Los movimientos sociales en Argentina saltan de las calles al Gobierno
Las organizaciones que representan a los trabajadores de la econom¨ªa informal se suman a las estructuras pol¨ªticas y sindicales
A finales de octubre, en un acto organizado por la coalici¨®n gobernante en Argentina, el peronismo se dividi¨® las gradas del estadio del club deportivo Mor¨®n. Una de las tribunas m¨¢s importantes estaba reservada para La C¨¢mpora, el movimiento de la juventud kirchnerista. Otra para una agrupaci¨®n pol¨ªtica local, Nuevo Encuentro, y la tercera para los movimientos sociales. Su presencia all¨ª muestra el creciente poder de organizaciones que na...
A finales de octubre, en un acto organizado por la coalici¨®n gobernante en Argentina, el peronismo se dividi¨® las gradas del estadio del club deportivo Mor¨®n. Una de las tribunas m¨¢s importantes estaba reservada para La C¨¢mpora, el movimiento de la juventud kirchnerista. Otra para una agrupaci¨®n pol¨ªtica local, Nuevo Encuentro, y la tercera para los movimientos sociales. Su presencia all¨ª muestra el creciente poder de organizaciones que nacieron y se fortalecieron en las calles pero hoy forman parte del Gobierno, del Congreso y est¨¢n tambi¨¦n a un paso de entrar en la mayor central obrera del pa¨ªs.
¡°En la d¨¦cada de los noventa, la desarticulaci¨®n del mundo industrial dej¨® un sujeto nuevo, el obrero desocupado. Argentina nunca hab¨ªa tenido la desocupaci¨®n como un tema relevante, pero hacia el a?o 2001, cuando estalla la crisis, llegamos al 25%. Esos sectores replicaron la tradici¨®n asociativa y de lucha sindical de la f¨¢brica fuera de ella y encontraron en los barrios populares un lugar para organizarse¡±, explica el polit¨®logo e investigador del Conicet Francisco Longa sobre los or¨ªgenes de estos movimientos.
El auge de estas agrupaciones coincidi¨® con una grave crisis de legitimidad pol¨ªtica, condensada en el grito de ¡®que se vayan todos¡¯ que se repet¨ªa en cada movilizaci¨®n de la ¨¦poca. ¡°A finales de los noventa, la bronca no se canalizaba nunca por la pol¨ªtica sino por otras opciones¡±, se?ala Daniel Men¨¦ndez, referente de Barrios de Pie. El malestar social estall¨® el 19 y 20 de diciembre de 2001, con protestas multitudinarias en la c¨¦ntrica Plaza de Mayo y sus alrededores que fueron reprimidas con dureza por las fuerzas policiales, con un saldo de 39 muertos y la posterior renuncia del presidente, Fernando de la R¨²a.
Al a?o siguiente, Eduardo Duhalde, el quinto presidente del pa¨ªs en menos de dos semanas, cre¨® el plan Jefes y jefas de hogar desocupados, un subsidio estatal que alcanzaba a unos dos millones de personas. El objetivo era garantizar la paz social con el alivio temporal de la situaci¨®n econ¨®mica de las familias m¨¢s necesitadas, a la espera de que se reactivase la demanda laboral. ¡°Eso no pas¨® y a pesar del crecimiento se consolid¨® un universo de personas que quedaron en los m¨¢rgenes del mercado laboral formal, lo que en Argentina llamamos econom¨ªa popular¡±, agrega Men¨¦ndez. La cifra supera hoy los siete millones de personas, seg¨²n el dirigente social.
Desde entonces, el Estado ha multiplicado y diversificado los subsidios a la par que crec¨ªa la pobreza, que est¨¢ por encima del 40%. Entre ellos est¨¢n los planes Potenciar trabajo, un aporte estatal de casi 15.000 pesos (142 d¨®lares al cambio oficial) entregado a cerca de un mill¨®n de personas que trabajan en cooperativas de reciclado, tareas de cuidado, producci¨®n de alimentos e industria textil. La mayor¨ªa de esas cooperativas est¨¢n vinculadas a los movimientos sociales, lo que les permite acceder a fondos p¨²blicos y les da capacidad de movilizaci¨®n en las calles e influencia pol¨ªtica.
¡°Estos movimientos sociales pasaron de ser organizaciones de desocupados a organizaciones todoterreno, que se desenvuelven en la arena sindical casi tradicional, con el ministerio de Trabajo, se mueven en el ¨¢mbito legislativo y ni hablar en las escalas locales; generan sus propios candidatos, referentes que salen en los medios y tienen llegada al electorado¡±, describe Longa, autor del libro Historia del movimiento Evita. ¡°La evoluci¨®n es muy notable, como se ve en la formaci¨®n de un sindicato propio¡±, a?ade.
