Ucrania rechaza entregar Mariupol a Rusia pese al ultim¨¢tum del Kremlin
Vence el plazo que las tropas de Putin hab¨ªan dado al ej¨¦rcito de Kiev para ceder el control de la estrat¨¦gica ciudad portuaria
Mariupol va camino de convertirse en una de las ciudades borradas casi hasta los cimientos: Gernika, Coventry, Alepo, Grozni. El domingo, despu¨¦s de semanas de un estrech¨ªsimo y virulento cerco a la ciudad portuaria, de intensos bombardeos y de un asedio feroz, Rusia dio un ultim¨¢tum a las fuerzas ucranias: que entreguen lo que queda de Mariupol, se rindan y abandonen la localidad antes de las cinco de la ma?ana (hora de Mosc¨², cuatro de la ma?ana hora de Ucrania y tres de la ma?ana hora peninsular espa?ola), un plazo que ya ha vencido. Mientras, las autoridades ucranias se niegan a ceder la ciudad, como reclama el Kremlin.
El Ministerio de Defensa ruso remarca que en Mariupol se est¨¢ produciendo una ¡°cat¨¢strofe humana¡± y culpa de ello a las ¡°fuerzas nacionalistas¡±. Mosc¨² acusa a Kiev de utilizar ¡°nazis¡±, ¡°mercenarios extranjeros¡± y ¡°bandidos¡± para mantener como rehenes a centenares de civiles en la ciudad. ¡°Bajen las armas. Todos los que lo hagan tienen garantizado un paso seguro fuera de Mariupol¡±, exigi¨® el director del Centro Nacional Ruso para la Gesti¨®n de la Defensa, Mija¨ªl Mizintsev en una sesi¨®n informativa el domingo. ¡°Las autoridades de Mariupol ahora tienen la oportunidad de tomar una decisi¨®n y pasarse al lado del pueblo; de lo contrario, el tribunal militar que los espera es solo un poco de lo que merecen por sus terribles cr¨ªmenes, que la parte rusa est¨¢ documentando cuidadosamente¡±, a?adi¨®.
La vice primera ministra de Ucrania, Iryna Vereshchuk, ha rechazado en la madrugada de este lunes el ultim¨¢tum de Rusia: ¡°No se puede hablar de rendici¨®n de ning¨²n tipo, de dejar las armas. Ya hemos informado a los rusos¡±, dijo en declaraciones a Pravda. ¡°En lugar de perder el tiempo en cartas de ocho p¨¢ginas, abran un corredor (humanitario)¡±, pidi¨®. La responsable pol¨ªtica se refiri¨® al ultim¨¢tum ruso como una ¡°manipulaci¨®n consciente¡± y ¡°una verdadera toma de rehenes¡±, en alusi¨®n a los ciudadanos sitiados en Mariupol.
El ultim¨¢tum llega tras d¨ªas de un asalto cada vez m¨¢s brutal a la ciudad y que se ha agudizado en las ¨²ltimas horas. Y cuando el Kremlin, en otra exhibici¨®n de m¨²sculo militar, utiliz¨® por primera vez sus nuevos misiles hipers¨®nicos. Lo ha hecho contra ¨¢reas civiles en el oeste de Ucrania, no demasiado lejos de territorio de la OTAN. Mientras, los combates en Mariupol son dur¨ªsimos. Antes de expirar el plazo l¨ªmite dado por el Kremlin, las tropas de Vlad¨ªmir Putin, que invadieron Ucrania el 24 de febrero, ya controlaban tres barrios y estaban luchando en el centro de la localidad, una zona en llamas y con edificios arrasados hasta los cimientos. Adem¨¢s, se hab¨ªan hecho con el control del puerto. Mientras, la ciudadan¨ªa de la que fue una vez una pr¨®spera urbe industrial trataba de salir como pod¨ªa de la ratonera de Mariupol a trav¨¦s de los corredores humanitarios, bajo el fuego de artiller¨ªa y dejando toda su vida atr¨¢s; en muchas ocasiones tambi¨¦n dejando atr¨¢s a familiares y seres queridos de los que tras 25 d¨ªas de guerra ya nada saben. Mariupol se ha convertido tambi¨¦n en la ciudad de los desaparecidos.
