Miles de vidas segadas en el Donb¨¢s, la ¨²ltima guerra de Europa
La escalada rusa eleva los temores a que el conflicto del este de Ucrania derive de nuevo en una guerra abierta
Una colecci¨®n de fotograf¨ªas de Yevgen Jarchenko preside, desde una mesita de caf¨¦, el sal¨®n de la que fue su casa, a las afueras de Kiev. Parece un altar: el joven sonriente y con un sombrero rayado; en otra imagen, al lado de dos iconos religiosos, posa con su uniforme militar. ¡°El 1 de febrero habr¨ªa cumplido 35 a?os, pero la guerra nos lo arrebat¨®¡±, suspira su madre, Natalia Jarchenko.
Yevgen era admirador del Che Guevara, amaba el cine y le chiflaba el color rojo, tanto que sus amigos le llamaban red (rojo en ingl¨¦s). Hab¨ªa estudiado en la Academia de Polic¨ªa, pero no le gust¨®, as¨ª que se recicl¨® y se licenci¨® en Derecho. Acababa de abrir un peque?o despacho cuando Rusia se anexion¨® Crimea. Poco despu¨¦s, cuando comenz¨® la guerra del Donb¨¢s, el joven, a quien nunca le hab¨ªa interesado especialmente el Ej¨¦rcito, se alist¨® como voluntario en uno de los batallones que m¨¢s tarde pasar¨ªan a sumarse a las filas de la Guardia Nacional para apoyar al desnutrido y mal organizado Ej¨¦rcito ucranio. Muri¨® en un ataque unos meses despu¨¦s. ¡°Ahora, cuando hablan de que va a venir la guerra se me revuelve el est¨®mago. La guerra est¨¢ en mi casa desde hace ocho a?os¡±, recalca Natalia tirando de los cordones de una sudadera roja que fue de su hijo.
Unas 14.000 personas ¡ªen su mayor¨ªa soldados y milicianos¡ª han muerto en los dos bandos del conflicto del Donb¨¢s desde 2014, seg¨²n estimaciones de la ONU. Alrededor de un 25% de ellos eran civiles. La ¨²ltima guerra de Europa se libra en el este de Ucrania, entre el Ej¨¦rcito del Gobierno y los separatistas prorrusos de las autodenominadas Rep¨²blicas Populares de Donetsk y Lugansk, que reciben el apoyo pol¨ªtico y militar del Kremlin. El conflicto al que los ojos de medio mundo mira ahora con alarma en plena escalada de tensi¨®n de Rusia con Occidente en torno a Ucrania, en cuyas fronteras Mosc¨² ha concentrado decenas de miles de soldados, ha causado tambi¨¦n miles de heridos, un mill¨®n y medio de desplazados internos y ha drenado la econom¨ªa del pa¨ªs m¨¢s pobre de Europa junto a Moldavia. El coste de la guerra del Donb¨¢s, humano y econ¨®mico, es oce¨¢nico.
En los ¨²ltimos d¨ªas, la guerra puede haber entrado en una nueva fase. Las rupturas del en¨¦simo alto el fuego son habituales, seg¨²n documenta la misi¨®n de observaci¨®n de la OSCE. Pero el aumento de ataques desde el jueves, las acusaciones cruzadas de ambos bandos y las ¨®rdenes de los l¨ªderes separatistas de evacuar a la poblaci¨®n civil de los territorios y movilizar a los reservistas hace temer que el conflicto que se ha estado cociendo a fuego lento estalle en llamas. Los jefes secesionistas de Donetsk y Lugansk hablan de actos de sabotaje en el suministro de agua y gas y afirman que temen que Kiev lance un ataque para recuperar el control de toda la regi¨®n. El Gobierno ucranio lo niega rotundamente y advierte de que todo son ¡°provocaciones¡± para profundizar la crisis en un momento especialmente delicado.
