Los largos tent¨¢culos de los oligarcas rusos en Estados Unidos
Las sanciones impuestas por la invasi¨®n en Ucrania destapan la impunidad con la que, gracias a empresas pantalla y firmas de presi¨®n de Washington, operaron en todo el pa¨ªs los clept¨®cratas cercanos a Putin
Clevelandgrado no suena tan bien como Londongrado, pero hasta la ciudad de Ohio tambi¨¦n llegan, como a la capital brit¨¢nica, los tent¨¢culos del dinero de la cleptocracia nacida de las ruinas de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Los oligarcas cercanos al presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, tienen en Estados Unidos, adem¨¢s de jets privados en California, superyates en Florida o mansiones de lujo en Aspen o Nueva York, negocios inmobiliarios y f¨¢bricas metal¨²rgicas en insospechados rincones del Medio Oeste. Rincones como Cleveland.
Todos esos bienes est¨¢n en el punto de mira de las sanciones impuestas desde hace un mes por Estados Unidos y sus aliados como respuesta a la invasi¨®n de Ucrania. Y no es una lista cerrada. Biden la ampli¨® sensiblemente este jueves, durante su visita a Bruselas, hasta abarcar a 400 pol¨ªticos, empresas y plut¨®cratas rusos.
Los oligarcas incluidos en esa n¨®mina se mov¨ªan hasta ahora inadvertidamente en el sistema estadounidense, basado en dar la bienvenida a la riqueza, l¨ªcita o il¨ªcita, sin hacer demasiadas preguntas. Ni la guerra del Donb¨¢s ni la anexi¨®n de Crimea en 2014, ni siquiera las injerencias de Mosc¨² en las elecciones de 2016 que acabaron con Donald Trump en la Casa Blanca, hab¨ªan convencido a Washington de hacer mucho al respecto. Esta vez es distinto, aunque los obst¨¢culos para que las sanciones sean efectivas no han cambiado.
As¨ª lo explica el periodista de investigaci¨®n Casey Michel, autor del libro American Kleptocracy (St. Martin¡¯s Press). Lleva por subt¨ªtulo C¨®mo Estados Unidos cre¨® el mayor sistema de lavado de dinero de la historia. Lo public¨® en noviembre, y la guerra lo ha convertido inesperadamente en el manual de uso de una impunidad que no es precisamente nueva: ya en 1999, en cuya Nochevieja Putin tom¨® las riendas del Kremlin, Richard Palmer, que hab¨ªa sido agente de la CIA en Mosc¨², advirti¨® al Congreso de que clept¨®cratas y antiguos miembros del KGB estaban inundado de dinero negro Estados Unidos.
Michel aplaude las sanciones, ¡°fant¨¢sticas en s¨ª mismas, mucho m¨¢s osadas de lo que cabr¨ªa esperar (y sobre todo, de lo que esperaba Putin), pero tambi¨¦n insuficientes¡±. ¡°Si no se acompa?an de reformas que refuercen la transparencia y sirvan para combatir el lavado de dinero, les ser¨¢ muy f¨¢cil sortearlas. Es urgente abolir las normas que permiten el anonimato de las empresas pantalla y de los fideicomisos en Estados Unidos¡±, opina.
Un alto funcionario del Consejo de Seguridad Nacional, que lleva trabajando durante meses en ese programa de castigos y que pidi¨® mantenerse en el anonimato, reconoci¨® la semana pasada a EL PA?S el problema. ¡°El atosigamiento a los oligarcas es una de las patas m¨¢s importantes de la respuesta de Estados Unidos a la agresi¨®n de Rusia, injustificada y no provocada, y habr¨¢ m¨¢s, sin duda, sobre las que no puedo dar detalles, porque eso permitir¨ªa a los sancionados mover sus activos antes de que los congelemos. Pero no se trata solo de a?adir nombres a la lista, sino de ver la manera de llegar hasta sus posesiones y negocios, que normalmente est¨¢n ocultos bajo varias capas de firmas an¨®nimas¡±, explic¨®.
Tambi¨¦n record¨® que el Congreso aprob¨® en 2020 una ley, a¨²n pendiente de aplicaci¨®n, que obliga a identificar ante el Gobierno a estos intermediarios, que se benefician de normativas especialmente laxas en lugares como el peque?o Estado de Delaware, hogar del presidente Joe Biden, que, en la pr¨¢ctica, es un para¨ªso fiscal con un mill¨®n de habitantes que alberga 1,5 millones de empresas, como recuerda Michel, que a?ade que su capital, Wilmington, es la ¡°meca mundial de las empresas pantalla¡±. En proceso est¨¢ tambi¨¦n una iniciativa llamada Enablers Act (algo as¨ª como la ley de los conseguidores) que hace extensiva esa obligaci¨®n a abogados, asesores de inversiones, contables, marchantes de arte o relaciones p¨²blicas en contacto con dinero sucio.
