¡°Ya nos tocaba gobernar a los cat¨®licos en Irlanda del Norte despu¨¦s de 100 a?os¡±
La hist¨®rica victoria del Sinn F¨¦in en las elecciones auton¨®micas desata la alegr¨ªa entre los republicanos y el temor al futuro de la comunidad unionista
La derrota endurece el ¨¢nimo. La victoria exagera las expectativas. Y los recelos, cuando se arrastran por m¨¢s de un siglo, suman decepciones y alegr¨ªas como simples puntos en una partida interminable. ¡°Es algo fant¨¢stico. Ya era hora de que gobern¨¢ramos los cat¨®licos despu¨¦s de esperar m¨¢s de 100 a?os¡±, exclama Kate Osborne, de 71 a?os, mientras observa la portada del tabloide Daily Mirror en una peluquer¨ªa del centro de Belfast. Nada iguala a la prensa sensacionalista brit¨¢nica, ni a la lengua inglesa, a la hora de hacer juegos de palabras con sus titulares. Win F¨¦in (Gana el F¨¦in), para anunciar la hist¨®rica victoria, en las elecciones auton¨®micas de Irlanda del Norte celebradas el pasado jueves, del Sinn F¨¦in. La formaci¨®n republicana, considerada durante a?os el brazo pol¨ªtico de la organizaci¨®n terrorista IRA, se ha convertido en el partido m¨¢s votado, por delante de los unionistas del DUP.
Su candidata, Michelle O?Neill, aspira a ocupar el puesto de ministra principal del Gobierno aut¨®nomo, seg¨²n estipula el Acuerdo de Viernes Santo de 1998 que puso fin a d¨¦cadas de violencia sectaria. El texto tambi¨¦n estipula, sin embargo, que republicanos y unionistas deben gobernar de manera conjunta, lo que en la pr¨¢ctica supone que los puestos primero y segundo tienen el mismo poder. Pero el l¨ªder del DUP, Jeffrey Donaldson, humillado por la derrota, ya ha vuelto a poner sobre la mesa la condici¨®n de su formaci¨®n para que las instituciones auton¨®micas recuperen la estabilidad: el Protocolo de Irlanda, el acuerdo firmado entre Londres y Bruselas para sacar adelante el Brexit, debe ser anulado.
La mayor¨ªa de norirlandeses vot¨® en 2016 en contra de la salida de la UE. La soluci¨®n del Protocolo fue, para muchos ciudadanos, la oportunidad de tener lo mejor de ambos mundos. Pertenencia al Reino Unido, y permanencia en el mercado interior de la UE. La nueva frontera aduanera se impondr¨ªa en el mar de Irlanda. Para los unionistas, el protocolo fue una traici¨®n que les alejaba a¨²n m¨¢s del hogar com¨²n brit¨¢nico. ¡°Eso es una excusa, como tantas otras que han esgrimido cuando les tocaba entregar parte del control¡±, comenta Kate con iron¨ªa indisimulada. ¡°Como la negativa del reverendo Ian Paisley a sentarse junto al exmiembro del IRA Martin McGuinness. En cuanto comenz¨® a tocar poder, se hicieron amigos inseparables¡±.
?Le gusta la idea de que haya tantas mujeres, empezando por su l¨ªder, Mary Lou McDonald, y por la candidata, Michelle O?Neill, al frente del Sinn F¨¦in? ¡±Me encanta¡±, responde Kate Osborne. ¡°Sin duda es algo muy importante. Pero para m¨ª la clave ha estado en que el partido ha ido de cara en todo momento. Ha anunciado un futuro refer¨¦ndum de unificaci¨®n, pero con calma. La prioridad ahora es mejorar el bienestar de las personas. Acabar con las crisis de la sanidad o de la vivienda. Y la gente, sobre todo las nuevas generaciones, ha escuchado¡±, explica.
