Un trono vac¨ªo en Westminster: Carlos de Inglaterra sustituye por primera vez a Isabel II en la ceremonia de apertura del Parlamento
La monarca, de 96 a?os, no ha podido acudir por ¡°problemas de movilidad¡±, seg¨²n el Palacio de Buckingham
Hay un momento del a?o en que la ficci¨®n que sostiene a la monarqu¨ªa brit¨¢nica en la c¨²spide del poder se escenifica en toda su majestuosidad. Y este martes, por primera vez en casi seis d¨¦cadas, Isabel II no ha estado presente. La causa son sus ¡°problemas epis¨®dicos de movilidad¡±, ha explicado el Palacio de Buckingham, despu¨¦s de aguantar hasta el ¨²ltimo minuto para tomar la decisi¨®n. El discurso de la Reina, el acto central de la ceremonia de apertura de sesiones del Parlamento brit¨¢nico, ha sido en esta ocasi¨®n el discurso del ¡°futuro¡± rey. Carlos de Inglaterra, acompa?ado de su hijo Guillermo, el duque de Cambridge, ha reemplazado a la monarca y, por primera vez, ha le¨ªdo los planes legislativos del Gobierno de Boris Johnson. El ¡°Gobierno de Su Majestad¡±, como se encargaba siempre de recalcar Winston Churchill.
La soberan¨ªa del Reino Unido reside en su Parlamento, a diferencia de otras naciones como Espa?a, que dejan claro en su texto constitucional que la soberan¨ªa reside en el pueblo. Si la idea de que la C¨¢mara de los Comunes es el centro del sistema pol¨ªtico brit¨¢nico se ha visto erosionada desde hace d¨¦cadas por primeros y primeras ministras cada vez m¨¢s presidencialistas en su modo de ejercer el poder, la noci¨®n de una monarca en cuyo nombre se gobierna y se legisla debe sostenerse en el tiempo con grandes dosis de pompa y ceremonia.
Isabel II entraba todos estos a?os al Palacio de Westminster por la Puerta del Soberano, despu¨¦s de recorrer solemnemente el breve trayecto desde el Palacio de Buckingham, escoltada por la caballer¨ªa real. Ataviada con la corona imperial y con el manto de Estado, caminaba por la galer¨ªa real, acompa?ada de hasta seiscientos invitados, hasta la C¨¢mara de los Lores. Desde all¨ª se env¨ªa al Black Rod (el Caballero Ujier del Bast¨®n Negro), el oficial que preserva las dependencias del Parlamento, para convocar a los diputados de la C¨¢mara de los Comunes.
Pero antes de entrar, despu¨¦s de recorrer el pasillo que separa ambas c¨¢maras, los Comunes dan simb¨®licamente al Black Rod con la puerta en las narices. Es un modo de expresar, desde hace siglos, que el Parlamento no obedece ¨®rdenes del monarca. Hasta tres golpes deber dar en la puerta con su bast¨®n para que los diputados le abran, reciban su mensaje y acudan a la C¨¢mara de los Lores a escuchar a la Reina. Solo en 1959 y en 1963, por motivo de su embarazo, Isabel II no estuvo presente en la ceremonia.
Este a?o, por primera vez, los diputados y lores han escuchado a Carlos de Inglaterra, el heredero del trono. Y se ha estrenado tambi¨¦n en la ceremonia su hijo, el duque de Cambridge, tercero en la l¨ªnea de sucesi¨®n. La corona imperial fue depositada, convenientemente, sobre un coj¨ªn, frente al espacio donde se ubica el trono real, que ha permanecido vac¨ªo. El pr¨ªncipe de Gales, acompa?ado de su esposa, Camilla Parker Bowles, se ha sentado a la derecha. Guillermo, en el lado opuesto.
¡°El primer ministro respeta completamente los deseos de Su Majestad, y agradece al pr¨ªncipe de Gales que haya accedido a leer el discurso en su nombre¡±, ha dicho un portavoz de Boris Johnson al conocer finalmente la decisi¨®n de Buckingham.
¡°La Reina sigue padeciendo problemas epis¨®dicos de movilidad, y despu¨¦s de consultar a los m¨¦dicos, ha decidido a su pesar que no atender¨¢ ma?ana la ceremonia de apertura del Parlamento¡±, explicaba a ¨²ltima hora del lunes la casa real. ¡°A petici¨®n de Su Majestad, y con el acuerdo de las autoridades relevantes, el pr¨ªncipe de Gales leer¨¢ el discurso de la Reina, con la presencia a?adida del duque de Cambridge¡±.
Isabel II ha tenido que firmar un decreto real (Letter of Patent), acordado con Downing Street, con el ¨²nico prop¨®sito de delegar en su hijo la tarea de la lectura del programa de gobierno de Johnson. Es una prerrogativa de la monarca para repartir funciones entre sus diversos consejeros de Estado. Pero a nadie se le escapa el profundo simbolismo que supone escuchar por primera vez el discurso del futuro rey, Carlos de Inglaterra. Acostumbrado, durante los 73 a?os en los que ha esperado pacientemente su momento, a construir un criterio propio en asuntos pol¨ªticos, art¨ªsticos, sociales, urban¨ªsticos o medioambientales, el pr¨ªncipe de Gales ha experimentado este martes en qu¨¦ ha consistido durante d¨¦cadas la tarea de su madre: asumir como propios, y realizados en su nombre, ideas y planes con los que no ten¨ªa necesariamente que estar de acuerdo.
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