Mattarella, el hombre que sostuvo a Italia
El jefe del Estado, viejo democristiano y hermano del presidente siciliano asesinado por la Cosa Nostra, mantuvo en pie al pa¨ªs cuando la deriva nacionalpopulista de Salvini amenazaba con desequilibrarlo
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La ma?ana del 6 de enero de 1980 toda Palermo celebraba el d¨ªa de Reyes. Piersanti Mattarella, gobernador de Sicilia y hombre fuerte de la Democracia Cristiana, conduc¨ªa su Fiat 132 blanco hasta la iglesia donde iba a acudir a misa con su esposa, sentada en el asiento de al lado, y su hija y su suegra, acomodadas en las plazas traseras del veh¨ªculo. Cuando llegaron a la c¨¦ntrica Via della Libert¨¤, un sicario de la Cosa Nostra se acerc¨® a su ventanilla y le dispar¨® seis veces a bocajarro. En la fotograf¨ªa que tom¨® la legendaria Letizia Battaglia, se ve a un tipo de pelo blanco y gafas sacando dram¨¢ticamente el cad¨¢ver por la puerta del acompa?ante en un intento desesperado por salvarle la vida. Era su hermano, Sergio Mattarella (Palermo, 80 a?os), un hombre ¨ªntegro que vivi¨® para siempre marcado por una tragedia que subrayaba las debilidades de Italia y que le impuls¨® siempre a cumplir con una ins¨®lita voluntad de servicio al pa¨ªs.
El actual jefe del Estado italiano, el segundo presidente que repetir¨¢ en el cargo en la historia de la Rep¨²blica ¨Del anterior fue su predecesor, Giorgio Napolitano¨D ha demostrado ser un hombre comprometido, moderado y neutral capaz de mantener el fr¨¢gil equilibrio de un pa¨ªs con tendencias suicidas en los peores momentos de estos siete a?os. ¡°Si se me necesita, aqu¨ª estoy. Aunque ten¨ªa otros planes¡±, dijo con su modestia habitual cuando el s¨¢bado le solicitaron repetir. Mattarella es uno de los ¨²ltimos representantes del ala progresista de la vieja Democracia Cristiana. Fue elegido presidente por el Parlamento de Italia en febrero de 2015. Era el as en la manga del entonces primer ministro, Matteo Renzi, para impedir la llegada de Giuliano Amato, que ya hab¨ªan acordado a sus espaldas Massimo D¡¯Alema y Silvio Berlusconi dentro del llamado pacto del Nazareno ¡ªpor la calle donde est¨¢ la sede del Partido Democr¨¢tico (PD) en Roma¡ª. Il Cavaliere estaba harto de Napolitano, un hombre que nunca le bail¨® el agua, y quer¨ªa asegurarse un periodo de paz: para ¨¦l y para sus empresas. Pero se impuso el nombre de Renzi (como pasa siempre que el pol¨ªtico florentino se propone algo). Pero el tiempo demostr¨® que se equivocaba si pensaba que Mattarella pod¨ªa sentirse en deuda.
La relaci¨®n, explican quienes tratan con ambos, se rompi¨® cuando Renzi dimiti¨® en diciembre de 2016 pensando que se convocar¨ªan elecciones y recuperar¨ªa con m¨¢s fuerza el puesto de primer ministro. Mattarella, poco amigo de movimientos personalistas de palacio, impidi¨® que se disolvieran las c¨¢maras y apost¨® por la figura de Paolo Gentiloni como relevo. Fue la primera intervenci¨®n en la legislatura para evitar un descalabro. La segunda, quiz¨¢, lleg¨® cuando impidi¨® que Paolo Savona fuera ministro de Econom¨ªa (la apuesta antieuropea del entonces ministro del Interior, Matteo Salvini, en 2018). La jugada fue tan violenta, que el presidente de la Rep¨²blica tuvo que explicarlo en televisi¨®n.
El mandato de Mattarella ha sido agitado y crucial en muchos momentos. Ha vivido cinco Ejecutivos distintos ¨Del de Matteo Renzi, el de Paolo Gentiloni, los de Giuseppe Conte y el de Mario Draghi¨D y estuvo a punto de formar un Gobierno t¨¦cnico para evitar la deriva nacionalpopulista en la que se embarc¨® peligrosamente Italia de la mano de Matteo Salvini. Sufri¨® una grotesca campa?a para realizarle un supuesto impeachment por parte del Movimiento 5 Estrellas. Y vio como Salvini, en desacuerdo con sus decisiones, tuiteaba que ¨¦l no era su presidente. Su relaci¨®n, sin embargo, ha sido buena con casi todos. En el Quirinal recuerdan que la legislatura empez¨® con un Ejecutivo en el que un partido quer¨ªa salir del euro ¡ªel Movimiento 5 Estrellas (M5S)¡ª y el otro de la Uni¨®n Europea ¡ªla Liga¡ª. Uno con pulsiones filorrusas y el otro inclinado a contentar a China. Mattarella logr¨® contener todas esas derivas y mantener a flote la imagen internacional de Italia.
El Parlamento le ha pedido ahora un ¨²ltimo servicio, pese a que Mattarella dijo de todas las formas posibles que quer¨ªa marcharse a su casa y que un segundo mandato le parec¨ªa forzar en exceso la Constituci¨®n. Todos sab¨ªan, sin embargo, que un hombre de su compromiso, que vio como su familia se romp¨ªa por su voluntad de servicio al pa¨ªs, ser¨ªa incapaz de negarse.
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