El papa Francisco, en Lesbos: ¡°Detengamos este naufragio de civilizaci¨®n¡±
El Pont¨ªfice regresa al campo de refugiados en la isla griega, donde denuncia la pasividad de Europa y que casi nada haya cambiado en cuesti¨®n migratoria desde que lo visit¨® en 2016
La explanada de barracones y peque?os cub¨ªculos blancos bordea a lo lejos una de las id¨ªlicas bah¨ªas de la isla. El lugar, sin embargo, es espantoso visto de cerca. No hay electricidad ni agua todas las horas del d¨ªa. Hace fr¨ªo y de noche la humedad muele los huesos. Aqu¨ª se malvive de forma indefinida. Pero peor era Moria, el otro campo de refugiados, que ardi¨® el 9 de octubre de 2020. O quedarse en Afganist¨¢n. O no digamos morir en el mar, como alguno de los 20.000 migrantes que en los ¨²ltimos a?os trataron de cruzar en precarias embarcaciones las aguas que separan Turqu¨ªa y esta isla griega. Jila Alizahi lleg¨® aqu¨ª despu¨¦s de viajar a pie desde Kabul. Tiene 16 a?os y lleva casi tres en Lesbos atrapada. Media vida. Suficiente para poder resumir con esta secuencia creciente de calamidades sus d¨ªas en Mavrvovouni, el lugar donde sobrevive con otras 2.200 personas.
En Mavrovouni casi nunca pasa nada. Ni se avanza ni se retrocede. El lugar forma parte del conjunto de campos de refugiados que se construyeron en Grecia con fondos europeos tras la crisis de 2015. ¡°No sabemos nada de nuestros papeles. Tenemos que salir. Mi mujer est¨¢ enferma y necesitamos un buen hospital¡±, lamenta Mohamen Amini, afgano de 36 a?os. Un lugar cada vez m¨¢s invisible. Excepto este domingo, cuando apareci¨® el Papa con la prensa de medio mundo y pidi¨® detener ¡°este naufragio de civilizaci¨®n¡±. No es habitual que un pont¨ªfice repita un destino. Y menos si se encuentra en una peque?a esquina de Europa. Pero esta es la principal obsesi¨®n de Francisco. ¡°Estoy nuevamente aqui? para encontrarme con ustedes; estoy aqui? para decirles que estoy cerca de ustedes; estoy aqui? para ver sus rostros, para mirarlos a los ojos: ojos cargados de miedo y de esperanza, ojos que han visto la violencia y la pobreza, ojos surcados por demasiadas la?grimas¡±, anunci¨® rodeado de los habitantes del campo.
Lesbos, la tercera isla m¨¢s grande de Grecia, se ha convertido en un s¨ªmbolo de este pontificado. Muchos refugiados llevan atrapados aqu¨ª desde 2016. Ni?os, como la propia Jila, que no han podido ir a la escuela. Vidas varadas en una monta?a de documentaci¨®n en la mesa del alg¨²n tribunal europeo. Solicitudes de asilo rechazadas hasta cinco veces mientras siguen encerrados, como denunci¨® este domingo al Papa la comunidad africana del campo. Las cinco islas del mar Egeo se convirtieron de este modo en enormes prisiones al aire libre a partir de 2015, en el apogeo de los desembarcos. Un a?o m¨¢s tarde, Francisco visit¨® la isla. Tanto tiempo que algunos, como la mayor¨ªa afgana, han podido incluso ver desde la distancia el inimaginable regreso de los talibanes. ¡°Han pasado cinco an?os desde la visita que realice?. Despue?s de todo este tiempo constatamos que poco ha cambiado sobre la cuestio?n migratoria¡±, lament¨® el Papa.
