos y residentes temen una estigmatizaci¨®n
Dinamarca lleva casi 50 a?os enrocada en el dilema de qu¨¦ hacer con los guetos. Una treintena de barrios, principalmente de las grandes ciudades, son se?alados cada a?o en una suerte de lista negra. Entrar o salir de ella depende de factores como el nivel de ingresos m¨ªnimos, la tasa de desempleo, de educaci¨®n, de criminalidad y, la m¨¢s pol¨¦mica en opini¨®n de los expertos, el porcentaje de habitantes de origen ¡°no occidental¡±. Con los a?os, los sucesivos gobiernos ¡ªde cualquier color¡ª han desarrollado planes para acabar con estas ¨¢reas desfavorecidas en pos de la integridad. Pero detr¨¢s de las buenas intenciones, muchos ven en estos programas un uso partidista e incluso una excusa para dar rienda suelta a cierta xenofobia que va en aumento en el pa¨ªs escandinavo sobre todo desde 2007, cuando el partido ultra DF irrumpi¨® como tercera fuerza en el Folketing (Parlamento). El Gobierno socialdem¨®crata de Mette Frederiksen busca ahora una nueva f¨®rmula que ya est¨¢ generando revuelo en la sociedad.
Tras casi dos a?os en el poder, la primera ministra propuso hace unos d¨ªas dos medidas de calado para afrontar un debate que lleva dominando la pol¨ªtica desde la d¨¦cada de los setenta. Por un lado, deshacerse del t¨¦rmino gueto para sustituirlo por la expresi¨®n ¡°sociedades paralelas¡±. Por otro, bajar del 50% al 30% el m¨¢ximo de residentes ¡°no occidentales¡± que pueden residir en estas zonas en 2031, con el objetivo de que haya m¨¢s mezcla. ¡°Es est¨²pido. Cambian el nombre, pero las pol¨ªticas siguen siendo las mismas¡±, se lamenta al tel¨¦fono Mohammed Aslam (54 a?os), presidente de la asociaci¨®n de vecinos de Mj?lnerparken, uno de los guetos m¨¢s ¡°duros¡± de Copenhague, seg¨²n el Gobierno, con 1.493 habitantes.
La limitaci¨®n del 30% propuesta para estas ¨¢reas implica que muchos de los vecinos de origen inmigrante se tengan que marchar de sus hogares, por los que pagan una renta muy baja en comparaci¨®n con el resto de barrios, para asentarse en otras zonas donde casi con toda probabilidad los alquileres son mucho m¨¢s caros. Pero tambi¨¦n que haya casas vac¨ªas a la espera de nuevos vecinos. De las 560 que hay en la barriada de Mj?lnerparken, 50 est¨¢n vac¨ªas. El Gobierno permite que los nuevos inquilinos sean ¡°no occidentales¡± siempre y cuando demuestren un m¨ªnimo poder adquisitivo y que su estancia sea temporal con un l¨ªmite de dos a?os. Para los occidentales, en cambio, no hay requisitos. Mia Nyegaard, presidenta de la comisi¨®n de asuntos sociales del Ayuntamiento de Copenhague, del partido Izquierda Radical, dice estar de acuerdo en promover un grupo m¨¢s mixto de residentes en ¨¢reas desfavorecidas, pero discrepa del enfoque del Gobierno. ¡°Es nuestra responsabilidad como sociedad asegurarnos de que las ¨¢reas sean atractivas para que m¨¢s personas con m¨¢s recursos quieran vivir all¨ª¡±, dice por correo electr¨®nico.
Kristina Bakaer Simonsen, profesora en el departamento de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad de Aarhus, incide, junto a media docena de expertos consultados, en que, ¡°pese a que el Gobierno no quiera usar la palabra gueto, contin¨²a implementando las mismas pol¨ªticas que su antecesor [de tinte conservador]¡± y que fueron criticadas por xen¨®fobas, ilustra en conversaci¨®n telef¨®nica, en la que insiste en la complejidad de un debate que est¨¢ ¡°lleno de paradojas y contradicciones¡± y que afecta directamente a unas 73.000 personas en un pa¨ªs de casi seis millones. ¡°La definici¨®n del Gobierno para que un ¨¢rea sea un gueto es complicada porque requiere que un porcentaje de la poblaci¨®n sea ¡°no occidental¡± [que incluye poblaci¨®n original de los Balcanes], y ah¨ª es donde est¨¢ el estigma¡±, ilustra la experta. ¡°El hecho de poner el foco en los guetos hace pensar que lo que hay fuera funciona, pero los problemas de integraci¨®n van en dos direcciones¡±, dice para luego a?adir que el gran problema es que la definici¨®n de ¡°no occidental¡± se aplica tambi¨¦n a los hijos de los inmigrantes, incluso los nacidos en suelo dan¨¦s.
Es el caso de Aslam. ?l lleg¨® a Mj?lnerparken desde Pakist¨¢n cuando solo ten¨ªa siete a?os, pero sus cuatro hijos, todos hoy mayores de edad, nacieron en el pa¨ªs escandinavo, hablan dan¨¦s y se sienten occidentales. ¡°Pero para el Gobierno siguen siendo ciudadanos no occidentales¡±, dice al tel¨¦fono. Y sufren el estigma.
