El nuevo desorden mundial perturba el alma de Alemania
M¨²ltiples retos cuestionan el viejo consenso sobre el papel internacional de la potencia europea
Tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, se extendi¨® en Occidente la expectativa de que el establecimiento de lazos pol¨ªticos y econ¨®micos con Rusia y China producir¨ªa una paulatina integraci¨®n de estas dos potencias en el ...
Tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, se extendi¨® en Occidente la expectativa de que el establecimiento de lazos pol¨ªticos y econ¨®micos con Rusia y China producir¨ªa una paulatina integraci¨®n de estas dos potencias en el orden mundial liberal e incluso una convergencia de las mismas hacia valores liberaldem¨®cratas. Los v¨ªnculos comerciales y culturales, se razonaba, impulsar¨ªan en esos pa¨ªses progreso, un creciente inter¨¦s en apuntalar el sistema global, y la expansi¨®n de clases medias conectadas y exigentes que reforzar¨ªan ese c¨ªrculo virtuoso. Pocos pa¨ªses abrazaron esa fe y construyeron su proyecci¨®n exterior alrededor de ella m¨¢s que Alemania, sociedad que por su pasado reh¨²ye el protagonismo del poder duro-militar y que por su boyante presente industrial anhela ese orden liberal basado en el multilateralismo, reglas y libre comercio. Pocos pa¨ªses, pues, resultan ahora tan desafiados como Alemania por la voladura de esas expectativas y la disrupci¨®n de ese sistema.
La Alemania que acude a las urnas este domingo para abrir una nueva etapa tras el largo liderazgo de Angela Merkel se juega mucho en el reto de adaptarse con acierto a las amenazas de este nuevo tiempo. De paso, toda la posici¨®n de la Uni¨®n Europea en la escena global depende del rumbo que quiera tomar su potencia hegem¨®nica. Las circunstancias evidencian que no solo China y Rusia, cada una a su manera, est¨¢n dispuestas a una competencia agresiva y posiciones de confrontaci¨®n, sino que aliados como Estados Unidos y el Reino Unido navegan en un rumbo imprevisible. ¡°Desafortunadamente, los l¨ªderes pol¨ªticos alemanes no han preparado para nada a la ciudadan¨ªa para los esfuerzos que estas nuevas circunstancias requieren, entre ellos una fuerte inversi¨®n para apuntalar y estabilizar el proyecto europeo. Esto es un peligro¡±, se?ala en conversaci¨®n telef¨®nica Cathryn Cl¨¹wer Ashbrook, directora del Consejo Alem¨¢n de Relaciones Exteriores, en referencia a la casi nula relevancia del asunto en la campa?a.
Alemania dispone de una posici¨®n ambivalente en el tablero mundial. Es la cuarta potencia econ¨®mica por PIB (despu¨¦s de EE UU, China y Jap¨®n) y exhibe un vigor exportador que la sit¨²a como segundo pa¨ªs del mundo con el mejor balance de cuenta corriente (despu¨¦s, pero muy cerca, de China). Estos factores le proporcionan una notable capacidad de influencia. Sin embargo, como es notorio, no dispone de un peso militar acorde a su fuerza econ¨®mica. Es el s¨¦ptimo inversor mundial en Defensa, lo que no es despreciable, pero la mezcla entre el rechazo al uso de la fuerza militar, la falta de armas nucleares, la falta de esca?o permanente y derecho de veto en la ONU, cierto retraso en capacidades ciber y otros elementos la confinan a un papel secundario en cuestiones de seguridad.
Con estas premisas, apoyada en los pilares de su europe¨ªsmo y atlantismo, Berl¨ªn ha abrazado en las ¨²ltimas d¨¦cadas el mantra del Wandel durch Handel (cambio a trav¨¦s del comercio) en sus relaciones internacionales. Sus Gobiernos de posguerra han conseguido amplio respeto global manteniendo posiciones consideradas por lo general responsables y constructivas. No faltan episodios pol¨¦micos, en los que los cr¨ªticos ven una descarnada priorizaci¨®n de intereses econ¨®micos nacionales por encima del inter¨¦s colectivo de la familia occidental. Entre ellos, destaca el desdoble del gasoducto Nordstream, que permite a Rusia reforzar el suministro directo a Alemania puenteando al este de Europa, en lo que representa una descomunal victoria estrat¨¦gica para Putin; o el acuerdo de inversi¨®n con China que la presidencia semestral alemana de la UE impuls¨® en diciembre, que muchos consideran un error y languidece ahora en medio de vibrantes cr¨ªticas y un arduo proceso de ratificaci¨®n.
