Las debilidades de Pedro Castillo precipitan la segunda crisis de Gobierno en Per¨² en seis meses
Ante su falta de firmeza contra la corrupci¨®n, el mandatario se queda m¨¢s solo que nunca tras la marcha de dos de sus ministros m¨¢s importantes
Pedro Castillo vive su momento m¨¢s dif¨ªcil desde que llegase a la presidencia, que en su caso no es decir poco. La falta de firmeza del profesor rural contra la corrupci¨®n policial de la que le hab¨ªa alertado en repetidas ocasiones su ministro de Interior ha provocado una cascada de dimisiones en su gabinete que amenaza con llev¨¢rselo a ¨¦l tambi¨¦n por delante. Castillo se encuentra m¨¢s solo que nunca.
La ¨²ltima en presentar su renuncia ha sido su mano derecha, Mirtha V¨¢squez. Se va denunciando que la estructura del Estado permanece secuestrada por elementos incontrolados que torpedean investigaciones por corrupci¨®n. El deep state peruano. La primera ministra confiaba en llevar a cabo reformas y cambios en la jerarqu¨ªa para combatir estas mafias enraizadas en el coraz¨®n del sistema. Ante la falta de acci¨®n del presidente, al que en repetidas ocasiones sus colaboradores le han presentado pruebas de lo que estaba ocurriendo, V¨¢squez se va del Gobierno, lo que supone una nueva remodelaci¨®n de todo el gabinete. La segunda en apenas seis meses.
La inestabilidad en la que est¨¢ inmersa Per¨² desde hace cinco a?os no ha hecho sino incrementarse con Castillo. Casi a presidente por a?o, el pa¨ªs no ha terminado de encontrar un rumbo pol¨ªtico que pueda hacer las reformas necesarias. El l¨ªder de izquierdas lleg¨® al poder de forma accidentada por las acusaciones de fraude en las urnas de su rival, Keiko Fujimori, denuncias que no ten¨ªan ninguna base, pero que enrarecieron el ambiente. Una vez tom¨® posesi¨®n en verano del a?o pasado, cre¨® un gabinete repleto de gente cercana a Vladimir Cerr¨®n, el due?o del partido con el que Castillo lleg¨® al poder. Se trata de un extremista con ideas retr¨®gradas en lo social que fung¨ªa como una especie de presidente en la sombra.
Sin embargo, a los pocos meses, el presidente cort¨® con los cercanos a Cerr¨®n. La tensi¨®n entre ellos fue m¨¢xima. Entonces pareci¨® un golpe audaz. Daba la sensaci¨®n de que el profesor quer¨ªa volar por libre. En lugar de uno de los hombres de Cerr¨®n, coloc¨® a pol¨ªticas con un perfil m¨¢s socialdem¨®crata. Entre ellas, Mirtha V¨¢squez. El Gobierno parec¨ªa tomar un rumbo claro. Los problemas, de todos modos, han continuado. No hay semana en la que no haya una crisis, un esc¨¢ndalo, la dimisi¨®n de alg¨²n ministro que cometi¨® alguna torpeza. Aunque es cierto que Per¨² devora ministros y presidentes como ning¨²n otro pa¨ªs en Am¨¦rica Latina, hasta para sus est¨¢ndares esta situaci¨®n resulta excesiva.
La ola la vio venir Castillo en el horizonte desde la semana pasada, aunque por lo visto no calcul¨® su dimensi¨®n. El ministro de Interior, Avelino Guill¨¦n, le present¨® el viernes su renuncia. Guill¨¦n llevaba un mes enfrentado al comandante general de la polic¨ªa, Javier Gallardo, que actuaba por libre y no respond¨ªa ante el ministro. El jefe de los polic¨ªas sac¨® a m¨¢s de 1.700 agentes experimentados en unidades claves de la lucha contra la corrupci¨®n y el crimen organizado. El ministro, el fiscal que llev¨® a prisi¨®n a Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, pensaba que era una estrategia para disminuir la capacidad de investigaci¨®n del cuerpo y le pidi¨® su cabeza al presidente. Castillo no le escuch¨®, ni siquiera le respond¨ªa los mensajes al ministro.
La primera ministra trat¨® de mediar. Le dijo a Castillo que lo mejor era mantener a Guill¨¦n y jubilar al polic¨ªa. Ni as¨ª actu¨® el presidente, que conf¨ªa m¨¢s en sus asesores que en sus ministros. La consecuencia es que ella tambi¨¦n se va y deja al gabinete a merced de una nueva aprobaci¨®n en el Congreso, la tercera en medio a?o. La oposici¨®n ha tratado de dinamitar el Gobierno de Castillo desde el exterior, pero no hay duda de que los mayores enemigos los tiene dentro. Castillo no parece necesitar que nadie lo acerque al abismo, ¨¦l se asoma solito.
El presidente comunic¨® en Twitter la remodelaci¨®n del Gobierno como si fuera una idea suya. En realidad, la hace obligado. Horas antes, V¨¢squez hab¨ªan hecho saltar todo por los aires. En ese intervalo de tiempo, el ministro m¨¢s s¨®lido de ese Gobierno, el economista Pedro Francke, anunci¨® en redes sociales que se pon¨ªa de parte de los que exigen m¨¢s contundencia contra la corrupci¨®n. Castillo nunca estuvo antes tan aislado. Su supervivencia est¨¢ en el aire.
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