Los palestinos irreductibles de Jerusal¨¦n
El patriarca de un clan que perdi¨® su casa en Israel en 1948 da ahora la batalla junto a decenas de familias del barrio de Sheij Yarrah contra su expulsi¨®n por una organizaci¨®n de colonos jud¨ªos
Mohamed Sabagh naci¨® hace 70 a?os en Jerusal¨¦n. Sus padres hab¨ªan llegado entonces desde Gaza, de donde huyeron en barco ante el avance de las tropas de Israel, pa¨ªs que acababa de nacer en 1948, sobre la ciudad palestina de Jaffa, hoy absorbida como suburbio de Tel Aviv. ¡°Luego fueron en camello hasta Hebr¨®n porque los soldados no les permit¨ªan usar los veh¨ªculos¡±, rememora entre limoneros y palmeras en su casa del barrio de Sheij Yarrah de Jerusal¨¦n Este, donde su familia acab¨® afinc¨¢ndose.
¡°Salieron con lo puesto. Dejaron todo atr¨¢s, hasta las llaves de la casa¡±, explica mientras muestra la fotograf¨ªa del edificio del distrito El Ayami, hoy ocupado por familias israel¨ªes, con vistas al puerto de Jaffa, uno de los m¨¢s antiguos de Tierra Santa. Sus abuelos ten¨ªan otra casa m¨¢s en la ciudad costera y tierras de cultivo en un pueblo cercano.
¡°Mi padre siempre me hablaba del mar, del aroma a azahar, y entonces mi madre se echaba a llorar¡±, evoca entre los patios y jardines de Sheij Yarrah. ¡°Ella dec¨ªa que ten¨ªan buena relaci¨®n con los vecinos jud¨ªos, que no entend¨ªa por qu¨¦ tuvieron que marcharse sin nada¡±, sigue el hilo de los recuerdos, mientras repasa fotos familiares de antes y despu¨¦s de la Nakba (desastre, en ¨¢rabe), el ¨¦xodo de cientos de miles de civiles de sus tierras y propiedades tras el nacimiento del Estado de Israel, que se conmemoraba este s¨¢bado.
La familia se instal¨® finalmente en una de las decenas de casitas construidas en Jerusal¨¦n por Naciones Unidas en los a?os cincuenta para acoger a los refugiados palestinos. El contable jubilado Sabagh ¡ªcasado y con siete hijos¡ª trabaj¨® durante casi toda su vida en las oficinas del hospital Makased, que se alza en las faldas del Monte de los Olivos. Ahora encabeza la lucha de todo un clan ¡ªque incluye a las familias de sus cuatro hermanos, con los que convive en el mismo inmueble¡ª para defender sus viviendas de la amenaza de desahucio. Una organizaci¨®n de colonos jud¨ªos llev¨® hasta los tribunales la demanda tras hacerse con t¨ªtulos de propiedad anteriores al Estado de Israel, que ocup¨® la parte oriental de Jerusal¨¦n en la guerra de 1967.
¡°No quiero que me ocurra como a mi padre¡±, expresa el temor de las decenas de familias. ¡°Yo me quiero morir en mi casa¡±. El de Sabagh y otros siete edificios ya han recibido sentencia firme de desahucio del Tribunal Supremo. Ahora pugnan por congelar y cancelar la ejecuci¨®n del fallo, que sigue pendiente.
En un paso inesperado, el Supremo aplaz¨® el pasado lunes la vista para desahuciar a otras seis familias, ante la ola de protestas contra la expulsi¨®n de los palestinos de Sheij Yarrah. La batalla legal que libra este barrio desde hace d¨¦cadas se ha convertido en emblema de la permanencia de los palestinos en su tierra tras una historia de desposesi¨®n.
En el edificio del clan Sabagh, que se ha ido expandiendo en altura y superficie a lo largo de siete d¨¦cadas, viven una decena de ni?os de entre 12 a?os y escasos meses. ¡°No duermen. Tienen mucho miedo. Tenemos enfrentamientos con los colonos las 24 horas. Algunos de ellos ya viven a mi lado, en una casa desalojada¡±, expresa para reflejar los temores de su vida cotidiana.
