La industria del secuestro florece en el Sahel y el norte de Nigeria
Unas 3.000 personas han sido raptadas en lo que va de a?o por grupos armados y yihadistas, pr¨¢cticamente el doble que en todo 2020
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La monja colombiana Gloria Cecilia Narv¨¢ez fue liberada el pasado s¨¢bado en Mal¨ª tras permanecer secuestrada cuatro a?os y ocho meses en manos de un grupo yihadista. Pero este no es un caso aislado. Diferentes grupos armados han secuestrado a unas 3.000 personas en los primeros ocho meses de 2021 en el norte de Nigeria, Mal¨ª, Burkina Faso y N¨ªger, seg¨²n las cifras de la ONG Acled, casi el doble que en todo 2020, a?o en que se registraron 1.769 raptos. La inmensa mayor¨ªa de los secuestrados son nacionales, tanto trabajadores humanitarios como periodistas, estudiantes, l¨ªderes locales, funcionarios o agricultores, mientras que sus captores forman parte de grupos yihadistas, milicias comunitarias o bandas de delincuentes que aprovechan el repliegue o la debilidad del Estado frente a la violencia. En la mayor parte de los casos concluyen con el pago de un rescate y la liberaci¨®n, pero su incremento est¨¢ detr¨¢s de la crisis de desplazados y refugiados que sufre el Sahel.
¡°Hay una clara tendencia al alza¡±, asegura Jos¨¦ Luengo-Cabrera, analista de datos especializado en ?frica occidental, ¡°pero se habla poco de ello en los grandes medios de comunicaci¨®n, no se aborda de manera proporcional a la dimensi¨®n del problema¡±. Nigeria, donde los secuestros de escolares se intensificaron a partir de 2020, lidera las estad¨ªsticas con 2.062 personas raptadas hasta el pasado 3 de septiembre, seg¨²n los datos de Luengo extra¨ªdos de Acled. Esta violencia ha cristalizado sobre todo en los estados del noroeste del pa¨ªs, N¨ªger, Zamfara, Kaduna, Katsina y Kebbi. Seg¨²n el centro de investigaci¨®n SBM Intelligence, 1.409 estudiantes y 17 profesores han sido secuestrados desde marzo de 2020.
La reciente ola de raptos en Nigeria est¨¢ protagonizada por grupos de delincuentes que no llevan a cabo ninguna reivindicaci¨®n pol¨ªtica o religiosa ni defienden ninguna ideolog¨ªa. En este pa¨ªs se les llama simplemente ¡°bandidos¡± y su motivaci¨®n es exclusivamente econ¨®mica. Un informe de SBM Intelligence revela que hasta el 30 de junio, la suma de rescates solicitados por los secuestradores se elevaba a unos 17 millones de euros. Aunque no hay informaci¨®n oficial sobre cu¨¢nto dinero han abonado los familiares de las v¨ªctimas o las autoridades, muchos de los secuestros de los ¨²ltimos meses acabaron con alguna forma de pago.
La creciente inseguridad en el noroeste de Nigeria es un aut¨¦ntico desaf¨ªo para el presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, quien prometi¨® mano dura contra estas bandas armadas. Asimismo, insinu¨® que los gobernadores alimentaban la crisis pagando los rescates. ¡°Los gobiernos estatales deben revisar su pol¨ªtica de recompensar a los bandidos con dinero y veh¨ªculos. Tal pol¨ªtica tiene el potencial de ser contraproducente, con consecuencias desastrosas¡±, se?al¨® a trav¨¦s de su cuenta de Twitter el pasado mes de febrero. La continuidad de los raptos provoc¨® incluso multitudinarias manifestaciones en varias ciudades del pa¨ªs que fueron reprimidas con violencia.
En Mal¨ª, N¨ªger y Burkina Faso los secuestros tambi¨¦n se han incrementado, pasando de 732 personas en todo 2020 a 785 en los ocho primeros meses de 2021. ¡°Es la cara oculta de la crisis maliense¡±, asegura Ornella Moderan, investigadora del Instituto de Estudios de Seguridad (ISS) y coautora de un reciente estudio sobre este fen¨®meno. ¡°A diferencia de Nigeria, donde ha habido secuestros de hasta 300 estudiantes, aqu¨ª se trata casi siempre de raptos de peque?a envergadura en los que hay una voluntad de intimidaci¨®n¡±, a?ade la experta. Aunque tambi¨¦n se obtenga un rescate por las v¨ªctimas, estos secuestros suelen estar vinculados al conflicto y con ellos se pretende o bien expulsar al Estado de la zona o enviar un mensaje a los yihadistas y sus c¨®mplices, en funci¨®n de qui¨¦nes sean los autores.
Los secuestros se concentran en las zonas afectadas por la violencia radical, ya sea el centro de Mal¨ª (regiones de Mopti y S¨¦gou), el norte de Burkina Faso (regi¨®n de Sahel), y el oeste y este de N¨ªger (regiones de Tillab¨¦ri y Diffa), casi siempre en torno a las principales carreteras y ejes fluviales. Con el deterioro del contexto en materia de seguridad y la prohibici¨®n de tr¨¢nsito a los extranjeros en estas zonas, son los trabajadores locales los m¨¢s afectados. Como recuerda el estudio del ISS, el 97% de los civiles secuestrados en Mal¨ª desde 2012 son malienses y tres cuartas partes de los incidentes violentos registrados por el personal humanitario en este mismo pa¨ªs fueron raptos, su principal amenaza.
Solo cuando se trata de occidentales, como la reh¨¦n franco-suiza Sophie Petronin o la monja colombiana Gloria Narv¨¢ez, o de personajes notables de la comunidad los medios de comunicaci¨®n se hacen eco de la noticia. En noviembre de 2017 fue secuestrado Soungalo Kon¨¦, juez de la ciudad maliense de Niono, quien muri¨® en cautividad dos a?os m¨¢s tarde, y en marzo de 2020 le ocurri¨® lo mismo al l¨ªder opositor Souma?la Ciss¨¦, liberado siete meses despu¨¦s. ¡°Sin embargo, cuando se trata de ciudadanos an¨®nimos lo normal es que se produzca un pago de rescate y sean liberados en ocasiones en plazos de tiempo muy cortos, de entre 24 y 72 horas¡±, explica Moderan.
La frecuencia de secuestros, robos y asesinatos en zonas donde la presencia del Estado es muy d¨¦bil es una de las razones que empuja a los ciudadanos a huir de sus hogares y ha provocado una grav¨ªsima crisis humanitaria en el Sahel central, con m¨¢s de cuatro millones de desplazados y refugiados que han dejado todo tras de s¨ª. En lo que va de a?o han fallecido 3.836 personas a causa de la violencia en estos tres pa¨ªses, seg¨²n Luengo-Cabrera.
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