Arturo McFields: ¡°No soy un h¨¦roe, tengo miedo, pero siento que me quit¨¦ un yunque del alma¡±
El embajador de Nicaragua ante la OEA afirma que hay descontento entre los funcionarios del Estado, pero tambi¨¦n mucho miedo. Rosario Murillo ¡°dirige una diplomacia sin alma ni cerebro¡±, le dice a EL PA?S
La obediencia de Arturo McFields hacia el r¨¦gimen de Daniel Ortega se convirti¨® este martes en una bomba que explot¨® con fuerza sobre la diplomacia nicarag¨¹ense. El hasta hoy embajador de Managua ante la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) dio un mazazo que puso en alerta y descoloc¨® al Gobierno, que inici¨®, seg¨²n fuentes de Canciller¨ªa, una paranoica cacer¨ªa de brujas para determinar c¨®mo fue posible lo que ya consideran una ¡°traici¨®n¡± de McFields. El embajador denunci¨® los desmanes de lo que ha catalogado como una dictadura que viola los derechos humanos y abog¨® por la liberaci¨®n de los m¨¢s de 170 presos pol¨ªticos. Un desahogo cuyas consecuencias est¨¢n por verse, pero que vuelve a poner la crisis de Nicaragua en la discusi¨®n internacional. ¡°No tengo valor, tengo miedo, pero creo que es importante vencer el miedo. Siento que me quit¨¦ un yugo del alma¡±, dice un aliviado McFields en entrevista telef¨®nica con EL PA?S.
El embajador ¡ªsu cargo sigue activo hasta que su destituci¨®n sea publicada de forma oficial en el diario del Estado en Nicaragua¡ª narra a este peri¨®dico c¨®mo tom¨® la decisi¨®n que ha puesto de cabeza al Gobierno de Ortega. ¡°Es una decisi¨®n que no surge de la noche a la ma?ana. Es una decisi¨®n que ha estado tortur¨¢ndome por mucho tiempo. Pero lo que me llena de esperanza es saber que no soy el ¨²nico en esta lucha interna por hacer algo, por manifestarte, por ayudar a los presos pol¨ªticos. Esto es de miles de funcionarios a niveles altos, a niveles intermedios y a niveles bajos¡±, afirma.
McFields afirma que hab¨ªa expresado su descontento por la situaci¨®n en la que est¨¢n encarcelados los presos pol¨ªticos del r¨¦gimen y que incluso lleg¨® a proponer que se liberara a de mayor edad y a los enfermos, pero que nadie escuch¨® su propuesta. Al contrario, recibi¨® amenazas por expresarla. ¡°Tener presos pol¨ªticos a los que est¨¢n tratando tan mal, ignorando cualquier principio internacional sobre el trato digno trasciende cualquier ideolog¨ªa pol¨ªtica. Sin embargo, como he dicho, en el Gobierno nadie escucha. Pero lo que es m¨¢s triste, nadie habla. Ven¨ªamos de una paliza moral en la OEA, entonces convocan a una reuni¨®n de emergencia. Yo cre¨ª que esa reuni¨®n era para analizar d¨®nde est¨¢bamos, para evaluar nuestros aciertos, errores y hacer cambios dignos para descomprimir la situaci¨®n sociopol¨ªtica. Cambios con cierto nivel de legitimidad; de hacer una peque?a concesi¨®n en favor del bienestar de los presos. Pero era una reuni¨®n para salirnos de la OEA. Yo abogu¨¦ por liberar a presos de la tercera edad, pero no me escucharon¡ Es que tener presos en condiciones infrahumanas debilita moralmente a las bases (sandinistas)¡±, afirma.
Su decisi¨®n de irrumpir en la reuni¨®n del Consejo Permanente de la OEA para denunciar lo que considera una ¡°dictadura¡± ha sido catalogada como valiente tanto en el seno de ese organismo como desde la oposici¨®n nicarag¨¹ense en el exilio. En los ¨²ltimos a?os, la experiencia ha demostrado que alzar la voz contra el Gobierno o criticarlo puede ser pagado con la vida, la c¨¢rcel o el exilio en la Nicaragua de Daniel Ortega. Un temor que sigue recorriendo el espinazo del diplom¨¢tico. ¡°No soy un superh¨¦roe, pero uno no puede dejar que sus miedos sean m¨¢s grandes que sus convicciones. Sin embargo, no te voy a mentir, sent¨ª mucho miedo cuando habl¨¦ en la sesi¨®n. Como una persona de carne y hueso, que tiene miedo por su familia. Miedo por mi integridad f¨ªsica y la de mi familia¡±.
Poco despu¨¦s de que las declaraciones de McFields se hicieran p¨²blicas, el Gobierno de Nicaragua emiti¨® un comunicado en el que dijo que no le reconoc¨ªa como su representante diplom¨¢tico. Esta situaci¨®n deja al periodista en un ¡°limbo jur¨ªdico¡± en Estados Unidos, como ¨¦l mismo reconoce. ¡°No puedo trabajar, no puedo hacer nada, soy un desempleado. T¨¦cnicamente, por estos d¨ªas, sigo siendo embajador, pero un embajador en el limbo¡±, dice desde Washington.
Algunas cr¨ªticas van dirigidas a la vicepresidenta Rosario Murillo quien, dice, dirige a su antojo la pol¨ªtica exterior del pa¨ªs: ¡°De acuerdo a la estructura del Gobierno, la cartera diplom¨¢tica la maneja una persona: la primera dama. Una diplomacia sin alma ni cerebro¡±, acota.
A pesar de su futuro incierto, el embajador afirma que no se arrepiente de lo que hizo este mi¨¦rcoles, cuando escribi¨® l¨ªneas en la historia de la diplomacia de la OEA, siempre tan anodina. Espera que su decisi¨®n cale hondo en los funcionarios del Estado, que aceptan la humillaci¨®n de seguir trabajando para un r¨¦gimen que los manipula. ¡°Tengo esperanzas en los funcionarios p¨²blicos, civiles y militares, porque los he o¨ªdo hablar. Hablan en voz baja. Incluso hablan funcionarios del m¨¢s alto nivel pol¨ªtico, civil y militar, pero cuando se tratan de declaraciones oficiales callan. Callan porque tienen miedo. En los ¨²ltimos meses varios funcionarios p¨²blicos se est¨¢n yendo, pero se van calladitos por el mismo miedo. Ahora mi futuro es incierto, pero me siento libre. Siento que me quit¨¦ un yunque de mi alma¡±.
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