La polic¨ªa de fronteras (cuerpo militarizado) ha sellado los accesos al barrio que ahora parece un gueto. Solo permite el paso a la prensa acreditada, y no sin restricciones. Un grupo de j¨®venes colonos no residentes apedrea a un ret¨¦n policial, cuyos agentes salen corriendo tras ellos para evitar que se enfrenten a los j¨®venes palestinos que ya se est¨¢n preparando para una manifestaci¨®n de solidaridad con los vecinos.
¡°La violencia es una constante en las ¨²ltimas semanas¡±, reconoce Bassem Sabagh, de 64 a?os, hermano de Mohamed. Ambos se encuentran a la entrada de su casa cuando pasa a su lado un colono que, sin mediar palabra, les insulta.
¡ª ¡°Sois basura¡±, espeta tras observar al fot¨®grafo y al reportero que les acompa?an.
¡ª¡°T¨² eres mucho peor¡±, responden al un¨ªsono los hermanos.
La amenaza de desahucio que pesa sobre las familias palestinas que habitan en este distrito situado al norte de la Ciudad Vieja exacerb¨® los enfrentamientos entre manifestantes y polic¨ªas que se registraron en Jerusal¨¦n al final de Ramad¨¢n, hace una semana. En lo que denuncian como un doble rasero legal, las familias que pueden ser desalojadas no pueden reclamar sus propiedades ¡ªdeclaradas vacantes por la ausencia de sus titulares durante m¨¢s de tres a?os¡ª en el territorio que hoy forma parte del Estado de Israel. Sin embargo, tras la anexi¨®n de la parte oriental de la Ciudad Santa, la ley israel¨ª s¨ª permite a los jud¨ªos recuperar sus antiguas posesiones.
Dos fundaciones religiosas jud¨ªas, una askenaz¨ª y otra sefard¨ª, adquirieron a finales del siglo XIX los terrenos situados en torno a la tumba de Sim¨®n el Justo, un sumo sacerdote jud¨ªo de la antig¨¹edad. Tras recuperar formalmente la propiedad en 1967, la cedieron a las asociaciones de colonos de extrema derecha que ahora intentan desahuciar a los palestinos.
¡°Hubo un intento de acuerdo en 1982 para que nos qued¨¢ramos en arrendamiento en nuestras casas, pero nadie acept¨®¡±, precisa Sabagh. ¡°Era como entregar la tierra de Palestina a alguien que quiere apropi¨¢rsela, lo que es visto como una traici¨®n por nuestro pueblo¡±, enfatiza.
¡°Cuando echaron a las primeras familias, en 2009, se quedaron al raso frente a sus casas. Durante meses, sin m¨¢s techo que el cielo, sin nada¡±, anuncia su voluntad de seguir luchando este vecino palestino. ¡°Yo voy a hacer lo mismo debajo de mi casa. No me separar¨¦. Quiero morir aqu¨ª¡±, abunda. ¡°Un ¨¢rbol no se separa de sus ra¨ªces¡±.
¡°Mera disputa de particulares¡±, alega el Gobierno
Para el Gobierno israel¨ª, la batalla judicial de Sheij Yarrah es ¡°una mera disputa inmobiliaria entre particulares¡±, seg¨²n el Ministerio de Asuntos Exteriores, pero para la comunidad palestina, que roza el 40% de los 920.000 habitantes de Jerusal¨¦n, se trata de un emblema hist¨®rico en la Ciudad Santa. Israel tambi¨¦n teme que el auge demogr¨¢fico de los palestinos llegue a revertir el balance favorable a la comunidad jud¨ªa y por ello limita los permisos de construcci¨®n en la zona este, donde unas 20.000 edificaciones sin licencia est¨¢n pendientes de demolici¨®n.
Centenares de residentes palestinos se exponen a perder su hogar si la justicia falla a favor de las asociaciones de colonos jud¨ªos en Sheij Yarrah o en otros barrios orientales, como Silwan. La ONG israel¨ª Paz Ahora ha contabilizado 200 casos de viviendas cuyos ocupantes palestinos est¨¢n amenazados de expulsi¨®n.
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