El ministro de Finanzas de Boris Johnson consolida su posici¨®n como sucesor
Rishi Sunak se erige en ¡®halc¨®n¡¯ a favor de la apertura tras la pandemia y consolida sus aspiraciones sucesorias
Cuando el Gobierno brit¨¢nico anunci¨® esta semana que no endurecer¨ªa el sistema que rige sobre los viajes al extranjero, en Downing Street hab¨ªa alguien especialmente satisfecho. Rishi Sunak, el segundo ministro de Finanzas m¨¢s joven de la historia del Reino Unido, hab¨ªa sido uno de los cabecillas en la Administraci¨®n de Boris Johnson a favor de flexibilizar las restricciones, una apuesta que lo llev¨® incluso escribir formalmente al primer ministro. La misiva, convenientemente filtrada al dominical The Sunday Times, dejaba claro d¨®nde se sit¨²a Sunak en el contencioso sobre la relajaci¨®n de las restricciones del coronavirus y confirmaba, ante todo, que el favorito para suceder a Johnson al frente del Partido Conservador est¨¢ preparado para escribir su propia historia.
Desconocido para el gran p¨²blico hace tan solo 18 meses, resulta dif¨ªcil imaginar que el premier hubiese previsto su mete¨®rico ascenso, cuando en febrero del a?o pasado lo nombr¨® para el segundo puesto m¨¢s importante del Ejecutivo. Sin experiencia al frente de un ministerio y con apenas un lustro como diputado en Westminster, a Sunak, ahora de 41 a?os, se lo consider¨® una marioneta cuyos hilos ser¨ªan movidos desde Downing Sreet, despu¨¦s de que su predecesor, Sajid Javid, dimitiese por lo que hab¨ªa denunciado como un ¡°inaceptable¡± intento de injerencia por parte de los asesores de Johnson.
Sunak semejaba el candidato ideal: aparentemente d¨®cil, procedente de una familia (sus abuelos) emigrada de la India, lo que le daba a un Gobierno dominado por hombres de raza blanca el siempre bienvenido plus de inclusi¨®n, y con fama de pulcro y de prestar atenci¨®n al detalle que compensaban la exuberante personalidad de su jefe. Tras la fachada de gentileza y maleabilidad, sin embargo, el ministro ha revelado una astuta habilidad para ir asentando los cimientos de sus ambiciones sucesorias, sin provocar por ello suspicacias de deslealtad, o disparar la desconfianza.
Parad¨®jicamente, la pandemia ha constituido su plataforma al estrellato, si bien solo el tiempo dir¨¢ si su notoria ofensiva a favor de la reapertura es una apuesta ganadora. La comisi¨®n de investigaci¨®n sobre la pandemia promete depurar responsabilidades y es dif¨ªcil que ning¨²n miembro del Ejecutivo brit¨¢nico duerma tranquilo. Por ahora, no obstante, la crisis que amenaza con malbaratar el legado de Johnson ha brindado a Sunak la oportunidad de demostrar sus credenciales. Su r¨¢pida intervenci¨®n con el proyecto de los ERTE, antes incluso del primer confinamiento, suscit¨® elogios hasta de los aguerridos sindicatos brit¨¢nicos, y los sucesivos paquetes de ayuda a las empresas, especialmente a la castigada industria hostelera, le han dado una popularidad que ha sabido complementar con una efectiva campa?a de imagen, gracias a su dominio de las redes sociales.
Como consecuencia, ya sea por m¨¦rito propio, o falta de otra alternativa viable, el inquilino del n¨²mero 11 de Downing Sreet se ha consolidado como la apuesta de futuro del Partido Conservador. Un estudio de ConservativeHome, la biblia tory, revelaba esta semana un ¨ªndice de aprobaci¨®n entre los militantes de un 74%, suficiente para turbar a Johnson. El grado de satisfacci¨®n con el premier, por el contrario, ha ca¨ªdo 36 puntos y apenas supera el 3%, una brecha que, de no lograr aplacar, amenaza con reavivar la pugna habitual entre los polos magn¨¦ticos del Gobierno: la rama ejecutiva y la financiera.
Austeridad y recorte
El delicado equilibrio depende ahora de hasta d¨®nde est¨¢ dispuesto a llegar Sunak para defender las prioridades de su departamento y qu¨¦ da?o se atrever¨¢ a aceptar en su popularidad cuando le toquen las dif¨ªciles decisiones que aguardan a una econom¨ªa con un d¨¦ficit sin precedentes en tiempos de paz. Hasta ahora, hab¨ªa sido la cara amable, el pol¨ªtico que, en cada comparecencia, ten¨ªa una buena noticia para el afligido electorado, pero el ministro no puede comprar m¨¢s tiempo.
Este oto?o, le espera un desaf¨ªo especialmente arduo con la denominada revisi¨®n de gasto, la hoja de ruta que marcar¨¢ la estrategia del Gobierno para los pr¨®ximos a?os. El conflicto con Johnson es inevitable, puesto que los t¨¦rminos austeridad y recorte no forman parte del vocabulario del primer ministro, pero ambos ser¨¢n necesarios para restablecer la salud de un erario pulverizado por la pandemia y promesas electorales insostenibles en el tiempo.
Ser¨¢ entonces cuando Sunak tendr¨¢ que demostrar si vive en ¨¦l el esp¨ªritu de los antiguos inquilinos del n¨²mero 11 que se atrevieron a disputar las ansias de desembolso de su vecino. A su favor tiene que se ha convertido en uno de los intocables del Ejecutivo, lo que le ofrece un margen de maniobra mayor, pero eso no lo eximir¨¢ de buscar equilibrios entre la responsabilidad fiscal y los ajustes t¨®xicos en las urnas.
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