La escalada ha elevado por en¨¦sima vez las alarmas de Occidente. EE UU y la OTAN creen que las acusaciones separatistas son una operaci¨®n del Kremlin, que podr¨ªa usar como pretexto para intervenir abiertamente en el Donb¨¢s, donde ha repartido casi un mill¨®n de pasaportes rusos, e incluso en todo el pa¨ªs. El Kremlin, que pese a la evidencia niega su presencia en el conflicto y lo denomina ¡°guerra civil¡±, ha iniciado un protocolo de acogida a los evacuados. Mientras, el presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, asegura que la poblaci¨®n de Donetsk y Lugansk est¨¢ sufriendo un ¡°genocidio¡±.
Como Yevgen Jarchenko, la mayor¨ªa de bajas militares se produjeron los dos primeros a?os de guerra. Tras las movilizaciones europe¨ªstas y contra la corrupci¨®n que derribaron al presidente Viktor Yanuk¨®vich, aliado de Mosc¨², el Kremlin, consciente de que Ucrania se alejaba de su esfera de influencia, lanz¨® una operaci¨®n en la pen¨ªnsula ucrania de Crimea, que se anexion¨® con un refer¨¦ndum no reconocido por la comunidad internacional en marzo de 2014. No mucho despu¨¦s empez¨® la escalada violenta en el este de Ucrania, donde los separatistas prorrusos de Donetsk y Lugansk declararon la independencia de ambas regiones tras una apresurada votaci¨®n.
Las feroces batallas de 2014 y 2015 en el Donb¨¢s, otrora una rica zona minera e industrial, se saldaron con un tercio de la regi¨®n bajo control de los separatistas. Tras la firma de los acuerdos de Minsk entre Ucrania, Rusia y representantes de las autodenominadas Rep¨²blicas Populares de Donetsk y Lugansk, el avance de tropas se detuvo. Pero los pactos que marcaban la senda para la paz no se cumplieron y la lucha encarnizada se transform¨® en una guerra de trincheras que dura hasta hoy. La l¨ªnea del frente de unos 400 kil¨®metros, que apenas se ha movido desde entonces, parece simbolizar ahora m¨¢s que nunca ¡ªcon las bambalinas y las negociaciones diplom¨¢ticas para enfriar la crisis bullendo contra el reloj¡ª la pugna entre Rusia y Occidente.
Los estancados acuerdos de Minsk, que todas las partes incumplen, no han tra¨ªdo la paz. Los ataques a lo largo de la l¨ªnea del frente causan a¨²n un goteo de fallecidos; uno o dos a la semana, seg¨²n datos del Ej¨¦rcito ucranio, sobre todo por disparos de francotiradores o morteros. Las cifras de bajas de los l¨ªderes separatistas son algo m¨¢s opacas, pero la ONU estima que la sangr¨ªa es similar. Este s¨¢bado, el operativo militar de Ucrania notific¨® dos soldados fallecidos en los ataques del viernes.
A Volod¨ªmir Belov, de 36 a?os, le alcanz¨® una mina de mortero el pasado junio en una trinchera de la l¨ªnea del frente cerca de Mari¨²pol, en el mar de Azov. No sobrevivi¨®. En un momento estaba hablando con su hermano Vadim por WhatsApp sobre las vacunas contra el coronavirus, con especial ¨¦nfasis tras la muerte de su madre por la covid-19 meses antes, y al siguiente, el silencio. ¡°En 2014, cuando el Kremlin rob¨® Crimea, fue un shock. Quer¨ªamos una vida mejor. En aquella ¨¦poca la corrupci¨®n hab¨ªa llegado a tal nivel que no hab¨ªa a d¨®nde ir¡±, dice Vadim, de 31 a?os, en la cocina de su casa en Zabirya, una ciudad dormitorio cercana a la capital ucrania. As¨ª que Volod¨ªmir, que trabajaba en una compa?¨ªa de internet, que en sus ratos libres compon¨ªa m¨²sica electr¨®nica y jugaba de portero en un equipillo de f¨²tbol y a quien sobre todo le gustaba hacer de hermano mayor, se alist¨®.
