Una ola de denuncias de abuso y acoso sexual descubre la herida del Me Too en Venezuela
Los se?alamientos en redes sociales contra m¨²sicos, artistas y escritores han empujado un movimiento que busca acompa?ar a las v¨ªctimas en un pa¨ªs sin acceso a la justicia. El escritor Willy McKey, denunciado por abuso de una adolescente de 16 a?os, reconoci¨® los hechos y se suicid¨®
¡°Todas las mujeres tenemos algo que contar¡±, escrib¨ªa el jueves en su cuenta en Twitter la poeta venezolana Yolanda Pantin. Era un colof¨®n al doloroso deslave de denuncias de v¨ªctimas de abuso y acoso sexual y violaciones vivido en las redes sociales en los ¨²ltimos d¨ªas, que quit¨® el tel¨®n a una crisis que ya no cabe debajo de la alfombra de las otras urgencias de la Venezuela ahogada en el autoritarismo de Nicol¨¢s Maduro, la pobreza y la precariedad. Cuatro a?os despu¨¦s de que el movimiento Me Too expuso al poderoso productor de Hollywood, Harvey Weinstein, la ola del feminismo llega a un pa¨ªs que cultiva el machismo con disimulo bajo la supuesta premisa de la madre jefa del hogar echada para adelante. M¨²sicos, actores, directores de teatro, escritores, tenores, pol¨ªticos, periodistas han sido se?alados la ¨²ltima semana de cometer abusos y otras violencias. El movimiento parte de una herida abierta en centenares de relatos, en la cancelaci¨®n de los se?alados, casi todos separados de sus lugares de trabajo, y tambi¨¦n en el suicidio de uno de ellos, el escritor Willy McKey.
La bola de nieve comenz¨® con el cantante de la banda de rock caraque?a Los Colores, Alejandro Sojo. Al menos seis mujeres han denunciado que las acos¨® para tener relaciones sexuales cuando eran menores de edad ¡ªde 14, 15, 16 y 17 a?os¡ª, siendo ¨¦l mucho mayor que ellas. Los relatos han estado siendo recabados a trav¨¦s de la cuenta de Instagram @alejandrosojoestupro, que refiere al t¨¦rmino con el que antiguamente se reconoc¨ªa el delito de abuso sexual de menores bajo un supuesto consentimiento, que queda viciado en el contexto de una relaci¨®n desigual en la que el abusador es una persona mayor, con una superioridad cognitiva y herramientas de poder para controlar a la v¨ªctima.
La insistencia abusiva para tener sexo, el grooming, el env¨ªo de fotograf¨ªas de sus penes no solicitadas, la violaci¨®n de adolescentes que estaban ebrias, la manipulaci¨®n desde posiciones de poder y una cadena de v¨ªctimas en torno a cada abusador son una constante en los relatos que han inundado Twitter. Tony Maestracci, de la agrupaci¨®n Tomates Fritos, fue se?alado por una joven que lo conoci¨® en el Cusica Fest, un concierto que reuni¨® a casi toda la movida del rock nacional en 2019. A trav¨¦s de unos amigos termin¨® cole¨¢ndose como fan¨¢tica en el after party del concierto, donde se embriag¨®. Maestracci le ofreci¨® que se fueran del lugar. ¡°Estaba muy ebria, no sab¨ªa mucho de mis acciones, pero recuerdo bien lo sucedido. Me llev¨® a su cuarto, y luego despert¨¦ desnuda, teniendo flashbacks de ¨¦l encima de m¨ª desnudo¡±, escribi¨® desde la cuenta @chellesoy.
