Los iran¨ªes aprovechan las elecciones presidenciales para airear sus problemas
Muchos defienden su derecho a votar a pesar de las limitaciones que les impone el r¨¦gimen
Por deber patri¨®tico, por convicci¨®n o por necesidad. Las razones por las que los iran¨ªes han votado, o boicoteado las urnas, este viernes son tan variadas como diverso es su pa¨ªs. Pero sean conservadores, moderados o abstencionistas, todos los entrevistados critican la gesti¨®n de sus gobernantes y se muestran preocupados por la situaci¨®n econ¨®mica y el futuro de la juventud. A pesar del guion oficial, un par de incidentes a las puertas de un colegio electoral muestran que los nervios est¨¢n a flor de piel. Los resultados se esperan antes del pr¨®ximo lunes.
A las diez de la ma?ana estaba anunciado que Abdolnaser Hemmati, el candidato moderado, votar¨ªa en la mezquita Huseiniya Ershad, un lugar de gran simbolismo pol¨ªtico-religioso, en el centro-este de Teher¨¢n. Media hora antes hab¨ªa m¨¢s periodistas que votantes. Los voluntarios de la Media Luna Roja no consegu¨ªan que los reporteros mantuvieran las distancias que exige la pandemia ante la mirada impasible de los polic¨ªas.
Ameneh Karim¨ª, una elegante se?ora de 50 a?os, sale ufana con su cartilla de votaci¨®n en la mano. ¡°He votado por la seguridad de mi pa¨ªs. Hace 34 a?os un hermano que respondi¨® a la llamada del l¨ªder supremo muri¨® m¨¢rtir y desde entonces yo cumplo su promesa¡±, declara mientras muestra la foto en blanco y negro del fallecido en la guerra contra Irak. ¡°?Y los muertos de noviembre de 2019?¡±, le increpa un joven que se ha unido a la conversaci¨®n. La mujer, apurada, sigue su camino.
¡°Si queremos libertad, debemos [estar dispuestos a] pagar por ella¡±.Hamed, 18 a?os
Hamed, de 18 a?os, no ha acudido a la Huseiniya Ershad para votar, sino para informar a los periodistas extranjeros. ¡°Este r¨¦gimen asesin¨® a 1.500 personas en dos d¨ªas en noviembre de 2019¡±, defiende en referencia a las protestas sociales que desat¨® la subida del precio de la gasolina (seg¨²n el Ministerio del Interior hubo entre 200 y 225 muertos; Amnist¨ªa Internacional los cifr¨® en 304). ¡°Los pa¨ªses europeos guardan silencio; queremos que corten los lazos¡±, insiste antes de manifestar que ¡°el 90% de los votantes son mercenarios que se benefician del r¨¦gimen¡±. ¡°Esto no es una elecci¨®n, queremos cambio¡±, prosigue. ?No tiene miedo de que alguien le oiga y le detengan? ¡°Si queremos libertad, debemos [estar dispuestos a] pagar por ella¡±, responde antes de seguir su misi¨®n.
La presencia de c¨¢maras de televisi¨®n garantiza que este centro electoral sea, elecci¨®n tras elecci¨®n, el preferido por quienes quieren dejar constancia de su lealtad al sistema. Entre los votantes de este viernes el rabino Yunes Hamami Lalehzar, l¨ªder de los jud¨ªos de Ir¨¢n, de estricto negro; Ardeshir Khorshidian, l¨ªder zoroastriano, de estricto blanco; y el obispo Mar Narsai Benjamin, patriarca de la iglesia asiria oriental, con la faja roja de su rango sobre la t¨²nica negra.
¡°Nuestro derecho al voto est¨¢ recogido en la Constituci¨®n y queremos aprovecharlo para resolver los problemas de la sociedad¡±, afirma Benjamin, el ¨²nico de los dignatarios religiosos que accede a hablar con la periodista. En su opini¨®n, s¨ª que habr¨¢ diferencia seg¨²n qu¨¦ candidato salga elegido, pero evita precisar m¨¢s. ¡°Rezamos por la justicia en el mundo¡±, concluye.
Poco antes de las once llega Hemmat¨ª con su esposa, cubierta con un pa?uelo de flores azules en vez del chador de rigor entre las mujeres de los dirigentes iran¨ªes. Las c¨¢maras dificultan su acceso. En medio de los saludos de sus partidarios, alguien lanza un improperio contra su gesti¨®n como gobernador del Banco Central y se desata otro episodio fuera de guion. ¡°Durante ocho a?os han impedido que [el presidente Hasan] Rohan¨ª pueda llevar a cabo el trabajo para el que le votamos y ahora quieren imponernos otro Ahmadineyad¡±, grita enfadada una mujer haciendo un paralelismo entre la previsible elecci¨®n del ultraconservador Ebrahim Rais¨ª y la controvertida reelecci¨®n de Mahmud Ahmadineyad en 2009.
