Los j¨®venes luchadores por el clima que le torcieron el brazo al Gobierno alem¨¢n
Un grupo de afectados directos por el cambio clim¨¢tico llev¨® al Constitucional la inacci¨®n pol¨ªtica para recortar emisiones y gan¨®. Viven en islas amenazadas por la subida del nivel del mar y en zonas donde la sequ¨ªa dificulta la agricultura


A Pellworm se la conoce como la isla verde del archipi¨¦lago alem¨¢n de las Frisias, en el mar del Norte. La hierba crece casi hasta el borde del agua, formando unas apetecibles praderas que ascienden como suaves colinas sobre el dique que rodea la isla. All¨ª pastan cada d¨ªa centenares de ovejas, m¨¢s que habitantes tiene Pellworm. A un lado, el mar del Norte y sus tempestuosas mareas; al otro, los campos de cultivo y las casas, muchas de ellas situadas a un metro bajo el nivel del mar. Sin ese dique de 27 kil¨®metros de longitud y ocho metros de alto que la protege de las inundaciones, la isla desaparecer¨ªa con cada pleamar.
Aqu¨ª es donde Sophie Backsen, de 22 a?os, ve su futuro. Aqu¨ª se crio y aqu¨ª se har¨¢ cargo, cuando toque, del negocio familiar, una granja org¨¢nica. Un futuro amenazado por la subida del nivel del mar que traer¨¢ consigo el cambio clim¨¢tico. Esta estudiante de Ciencias Agr¨ªcolas es una de los j¨®venes activistas por el clima que en abril ganaron una sentencia hist¨®rica al Gobierno alem¨¢n. Cuatro meses antes de unas elecciones generales decisivas para el pa¨ªs, en las que se decide qui¨¦n suceder¨¢ a Angela Merkel, el Tribunal Constitucional lleg¨® a una conclusi¨®n in¨¦dita: el Ejecutivo hab¨ªa violado los derechos de las pr¨®ximas generaciones al cargar sobre sus hombros la responsabilidad futura de recortar las emisiones de gases de efecto invernadero.

¡°No va a suceder hoy, ni ma?ana, pero en alg¨²n momento la subida del mar nos va a poner muy dif¨ªcil vivir aqu¨ª. Estamos en contacto directo con la naturaleza y ya vemos los cambios: m¨¢s eventos clim¨¢ticos extremos, heladas a destiempo, veranos muy calurosos¡±, enumera Backsen mientras camina por el dique para mostrar el paisaje de postal con el faro de la isla de fondo.
La ley de protecci¨®n clim¨¢tica de Alemania, aprobada en 2019, es insuficiente, determinaron los jueces de Karlsruhe, que obligaron a rehacerla y a endurecer los objetivos de reducci¨®n de emisiones. El esfuerzo tiene que ser compartido, y debe empezar ahora, con esta generaci¨®n. Pocas semanas despu¨¦s, el oeste de Alemania sufri¨® las peores inundaciones en d¨¦cadas, que dejaron 183 v¨ªctimas mortales y decenas de carreteras, puentes y v¨ªas f¨¦rreas destruidas. La tragedia, provocada por una lluvia que cay¨® con una intensidad desconocida desde que existen registros, volvi¨® a poner sobre la mesa la urgencia de la lucha contra el cambio clim¨¢tico. Ser¨¢ uno de los temas destacados de la campa?a electoral.

Merkel y el resto de su Gobierno reconocieron que la ley no era lo suficientemente ambiciosa pese a haberla aprobado solo 18 meses antes y se pusieron manos a la obra. Ya ha sido modificada con los votos de la Gran Coalici¨®n que forman conservadores y socialdem¨®cratas: Alemania tiene que ser clim¨¢ticamente neutra en 2045, cinco a?os antes de lo previsto en la norma anterior, y el objetivo intermedio para 2030 debe ser reducir en un 65% las emisiones con respecto a los niveles de 1990 (antes era del 55%). Los Verdes votaron en contra: consideran que sigue faltando ambici¨®n. Los cr¨ªticos apuntan a que est¨¢ el qu¨¦ pero no el c¨®mo: ?Con qu¨¦ medidas concretas se llegar¨¢ a los hitos marcados? Alemania, que sigue quemando ingentes cantidades de carb¨®n para producir electricidad, super¨® por los pelos, y solo gracias a la pandemia, el objetivo de reducci¨®n de emisiones de 2020.

