?Puede el presidente Pedro Castillo gobernar Per¨²?
Si bien era inevitable cometer errores y malas decisiones, el presidente Castillo mostr¨® una gran inexperiencia en la formaci¨®n de su primer gabinete

Para no caer en fatalismos deber¨ªamos responder, ?s¨ª! Pero lamentablemente en esta ocasi¨®n tambi¨¦n debemos considerar un doble dilema. Por un lado, la carencia de un Estado con capacidades y autonom¨ªa, y la precariedad de las organizaciones pol¨ªticas en diferentes niveles, hace muy dif¨ªcil la gobernabilidad del pa¨ªs. Por otro lado, el origen pol¨ªtico y personal del presidente Castillo, un profesor rural, agricultor, sindicalista de izquierda, es no s¨®lo el acontecimiento simb¨®lico m¨¢s impactante de la pol¨ªtica peruana en el nuevo siglo, sino que al mismo tiempo plantea una realidad desafiante. Ni el presidente Castillo, ni la izquierda en Per¨² tienen experiencia de gobierno, y esta no es una apreciaci¨®n sino un dato de la realidad.
Pero siempre hay una primera vez. Si bien era inevitable cometer errores y malas decisiones, el presidente Castillo mostr¨® una gran inexperiencia en la formaci¨®n de su primer gabinete. No queda duda que estaba obligado a negociar con el partido pol¨ªtico, Per¨² Libre, que lo ayud¨® a despegar, y que tampoco quer¨ªa mostrar un gabinete que expresara una claudicaci¨®n de sus principales propuestas de cambio. Sin embargo, el Presidente desaprovech¨® su momento de mayor capital pol¨ªtico para realizar una mejor negociaci¨®n. La elecci¨®n del primer ministro, Guido Bellido, fue mala, no necesariamente porque sus ideas podr¨ªan ser discutibles, sino porque Bellido ten¨ªa su propia agenda pol¨ªtica, sin importarle sabotear la agenda del propio presidente y generar un clima de incertidumbre. Un ejemplo de ello ha sido su tuit sobre el Gas de Camisea, donde lo problem¨¢tico no es la intenci¨®n leg¨ªtima del gobierno peruano de renegociar los contratos con la empresa, sino la amenaza con la nacionalizaci¨®n del yacimiento en la misma l¨ªnea, cuando no se ha dialogado a¨²n con la empresa, y un par de d¨ªas despu¨¦s de que el Presidente Castillo anunciara en la OEA que su gobierno no iba a expropiar a nadie.
El nombramiento de Mirtha V¨¢zquez como primera ministra ya ha provocado la r¨¢pida cr¨ªtica de los sectores de derecha. La premier ha sido abogada de campesinos y ronderos enfrentados a la industria minera. En particular defendi¨® a M¨¢xima Acu?a, la mujer campesina que se neg¨® a entregar su propiedad a la gigante Newmont Mining Company y gan¨® el premio Goldman en defensa del medio ambiente. Sin embargo, su paso por el Congreso de la Rep¨²blica, donde ocup¨® el cargo de presidenta, durante el gobierno anterior de Francisco Sagasti, dej¨® evidencia de su integridad, compromiso con la democracia y actitud dialogante. Su elecci¨®n representa un cambio radical en el gobierno de Castillo. En sus primeras declaraciones, la premier busca bajar las tensiones se?alando que la propuesta de una Asamblea Constituyente no es una prioridad del gobierno, al mismo tiempo que la derecha busca fortalecer sus redes en contra del Gobierno con una campa?a de firmas para evitar dicha asamblea.
Sin embargo, la pol¨ªtica no es como la matem¨¢tica y el orden de los factores s¨ª altera el producto. La necesidad de una negociaci¨®n pol¨ªtica con el partido de gobierno Per¨² Libre sigue siendo una necesidad y el capital pol¨ªtico del presidente est¨¢ mucho m¨¢s deteriorado. La amenaza de una colisi¨®n del Congreso en contra del Ejecutivo podr¨ªa fortalecerse con la salida de Bellido del gobierno y su retorno a su bancada en el Congreso.
En este contexto, el Presidente Castillo debe recordar que la opini¨®n p¨²blica es y ha sido siempre una fuente importante de poder de la presidencia. El gobierno ha tenido hasta el momento una p¨¦sima estrategia de comunicaci¨®n; no se puede intentar gobernar un pa¨ªs sin ejercer el poder o comunicarlo. Si bien tiene que establecer formas claras y abiertas con la prensa, tiene tambi¨¦n que encontrar estrategias complementarias de comunicaci¨®n que compensen su limitada capacidad comunicativa. Una primera ministra como Mirtha V¨¢zquez con experiencia y habilidad en este campo puede ser una gran ayuda para superar estas limitaciones.
El nuevo gobierno enfrenta varios retos, entre ellos, la construcci¨®n de alianzas pol¨ªticas, lo cual no va ser f¨¢cil, pero la ministra V¨¢zquez tiene experiencia en el Congreso. No obstante, el establecimiento de alianzas con las organizaciones sociales es tambi¨¦n imprescindible. Las organizaciones sociales no s¨®lo emprenden luchas reivindicatorias que las llevan a enfrentarse al Estado, sino que estas pueden ser tambi¨¦n excelentes aliadas en el cambio y la construcci¨®n del mismo. Desde los noventa, el Estado ha buscado prescindir de estas organizaciones, e incluso clientilizarlas fundamentalmente a nivel local. El presidente Castillo y una izquierda renovada deber¨ªan cambiar esa situaci¨®n y aprovechar que la pandemia ha despertado nuevas experiencias organizativas y solidarias entre sectores urbanos y rurales para sobrevivir las crisis (comit¨¦s covid, ollas comunes, etc.).
En t¨¦rminos econ¨®micos y redistributivos no hay dudas de que existen profundas necesidades y cambios que deben realizarse. Sin embargo estos cambios como en el ejemplo de gas de Camisea requieren menos expresiones beligerantes y mostrar mucha m¨¢s audacia y recursos para poder renegociar y encontrar salidas. Los ingresos de las industrias extractivas son claves y sensibles para la econom¨ªa nacional, pero tambi¨¦n los impactos locales de sus operaciones. Esta es una l¨ªnea importante, pero delgada para transitar, y no queda claro el fortalecimiento del gobierno en estos sectores.
Finalmente, en el ¨¢rea de la cultura hay una tarea gigante en un pa¨ªs profundamente dividido y flagelado por la discriminaci¨®n de diversas formas. La nueva ministra, una activista por los derechos humanos, cuyo hermano fue v¨ªctima de la masacre de La Cantuta, tiene el reto de hacer de la cultura un espacio de di¨¢logo intercultural y de respeto entre los peruanos. Esto en un momento en donde diferentes visiones del pa¨ªs, su identidad, y su memoria, en particular la del conflicto armado interno, parecen estar en disputa y alejarnos.
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