Las v¨ªctimas de los tornados en Kentucky: ¡°Mi casa, mi negocio, vi desaparecer toda mi vida en un instante¡±
EL PA?S visita la zona arrasada por un fen¨®meno natural inaudito que ha causado m¨¢s de 90 muertos en seis Estados de EE UU
Tras el tornado, lleg¨® la calma. Mayfield amaneci¨® este domingo con un espl¨¦ndido sol de invierno por delante, como si la naturaleza escondiera la mano con la que azot¨® el viernes por la noche con furia desmedida y caprichosa clemencia esta localidad de 10.000 habitantes en el extremo occidental de Kentucky. Es la zona cero de la devastaci¨®n provocada por una hist¨®rica serie de 30 tornados que se llevaron por delante zonas rurales de seis Estados del centro y el sur de EE UU, y causaron m¨¢s de 90 muertos.
Pero ah¨ª estaban las pruebas de la destrucci¨®n: la se?al de la Cruz Roja retorcida sobre s¨ª misma, una bandera de Estados Unidos erguida sobre un amasijo de metal que alguna vez fue una furgoneta, una casa unifamiliar a la que el viento empuj¨® literalmente hasta la mitad de la carretera, ese Chevrolet de los a?os cincuenta color manzana que desafiaba la gravedad entre los escombros de un taller¡ y una f¨¢brica de velas arrasada completamente que ya se ha convertido en el s¨ªmbolo de una cat¨¢strofe natural que tiene a la naci¨®n en vilo. En ella se calcula que murieron decenas de personas, no est¨¢ claro cu¨¢ntas, aunque desde el s¨¢bado por la tarde no se ha dado con ning¨²n superviviente. Unos 110 trabajadores se hallaban en su interior en el momento de la tragedia; estaban doblando turno antes del fin de semana para poder atender todos los pedidos navide?os.
Adem¨¢s de Kentucky, otros cinco Estados, Illinois (donde seis personas perdieron la vida en un almac¨¦n de Amazon en Edwardsville), Tennessee, Misisipi, Arkansas y Misuri resultaron afectados por una serie de tornados sin precedentes. El n¨²mero de v¨ªctimas mortales ascend¨ªa este domingo a m¨¢s de 90 personas, aunque el gobernador de Kentucky, Andy Beshear, se tem¨ªa que superara el centenar. Beshear ha mostrado su preocupaci¨®n porque las morgues de la regi¨®n ¡°se quedaran peque?as¡± ante la magnitud de la tragedia.
Unos 53.000 de sus conciudadanos, seg¨²n Poweroutrage.us, pasaron todo el fin de semana sin electricidad despu¨¦s de que el tendido se viera seriamente da?ado. Uno de los tornados, ¡°el m¨¢s fuerte de la historia de Estados Unidos¡±, ha dicho Beshear en la tarde del domingo, desfil¨® con su negra silueta durante casi 400 kil¨®metros y arras¨® el centro de Mayfield, la iglesia, el juzgado, la tienda de neum¨¢ticos y decenas de casas.
Frente a una de ellas, la joven Etelvina Aguilar no pod¨ªa contener a primera hora de la ma?ana el llanto al recordar lo sucedido dos noches atr¨¢s. Guatemalteca, lleg¨® hace cuatro meses y medio al pueblo, donde mont¨® un negocio de productos latinos. Como el dinero no alcanzaba, la familia, con los dos ni?os peque?os, viv¨ªa en el segundo piso de la tienda. El viernes lo perdieron todo. ¡°Hab¨ªa habido otros avisos como este, pero por suerte, tuve un p¨¢lpito e hice bajar a los ni?os. Nos escondimos tras una columna, eso nos salv¨®. Fue cuesti¨®n de cinco minutos. El nene gritaba sin parar. Y ahora mire: mi casa, mi negocio, vi desaparecer todo en un instante¡±, dice ante el mont¨®n de cascotes de su vida anterior. La pareja no hab¨ªa tenido tiempo de asegurar la propiedad. ¡°As¨ª que no tenemos nada, solo deudas¡±.
Cerca de all¨ª, montado en una camioneta negra, el cocinero C. E. Mines, de 60 a?os, patrullaba, tambi¨¦n con l¨¢grimas en los ojos, las calles del centro. El viernes habl¨® con su esposa, que estaba en el m¨¦dico, cuando empezaron las terribles sacudidas. ¡°Pasamos esa noche separados, y ayer nos encontramos por fin. No puedo decir lo mismo de mis vecinos. No tengo manera de saber si est¨¢n vivos. Esta comunidad, tan unida, ha sido diezmada¡±.
Un poco m¨¢s tarde, Tommy Anderson, ingeniero de 64 a?os, se mov¨ªa melanc¨®licamente entre los restos de su naufragio particular. ¡°A¨²n no me he atrevido a aventurarme en el interior de la casa, pero da igual, porque no tendr¨ªa ning¨²n lugar a donde llevar lo que ha sobrevivido, como nuestro querido piano; no hay guardamuebles disponibles en la zona¡±, explicaba ante la vivienda que compart¨ªa con su esposa y la familia de su hijo. Por suerte, todos alcanzaron a refugiarse en el s¨®tano.
Anderson ha logrado asegurarse al menos un motel cerca de Mayfield, cuya reserva va renovando de d¨ªa en d¨ªa. Otros supervivientes han sido acogidos por familiares y amigos. Se han habilitado tres refugios en la zona, y un lugar para que las familias puedan aportar pruebas, como efectos personales, para identificar a los seres queridos cuyo rastro se ha perdido.