Ante la mirada at¨®nita de los presentes, una chador¨ª, como se conoce coloquialmente a las iran¨ªes que se cubren con ese manto negro, le planta cara. Pero no utiliza argumentos ideol¨®gicos o revolucionarios. ¡°No me mente a Rohan¨ª, que he perdido todo mi dinero en la Bolsa¡±, le dice antes de enzarzarse en una disputa imposible de seguir sobre el precio del d¨®lar y la responsabilidad por la ruina econ¨®mica del pa¨ªs. Otra chador¨ª intenta calmar los ¨¢nimos: ¡°No pele¨¦is. Rohan¨ª ha fastidiado a la gente durante ocho a?os, pero vosotras sois j¨®venes, no sufr¨¢is tanto¡±.
Neda, que as¨ª se llama la primera mujer, accede a hablar. Tiene 33 a?os, es trabajadora social y sigue estudiando. Le duele que tras poner trabas a Rohan¨ª, ahora le culpen de los males del pa¨ªs para promocionar a Rais¨ª. Ella ha votado a Hemmat¨ª como un mal menor. Pero las conservadoras no est¨¢n dispuestas a que haga o¨ªr su voz. ¡°?No te da verg¨¹enza lavar nuestros trapos sucios ante la prensa extranjera? Somos la misma naci¨®n, aunque tengamos opiniones diferentes¡±, interviene Atieh, doctoranda de Biolog¨ªa de 32 a?os, preocupada por la imagen que pueda llevarse la periodista.
Juventud sin esperanza
M¨¢s al sur de la ciudad, en el barrio obrero de Shapur, el panorama es m¨¢s tranquilo. El supervisor del colegio electoral situado en la Escuela primaria de chicos Hajji Mehdi Lahuti se sorprende de la visita de la prensa y llama a un superior para saber c¨®mo proceder. Los encargados de mesa parecen aburridos. Apenas hay un pu?ado de votos en las cuatro urnas (adem¨¢s de las presidenciales, se celebran municipales y parciales al Parlamento y la Asamblea de Expertos). ¡°La gente suele venir a la puesta de sol, cuando baja el calor¡±, apunta el responsable.
Mustafa, un chofer de 53 a?os, vota para que mejore la situaci¨®n del pa¨ªs que califica de ¡°catastr¨®fica¡±. Le preocupan los elevados precios del alquiler y los productos b¨¢sicos, pero sobre todo la juventud. ¡°Tengo dos hijos de 24 y 25 a?os y no veo perspectiva para ellos. Uno es licenciado en administraci¨®n de empresas y otro estudia inform¨¢tica. Los dos est¨¢n en paro¡±, explica antes de admitir que ninguno de ellos va a votar. ¡°Me dicen que hagamos lo que hagamos va a salir Rais¨ª. La juventud ha perdido la esperanza¡±, a?ade. A ¨¦l ning¨²n candidato le parece bueno. Ha votado a Rais¨ª ¡°porque es el m¨¢s conocido¡± y culpa a Hemmat¨ª de haber devaluado el rial cuando estaba al frente del Banco Central.
¡°Voto para que no nos falte comida en la mesa. Si no mejora la situaci¨®n por lo menos que no nos roben el pan. Voto por mi pa¨ªs, no por ellos¡±.Foruh Mohammadpur, psic¨®loga
La juventud es tambi¨¦n la preocupaci¨®n de la doctora Foruh Mohammadpur, una psic¨®loga que espera para votar en la mezquita de Al Aqsa en el barrio de Tehran Pars, al este de la capital. ¡°En la consulta veo a gente con problemas muy graves, muchos j¨®venes est¨¢n recurriendo a la prostituci¨®n¡±, asegura. ¡°Tambi¨¦n voto para que no nos falte comida en la mesa. Si no mejora la situaci¨®n por lo menos que no nos roben el pan. Voto por mi pa¨ªs, no por ellos¡±, resume. ¡°Ellos¡± es el t¨¦rmino que los iran¨ªes utilizan para referirse a los gobernantes sin mencionarlos.
¡°Aunque no haya muchas diferencias entre los candidatos, aqu¨ª al menos tenemos derecho a elegir no como en Arabia Saud¨ª¡±, interviene Ahmad Reza Hozuri, un ingeniero de formaci¨®n que trabaja como gu¨ªa tur¨ªstico. ¡°En los ¨²ltimos ocho a?os el Gobierno no ha hecho nada. Voy a votar a Rais¨ª porque conf¨ªa en el potencial interno¡±, subraya.
A diferencia de la muy televisada Huseiniya Ershad, en el colegio electoral de Al Aqsa han organizado la entrada por turnos y colocado sillas en el exterior para que la espera no se haga tan pesada. Incluso un par de altavoces emiten m¨²sica pop. Tal vez eso influya en la asistencia. Pasada la una de mediod¨ªa, y con 38? C, sigue llegando gente. Podr¨¢n hacerlo hasta la medianoche, hora oficial de cierre de los colegios, que podr¨ªa ampliarse hasta las dos de la madrugada del s¨¢bado si a¨²n hubiera gente esperando. Dado que se puede votar en cualquier centro electoral, resulta imposible estimar la participaci¨®n. Los resultados de las presidenciales deber¨ªan conocerse en las 48 horas siguientes al fin de las votaciones.
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