Las denuncias trascienden el medio musical. Andrea Gonz¨¢lez se?al¨® en un video en Instagram a Juan Carlos Ogando, uno de los fundadores de Skena, un conocido grupo teatral juvenil que funciona en un colegio de Caracas. Conductas inapropiadas, toques fuera de lugar y comentarios sexuales fueron confirmados como un patr¨®n por otras v¨ªctimas, todas menores de edad y ¨¦l cerca de los 50 a?os. Bajo el anonimato, P¨ªa denunci¨® el caso que ha tenido m¨¢s resonancia. Cuando ten¨ªa 16 a?os e intentaba iniciarse en la escritura y el teatro, el escritor Willy McKey entabl¨® una relaci¨®n con ella, intentando crear una especie de ¡°mentor¨ªa¡± intelectual. Termin¨® teniendo relaciones sexuales con la adolescente, siendo 20 a?os mayor que ella. McKey reconoci¨® lo sucedido, confes¨® haber cometido estupro y pidi¨® perd¨®n a sus v¨ªctimas en tres comunicados colgados en su cuenta de Instagram, lo ¨²nico que queda despu¨¦s de que decidi¨® borrar todo el contenido previo. Otras mujeres tambi¨¦n dijeron haber sufrido su acoso. Les ped¨ªa fotos y, a veces, encubr¨ªa el abuso con promesas de conectarlas en el c¨ªrculo profesional en el que se mov¨ªa. 24 horas despu¨¦s de su confesi¨®n, McKey se lanz¨® desde el piso 9 de un edificio en Buenos Aires, ciudad donde resid¨ªa hace varios a?os con su pareja.
Yo te creo
¡°El ¨²nico recurso que tenemos las venezolanas somos nosotras mismas y las redes sociales¡±, dice la comediante Paula D¨ªaz en una videollamada con la cantante Laura Guevara. Ambas emigraron a M¨¦xico hace unos a?os y desde all¨¢, con otras amigas del medio art¨ªstico, se juntaron desde las primeras denuncias para crear el movimiento Yo Te Creo Venezuela. La red est¨¢ encauzando las aguas turbias de los ¨²ltimos d¨ªas, con la intenci¨®n de convertirse en un soporte para que las mujeres no se enfrenten solas al desgastante proceso emocional, f¨ªsico e incluso econ¨®mico que implica sobrevivir a un abuso. Ambas han sido v¨ªctimas en el medio tan masculino en el que se mueven, y tienen entre sus amigos a varios de los denunciados en esta oleada del Me Too.
Dicen que viviendo en M¨¦xico han visto con cierta frustraci¨®n el avance de la lucha feminista en ese pa¨ªs. ¡°Estos temas en Venezuela siempre han sido arropados por otras urgencias. Es un anhelo que todas tenemos de dejar de normalizar tantos abusos encubiertos¡±, comenta Guevara. ¡°Hemos decidido hablar de nuestros propios dolores y volvernos receptoras de esas mujeres porque nos sentimos responsables de llevar su mensaje¡±.
La lucha, reconocen, es de largo aliento y tiene desaf¨ªos particulares en Venezuela. ¡°El desbalance del poder es un problema cultural gigante que ha sido alimentado y reproducido por hombres y por mujeres. Esto no es un movimiento de mujeres versus hombres¡±, se?ala Guevara. ¡°Todos tenemos que responsabilizarnos sobre c¨®mo hemos nos hemos relacionado, c¨®mo hemos actuado cuando hemos tenido posiciones de poder. Esto tiene que ver con el pa¨ªs y con las din¨¢micas del abuso que se repiten en todas las escalas¡±.
Masculinidad e impunidad
Abrieron un correo y un formulario para recibir denuncias. El canal ya est¨¢ saturado de mensajes, por lo que buscan armar un voluntariado con psic¨®logos, abogados y especialistas en g¨¦nero que pueda revisar los casos y emprender denuncias formales. La b¨²squeda de justicia para evitar la impunidad en delitos que se pagan con c¨¢rcel es otro punto flaco de la lucha en Venezuela y su laber¨ªntica crisis institucional y pol¨ªtica. ¡°El estallido que hay en redes sociales es una evidencia de que no hay un Estado que responda¡±, sostiene Guevara.
