Macron teme el exceso de confianza en su victoria a dos semanas de la primera vuelta presidencial
El presidente franc¨¦s realza su perfil de estadista con Ucrania, pero se ve forzado a renunciar a una campa?a intensa en contacto con los ciudadanos
El presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, se ha convertido, desde la invasi¨®n rusa de Ucrania el 24 de febrero, en el favorito indiscutible para ganar las elecciones presidenciales del 10 y el 24 de abril en Francia. Pero la condici¨®n de favorito ¡ªen una ¡°campa?a presidencial sin impulso¡±, como la describe Le Monde, de tono menor y con pocos m¨ªtines¡ª entra?a un riesgo: la desmovilizaci¨®n.
Para disipar el exceso de confianza, Macron (Amiens, 44 a?os) volvi¨® el lunes a hacer lo que le gusta. En Dijon, la ciudad de la mostaza y capital de la Borgo?a, Macron se dio un ba?o de masas y discuti¨® cara a cara con los ciudadanos, pr¨¢ctica que, durante su mandato de cinco a?os, le ha metido en m¨¢s de una situaci¨®n inesperada. En Francia todos recuerdan la ocasi¨®n en la que rega?¨® a un chaval por llamarle ¡°Manu¡±, o la vez que un hombre le abofete¨®. En Dijon, flanqueado por veteranos pol¨ªticos locales procedentes del Partido Socialista, dio una rueda de prensa a pie de calle, lo que le permiti¨® hacer algo, que, como presidente de la Rep¨²blica, quiz¨¢ eche de menos: bajar al barro partidista.
Macron, en otras palabras, hizo campa?a de verdad. Deber¨ªa ser lo natural a menos de dos semanas de la primera vuelta de las elecciones, y cuando oficialmente la campa?a se da por iniciada, aunque hace meses que arranc¨®. No lo es. Porque no hay nada normal en esta campa?a desde que Vlad¨ªmir Putin lanz¨® sus tanques, misiles y aviones contra Ucrania.
La guerra tuvo dos efectos. Primero, anul¨® la campa?a. Los m¨ªtines escasean y los debates y pol¨¦micas tiene poco recorrido. Segundo efecto: el centrista Macron consolid¨® su condici¨®n de favorito. El sondeo m¨¢s reciente del instituto Ifop da al presidente vencedor en la primera vuelta, el 10 de abril, con un 28% de votos, seguido de Marine Le Pen, l¨ªder de la extrema derecha, con un 21%. Ambos se clasificar¨ªan para la segunda vuelta, el 24 de abril, y Macron derrotar¨ªa a Le Pen.
Y este es el peligro, seg¨²n los macronistas: confiar en exceso en estos escenarios. Lo avisaba la semana pasada el ministro del Interior, G¨¦rald Darmanin, en la cadena France 5: ¡°Siempre he pensado que la se?ora Le Pen, con quien me cruzo desde que me dedico a la pol¨ªtica, es peligrosa, es peligrosa para el presidente de la Rep¨²blica, puede ganar estas elecciones¡±.
El frente ultra
Hay t¨¢ctica movilizadora en la apelaci¨®n a la amenaza ultra. Pero tambi¨¦n es cierto que, despu¨¦s de un quinquenio marcado por las reformas econ¨®micas, las protestas sociales y la pandemia, nadie quiere dar nada por seguro. Existe un fondo de descontento en Francia: detestan a Macron en sectores de la sociedad, que lo ven como el presidente de los ricos, una figura arrogante y desconectada de la Francia de a pie.
En las anteriores presidenciales, en 2017, Macron tambi¨¦n se enfrent¨® a Le Pen en la segunda vuelta. Macron sac¨® un 66% de votos. Le Pen, un 34%. Esta vez el margen ser¨ªa mucho m¨¢s estrecho. Marine Le Pen, desde entonces, ha suavizado su imagen, marcada por su padre, Jean-Marie Le Pen, patriarca de la ultraderecha europea. La hija ha repudiado el antisemitismo del padre y sus posiciones abiertamente xen¨®fobas y racistas. Ha adquirido experiencia y pone tanto o m¨¢s el acento en temas sociales y econ¨®micos que en la inmigraci¨®n. La candidatura, en la campa?a actual, del tertuliano ultra ?ric Zemmour, le ha ayudado a parecer moderada.
¡°La extrema derecha sigue ah¨ª y la sigue representando un clan¡±, dijo Macron en Dijon, en alusi¨®n a los Le Pen (a Jean-Marie y Marine hay que a?adir Marion, la sobrina, que apoya a Zemmour). Y, en alusi¨®n a la doble candidatura ultra, Le Pen y Zemmour, a?adi¨®: ¡°Ya sabemos qu¨¦ sucede con estas cosas: acabar¨¢ en t¨¢ndem¡±.
La campa?a, aunque en tono menor, por momentos se enciende. Sucedi¨® el domingo, durante un mitin de Zemmour en la explanada de Trocadero, en Par¨ªs, la multitud grit¨®: ¡°Macron, asesino¡±. Zemmour no hizo nada para acallarla. Despu¨¦s aleg¨® que no hab¨ªa o¨ªdo los gritos.
¡°Hay dos hip¨®tesis. La primera es la indignidad, y es la que me parece m¨¢s cre¨ªble, no me parece una sorpresa¡±, reaccion¨® Macron en Dijon. ¡°La segunda¡±, brome¨®, ¡°es el desconocimiento de una reforma muy importante del quinquenio (...). Ahora la Seguridad Social reembolsa las pr¨®tesis auditivas, las gafas y las pr¨®tesis dentales (...). Invito al candidato que oye mal a equiparse a un coste menor¡±.
Fue una excepci¨®n en una campa?a en la que el presidente prefiere mantenerse en el pedestal de la jefatura de Estado: mientras sus rivales se pelean en debates televisivos o en los m¨ªtines, ¨¦l participa en cumbres de la UE y de la OTAN, hablan con Putin y con Joe Biden. Mientras el presidente se ocupa de la paz y la guerra mundiales, sus rivales se patean Francia.
La estatura internacional es una ventaja. Y un inconveniente. ?C¨®mo entusiasmar a Francia con tan pocos m¨ªtines y escasos actos p¨²blicos? ?C¨®mo recobrar el entusiasmo de 2017? Entonces Macron era el cambio; ahora es la continuidad. En tiempos de crisis, nada de experimentos: este es su mensaje.
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