Un circo convertido en un lugar de acogida para los desplazados
Muchos de los que pudieron escapar antes de lo que amenaza con ser la ofensiva final vagaban el domingo por el circo estatal de Zaporiyia, en el centro-sur del pa¨ªs, convertido en un lugar de primera acogida para desplazados por la invasi¨®n. Un circo que ya no es un circo. Ya no est¨¢n los ¡°payasos divertidos¡±, que anuncia el colorido cartel de la funci¨®n que deb¨ªa representarse estos d¨ªas: ¡°Expresi¨®n¡±. Tampoco ¡°bola de coraje, una atracci¨®n ¨²nica e inimitable donde motociclistas realizan trucos locos y encantadores dentro de una bola de metal¡±. Ahora, el circo de Zaporiyia es un n¨²cleo de vidas rotas por la guerra de Putin contra Ucrania. De personas evacuadas que tratan de escapar de las bombas que fulminan ciudades como Mariupol y que temen qu¨¦ m¨¢s puede padecer la ciudad tras el ultim¨¢tum del Kremlin. De personas que buscan, que revisan las decenas de carteles caseros pegados a la entrada rastreando pistas a sus seres queridos: una madre que qued¨® atr¨¢s en la huida, un hermano con quien se perdi¨® el contacto hace semanas en medio de los ataques, un esposo que se cree capturado por las fuerzas de ocupaci¨®n rusas, un padre que puede ser uno de esos cad¨¢veres que yacen sin recoger y sin enterrar en las calles de lo que queda de la ciudad del mar de Azov, asediada por las tropas del Kremlin.
Un cartel con la fotograf¨ªa de un chico: ¡°Atenci¨®n, residentes de Mariupol: un equipo de artistas de Ucrania, familiares y amigos buscan al artista gr¨¢fico Daniil Sergeevich Nemirovski (1993), que estuvo en el refugio de la Academia Nacional de Bellas Artes hasta el 1 de marzo y sali¨® para buscar a sus abuelos insulinodependientes. Desde entonces no se sabe nada de ¨¦l¡±. Vlad¨ªmir lleva un buen rato de pie, muy quieto, leyendo todos los mensajes. Busca a su esposa, Alexandra, de 32 a?os. ¡°Est¨¢bamos separados desde hace unos meses, pero quiero saber c¨®mo est¨¢, d¨®nde, no s¨¦ nada de ella¡±, cuenta. ?l escap¨® de Mariupol el jueves en coche con varios compa?eros de trabajo. Se unieron a un convoy humanitario y ahora busca y busca en el circo de Zaporiyia.
Cada nombre, cada letra en esas decenas de mensajes es una historia. Y quiz¨¢ una decena de personas que la extra?an y buscan. O m¨¢s. Cu¨¢nta gente se dar¨ªa cuenta si un d¨ªa falt¨¢ramos. El viernes, una mujer con dos chiquillos peque?os peg¨® un cartel con su nombre, su tel¨¦fono y un mensaje en el que ped¨ªa pistas de su esposo. Los soldados rusos se lo llevaron seis d¨ªas antes. No lo volvi¨® a ver. C¨®mo escapar de un infierno cuando se deja atr¨¢s, en el horror, a un ser querido.
Con el avance de las tropas del Kremlin algo estancadas en la ofensiva, las fuerzas de Putin se aplican con ferocidad contra objetivos civiles y refuerzan el asedio a Mariupol, pieza clave para Rusia. Desde que Rusia la cerc¨®, unas 24.000 personas hab¨ªan logrado hasta el s¨¢bado salir de la ratonera en la que se ha convertido la localidad portuaria (con unos 400.000 censados antes de esta guerra), que lleva semanas estrangulada, bombardeada, sin agua, luz, gas o calefacci¨®n, donde escasean los alimentos y los f¨¢rmacos.