El jueves, el fiscal Tarek William Saab r¨¢pidamente se mont¨® en las tendencias de la plataforma Twitter ¡ªconvertida en un estridente y descarnado tribunal digital¡ª y dijo en unos tuits que iniciaba ¡°una cruzada por las mujeres¡± con la apertura de investigaciones contra algunos de los m¨²sicos, un comediante, el escritor y dos periodistas. Algunos han perfilado en esta medida una intenci¨®n de persecuci¨®n pol¨ªtica, y no una verdadera respuesta institucional a la violencia de g¨¦nero.
La impunidad arropa a nueve de cada 10 delitos que se cometen en Venezuela. Desde 2015 no se publican cifras oficiales sobre violencia contra la mujer y los casos de feminicidios vienen en aumento. En 2019 asesinaron a 167 mujeres; en 2020 a 256, una cada 38 horas, seg¨²n la ONG Utopix. El Estado venezolano no ha cumplido los mandatos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso de Linda Loaiza, sobreviviente de secuestro, tortura, violaci¨®n y violencia sexual que, luego de ser revictimizada por jueces de tribunales venezolanos, alcanz¨® justicia en esta instancia internacional 17 a?os despu¨¦s, siendo el primer caso que de g¨¦nero que se procesa en esta instancia.
Para la psic¨®loga social y crimin¨®loga Magaly Huggins, con 40 a?os en la lucha feminista, lo que ha ocurrido esta semana es un hito important¨ªsimo. Dice sentirse orgullosa de pasar el testigo a las nuevas generaciones. ¡°Hay que darle trascendencia y presionar por la justicia. No podemos aceptar la impunidad¡±, asegura. ¡°Una cosa buena de todo lo que ha pasado es que se est¨¢ generando el rechazo colectivo, porque estas cosas no pueden seguir ocurriendo¡±, agrega Magdymar Le¨®n, de la Asociaci¨®n Venezolana para la Educaci¨®n Sexual Alternativa.
Hackear el sistema de las masculinidades dominantes es una tarea por delante y es algo en lo que insisten tanto Huggins como las activistas de Yo Te Creo. ¡°Los hombres que quieren ser parte del cambio deben revisar su historia afectiva, c¨®mo se comunican con sus hermanas, en redes, con sus parejas, con otros hombres¡±, apunta Guevara. ¡°Los hombres tienen que tener la posibilidad de escoger otros roles. Y todo comienza desde esa cantidad de informaci¨®n que les meten en la cabeza de ni?os cuando les preguntan ?cu¨¢ntas noviecitas tienes?¡±.
En 2018, Paula D¨ªaz fue atacada en un estacionamiento por un hombre que intent¨® estrangularla. Al denunciar a las autoridades se encontr¨® con preguntas como ¡®?Ser¨¢ que estabas saliendo con el marido de otra?¡¯. Sufri¨® hostigamiento para dejar de denunciar y no tuvo respaldo de su entorno laboral. ¡°No hay instituciones que garanticen la seguridad y la justicia, ni que generen conciencia en la poblaci¨®n. Hay una sociedad que nos culpa, nos revictimiza y nos hace callar¡±, apuntan las j¨®venes. A los meses del ataque decidi¨® emigrar y se busc¨® un lugar seguro de trabajo entre mujeres.
En 2019, Laura Guevara viaj¨® a Venezuela a pasar las navidades con su familia. En una reuni¨®n con sus amigas del colegio, en una burbuja de clase media, todas se reconocieron como v¨ªctimas. ¡°Me encontr¨¦ con estas historias: ¡®Mi abuelo se masturbaba conmigo¡¯, ¡®Mi t¨ªo me tocaba¡¯, ¡®Mi primo me viol¨®¡¯. Todas hemos vivido estas mierdas, porque esto es una pr¨¢ctica sistem¨¢tica y no es posible que nadie estuviera hablando de esto¡±.
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