Cinco a?os de una paz en el alambre
El acuerdo firmado en 2016 entre el Gobierno de Colombia y las FARC avanza de forma desigual y asediado por el aumento de la violencia
Yesid Pereira es un l¨ªder campesino de La Carpa, en El Guaviare, al sur de Colombia, una zona que vivi¨® durante d¨¦cadas ahogada por el control de la guerrilla de las FARC y los cultivos de coca. Para Pereira y otras familias del lugar, el acuerdo de paz firmado hace ahora cinco a?os entre el expresidente Juan Manuel Santos y las FARC fue algo m¨¢s que el fin de una guerra. Abri¨® la primera oportunidad en m¨¢s de 50 a?os para ¡°dejar de ser ilegales y vivir sometidos¡±. Hicieron, dice, lo que estuvo en su mano. Limpiaron los sembrados, recibieron a las Naciones Unidas y se integraron en el Programa Nacional de Sustituci¨®n de Cultivos de uso Il¨ªcito (PNIS). Tambi¨¦n se quedaron sin la ¨²nica forma de vida que hab¨ªan conocido. ¡°Si yo no tengo recursos, tengo que reventar por alg¨²n lado. Si el Gobierno no me cumpli¨®, tengo que hacer cualquier cosa para sostener a mi familia. Hay gente que ya se desplaz¨® a diferentes sitios para seguir sembrando. Talando [bosques] nuevamente para sembrar coca¡±, explica Pereira a la periodista Mar¨ªa Jimena Duz¨¢n en la docuserie Los patrones de la guerra, estrenada en agosto.
Este domingo se cumplen cinco a?os de la primera de las numerosas jornadas hist¨®ricas que vivi¨® el proceso de paz en Colombia en apenas dos meses. Al grito de ?no m¨¢s guerra!, el presidente Santos y Rodrigo Londo?o Echeverri, alias Timochenko, m¨¢ximo l¨ªder de las FARC, firmaron un 26 de septiembre de 2016 en Cartagena de Indias el acuerdo que durante meses hab¨ªan negociado en La Habana. La euforia desatada por el pacto que pon¨ªa fin a la guerrilla m¨¢s antigua de Am¨¦rica Latina tras cinco d¨¦cadas de guerra apenas dur¨® una semana.
Siete d¨ªas despu¨¦s, los colombianos dijeron no al acuerdo, en una victoria por la m¨ªnima en un refer¨¦ndum innecesario, con el que Santos pretend¨ªa reafirmar su posici¨®n a favor de la paz frente a la demoledora campa?a en contra liderada por el expresidente ?lvaro Uribe, su antiguo mentor. La estrategia result¨® un error. Con el pa¨ªs sumido en la incertidumbre ante el futuro del proceso y con el eco de la derrota de Santos a¨²n en el ambiente, Colombia amaneci¨® el viernes 7 de octubre con la noticia de que su presidente hab¨ªa sido nombrado Premio Nobel de la Paz 2016. ¡°Fue un regalo ca¨ªdo del cielo¡±, lleg¨® a decir el galardonado ante el espaldarazo llegado del exterior despu¨¦s del golpe recibido en casa. Un mes y medio despu¨¦s, los mismos dos protagonistas de la primera firma, Santos y Timochenko, sellaron una segunda versi¨®n del acuerdo. En una ceremonia mucho m¨¢s sobria que la primera. En Bogot¨¢ y sin aviones haciendo acrobacias ni pintando el cielo.
El acuerdo fue dif¨ªcil de firmar, pero cinco a?os despu¨¦s la sensaci¨®n es que es m¨¢s dif¨ªcil llevarlo a la pr¨¢ctica. Para Josefina Echavarr¨ªa, directora del Matriz de Acuerdos de Paz del Instituto Kroc, se trata del acuerdo con ¡°la agenda de implementaci¨®n m¨¢s variada y compleja de todos los Acuerdos de paz firmados desde 1989 ¡±. Seg¨²n el ¨²ltimo informe del Instituto, encargado de controlar su implementaci¨®n, hasta finales de 2020 se hab¨ªan hecho realidad el 28% de los 578 puntos del acuerdo.
Los logros son reales y tangibles. La guerrilla, salvo contadas disidencias, se desmoviliz¨® y entreg¨® las armas, y se convirti¨® en un partido pol¨ªtico, rebautizado Comunes a principios de este a?o y que ya tiene participaci¨®n activa en la vida pol¨ªtica del pa¨ªs. A ra¨ªz del acuerdo, se crearon instituciones como la Comisi¨®n de la Verdad, que en los pr¨®ximos meses publicar¨¢ su informe, o la Jurisdicci¨®n Especial de Paz (JEP), el mecanismo de justicia creado para juzgar los cr¨ªmenes del conflicto y a sus responsables y que cuenta con un gran respaldo internacional. Pero los retos se multiplican y tensan al pa¨ªs, m¨¢s en medio de una pandemia que oblig¨® a focalizar pol¨ªticas y recursos.
