Los tiroteos indiscriminados vuelven a Estados Unidos

El derecho a la posesi¨®n de armas, garantizado por la Segunda Enmienda de la Constituci¨®n de EE UU escrita en 1791, choca en pleno siglo XXI con la violencia armada y los asesinatos con armas de fuego que se sufre en las calles del pa¨ªs. En esa confrontaci¨®n se basa la ¨²ltima de las luchas que polarizan un pa¨ªs con m¨¢s de 400 millones de armas en manos de civiles. La poblaci¨®n supera en poco los 330 millones de habitantes.

En menos de una semana, EE UU ha tenido que digerir otros 18 muertos fruto de dos tiroteos de masas (en Georgia y en Colorado) que han dejado a la sociedad devastada. En el caso de Boulder, Colorado, el recuerdo de la tragedia de Columbine ¡ª13 muertos en un instituto a manos de dos alumnos que se quitaron la vida en 1999¡ª y la masacre de Aurora ¡ªun joven, que ahora cumple cadena perpetua, acribill¨® en 2012 a 12 personas que ve¨ªan una pel¨ªcula de Batman en un cine de esa ciudad de Colorado¡ª hacen todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil cicatrizar una herida que no para de abrirse cada cierto tiempo.

Ni tan siquiera la pandemia ha frenado lo que los grupos a favor del control de las armas califican como una ¡°emergencia de salud p¨²blica¡±. Cierto que, hasta los tiroteos de los ¨²ltimos d¨ªas, este tipo de tragedias hab¨ªan quedado fuera del foco medi¨¢tico eclipsadas por la crisis del coronavirus. Pero la gente sigui¨® muriendo tiroteada en cifras r¨¦cord: cerca de 20.000 estadounidenses perdieron la vida en 2020 por armas de fuego, seg¨²n datos de la organizaci¨®n Archivo de la Violencia con Pistolas (GVA, por sus siglas en ingl¨¦s), m¨¢s que ning¨²n otro a?o desde principios de siglo.

Los datos que aporta GVA son estremecedores y pertenecen solo a enero y febrero de este a?o:

• 3.045 muertes por arma de fuego
• 5.300 heridos por arma de fuego
• 73 tiroteos de masas
• 144 ni?os muertos por arma de fuego
• 599 adolescentes muertos por arma de fuego
• cerca de 4.000 suicidios con arma de fuego (estimaci¨®n del Centro de Control de Enfermedades (CDC, siglas en ingl¨¦s)

Ante tal espeluznante panorama y consciente de que el Congreso no actuar¨¢ con celeridad ¡ªo no actuar¨¢ en absoluto¡ª para imponer por ley el control de las armas, la Casa Blanca est¨¢ estudiando dotarse de una serie de ¨®rdenes ejecutivas que el presidente, el dem¨®crata Joe Biden, podr¨ªa ir anunciando a lo largo de las pr¨®ximas semanas como la primera medida para atajar el asunto y enfrentar la presi¨®n de los grupos que piden m¨¢s control del armamento.

Esas ¨®rdenes ejecutivas, de promulgarse, se dividir¨ªan en tres categor¨ªas. En primer lugar, se deber¨ªan clasificar como armas reales las conocidas como armas fantasmas. Se trata de paquetes en los que vienen por separado todas las piezas necesarias para montar un arma. En segundo lugar, se financiar¨ªan programas de intervenci¨®n para frenar la violencia en ciertas comunidades. Y, por ¨²ltimo, intentar¨ªan hacer m¨¢s exhaustivo el sistema de comprobaci¨®n de antecedentes.

Durante su campa?a electoral, Joe Biden ¡ªdefensor a ultranza de la ley que durante 10 a?os (entre 1994 y 2004) prohib¨ªa las armas de asalto en manos de civiles¡ª prometi¨® reactivar esa legislaci¨®n, as¨ª como el veto al comercio de armas en internet. Pero el mandatario dem¨®crata, que todav¨ªa no ha cumplido 100 d¨ªas en el poder, no sabe con cu¨¢ntos apoyos cuenta en el Congreso para sacar adelante tan tit¨¢nica labor. De ah¨ª los planes de la Casa Blanca de comenzar la andadura legal en el terreno de las armas ¡ªtan propio del ADN estadounidense¡ª legislando a golpe de orden ejecutiva.

Porque a pesar de que dos tercios de los estadounidenses apoyen leyes m¨¢s restrictivas para obtener un arma de fuego, seg¨²n el ¨²ltimo sondeo de USA TODAY/Ipsos, los congresistas republicanos se oponen tajantemente a limitar ¡°el derecho a portar armas¡± y atajar el problema desde la vigilancia y el control policial. Sin duda, la influencia de organizaciones como la Asociaci¨®n Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en ingl¨¦s) tienen un peso determinante a la hora de que cada miembro del Congreso emita su voto.

Y si la historia sirve en este controvertido asunto de algo, se podr¨ªa predecir la cr¨®nica de lo que va a suceder. Tras cada asesinato de masas, la sociedad en su conjunto se conmueve, como dec¨ªa esta semana el senador dem¨®crata por Connecticut Richard Blumenthal. ¡°Pensamientos y oraciones no van a devolver la vida (...) El Congreso debe de rendir honores a esas v¨ªctimas con acci¨®n, como aprobar legislaci¨®n que haga m¨¢s dura la comprobaci¨®n de antecedentes¡±, declar¨® Blumenthal.

Si el presidente Barack Obama fue incapaz de movilizar al Congreso y aprobar leyes duras sobre el control de armas tras el tiroteo en 2012 en el colegio Sandy Hook de Connecticut, que dej¨® 20 ata¨²des blancos de ni?os y seis de adultos, no parece que vaya a ser posible que el Capitolio act¨²e de manera diferente esta vez, cuando los ecos del nuevo horror vivido ya comienzan a desdibujarse.

¡°Una vez m¨¢s se han perdido vidas¡±, editorializaba esta semana el diario The Washington Post tras lo sucedido en Colorado. ¡°Gracias a pol¨ªticos cobardes de Washington, se permiti¨® que la prohibici¨®n sobre las armas de asalto se dejara expirar en 2004 y nunca ha podido volver a ser renovada a pesar de la repetida p¨¦rdida de vidas inocentes¡±. El pasado 16 de marzo, un d¨ªa despu¨¦s de la tragedia de Atlanta con 10 muertos, el joven de 21 a?os Ahmad Al Aliwi Alissa adquiri¨® sin ninguna dificultad una pistola Ruger AR-556, arma que act¨²a m¨¢s como un rifle semi autom¨¢tico que como una pistola y cuya c¨¢mara contiene 30 balas. Con semejante artilugio, propio de una zona de guerra y no de las calles de Boulder, Alissa acribill¨® a 10 personas y se dej¨® detener por la polic¨ªa.