El sacrificio perdido de dos generaciones de afganos
Los j¨®venes temen la vuelta del mismo r¨¦gimen del terror talib¨¢n que llev¨® a sus padres a huir de su pa¨ªs en los noventa
El aire de la ma?ana es fresco y el silencio de las calles de Kabul resulta inquietante durante un lunes en el que se ha hecho realidad la vuelta del Emirato Isl¨¢mico de Afganist¨¢n dos d¨¦cadas despu¨¦s de la invasi¨®n estadounidense que derroc¨® a los fundamentalistas. Esa tranquilidad contrasta con el caos que ha estallado en el aeropuerto de la ciudad por los desesperados intentos de miles de afganos de embarcar en un avi¨®n que los lleve fuera del pa¨ªs y que est¨¢n resultando, en la mayor¨ªa de los casos, in¨²tiles. Sin embargo, en el resto de la ciudad reina una calma inquietante: no ha habido combates, como se tem¨ªa, pero la confusi¨®n y el miedo creciente acaparan las conversaciones entre los residentes de la ciudad.
¡°Me siento como si lo hubiera perdido todo¡±, se lamenta Marzia Panahi, propietaria de la galer¨ªa de arte Namad. ¡°Cuando me he despertado esta ma?ana, estaba muy deprimida, me daban ganas de desaparecer, pero pens¨¦ en mi familia y eso me dio ¨¢nimos¡±. Panahi cuenta que muchas de sus amigas que han abierto negocios se sienten igual. Puso en marcha su galer¨ªa hace un a?o y hab¨ªa planeado inaugurar una exposici¨®n el mes que viene, pero sus sue?os ahora se han desvanecido. No solo ha tenido que cerrar el negocio de momento, ante la incertidumbre de qu¨¦ pasar¨¢ y qui¨¦n manda ahora, sino que su universidad tambi¨¦n ha cerrado, lo que le impide completar los dos ¨²ltimos meses de la licenciatura en Relaciones Internacionales. ¡°O¨ªmos disparos el domingo por la ma?ana y pens¨¦ que ten¨ªamos que salir de aqu¨ª, Quer¨ªa llorar¡ no quiero abandonar mi galer¨ªa¡±, cuenta.
¡±Los j¨®venes quer¨ªamos cambiar este pa¨ªs, ten¨ªamos muchos sue?os y planes de futuro, para nosotros y para Afganist¨¢n¡±, explica. Si permanece en Kabul, Pahani cree que estar¨¢ en peligro, pero dejarlo todo para ir a otro lugar desconocido como Pakist¨¢n, su destino elegido por ahora, no es una decisi¨®n f¨¢cil. ¡°No s¨¦ cu¨¢nto tiempo tendr¨ªa que esconderme si me quedo. He trabajado como periodista y para el Gobierno, los talibanes tienen muchas razones para matarme¡±, dice en alusi¨®n a la campa?a de asesinatos que ha tenido como objetivo a ese tipo de trabajadores durante meses.
¡°Comenzaremos de nuevo, incluso si eso significa que tenemos que ir primero al extranjero y luego regresar. Mi plan es ir primero a Pakist¨¢n y luego, con suerte, continuar mis estudios en otro pa¨ªs. Me har¨¦ m¨¢s fuerte y luego volver¨¦ aqu¨ª¡±, explica la galerista.
Una densa niebla de confusi¨®n y miedo descendi¨® sobre Kabul el lunes, cuando sus habitantes anticiparon c¨®mo ser¨ªa el futuro de su pa¨ªs destruido por la guerra tras la transici¨®n del poder del Gobierno a los talibanes. La gran mayor¨ªa de las tiendas permanecieron cerradas porque sus propietarios tem¨ªan salir: prefer¨ªan esconderse en la seguridad de sus hogares.
Deeba, madre de un ni?o de 10 a?os, vive atormentada desde hace d¨ªas ante la perspectiva de perder su libertad con la llegada de los talibanes. ¡°Hemos estado viviendo una vida libre, no tendremos esa vida si los talibanes llegan al poder. Vivo con mi madre, mi hermana y mi hijo, no hay hombres en la casa. Bajo el Gobierno de los talibanes, las mujeres no pueden salir de su casa sin un compa?ero masculino, as¨ª que, ?qu¨¦ haremos?¡±, dice llorando.
Rohina Haroon-Walizada y su esposo Walid consiguieron una reserva para volar a Francia el s¨¢bado, un d¨ªa antes de que la capital cayera en manos de los talibanes. Los padres de Rohina estaban en la misma situaci¨®n que ellos hace 30 a?os, cuando hicieron el gran sacrificio de trasladar a la familia a Pakist¨¢n en 1994, en un momento en que el pa¨ªs estaba sumido en una brutal guerra civil que llev¨® al poder a los talibanes en 1996. Su objetivo es, como lo fue el de sus padres, garantizar que sus hijos tengan oportunidades y acceso a la educaci¨®n.
¡°Una generaci¨®n despu¨¦s, la historia se repite¡±, dice Rohina. ¡°Todo ese sacrificio fue en vano¡±, se lamenta. ¡°Por eso estamos tan tristes. Mi padre sufri¨® de la misma forma que nosotros ahora. Han pasado tantos a?os¡ y nada ha cambiado¡±.
Retrocesos
El atleta Nabi (pseud¨®nimo) cree que el progreso conseguido en los ¨²ltimos 20 a?os se va a desmoronar por completo. Que no quedar¨¢ nada de lo conseguido. ?l y su novia, a quien no quiere identificar, han tratado de forma desesperada de obtener los documentos de viaje para poder escapar a un lugar seguro. ¡°Es imposible porque todo est¨¢ cerrado. Nuestro plan es ir a Pakist¨¢n y despu¨¦s llegar a Turqu¨ªa, porque un visado turco desde all¨ª ahora cuesta solo 8.000 d¨®lares por persona. Desde Pakist¨¢n es m¨¢s f¨¢cil¡±, dice.
¡°La situaci¨®n es terrible. Los talibanes est¨¢n en todas partes. Muchos creemos que acabamos de perder todos los logros que hab¨ªamos conseguido en los ¨²ltimos 20 a?os, especialmente para las mujeres. Ahora solo tenemos que sentarnos a esperar¡±.
Ambos son atletas y ella ha recibido amenazas de los talibanes por dedicarse al deporte, explica Nabi. ¡°Es aterrador ver a los talibanes en Kabul. Los he visto muchas veces en otros lugares del pa¨ªs y he visto de lo que son capaces. El a?o pasado, mis amigos y yo est¨¢bamos en un autob¨²s en Ghazni. Los talibanes detuvieron el veh¨ªculo y arrestaron a una persona a la que acusaron de trabajar para el Gobierno. Nos dejaron ir y luego dispararon a esa persona¡±, dijo.
¡°La situaci¨®n cambia cada minuto. No tenemos ni idea de nuestro futuro. Si me quedo aqu¨ª tal vez no pueda seguir con el deporte, que es mi pasi¨®n, o hacer mi trabajo o pasar tiempo con extranjeros. Debo irme¡±, concluye.
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