Familias tocadas de cerca por la guerra como los Belov, los Jarchenko, o la pareja formada por Lesia y Olekandr Kotovi, herido muy grave en el frente en 2015, observan tensos la escalada de estos d¨ªas. Son tiempos muy dif¨ªciles, reconoce Kotovi mientras prepara caf¨¦ en su cocina reci¨¦n reformada. No solo por el temor a una nueva guerra abierta, sino tambi¨¦n por el equilibrio en el que se mueve el Gobierno. El presidente ucranio, Volod¨ªmir Zelenski, arras¨® en las elecciones de 2019 con un discurso contra la corrupci¨®n y prometi¨® ¡°parar¡± la contienda en el este. Su antecesor y rival, Petr¨® Poroshenko, hab¨ªa prometido ganarla. Ahora, el l¨ªder ucranio, un actor c¨®mico sin experiencia pol¨ªtica a quien muchos vieron como un caramelito para Putin, se ha transformado en un halc¨®n en pol¨ªtica exterior.
Analistas como Dmitri Trenin, del Instituto Carnegie de Mosc¨², creen que la intens¨ªsima presi¨®n de Rusia sobre Ucrania busca no una invasi¨®n a gran escala, sino obligar al Gobierno a negociar directamente con los l¨ªderes separatistas, a quien Kiev considera marionetas de Mosc¨², y forzar a Kiev a implementar los acuerdos de Minsk. Solo su parte, eso s¨ª. Los pactos exigen la celebraci¨®n de elecciones locales en Donetsk y Lugansk, tras las que se conceder¨ªa cierta autonom¨ªa a las regiones; pero los acuerdos disponen tambi¨¦n que se debe devolver el control de la frontera con Rusia a las autoridades ucranias, la retirada de milicianos y armamento de los territorios en control de los separatistas y que esos comicios se deben celebrar bajo la ley electoral ucrania y con la presencia de observadores internacionales.
Implementar la parte que depende de Kiev sin tener constancia de que el resto tambi¨¦n se incumple es un jarabe amargo dif¨ªcil de tragar para Zelenski, que tendr¨ªa enormes problemas en casa. ¡°Ser¨ªa una capitulaci¨®n en cierta medida¡±, dice Oleksandr Kotovi. ¡°No al mismo nivel que ceder a que Rusia se quede los territorios ocupados abiertamente, pero es duro pensar que tanta gente habr¨ªa muerto o sufrido heridas para que luego llegue Mosc¨² a torcer el brazo as¨ª¡±, dice Lesia. Las lesiones de Oleksandr fueron grav¨ªsimas. Tuvo que volver a aprender a hablar y a andar. Ahora lucha en los tribunales para que se le reconozca un mayor grado de discapacidad. La burocracia es ¡°una pesadilla¡±, dice Lesia. Y su abogado les reclama el 50% de la indemnizaci¨®n que obtengan.
Natalia Jarchenko, rusa con pasaporte ucranio y ¡°patriota¡± no se atreve a analizar la escalada rusa. Cuando Mosc¨² se anexion¨® la pen¨ªnsula ucrania de Crimea y algunos de sus allegados lo celebraron con cava le doli¨® el coraz¨®n. Cuando Yevgen muri¨® dej¨® de hablarles. Al otro lado de la regi¨®n, Vadim Belov, no cree que la crisis que ha puesto a Ucrania en el foco mundial de nuevo vaya a derivar en una guerra a gran escala que arrastrar¨ªa adem¨¢s, alerta, a toda Europa. ¡°El objetivo del Kremlin no es Ucrania. El mundo necesita saber qu¨¦ est¨¢ pasando aqu¨ª y qui¨¦n es el responsable¡±, insiste el hombre ante una taza de t¨¦ hirviendo. Y a?ade: ¡°El pueblo ruso no es el enemigo de Ucrania. El enemigo de Ucrania y de toda Europa es Putin y su s¨¦quito¡±.
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