La muerte sin cad¨¢ver (ni certezas) del guerrillero Jes¨²s Santrich
La ca¨ªda del guerrillero disidente despierta dudas sobre el paradero del cuerpo, la autor¨ªa del asesinato y el lugar exacto del enfrentamiento
La muerte del guerrillero Jes¨²s Santrich contin¨²a rodeada de misterio 24 horas despu¨¦s de que se diera a conocer. No hay ni cad¨¢ver, ni lugar exacto del ataque ni grupo armado que por el momento reivindique su autor¨ªa. La ca¨ªda del disidente de las FARC que con su fuga en 2019 puso en entredicho el proceso de paz de Colombia alberga ahora mismo m¨¢s inc¨®gnitas que certezas.
Los ¨²nicos que han puesto fecha, hora y modus operandi a la muerte de Santrich, a los 53 a?os, son los propios disidentes. En un comunicado que colgaron en su p¨¢gina web cuentan que el comandante muri¨® el lunes pasado durante una emboscada. ¡°Ejecutada por comandos del Ej¨¦rcito de Colombia¡±, ocurri¨® en la Serran¨ªa del Perij¨¢, en el territorio venezolano, seg¨²n los disidentes. La camioneta en la que viajaba Santrich fue atacada con fusiler¨ªa y granadas, de acuerdo con esa versi¨®n. Consumado el crimen, los asaltantes le cortaron el dedo me?ique de su mano izquierda, se entiende que para facilitar su identificaci¨®n. ¡°Unos minutos despu¨¦s, los comandos fueron extra¨ªdos en un helic¨®ptero de color amarillo rumbo a Colombia¡±.
Una fotograf¨ªa de Santrich encabeza el comunicado. Aparece con una gorra, un saxof¨®n entre las manos y unas gafas negras que esconden sus problemas de vista. Ten¨ªa serias dificultades para ver. La versi¨®n de la disidencia, que se hace llamar la Nueva Marquetalia, integrada por guerrilleros que participaron en el proceso de paz en La Habana y finalmente traicionaron el acuerdo y volvieron a las armas, genera muchas dudas. En el pasado, el grupo armado no ha dudado en mentir en beneficio de sus intereses. El Gobierno colombiano, por ahora, niega su participaci¨®n en el operativo. Una incursi¨®n en territorio venezolano podr¨ªa generar un conflicto diplom¨¢tico entre dos pa¨ªses que en este momento no tienen ninguna relaci¨®n. El Gobierno de Iv¨¢n Duque acusa a menudo al presidente Nicol¨¢s Maduro de permitir de forma t¨¢cita la presencia de grupos guerrilleros y carteles del narcotr¨¢fico ¡ªen ocasiones en connivencia unos y otros¡ª en esa ¨¢rea fronteriza, un corredor por el que se mueven toneladas de coca¨ªna cada mes.
Venezuela, como viene siendo habitual cuando se trata de los temas de la frontera, ha guardado silencio. Analistas de ese pa¨ªs especulaban con que unos mercenarios fueron los autores del asesinato de Santrich. Estados Unidos ofrec¨ªa una recompensa por su captura de 10 millones de d¨®lares (8,2 millones de euros) y Colombia otros 620.000 (508.000 euros). El disidente se refugi¨® en Venezuela al poco de salir de la c¨¢rcel y tomar posesi¨®n de su esca?o en el Congreso colombiano, como estaba escrito en el acuerdo de paz. All¨ª podr¨ªa haber peleado legalmente para evitar su extradici¨®n a Estados Unidos, que le acusaba de enviar 10 toneladas de coca¨ªna a su pa¨ªs. Santrich lo dej¨® todo hace dos a?os, huy¨® a Venezuela y all¨ª volvi¨® a su antigua vida clandestina.
La inteligencia colombiana cree que primero se mud¨® a Caracas, donde recibi¨® la protecci¨®n de grupos de choque chavistas. M¨¢s tarde se traslad¨® a ese lugar lim¨ªtrofe, un territorio sin ley y donde apenas hay presencia del Estado, operan varios grupos armados que tejen alianzas y se traicionan llegado el momento. Esa es la versi¨®n que sostiene Javier Tarazona, director de la ONG FundaRedes, que suele informar de asuntos de los insurgentes. Cree que la localizaci¨®n exacta de Santrich solo pod¨ªa saberla Caracas y que tuvo que facilit¨¢rsela a los atacantes.
Esa hip¨®tesis genera todav¨ªa m¨¢s preguntas. Porque el Gobierno venezolano, seg¨²n los analistas, ha consentido a la Nueva Marquetalia y el ELN su presencia en el pa¨ªs, pero ha combatido a otra disidencia de las FARC, la que comanda Gentil Duarte. La Marquetalia y Duarte buscaron negociar para entenderse y tratar de conformar un grupo menos atomizado. No lo lograron. El Ej¨¦rcito venezolano, en su mayor despliegue en d¨¦cadas, ha perseguido durante los dos ¨²ltimos meses a la gente de Duarte, resguardada junto al r¨ªo Arauca, en otro punto de la porosa frontera con Colombia. All¨ª los insurrectos, en venganza, han secuestrado a ocho militares venezolanos que Caracas trata ahora de recuperar. Es dif¨ªcil de saber qu¨¦ papel ha jugado ese secuestro en la muerte de Santrich o qu¨¦ efecto ha podido desencadenar, pero no es descartable que ambos hechos est¨¦n conectados de alguna forma.
Tampoco que Duarte est¨¦ tras lo ocurrido. Tanto ¨¦l como Iv¨¢n M¨¢rquez, otro exmiembro de las FARC que traicion¨® el proceso de paz al que se uni¨® Santrich, ten¨ªan ambici¨®n de comandar el resurgimiento de una guerrilla que con el tratado de 2016 desmoviliz¨® a 13.000 combatientes y se integr¨® en la vida pol¨ªtica. Ellos tres tomaron otro camino.
Apenas se sabe c¨®mo fue el final de Santrich. La falta de im¨¢genes del momento o los momentos posteriores resulta llamativa. En esa zona hay cobertura de internet que llega del lado colombiano. El hecho de que no haya m¨¢s v¨ªctimas en una operaci¨®n de esa escala tambi¨¦n sorprende. Santrich deb¨ªa de ir rodeado de al menos una docena de hombres armados. Son muchas las inc¨®gnitas. La verdad de la muerte del guerrillero ciego todav¨ªa est¨¢ por escribirse.
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