La ofensiva talib¨¢n se cierne sobre Kabul
Los insurgentes redoblan los ataques y, tras la ca¨ªda de Jalalabad, combaten cada vez m¨¢s cerca de la capital de Afganist¨¢n, la ¨²nica ciudad clave que no controlan. La fragilidad pol¨ªtica, la violencia y la pobreza han fortalecido a los fundamentalistas
La ofensiva talib¨¢n se cierne sobre Kabul mientras avanza imparable por Afganist¨¢n. La guerrilla conquist¨® a ¨²ltima hora de este s¨¢bado el gran basti¨®n del Gobierno en el norte, la ciudad de Mazar-i-Sharif y durante la madrugada del domingo la ciudad oriental de Jalalabad, en la frontera con Pakist¨¢n, mientras las fuerzas de seguridad hu¨ªan, y logr¨® controlar varias capitales de provincia m¨¢s ¡ªya son una veintena de las 34 en que se divide Afganist¨¢n¡ª en su marcha hacia la capital, de la que est¨¢ a entre 70 y 40 kil¨®metros¡ªseg¨²n la agencia Associated Press hab¨ªa incluso combates en un distrito a 11 kil¨®metros al sur¡ª. Miles de ciudadanos huyen de las zonas ya bajo su dominio y buscan refugio en las calles de la ciudad. El miedo a una toma de Kabul atenaza a una poblaci¨®n que ha visto c¨®mo el ej¨¦rcito gubernamental no ha dejado de perder terreno, a veces entregando las plazas sin resistencia alguna a la milicia.
La llegada de un contingente de 3.000 soldados estadounidenses para proteger la evacuaci¨®n del personal de su Embajada, y los anuncios similares de otros pa¨ªses occidentales, acrecienta la sensaci¨®n de desintegraci¨®n del pa¨ªs centroasi¨¢tico (de 38 millones de habitantes) y el temor ante la perspectiva de una toma de la capital en poco tiempo. ¡°Esto va a hace retroceder al pa¨ªs 200 a?os¡±, augura Mahboba Saraj, directora de la Red de Mujeres Afganas, ante el peligro de una vuelta al poder de los talibanes, que impusieron entre 1996 y 2001 una interpretaci¨®n radical del islam que conden¨® a la poblaci¨®n femenina a cubrirse con el burka, vet¨® su educaci¨®n a partir de los 10 a?os e impuso a la poblaci¨®n castigos como amputaciones por robos.
La presencia de tropas internacionales durante las ¨²ltimas dos d¨¦cadas abri¨® el pa¨ªs al desarrollo, a recuperar las libertades eliminadas por los fundamentalistas y a instaurar instituciones democr¨¢ticas que amenazan con perderse. ¡°Kabul no est¨¢ bajo amenaza inminente¡±, sostuvo a¨²n el viernes el portavoz del Pent¨¢gono John Kirby, pero no pudo dejar de admitir que los insurgentes est¨¢n ¡°tratando de aislar¡± a la capital. El Pent¨¢gono dej¨® claro que para EE UU el ej¨¦rcito afgano es ahora el responsable y pidi¨® ¡°liderazgo pol¨ªtico y militar¡±, frente a una realidad que muestra que la inversi¨®n millonaria de Washington y sus aliados de la OTAN no ha dejado preparadas a las fuerzas afganas ante el embate talib¨¢n.
El presidente afgano, Ashraf Ghani, cada vez m¨¢s presionado por la comunidad internacional, tras perder una de las ciudades m¨¢s importantes del pa¨ªs, alert¨® este s¨¢bado de que ¡°los avances de los ¨²ltimos 20 a?os est¨¢n en riesgo¡±, asegur¨® que la prioridad es ahora la ¡°removilizaci¨®n¡± de sus fuerzas y que ha iniciado ¡°consultas¡±, que ¡°avanzan r¨¢pidamente¡± con l¨ªderes pol¨ªticos y socios internacionales para encontrar ¡°una soluci¨®n pol¨ªtica que aporte paz y estabilidad¡±. Pero los desplazados (250.000 en todo el pa¨ªs desde mayo) contin¨²an llegando y los afganos inundan las legaciones diplom¨¢ticas con peticiones de visado, inform¨® Reuters.
La contundencia y rapidez de la ofensiva talib¨¢n, aunque creciente desde el comienzo de la salida de las tropas internacionales en mayo, se fragu¨® ya a partir de 2006, con una expansi¨®n gradual de los insurgentes despu¨¦s de unos a?os retirados en las monta?as y zonas m¨¢s apartadas del control gubernamental tras ser desalojados de Kabul por EE UU en 2001 con la invasi¨®n que sigui¨® a los atentados del 11-S.