La ma?ana de ayer s¨¢bado, cuando continuaba el escrutinio de votos, pero la victoria de los republicanos se hac¨ªa ya incuestionable, no podr¨ªa haber sido m¨¢s luminosa. Apenas se ve¨ªa una nube y el sol arrancaba belleza hasta de los edificios m¨¢s ruinosos de Shankill Road, la hist¨®rica calle que concentra a la poblaci¨®n protestante m¨¢s recalcitrante de Belfast. Wesley (31 a?os) y Andrew (25 a?os) se resisten a dar sus apellidos, aunque no dudan en explayarse para explicar lo sucedido en las elecciones. As¨ª ocurre con d¨¦cadas de resentimiento. Se intenta preservar un ¨²ltimo reducto de anonimato. Caminan con los brazos cruzados, para protegerse del relente ma?anero o como modo permanente de expresar su actual cabreo con el mundo. ¡°Esta gente es la misma de siempre. Ahora intenta ocultar o negar sus v¨ªnculos con el IRA, y les funciona. Llevan 15 a?os vendiendo como nadie un mensaje de amabilidad, promesas de mejora para todo el mundo, y muchos se lo han cre¨ªdo¡±, dice Andrew sobre el Sinn F¨¦in.
Su amigo, oculta la mirada por las gafas de sol, asiente mientras busca tambi¨¦n el asentimiento del periodista. ¡°Claro que es importante lo del Protocolo [con Bruselas]¡±, a?ade Wesley. ¡°Ha sido otra falsa promesa, como el Brexit. Y ahora la comunidad unionista ha acabado dividida y fragmentada. Mientras ellos no ocultan su verdadera voluntad de acelerar la reunificaci¨®n de Irlanda¡±, se queja. Los dos amigos son aut¨®nomos, y se ganan la vida con tareas de mantenimiento de jardines.
Resulta curioso contrastar la amargura que expresan con su convicci¨®n, durante la conversaci¨®n, de que todo hab¨ªa mejorado en las ¨²ltimas d¨¦cadas, y cada vez eran m¨¢s s¨®lidos los proyectos de cooperaci¨®n ente protestantes y cat¨®licos. La integraci¨®n, al parecer, debe llevar sus ritmos y evitar sobresaltos como los del jueves. El unionismo se ha vuelto algo m¨¢s radical y numantino. Lo que ha perdido el DUP, lo ha ganado el TUV (Voz Unionista Tradicional), una alternativa m¨¢s radical y ajena a cualquier compromiso.
¡°Y muchos no parecen haber entendido que la gente est¨¢ harta de sectarismo. Que lo ¨²nico que quiere es que la sanidad funcione, los colegios funcionen, y la vida sea un poco mejor para todos¡±, explica con una sonrisa de complicidad Paul Burns, de 58 a?os, propietario de la librer¨ªa Belfast Bookshop. O de lo que queda de ella. Se llev¨® todos sus libros de historia, pol¨ªtica y tradiciones de Irlanda del Norte a uno de los puestos del mercado de San Jorge, un edificio de finales del siglo XIX que re¨²ne artesan¨ªa, antig¨¹edades y productos locales frescos, y es uno de los focos de atracci¨®n del nuevo Belfast.
¡°No te enga?es. Nadie quiere precipitar la reunificaci¨®n. Ser¨ªa algo muy complejo y costoso, y aqu¨ª se han podido hacer muchas cosas con todo el caudal de dinero que ha llegado desde el Gobierno brit¨¢nico y las instituciones internacionales¡±, apunta Paul. ¡°Simplemente, los viejos partidos se han equivocado y sus dirigentes son peores. Arlene Foster, la anterior l¨ªder del DUP, no hubiera reventado las instituciones, como ha hecho su sucesor, Donaldson. Todo el mundo quiere que Stormont funcione¡±, dice. Stormont es como se conoce a la Asamblea Aut¨®noma que existe, entre intervalos de par¨¢lisis y bloqueo, desde hace casi un cuarto de siglo. Y que amenaza con volver a entrar en un periodo de hibernaci¨®n, a menos que el unionismo acepte que toca compartir el poder desde una posici¨®n secundaria y que Londres no parece muy dispuesto, de momento, a desatar una guerra comercial con Bruselas para poner paz en Belfast.
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