Muchos expertos creen que esta posici¨®n internacional, basada en un amplio consenso pol¨ªtico interno, debe ser actualizada. ¡°Sin duda, hay l¨ªmites en el actual orden internacional; el sistema multilateral no es estable; y la apertura supone una vulnerabilidad. Como respuesta, algunos hablan de desacople o desglobalizaci¨®n. Pero no podemos, eso ser¨ªa da?ino¡±, comenta en conversaci¨®n telef¨®nica G¨¹ntram Wolff, director del centro de estudios Bruegel. ¡°La prosperidad alemana, y la europea, dependen de una profunda integraci¨®n con la econom¨ªa global. La respuesta debe ser, por tanto, afilar instrumentos para defender mejor ciertos intereses en este contexto. Mi visi¨®n es que la UE debe ser un polo en s¨ª misma, que desarrolle una capacidad de represalia en caso de agresi¨®n econ¨®mica. Alemania debe implicarse en ello, reforzando la resiliencia de la UE y de la zona euro, y buscando plasmar la globalizaci¨®n de forma adecuada¡±, sostiene Wolff.
Hay presi¨®n desde Estados Unidos y Europa sobre Alemania en diferentes sentidos. Washington reclama que aumente considerablemente su gasto militar y muestre firmeza ante China; Francia, que acceda a impulsar proyectos de defensa europea que discurran en paralelo a la OTAN; los mediterr¨¢neos, que d¨¦ estabilidad a la zona euro; los del Este, que responda con dureza a Rusia; y desde distintos ¨¢mbitos, que capitanee un movimiento hacia la autonom¨ªa estrat¨¦gica en sectores industriales clave, fomentando mayores capacidades digitales y ciber aut¨®ctona. El men¨² es muy amplio; el equilibrio, complejo.
La idea de que la conexi¨®n entre pa¨ªses en un mundo cada vez m¨¢s globalizado fomenta nuevas v¨ªas de competitividad y conflicto es el eje de un libro recientemente publicado por Mark Leonard, director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (The Age of Unpeace. How connectivity causes conflict. Bantam Press). En su texto, Leonard sostiene que la conectividad genera razones y medios de conflicto, una peligrosa sensaci¨®n de p¨¦rdida de control, y la paradoja por la que cuanto m¨¢s conectados est¨¢n pueblos y pa¨ªses, m¨¢s desean estar separados. Este es el escenario al que la Alemania pos-Merkel debe adaptarse.
¡°La asunci¨®n de que la interdependencia econ¨®mica conducir¨ªa a la democratizaci¨®n de otros pa¨ªses fue compartida en Occidente. No es un asunto solo alem¨¢n. Pero es cierto que los europeos se lo creyeron m¨¢s que los estadounidenses, y los alemanes m¨¢s que los dem¨¢s europeos. Alemania ser¨¢ la ¨²ltima en abandonar esa idea¡±, comenta en conversaci¨®n telef¨®nica Hans Kundnani, jefe del programa sobre Europa del centro de estudios Chatham House. El experto menciona a Kant, cuyo Sobre la paz perpetua ha ejercido una profunda influencia intelectual. Pero, naturalmente, advierte de que la posici¨®n pol¨ªtica alemana est¨¢ determinada por el conjunto de intereses primarios, instrumentos disponibles y percepci¨®n social.
El experto cree que es posible una evoluci¨®n gradual, muy coherente con el esp¨ªritu dominante en la sociedad alemana. El reciente aumento del gasto militar va en esa direcci¨®n. Pero considera improbables cambios profundos, giros significativos. ¡°Las diferencias entre los cuatro partidos con opciones cre¨ªbles de llegar al poder son realmente peque?as. Y, adem¨¢s, tendr¨¢n que alcanzar compromisos. As¨ª, si Los Verdes son m¨¢s duros con Rusia pero pactan con el SPD, que es m¨¢s blando, el resultado probablemente estar¨¢ muy en l¨ªnea con el equilibrio actual. El caso es que Merkel m¨¢s que liderar, ha encarnado bien consensos presentes en la sociedad. Fue una habilidad pol¨ªtica. Merkel se va, pero el consenso subyacente permanece¡±, dice Kundnani.
Cl¨¹wer Ashbrook se?ala que el entorno empresarial se perfila como un factor de cambio m¨¢s relevante de lo que ha sido la propia canciller¨ªa en los ¨²ltimos tiempos. ¡°Los empresarios est¨¢n modificando su percepci¨®n de forma bastante radical. Ya han asumido que China es un competidor sist¨¦mico y que la proyecci¨®n econ¨®mica va envuelta en el entorno geopol¨ªtico¡±. Kundnani a?ade una observaci¨®n comparativa con Jap¨®n, otro pa¨ªs derrotado en la Segunda Guerra Mundial, que vive un proceso de reconsideraci¨®n de su papel en el mundo y que, a diferencia de Alemania, no ha cultivado una potente industria en el sector Defensa. Alemania reh¨²ye el uso de la fuerza, pero exporta muchas armas, siendo el cuarto vendedor mundial.
Desaf¨ªos y contradicciones relacionados con el papel de Alemania en el mundo se acumulan sobre la mesa del pr¨®ximo Gobierno en Berl¨ªn. Tras un largo periodo exitoso, pero en muchos sentidos vivido en la inercia, se acercan al peine nudos que requieren a Alemania una reflexi¨®n profunda sobre su alma. Sobre si seguir en esa inercia con cambios m¨ªnimos o si, manteni¨¦ndose fiel a sus valores, emprender un cambio m¨¢s sustancial.
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