Pero se cree que todav¨ªa pueden quedar all¨ª, en medio de los fuertes combates, unas 300.000 personas en una situaci¨®n que las organizaciones sanitarias, como M¨¦dicos sin Fronteras o la Cruz Roja, con personal sobre el terreno, describen como ¡°catastr¨®fica¡±. Uno de los regimientos ucranios que lucha en la ciudad, el batall¨®n Azov (que empez¨® en 2014 como una milicia voluntaria de corte ultranacionalista hasta que las Fuerzas Armadas la absorbieron como parte de la guardia nacional), afirma que cuatro buques de guerra han bombardeado la ciudad desde el mar, que ya controlan por completo. Tambi¨¦n, la planta metal¨²rgica AzovStal, la mayor de Europa.
Las tropas de Putin ofrecen como parte de ese ultim¨¢tum un alto el fuego hasta las 10 de la ma?ana de Mosc¨² (las 8.00 hora peninsular espa?ola) para organizar evacuaciones de la ciudad. Mientras se abren camino en la conquista de Mariupol, las fuerzas del Kremlin han implantado la estrategia de capturar a poblaci¨®n civil y deportarla en contra de su voluntad a Rusia, aseguran las autoridades ucranias. Y de derivar algunos de los corredores humanitarios para escapar del infierno de una ciudad en llamas al pa¨ªs agresor. ¡°Lo que los ocupantes est¨¢n haciendo hoy es familiar para la generaci¨®n anterior, que vio los horribles eventos de la Segunda Guerra Mundial, cuando los nazis capturaron a la fuerza a las personas¡±, ha denunciado el alcalde de Mariupol, Vadym Boychenko, en una publicaci¨®n en su canal de Telegram. ¡°Es dif¨ªcil imaginar que en el siglo XXI las personas sean deportadas a la fuerza a otro pa¨ªs¡±. La pol¨ªtica de las detenciones tambi¨¦n se repite en las ciudades ocupadas con alcaldes, concejales, periodistas y personas que han organizado marchas contra la invasi¨®n y las tropas rusas. Las fuerzas de Putin han conquistado Berdiansk, Jers¨®n, Melitopol y otras. Pero tienen que conservarlas. No solamente frente al ej¨¦rcito ucranio: all¨ª la ciudadan¨ªa no los ha recibido con flores.
Ataque a una escuela de arte
Los ataques son constantes en Mariupol. El domingo, mientras los servicios de emergencia buscaban supervivientes del bombardeo el mi¨¦rcoles al Teatro Dram¨¢tico de la ciudad, donde seg¨²n las autoridades se refugiaban cientos de personas y solo se ha rescatado por ahora a 130, un nuevo ataque estall¨® en una escuela de arte, en el este de la urbe, donde se escond¨ªan unas 400 personas, seg¨²n el Ayuntamiento. Kiev ha acusado a Rusia de ese nuevo bombardeo indiscriminado contra la poblaci¨®n civil en su estrategia de tierra quemada. Mosc¨² asegura que no ataca objetivos civiles y a su vez acusa a las autoridades ucranias y al ej¨¦rcito de Kiev de montar farsas para culpar al Kremlin y de bombardear a sus propios ciudadanos.
Unos 4.000 civiles han muerto en Mariupol, seg¨²n las autoridades locales, desde que comenzaron los combates. La ciudad es muy importante para Putin porque su captura permitir¨ªa crear un corredor terrestre desde Crimea (que Rusia se anexion¨® ilegalmente en 2014) a los territorios del Donb¨¢s, que Mosc¨² controla a trav¨¦s de los separatistas prorrusos. Pero tambi¨¦n es muy simb¨®lica porque es sede del batall¨®n Azov.