La granja de los padres de Backsen, que tiene tres hermanos menores, est¨¢ en el centro de la isla. Son 180 hect¨¢reas donde pastan un centenar de ovejas, unas 200 vacas de carne y se cultiva avena y cebada, la mayor parte para alimentar al ganado. La isla, a unos 500 kil¨®metros de la capital, Berl¨ªn, y a la que se llega en un ferri muy concurrido en verano, tambi¨¦n vive del turismo. Sus playas no se pueden comparar a las de la vecina isla de Sylt, pero tambi¨¦n atrae visitantes que hacen rutas en bicicleta y se adentran en las marismas con los pantalones arremangados para tratar de llegar a pie a un islote vecino aprovechando la marea baja. ¡°La gente no se da cuenta, pero el clima ya est¨¢ cambiando¡±, dice la estudiante. ¡°Los cient¨ªficos llevan d¨¦cadas alertando a los pol¨ªticos de que hab¨ªa que cambiar las cosas. Ahora resulta que hay que hacer mucho en poco tiempo. Es culpa suya: lo sab¨ªan, pero ignoraron el problema¡±.
Backsen est¨¢ enfadada. ¡°Es incre¨ªble que tengamos que ser nosotros los que estemos diciendo a los l¨ªderes mundiales: ¡®Por favor, haced algo. Esto nos va a afectar m¨¢s a las nuevas generaciones¡¯. No se han preocupado por los j¨®venes¡±. Por eso cuando Greenpeace llam¨® a su puerta para preguntarle si quer¨ªa sumarse a una demanda colectiva contra el Gobierno alem¨¢n, apenas se lo pens¨®. La organizaci¨®n ecologista buscaba j¨®venes directamente afectados por el cambio clim¨¢tico que pudieran hablar en primera persona.
P¨¦rdidas millonarias por las sequ¨ªas
Convencer a Lucas L¨¹tke-Schwienhorst, de 34 a?os, no fue tan sencillo. Tras la jubilaci¨®n de su padre, ahora es ¨¦l quien lleva la explotaci¨®n agr¨ªcola y ganadera de la familia en Ogrosen, un pueblo a algo m¨¢s de 100 kil¨®metros al sur de Berl¨ªn. El municipio, de apenas dos centenares de habitantes, pertenece a Brandeburgo, el Estado alem¨¢n que m¨¢s ha sufrido en veranos recientes las olas de calor y la ausencia de lluvias. Los cient¨ªficos han alertado ya del peligro de desaparici¨®n de muchos de los famosos lagos de la regi¨®n, que se alimentan de las cada vez m¨¢s escasas aguas subterr¨¢neas. La sequ¨ªa de 2018, que caus¨® p¨¦rdidas de m¨¢s de mil millones de euros al campo alem¨¢n, sirvi¨® de advertencia a los agricultores: ¡°El cambio clim¨¢tico ya nos est¨¢ obligando a adaptarnos¡±, dice L¨¹tke-Schwienhorst.

Su granja no busca producir grandes cantidades porque pr¨¢cticamente no depende de la venta a intermediarios. La finca tiene unas 500 hect¨¢reas de cultivo y pastos, 120 vacas y varias decenas de cerdos. La producci¨®n ¡ªtoda org¨¢nica: carne, queso, verduras, cereales¡ª se destina a venta directa: en la tienda de la finca, atendida por su madre; en mercados semanales de productores o en las panader¨ªas de la zona. Siempre hay mucho trabajo. Por eso el agricultor al principio dijo que no quer¨ªa meterse en l¨ªos de abogados. Tampoco cre¨ªa posible que un grupo de nueve j¨®venes de la mano de varias organizaciones ecologistas pudieran ganar y afearle a un gobierno su pol¨ªtica medioambiental.
¡°No creo que el cambio clim¨¢tico me impida ganarme la vida aqu¨ª en los pr¨®ximos a?os, pero s¨ª lo har¨¢ m¨¢s dif¨ªcil¡±, dice mientras muestra orgulloso el nuevo pajar. Una trabajadora de unos 25 a?os maneja una gr¨²a que se desplaza por los ra¨ªles del techo y va cargando montones de heno y llev¨¢ndolo de una c¨¢mara a otra para que se seque. Los veranos m¨¢s c¨¢lidos, o los d¨ªas de fr¨ªo intenso en ¨¦pocas no acostumbradas obligan a modificar las instalaciones ¡ª¡°las vacas no quieren salir a pastar cuando hace mucho calor¡±¡ª, a diversificar los cultivos y a elegir mejor qu¨¦ se siembra y cu¨¢ndo. ¡°Nos tenemos que adaptar a este clima, no queda otra¡±.
La victoria en los tribunales ha ayudado a que los medios de comunicaci¨®n se ocupen del tema, dice L¨¹tke-Schwienhorst, que es muy esc¨¦ptico con el grado de concienciaci¨®n de la sociedad. Para defender algo, la tierra en este caso, hay que conocerlo, insiste: ¡°La gente no sabe lo que cuesta cultivar un pepino. La mayor¨ªa vive en una burbuja en sus apartamentos con sus programas en streaming y la comida lista para consumir en el supermercado de la esquina. Creo que a todo el mundo le vendr¨ªa bien pasar dos semanas en una granja viendo c¨®mo se produce lo que comen¡±. Su escepticismo se extiende tambi¨¦n a la clase pol¨ªtica: ve buenas intenciones pero poca concreci¨®n. Los sondeos muestran que, a un mes de las elecciones, una mayor¨ªa de alemanes piensan algo parecido. El 52% dijo estar ¡°muy preocupado¡± por el cambio clim¨¢tico en una encuesta reciente para el Frankfurter Allgemeine. El 54% a?adieron que ¡°se est¨¢ haciendo muy poco¡± para combatirlo.
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