En la zona de la f¨¢brica de velas, hoy un solar lleno de despojos, los rescatadores y forenses trabajaban a destajo. El acceso rodado estaba cortado por varias patrullas de la polic¨ªa militar. Uno de sus agentes ped¨ªa a los curiosos que no entorpecieran la localizaci¨®n e identificaci¨®n de los cad¨¢veres. ¡°A¨²n queda mucho por hacer all¨ª¡±.
Incluso para quienes han sobrevivido y sus casas est¨¢n razonablemente en pie, la existencia se ha vuelto un infierno en este somnoliento pueblo de Kentucky, cuyo eslogan, ¡°m¨¢s que un recuerdo¡±, sonaba hoy, pintado sobre una pared blanca que se ha mantenido milagrosamente en pie en la calle principal, como una broma pesada. No hay electricidad ni agua potable, y la agente Sarah Burgess, de la polic¨ªa regional, con jurisdicci¨®n sobre 11 condados, cinco de los cuales se han llevado la peor parte de las tormentas del viernes, se teme que no vuelvan ninguno de esos servicios b¨¢sicos ¡°al menos hasta el fin de semana que viene¡±. Por si fuera poco, las temperaturas se han desplomado en Mayfield, donde hel¨® el s¨¢bado por la noche.
Burgess explica que est¨¢n desbordados por la cantidad de personas que se han presentado para ayudar a los supervivientes. Personas como los voluntarios de la ONG Aerial Recovery, que, llegados el d¨ªa anterior de Nashville, en la vecina Tennessee, tuvieron que dormir en el interior de sus coches; cocineros como el chef espa?ol Jos¨¦ Andr¨¦s, que se desplaz¨® el s¨¢bado por la noche desde Washington para dar comidas gratuitas a los afectados; o espont¨¢neos como Bobby Truffen, que hab¨ªa madrugado para llenar su camioneta hasta los topes de alimentos y bebidas que iba ofreciendo a los operarios de las gr¨²as que mov¨ªan enormes pedazos de metal doblados como el papel. A ninguno de ellos, polic¨ªas, bomberos o voluntarios, les sobraba el tiempo: las autoridades han decretado un toque de queda desde la ca¨ªda del sol, ciertamente temprana en esta ¨¦poca del a?o, hasta el amanecer.
Otros vecinos acud¨ªan a la iglesia Catalyst, donde el sacerdote Justin Carrico ordenaba el tr¨¢fico de las donaciones: cereales, ropa, zumos y hasta un mont¨®n de biblias. En una de las mesas del improvisado refugio, una pareja mayor, Tim y Jenny, desayunaba pizza con la mirada perdida. Su casa no sufri¨® demasiado, pero no tienen ni agua ni electricidad y hab¨ªan pasado la noche ¡°con toda la ropa que ten¨ªan encima para sobrellevar el fr¨ªo¡±. ¡°Tengo un tel¨¦fono que me han pasado de un tipo llamado Errol que tiene un generador y permite que la gente se duche en su casa¡±, susurra Jenny. ¡°Si necesita usted una ducha, ap¨²ntelo, pero no lo vaya regalando por ah¨ª¡±.
En el instituto a las afueras de Mayfield, escenas como esa se repet¨ªan entre el ir y venir de los miembros de los cuerpos de rescate, con el cansancio dibujado en el rostro. Muchos de los que perdieron su casa pasaron la primera noche aqu¨ª, cuando el calor no se hab¨ªa ido del todo. ¡°Ayer los fuimos recolocando en diversos lugares¡±, aclara Billy Edwards, director de un centro que ense?a a 530 alumnos, en el centro de la cancha de baloncesto de los Mayfield Cardinals, hoy convertida en un lugar de rescate. La falta de electricidad a?ad¨ªa dramatismo al estadio vac¨ªo, en penumbra.
A mediod¨ªa, unos cuantos vecinos hab¨ªan decidido celebrar una misa con unas pocas sillas plegables donde estaba la iglesia baptista de Yahweh. Entre ellos, Arthur Bryn lloraba al recordar que en ese templo que se llev¨® el tornado asisti¨® a la boda de sus tres hijas. ¡°Tengo 70 a?os, y siempre he vivido aqu¨ª. Los peores d¨ªas de mi vida han sido los que he pasado lejos de Mayfield. Hasta ahora. Esto lo supera todo¡±, dec¨ªa abrazado a su esposa.
Beshear: ¡°No espero m¨¢s supervivientes en la f¨¢brica de velas¡±
El gobernador demócrata de Kentucky, Andy Beshear, se ha convertido este fin de semana en la cara más visible de la gestión de la catástrofe natural que se ha llevado por delante la vida de más de 90 personas en este Estado, el más afectado, y en otros cinco: Illinois, Tennessee, Misisipi, Arkansas y Misuri.
Beshear advirtió desde los primeros momentos de que la cifra podría superar el centenar de víctimas y puso el foco de la tragedia en una fábrica de velas llamada Mayfield Consumer Products, en la que había 110 trabajadores en el momento de la catástrofe. “No creo que encontremos más supervivientes ahí”, ha asegurado Beshear, que en la mañana del domingo definió las consecuencias de la serie de tornados como “la devastación más grande que ninguno de nosotros hemos visto en nuestras vidas”.
Al dolor por la pérdida de sus compatriotas se suma el hecho de que el padre de Beshear, el también político demócrata Steve Beshear, de 77 años, que fue gobernador de Kentucky entre 2007 y 2015, es natural de Dawson Springs, uno de los condados más afectados por la destrucción de los tornados que arrasaron caprichosamente partes la región el viernes por la noche.
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