Durante la presidencia de Mauricio Macri (2015-2019), los movimientos sociales ejercieron una dura oposici¨®n desde las calles. A poco m¨¢s de medio a?o de su asunci¨®n, en el d¨ªa del santo patrono del trabajo, San Cayetano, movilizaron a m¨¢s de 100.000 personas para reclamar ¡°Tierra, techo y trabajo¡± al nuevo presidente. En diciembre de 2017, los alrededores del Congreso se convirtieron en escenario de una violenta protesta contra una impopular reforma de pensiones impulsada por el Gobierno macrista. Los legisladores se vieron obligados a aplazar la sesi¨®n debido al enfrentamiento entre manifestantes y polic¨ªas fuera del recinto.
La oposici¨®n a Macri uni¨® al peronismo y los movimientos sociales m¨¢s afines optaron por sumarse, distanci¨¢ndose de aquellos vinculados a los partidos de izquierda. Referentes como Emilio P¨¦rsico, del Movimiento Evita, o Men¨¦ndez, de Barrios de Pie, entraron en el Ejecutivo formado en 2019 despu¨¦s de que Alberto Fern¨¢ndez ganase las elecciones presidenciales con la exmandataria Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner como su segunda.
P¨¦rsico est¨¢ hoy al frente de la secretar¨ªa de Econom¨ªa social desde la que controla los planes sociales, mientras que Men¨¦ndez estuvo dos a?os como subsecretario de Pol¨ªticas de integraci¨®n y formaci¨®n. Otros dirigentes sociales, como Juan Carlos Alderete, de la Corriente Cl¨¢sica y Combativa, y Natalia Souto, de Barrios de Pie, pelean por los derechos de los trabajadores de la econom¨ªa popular desde la C¨¢mara de Diputados. Juan Grabois, uno de los l¨ªderes sociales m¨¢s conocidos en Argentina, se mantiene fuera de las instituciones, pero respalda de forma expl¨ªcita al kirchnerismo.
El paso de referentes sociales de las calles a los despachos del poder ha provocado una importante tensi¨®n con sus bases. Las organizaciones han ganado control sobre fondos p¨²blicos, pero deben dar la cara por una situaci¨®n econ¨®mica que se agrav¨® mucho con la pandemia y es hoy peor que la heredada del Gobierno de Macri. ¡°Ese es uno de los grandes dilemas que enfrentan los funcionarios que acompa?an al Gobierno, pero a¨²n as¨ª, la participaci¨®n de los movimientos sociales en el Estado no los priva de cr¨ªticas¡±, destaca Longa, al poner como ejemplo los cuestionamientos de Dina S¨¢nchez, una de las dirigentes del sindicato Uni¨®n de Trabajadores de la Econom¨ªa Popular (UTEP) al proyecto gubernamental que busca integrarlos en el mercado formal de trabajo.
A dos d¨¦cadas de su creaci¨®n, los movimientos sociales han restado protagonismo a los sindicatos tradicionales en la calle, pero no influencia pol¨ªtica. ¡°El sindicalismo est¨¢ perdiendo gravitaci¨®n porque es un actor nacido en cierta sociedad laboral y si ten¨¦s un alto sector de poblaci¨®n en la informalidad, como es el caso de Argentina, con el 32%, no tiene el mismo peso que antes. Pero los sindicatos ac¨¢ no est¨¢n en retroceso como en otros pa¨ªses porque se mantiene la presencia de un sindicato por rama, mantienen el monopolio de la representaci¨®n laboral y siguen jugando un papel muy importante¡±, opina Ana Natalucci, investigadora del Conicet y directora del Programa Estudios e investigaci¨®n de la econom¨ªa popular y tecnolog¨ªas de impacto social.
El pr¨®ximo avance que planean es entrar en la mayor central obrera argentina, un deseo que podr¨ªa concretarse este jueves, en el congreso de la CGT. ¡°La entrada de la UTEP en la CGT viene a renovar el sindicalismo, que tiene mecanismos m¨¢s lentos y burocr¨¢ticos¡±, subraya Longa. Otra de las diferencias con los sindicatos tradicionales tiene que ver con la presencia femenina en los cargos directivos: en los primeros est¨¢n copados por hombres, mientras que la UTEP tiene paridad de g¨¦nero en su c¨²pula.
A pocos d¨ªas de las elecciones legislativas del domingo, los movimientos sociales aguardan unos resultados electorales que las encuestas auguran adversos para la coalici¨®n gobernante. Desde la derrota en las primarias del pasado 12 de septiembre, sus militantes se movilizaron puerta por puerta para intentar convencer a votantes decepcionados con la coalici¨®n gubernamental que optaron por quedarse en casa. De repetirse el fracaso electoral y no mejorar con rapidez el horizonte econ¨®mico, crecer¨¢ la presi¨®n de las bases para volver a las calles.
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