Reaparici¨®n de los talibanes
Varios factores han influido en la reaparici¨®n de la guerrilla tras un conflicto que ha costado casi un bill¨®n de d¨®lares y ha causado la muerte a decenas de miles de afganos y a unos 3.000 soldados de la coalici¨®n internacional. Para empezar, la oferta de rendici¨®n de los l¨ªderes talibanes fue rechazada por la superpotencia, centrada en destruir a Al Qaeda, responsable de los ataques del 11-S y protegida por la milicia. Y muchos de los nuevos dirigentes afganos que asumieron el poder en Kabul tras la entrada norteamericana tomaron represalias sangrientas contra los talibanes, en ofensivas del Ej¨¦rcito estadounidense o con sus propias milicias facciosas o ¨¦tnicas, seg¨²n recuerda por tel¨¦fono Shukriya Barekzai, embajadora de Afganist¨¢n en Noruega.
La tambi¨¦n destacada activista por la mujer apunta que la oferta de amnist¨ªa y reconciliaci¨®n presentada por el expresidente Hamid Karzai para convencer a los talibanes de reintegrarse a la vida civil fue obstaculizada tambi¨¦n por los esfuerzos de sabotaje de esos dirigentes. ¡°Por desgracia, como la mayor¨ªa de los cargos del Gobierno estaban ocupados por quienes hab¨ªan luchado contra los talibanes durante el r¨¦gimen de estos, pensaron que era un buen momento para vengarse y eso provoc¨® diferencias ¨¦tnicas¡±, asegura, para a?adir: ¡°En lugar de alcanzar una soluci¨®n pac¨ªfica, empezaron a desquitarse. Hubo numerosas operaciones militares y bombardeos, y se destruyeron aldeas y casas en muchas zonas alejadas en las que los talibanes no ten¨ªan presencia¡±. Enfurecidos por los bombardeos, registros de viviendas y detenciones en los pueblos, los habitantes de las zonas afectadas acudieron a los talibanes o tomaron las armas. ¡°Esa es la raz¨®n de que los talibanes empezaran a recuperar una especie de legitimidad para luchar contra los extranjeros y, por supuesto, contra el Gobierno¡±, apunta Barekzai.
El experiodista Said Azam, que ahora reside en Canad¨¢, pero vivi¨® en Afganist¨¢n durante el r¨¦gimen talib¨¢n y varios a?os despu¨¦s de su ca¨ªda, se muestra de acuerdo: ¡°Hay indicios que sugieren que los talibanes no estaban dispuestos a alzarse contra el r¨¦gimen de Kabul posterior al 11-S, pero el trato irrespetuoso y punitivo de las potencias extranjeras y de las facciones afganas que tomaron el poder llevaron a algunos de ellos a empu?ar las armas y luchar por su supervivencia¡±. En los a?os siguientes, a?ade, el desencanto de los pastunes del sur, la etnia mayoritaria entre los talibanes, reforz¨® gradualmente el apoyo a los insurgentes.
¡°El trato de favor dado por el Gobierno y sus defensores internacionales a algunos grupos ¨¦tnicos, tribus y clanes a costa de la marginaci¨®n de otros, dio a los grupos marginados incentivos para apoyar a los talibanes¡±, abunda Azam. ¡°Esto dio a los talibanes un aliciente para presentarse como fuerza capaz de proteger los intereses de los pastunes frente a los caudillos de otras etnias que controlaban la mayor¨ªa de los cargos decisivos en el Gobierno¡±.
Al descontento se sumaron la extendida corrupci¨®n; el despilfarro de la multimillonaria ayuda exterior tanto por parte de las autoridades afganas como de algunos extranjeros; el desgobierno, la incapacidad para imponer la ley y la impunidad de comandantes facciosos, as¨ª como las luchas internas entre los dirigentes de Kabul, un c¨®ctel de oportunidad para el ascenso talib¨¢n.
Las quejas cada vez m¨¢s numerosas de la poblaci¨®n por las duras condiciones de vida y la inseguridad permitieron a los talibanes extender su apoyo en el sur hacia las regiones del norte y del noreste, donde han ido tomando en estas semanas una ciudad despu¨¦s de otra, lo que ha dejado en manos del Gobierno solo la capital.