Esos 4.000 muertos, sin embargo, son solo una estimaci¨®n. Al principio, los funcionarios de Mariupol llevaban un recuento ¡ªincluso un peque?o mapa¡ª con la intenci¨®n de organizar la recogida de los cuerpos. Despu¨¦s se hizo imposible. Hay fosas comunes con personas sin identificar. Quiz¨¢ uno de esos nombres de los carteles del circo de Zaporiyia. O de los grupos de Telegram en los que los vecinos se intercambian desesperadamente cualquier informaci¨®n ¨²til. Y v¨ªdeos de la ciudad. Y fotos en las que se puede ver la destrucci¨®n de sus casas.
Viktoria K¨¢shpor ha puesto un cartel en el circo de Zaporiyia para buscar a sus abuelos, a su hermana y a su sobrino. Lleg¨® el viernes a la ciudad con su esposo, sus dos hijos y su yerno. ¡°No s¨¦ d¨®nde est¨¢ el resto de mi familia. Ni lo que necesitan. S¨¦ que mis abuelos se quedaron en su garaje, pero no pudimos llegar all¨ª. Bombardearon mi casa y desde el 4 de marzo estuvimos escondidos en el s¨®tano con otras personas. No salimos durante dos semanas y media. Mi hija vino a buscarme, me agarr¨® de la mano y simplemente corrimos¡±, relata. Pasaron 19 controles. Varios de ellos de las tropas rusas, que ya se han hecho con el control de una buena franja del sureste del pa¨ªs.
Viktoria se pudo duchar el viernes por primera vez en tres semanas. Y dormir en la cama de un apartamento prestado, con cristales en las ventanas. Pero tambi¨¦n dice que aunque ahora no est¨¦ bajo los bombardeos constantes y tenga calefacci¨®n, agua, gas y comida, no puede descansar porque no sabe qu¨¦ ha sido de sus seres queridos. ¡°Trat¨¦ de hacerles llegar mensajes de que estamos aqu¨ª, se lo digo a todo el mundo, a cada persona que me encuentro, por si alguien los conoce o se los encuentra, o sabe qu¨¦ ha sido de ellos. Puede que incluso ellos lleguen y ya no tengan tel¨¦fono m¨®vil, pero lean estos mensajes¡±, dice la mujer, de 45 a?os, que ahora es una de los 10 millones de personas que han tenido que dejar sus casas por la guerra de Putin.
Como un matrimonio mayor, de Enerhodar, donde las tropas rusas ocuparon la central nuclear, que come un plato de sopa en el centro de diversiones de Zaporiyia, donde las taquillas son ahora un punto de registro y el puesto de palomitas ¡ªdulces y saladas¡ª, una improvisada farmacia. El circo ha atendido ya a unas 4.500 personas que han huido de distintas ciudades del sudeste del pa¨ªs, explica Vladislav Moroco, concejal de cultura de la ciudad y ahora uno de los responsables del centro. En los percheros del guardarropa cuelgan abrigos y jers¨¦is donados. En el suelo, un rosario de botes de conservas. Un poco m¨¢s all¨¢, decenas de pares de zapatos que esperan la llegada de los desplazados que a¨²n no han logrado salir tras numerosos corredores humanitarios fallidos.
Un cartel en picuda letra cursiva entre los anuncios del circo, dice: ¡°Atenci¨®n, pistas de Nosurov Vlad¨ªmir y Ludmila Nosurova (91 a?os); Goltvenko Natalia (92 a?os); Gotvenko Alexander (91 a?os)¡±. ?Los padres de alguien? ?T¨ªos? ?Abuelos? Otro anuncio con una direcci¨®n de Mariupol muestra la fotograf¨ªa de una mujer sonriente, de cabello corto y vestido de verano: ¡°Borisova Natalia Evgenievna (1964). No se sabe nada de ella desde el 2 de marzo¡±. Otro m¨¢s, en boli azul y letra apresurada: ¡°Busco a mi madre, Svetlana Baranovich (64). Desaparecida en Mariupol desde el 1 de marzo¡±.
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