Algunas cosas no son exactamente iguales. El viejo campo de Moria (que fue el m¨¢s grande de Europa), donde miles de familias viv¨ªan hacinadas en condiciones miserables, ardi¨® en 2020. Un grupo de refugiados afganos quem¨® un contenedor como protesta por las condiciones en las que viv¨ªan y el fuego se extendi¨® r¨¢pidamente por las chabolas donde dorm¨ªan los migrantes. Las concertinas siguen ah¨ª. Pero la nueva instalaci¨®n es algo mejor y los refugiados viven de un modo sensiblemente m¨¢s digno. Algo que reconoci¨®, con matices, el Papa. ¡°Reconozco el compromiso en la financiacio?n y construccio?n de dignas estructuras de acogida y agradezco de corazo?n a la poblacio?n local por todo el bien que ha hecho y los numerosos sacrificios que han aceptado. Pero debemos admitir amargamente que este pai?s, como otros, esta? atravesando actualmente una situacio?n difi?cil y que en Europa sigue habiendo personas que persisten en tratar el problema como un asunto que no les incumbe¡±.
La UE invirti¨® 276 millones de euros para construir cinco nuevos campos en las islas. Como el de Mavrovouni. Centros cerrados, sin libertad de movimientos. Con tornos y un algoritmo que controla las entradas y las salidas, permitidas hoy solo pocas horas al d¨ªa o por motivos como visitar al m¨¦dico. Ese era el problema. No es lo que se hab¨ªa acordado con la Uni¨®n Europea. Pero el plan consisti¨® cada vez m¨¢s en invisibilizar el problema, critic¨® el Papa. Desde 2016, la UE ha pagado 6.000 millones de euros a Turqu¨ªa ¨Da solo 20 kil¨®metros de Mytiliene, capital de Lesbos¨D para que frenase los flujos migratorios que llegaban a las costas griegas. ¡°Es triste escuchar que el uso de fondos comunes se propone como solucio?n para construir muros. Los temores y las inseguridades son comprensibles. El cansancio y la frustracio?n, agudizados por la crisis econo?mica y pande?mica, se perciben, pero no es levantando barreras como se resuelven los problemas, sino uniendo fuerzas para hacerse cargo de los dema?s segu?n las posibilidades reales de cada uno y en el respeto de la legalidad, poniendo siempre en primer lugar el valor irrenunciable de la vida de todo hombre¡±.
El Papa subray¨® as¨ª de nuevo las dos grandes prioridades de su agenda. Primero se refiri¨® al cambio clim¨¢tico con cierto optimismo, tema en el que asegur¨® ¡°algo parece que se esta? moviendo¡±. Pero respecto a la inmigraci¨®n, el otro frente que abri¨® nada m¨¢s llegar a la silla de Pedro en 2013, denunci¨® que ¡°todo parece terriblemente opaco¡±. ¡°Esta?n en juego personas, vidas humanas. Esta? en juego el futuro de todos, que solo sera? sereno si esta? integrado. Cuando se rechaza a los pobres, se rechaza la paz¡±, se?al¨®.
El problema de la migraci¨®n, dijo Francisco ante el grupo de refugiados que le escuchaba, est¨¢ lejos de resolverse. Lo ha repetido durante todas las paradas de su viaje: ¡°Hay que acoger¡±. ¡°Cierres y nacionalismos ¡ªnos ensen?a la historia¡ª llevan a consecuencias desastrosas [¡]. Es una ilusio?n pensar que basta con salvaguardarnos a nosotros mismos, defendie?ndonos de los ma?s de?biles que llaman a la puerta. [¡] Frenemos este naufragio de civilizaci¨®n¡±.
El aumento de la inmigraci¨®n a comienzos de la ¨²ltima d¨¦cada fue acompa?ado del florecimiento de los partidos de ultraderecha. Sucedi¨® en Francia en 2005. Tambi¨¦n en Italia con la llegada masiva de embarcaciones a sus costas en 2013. Y finalmente esa pol¨ªtica desembarc¨® tambi¨¦n en Espa?a. El Papa les hizo responsables del odio. ¡°Es fa?cil arrastrar a la opinio?n pu?blica, fomentando el miedo al otro; ?por que?, en cambio, con el mismo tono, no se habla de la explotacio?n de los pobres, o de las guerras olvidadas y a menudo generosamente financiadas, o de los acuerdos econo?micos que se hacen a costa de la gente, o de las maniobras ocultas para traficar armas y hacer que prolifere su comercio? Hay que enfrentar las causas remotas, no a las pobres personas que pagan las consecuencias de ello, siendo adema?s usadas como propaganda poli?tica¡±.
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