Aslam ha visto c¨®mo desde hace cinco a?os su barrio de edificios de ladrillo rojo de cuatro plantas conectados por parques y zonas comunes ha acaparado la atenci¨®n de los pol¨ªticos de todo signo. ¡°Parece que hay una competici¨®n por ver qui¨¦n es m¨¢s cruel contra los extranjeros. La gente est¨¢ cada vez m¨¢s frustrada y muy nerviosa por lo que pueda pasar¡±, explica. Y asegura que muchos diputados hacen de la realidad de estas ¨¢reas un problema para ¡°manipular a la opini¨®n p¨²blica y ganar votos¡±.
Noa Milman, investigadora Marie Curie en Sociolog¨ªa en la Universidad de Copenhague, piensa que las pol¨ªticas referentes a los guetos son solo ¡°simb¨®licas¡±. En su opini¨®n, en este debate ¡°domina el discurso antinmigraci¨®n¡±, que m¨¢s tiene que ver con la cultura, la clase y la etnia que con la integraci¨®n. ¡°El verdadero problema que el Gobierno debe atajar es la pobreza, la educaci¨®n¡ pero de todos. Cualquier pol¨ªtica debe ser implementada para todo el mundo, de manera universal. As¨ª que se?alar a los guetos es solo algo simb¨®lico¡±, concluye. Morten Dahlin, diputado de Venstre (Liberales), ahora en la oposici¨®n, admite por correo electr¨®nico que los problemas de estas ¨¢reas son m¨²ltiples. ¡°Demasiadas personas est¨¢n desempleadas, demasiadas no hablan dan¨¦s y demasiadas no est¨¢n dispuestas a seguir las reglas que hemos acordado en Dinamarca. Negar que esto tiene algo que ver con la cultura o la religi¨®n ser¨ªa mentir: por supuesto que hay un elemento cultural¡±, reconoce Dahlin. La experta Bakaer Simonsen est¨¢ de acuerdo con ¨¦l, pero insiste en que para atajar esos problemas ¡°no es constructivo centrarse solo en esas zonas, ni guiarse por la etnia de sus vecinos¡±.
Lise-Lotte Duch, que trabaja con mujeres ahogadas en la marginalidad, todas inmigrantes y con poco conocimiento de la lengua danesa, cuenta al tel¨¦fono que ha observado un aumento significativo de la xenofobia en la sociedad. Reconoce que los guetos son ¨¢reas vulnerables y cree que el objetivo de integraci¨®n del que alardea el Gobierno es bueno, pero tiene serias dudas de c¨®mo se aplica: ¡°Quitar la palabra gueto y renombrar a estas zonas ¡®sociedades paralelas¡¯ sigue siendo una forma de estigmatizar. Lo que hay que hacer es trabajar con estas personas, ayudarlas. Y no hablar mal de ellas¡±, opina. Noa Milman es mucho m¨¢s categ¨®rica: ¡°Sociedades paralelas no son, porque en muchos aspectos est¨¢n integrados. S¨ª hay daneses blancos que viven en los guetos, as¨ª que son ¨¢reas mixtas. Hay que tener en cuenta que son zonas espec¨ªficas dentro de otras zonas m¨¢s grandes¡±, concluye. Lo cierto es que al caminar por N?rrebro, el barrio donde se encuentra Mj?lnerparken, la multiculturalidad, la multietnia y la presencia del islam son evidentes; pero tambi¨¦n la convivencia entre vecinos de diferente origen.
Sentimiento de pertenencia
Torben Trataes, director ejecutivo de VIVE, el centro dan¨¦s para el estudio de las ciencias sociales, esgrime otro concepto, el de la pertenencia. Este experto asegura que Dinamarca tiene un problema real de integraci¨®n, especialmente como consecuencia de un ¡°bajo sentimiento de pertenencia de los inmigrantes no occidentales¡± que hace que se concentren en ¨¢reas con bajos salarios, altas tasas de desempleo y de criminalidad. Duch, que vive cerca de una de estas ¨¢reas, asegura sin embargo que siempre se ha sentido ¡°a salvo¡±. En cualquier caso, Trataes, parco en explicaciones, no entra a valorar si las pol¨ªticas de los guetos son buenas o malas, pero asegura que en los ¨²ltimos a?os, la situaci¨®n de estas zonas ¡°ha mejorado¡±, sin especificar en qu¨¦.
Mientras tanto, los residentes de guetos como el de Mj?lnerparken esperan ansiosos el devenir de un futuro incierto. Aslam ha visto c¨®mo familias enteras han decidido en los ¨²ltimos meses abandonar Mj?lnerparken por el miedo a que la administraci¨®n les eche ¡°en el ¨²ltimo minuto¡±. ¡°Pedimos que nos traten como el resto de la poblaci¨®n, con los mismos derechos. ?No hagan de la ciudadan¨ªa una clase A y clase una clase B!¡±, concluye.
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