Colombia vive en los ¨²ltimos a?os un repunte de la violencia. Seg¨²n la organizaci¨®n Indepaz, 126 l¨ªderes sociales y defensores de los Derechos Humanos han muerto asesinados en lo que va de a?o en Colombia. Otros 37 firmantes del acuerdo y excombatientes de las FARC han sido asesinados o han desaparecido en el mismo periodo. La organizaci¨®n ecologista Global Witness volvi¨® a situar a Colombia en 2020, por segundo a?o consecutivo, como el pa¨ªs m¨¢s peligroso del mundo para los ambientalistas. ¡°Cientos de comunidades a lo largo del pa¨ªs sienten que la paz se ha vuelto una promesa vac¨ªa. Estamos ante aumentos grav¨ªsimos en materia de desplazamientos forzados, confinamientos, homicidios y masacres. Muchas zonas del pa¨ªs corren el riesgo serio de volver a niveles de violencia que exist¨ªan antes del proceso de paz¡± sostiene Jos¨¦ Miguel Vivanco, director de la Divisi¨®n de las Am¨¦ricas de Human Rights Watch.
La pacificaci¨®n total del pa¨ªs va mucho m¨¢s all¨¢ de la desaparici¨®n de la guerrilla m¨¢s antigua de Am¨¦rica Latina. El ELN, las disidencias y otros grupos armados han aprovechado el vac¨ªo de poder que dejaron las FARC y siguen en conflicto en numerosos territorios del pa¨ªs. Vivanco se?ala a una pol¨ªtica de seguridad ¡°atrasada e ineficiente¡±, adem¨¢s de ¡°la lentitud y descoordinaci¨®n en los esfuerzos para aumentar la presencia estatal en zonas remotas del pa¨ªs¡±.
Uno de los grandes objetivos del acuerdo era vincular al territorio nacional a los territorios siempre excluidos, algo a lo que el alto comisionado de Paz durante el Gobierno de Juan Manuel Santos, Sergio Jaramillo, llam¨® la ¡°paz territorial¡±. Para campesinos como Pereira, alguien que vive en un lugar tan apartado como en La Carpa, a m¨¢s de 600 kil¨®metros de Bogot¨¢, el Estado siempre fue una figura difusa. La polarizaci¨®n que marca el pa¨ªs, y que lo inunda todo, alcanza su mayor expresi¨®n en la profunda cicatriz que existe entre las diferentes regiones de Colombia.
Mar¨ªa Victoria Llorente, directora de la Fundaci¨®n Ideas para la Paz recuerda que el acuerdo ¡°ten¨ªa esa l¨®gica de cambiar las relaciones de poder¡± para que esos territorios metidos en el conflicto, a trav¨¦s de involucrar a la poblaci¨®n y avanzando en una agenda m¨¢s amplia de desarrollo rural integral, pudieran salir adelante. Para ella, el Gobierno actual de Iv¨¢n Duque s¨ª ha trabajado en esa agenda ¡°y mal que bien se han desarrollado una serie de instrumentos a distinto nivel para asegurar que se cumpla en los 15 a?os que se debe cumplir¡±. Pero 15 a?os para Pereira son muchos. Duz¨¢n, que visit¨® varios de estos territorios en los ¨²ltimos meses, asegura que estas regiones est¨¢n mejor que antes, pero en una ¡°situaci¨®n gris¡±. ¡°Puede que mejoren si las cosas se hacen bien o pueden volver al pasado¡±, alerta.
El Gobierno que naci¨® del no al acuerdo
El gran hacedor de la paz, Juan Manuel Santos, ya retirado de la pol¨ªtica, en una entrevista con EL PA?S el mes pasado, asegur¨® que el acuerdo ¡°est¨¢ pasando por su prueba m¨¢s dif¨ªcil, que es tener un Gobierno hostil¡±, al que ya le queda menos de un a?o para dar paso al siguiente. Pero m¨¢s all¨¢ de que Iv¨¢n Duque lleg¨® al poder de la mano del principal opositor del proceso, Uribe, el presidente tambi¨¦n se agarra a la paz al final de su mandato. Esta semana, en su ¨²ltima intervenci¨®n ante la ONU, Duque calific¨® de ¡°d¨¦bil¡± el acuerdo firmado por Santos, pero sostuvo que en los tres a?os de su Gobierno se hab¨ªa ¡°avanzado m¨¢s que en los primeros 20 meses de implementaci¨®n¡±.
El mayor logro del acuerdo, el fin de una guerra sobre la que crecieron varias generaciones de colombianos, obliga a recordar algunas cifras. El conflicto provoc¨® entre 1958 y 2018 m¨¢s de 260.000 muertos y m¨¢s de 80.000 desaparecidos, seg¨²n Centro Nacional de Memoria Hist¨®rica. El Gobierno colombiano calcul¨® en m¨¢s de ocho millones el n¨²mero de desplazados por la violencia desde 1985 hasta 2019.
En esos datos est¨¢ el punto de no retorno que el pa¨ªs, a pesar de los numerosos retos que se abren por delante y que deber¨¢ liderar el pr¨®ximo Gobierno que salga de las urnas en 2022. Para Echavarr¨ªa, el gran reto es recordar que ¡°los esfuerzos para terminar el conflicto armado interno fueron el resultado de m¨¢s de cinco d¨¦cadas en que no fue posible una victoria militar¡±. ¡°Tenemos una gran oportunidad de realizar reformas de gran calado, de cimentar el respeto a la vida y a las opiniones divergentes en democracia¡±, a?ade. Llorente aboga por ¡°rescatar a la paz de la polarizaci¨®n y pensar m¨¢s que en la paz deseable, en la paz posible¡±.
La polarizaci¨®n, sin embargo, contin¨²a cinco a?os despu¨¦s. Tras las palabras de Duque en la ONU, Santos sentenci¨® en una entrevista en Caracol Radio: ¡°Me da tristeza como colombiano escuchar eso de mi presidente y donde lo dijo¡±.
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