Apoyo exterior
Ahmad Samin, exasesor del Banco Mundial, resume sobre las victorias encadenadas por la insurgencia: ¡°La situaci¨®n actual es una culminaci¨®n de d¨¦cadas de mal liderazgo, corrupci¨®n, luchas pol¨ªticas intestinas, as¨ª como la creciente burbuja de Kabul, desligada de las realidades del pa¨ªs¡±. Una muestra de la fragilidad del sistema pol¨ªtico es que en marzo del a?o pasado, en Kabul tomaban posesi¨®n dos presidentes: Ghani y su rival pol¨ªtico, Abdullah Abdullah, que rechaz¨® su triunfo electoral en septiembre de 2019. El acuerdo entre ambos para compartir el poder se retras¨® hasta el pasado mayo, con la retirada estadounidense en el foco de los talibanes, listos para lanzar su ofensiva. La milicia se ha encontrado enfrente a un ej¨¦rcito que se desmorona pese a que, seg¨²n cifras publicadas este s¨¢bado por The New York Times, EE UU ha invertido en las pasadas d¨¦cadas 83.000 millones de d¨®lares (unos 70.400 millones de euros) en armas, equipos ¡ªque ahora en parte ya est¨¢n en manos talibanes¡ª y entrenamiento con idea de dejar unas fuerzas capaces de garantizar la seguridad del pa¨ªs.
¡°Los soldados afganos han tenido que soportar el impago de salarios durante meses, la falta de suministros y ayudas, y ¨®rdenes sin ton ni son. Est¨¢n desencantados y exhaustos¡±, apunta Samin. La insistencia estadounidense en pedir liderazgo a los mandos afganos se?ala indirectamente a esa falta de direcci¨®n de las fuerzas.
¡°?Estar¨ªamos hoy aqu¨ª si quienes han ocupado los puestos de liderazgo m¨¢s altos del pa¨ªs en los ¨²ltimos 20 a?os no se hubieran dedicado a potenciar y tolerar la corrupci¨®n y el saqueo del Estado? El fracaso de los l¨ªderes pol¨ªticos afganos deber¨ªa causar tanto enfado como todo lo dem¨¢s¡±, abundaba esta semana en un tuit Shaharzad Akbar, presidenta de la comisi¨®n de derechos humanos nombrada por el Gobierno.
En un pa¨ªs con una prolongada trayectoria de lucha popular decidida contra invasores extranjeros como Gengis Kan, los colonialistas ingleses y la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica, los talibanes son vistos ahora como el movimiento guerrillero m¨¢s fuerte y eficaz de la historia afgana. Al menos a eso apunta su avance fulgurante sobre el terreno.
La embajadora Barekzai atribuye la organizaci¨®n y efectividad talib¨¢n a las ayudas proporcionadas principalmente por Pakist¨¢n ,y en parte por Ir¨¢n, pa¨ªses que, como Rusia, se oponen desde hace tiempo a la presencia de Estados Unidos en Afganist¨¢n.
La pobreza y el desempleo, sobre todo entre los j¨®venes, son otro factor m¨¢s que ha facilitado la expansi¨®n talib¨¢n. Y ahora que se acercan a Kabul, hay una parte de la poblaci¨®n especialmente preocupada: las mujeres, que bajo el escudo de la ocupaci¨®n estadounidense han disfrutado en los ¨²ltimos 20 a?os de libertades como nadar, cantar, trabajar y regentar peque?os negocios, adem¨¢s de ocupar altos cargos en la Administraci¨®n. ¡°No hay probabilidades de que los talibanes vayan a tolerar las libertades y los derechos de los que hemos disfrutado hasta ahora¡±, comenta Habiba Masoom, universitaria de 19 a?os, en una cafeter¨ªa de Kabul a la que chicos y chicas acuden habitualmente a fumar shisha (pipa de agua).
La joven modelo Nigara Sadaat, Miss Afganist¨¢n 2020, afirma, por su parte, que la expansi¨®n de la violencia ya ha afectado a las actividades de la industria en la que trabaja: ¡°La gente como yo no tendr¨¢ espacio para vivir y trabajar aqu¨ª. Muchos intentar¨¢n irse¡±.
Mahboba Saraj, directora de la Red de Mujeres Afganas, apunta tambi¨¦n hacia Estados Unidos, donde el caos desatado aviva el debate en torno a la retirada, con los republicanos, que apoyaron la salida, exigiendo a Joe Biden m¨¢s apoyo para las fuerzas gubernamentales. ¡°En mi opini¨®n, uno de los factores para que los talibanes hayan adquirido tanta fuerza y hayan tomado la mayor¨ªa de las provincias de Afganist¨¢n es el hecho de que Estados Unidos les haya dado la oportunidad de hacerlo, al anunciar su salida (incondicional) y en qu¨¦ momento van a abandonar Afganist¨¢n¡±, asegura Saraj. ¡°Al darles la fecha de retirada, en realidad est¨¢s poniendo el poder en manos de tu oposici¨®n, porque lo ¨²nico que esta tiene que hacer es aguardar, y eso es exactamente lo que ha ocurrido¡±. Y as¨ª lo muestra el mapa del avance talib¨¢n desde mediados de abril, cuando Biden anunci¨® que manten¨ªa la retirada ya decidida por su antecesor Trump, cada vez con menos zonas bajo control del Gobierno.
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