El Departamento de Justicia cre¨®, adem¨¢s, a principios de mes un grupo de trabajo llamado KleptoCapture para perseguir a los ¡°corruptos oligarcas rusos¡±, seg¨²n los defini¨® el fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland. Y la semana pasada, los departamentos del Tesoro y de Justicia tambi¨¦n firmaron un acuerdo para coordinar los esfuerzos de los miembros del G-7. El alto funcionario del Consejo de Seguridad Nacional puso como ejemplo el caso de Espa?a (que no es miembro del club), donde ¡°se han incautado tres superyates¡±, antes de a?adir que Estados Unidos ha creado algo que llam¨® el Equipo Zillow (por el portal inmobiliario m¨¢s famoso del pa¨ªs, similar a Idealista), pensado para localizar y actuar sobre las mansiones de los oligarcas cercanos al Kremlin.
Tiene sentido: el espectro de los negocios de los amigos de Putin en Estados Unidos es amplio, pero ha mostrado querencia por los bienes ra¨ªces: entre 2015 y 2020, se calcula que lavaron en Estados Unidos unos 2.300 millones de d¨®lares [unos 2.094 millones de euros] a trav¨¦s de los negocios inmobiliarios, seg¨²n un informe de la organizaci¨®n Global Financial Integrity, que, con base en Washington, se dedica a la investigaci¨®n de los flujos de dinero il¨ªcito.
Esos bienes tangibles son tambi¨¦n los m¨¢s f¨¢ciles de identificar. Y por eso est¨¢n corriendo algunos de los oligarcas en el punto de mira a deshacerse de ellos antes de su congelaci¨®n; el Financial Times informaba esta semana de movimientos a la desesperada en Nueva York para vender a toda prisa propiedades de alto standing. M¨¢s dif¨ªcil resulta echarle el lazo a las inversiones en fondos de capital privado, de capital de riesgo y los hedge funds. La ley estadounidense no exige a esas firmas verificar la identidad de los inversores, ni tampoco ponerse exquisitas con la procedencia de ese dinero, algo a lo que s¨ª est¨¢n obligados los bancos por una norma contra el blanqueo de dinero de los a?os setenta.
Una de esas empresas es Concord. Fundada en 1999 y con sede en Tarrytown, en el Estado de Nueva York, a esta consultora no le gusta la publicidad, as¨ª que carece de p¨¢gina web. Como otras de su naturaleza, est¨¢ cortando lazos con los oligarcas rusos a marchas forzadas durante estas semanas. Lo mismo puede decirse de los abogados que los representan y las firmas que operan en Washington para presionar a los legisladores. Es lo que en la ciudad se conoce como la ¡°gente de la Calle K¡±, pero la definici¨®n obedece m¨¢s a un estado mental que a una direcci¨®n postal: en esa arteria de la capital federal ten¨ªan su sede la mayor¨ªa de ellas hace d¨¦cadas, pero hoy apenas queda rastro. Seg¨²n datos recopilados por OpenSecrets, organizaci¨®n centinela de la relaci¨®n entre pol¨ªtica y dinero en Estados Unidos, los oligarcas rusos gastaron unos 500 millones de d¨®lares en ese tipo de influencia, completamente legal, desde 2014, cuando llegaron las primeras sanciones por la anexi¨®n de Crimea.
Es com¨²n, adem¨¢s, que esas empresas abran sus puertas giratorias a los congresistas cuando estos se retiran. Una de las m¨¢s conocidas se llama Mercury, que representaba al Sovcombank, banco que fue incluido en la primera ronda de castigos y sali¨® de nuevo en la ¨²ltima: el jueves, 17 miembros de su junta directiva fueron se?alados por Estados Unidos.
De Mercury es socio David Vitter, que fue senador republicano por Luisiana entre 2005 y 2017. En febrero, Vitter a¨²n abogaba por su cliente, Sovcombank. Escribi¨® a miembros del Capitolio para evitar el castigo a una instituci¨®n financiera ¡°con fuertes lazos con Estados Unidos y con Occidente¡±. El 3 de marzo, Biden anunci¨® que congelaba los activos del banco en Estados Unidos y que prohib¨ªa a sus ciudadanos operar con ¨¦l. En vista de eso, Mercury ha suspendido su relaci¨®n con el banco ruso. Simplemente, no pod¨ªan seguir haciendo negocios juntos.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.