Johnson supera la moci¨®n de censura, pero sufre un duro castigo de los diputados conservadores
¡°Es un buen resultado. Nos permite dejar atr¨¢s toda esta situaci¨®n¡±, ha celebrado el primer ministro, pese a que un 41% de los parlamentarios ¡®tories¡¯ le ha otorgado un sonoro castigo
El gran superviviente de la pol¨ªtica brit¨¢nica, Boris Johnson, ha logrado salir del agujero una vez m¨¢s. Una mayor¨ªa de 211 diputados ha votado en contra de la moci¨®n de censura interna, frente a los 148 que han pedido con su papeleta que el primer ministro fuera destituido. Pese a sobrevivir, la votaci¨®n del lunes muestra que el jefe de Gobierno tiene a un 41,3% de sus parlamentarios en contra, lo que supone un duro varapalo pol¨ªtico.
Esta ¨²ltima cifra es muy superior a la de los parlamentarios que votaron en su d¨ªa contra la antecesora de Johnson, Theresa May (un 37%) cuando la entonces primera ministra sufri¨® tambi¨¦n su propia rebeli¨®n interna por culpa del Brexit. Con esa comparaci¨®n, el pol¨ªtico conservador tiene un complejo futuro por delante. Un n¨²mero tan significativo de diputados en su contra resta mucha legitimidad a Johnson. Los precedentes no son buenos. Margaret Thatcher, John Major o la propia May sobrevivieron a sus propias revueltas internas para dimitir poco despu¨¦s. O sufrir, como fue el caso de Major, una espectacular derrota en las urnas.
Ya lo dej¨® dicho William Hague, exministro de Exteriores y l¨ªder de los tories durante cuatro a?os: ¡°El Partido Conservador es una monarqu¨ªa absoluta, moderada por la pr¨¢ctica del regicidio¡±. En teor¨ªa, los diputados no pueden solicitar una nueva votaci¨®n de censura interna en el plazo de un a?o. Pero del mismo modo que se advirti¨® a May que las reglas pueden ser cambiadas, cuando so?¨® con seguir adelante en el cargo, Johnson ser¨¢ consciente de su fragilidad. Aunque se niegue a admitirlo. En declaraciones a la BBC desde su despacho, el primer ministro celebraba el resultado: ¡°Es un momento decisivo y concluyente. Es un buen resultado. Nos permite dejar atr¨¢s toda esta situaci¨®n, y centrarnos en las cosas importantes, y en unir al partido¡±, ha dicho.
A primera hora de este lunes, el presidente del Comit¨¦ 1922, Graham Brady, anunciaba que se hab¨ªa sobrepasado el umbral de las 54 ¡°cartas de retirada de confianza¡±, el 15% de los diputados conservadores, que solicitaban la dimisi¨®n de Johnson. Se activaba de ese modo el mecanismo de la moci¨®n de censura interna, la amenaza que hab¨ªa sobrevolado la cabeza del primer ministro desde que estall¨® el esc¨¢ndalo de las fiestas en Downing Street durante el confinamiento.
El comit¨¦ re¨²ne a los llamados backbenchers (literalmente, los diputados de los esca?os traseros), la mayor¨ªa de los representantes parlamentarios conservadores que no ocupan un puesto en el Gobierno, y tienen, por tanto, m¨¢s lealtad hacia sus electores y hacia su propio futuro pol¨ªtico que a Johnson. Brady advirti¨® previamente a Johnson el domingo de la tormenta que se avecinaba en unas horas, cuando el Parlamento reanudara su actividad.
El pol¨ªtico conservador que cabalg¨® el Brexit para llevar a su partido a una arrolladora victoria electoral en 2019 ha arrojado por la borda toda su popularidad y apoyo entre los ciudadanos al negar una y otra vez lo que las fotos y las distintas informaciones de los medios presentaban como evidentes fiestas, con alcohol, comida y aglomeraciones de gente muy superiores a las permitidas por las normas de distanciamiento social. El informe interno elaborado por la alta funcionaria Sue Gray, n¨²mero dos de la Oficina del Gabinete, result¨® demoledor. Se?alaba una cultura de alcohol, exceso y falta de respeto en los edificios gubernamentales. Y se?alaba a Johnson como principal responsable de lo ocurrido. Poco antes, Scotland Yard hab¨ªa decidido multar a Johnson, su esposa Carrie y el ministro de Econom¨ªa, Rishi Sunak, junto a decenas de miembros del equipo de Gobierno. Nunca en la historia un primer ministro hab¨ªa sido sancionado por incumplir la ley durante su mandato.
¡°El primer ministro celebra que surja la oportunidad de poder defender su postura ante los diputados, y les recuerda que solo cuando estamos unidos y centrados en los asuntos que importan nos convertimos en una fuerza pol¨ªtica formidable¡±, ha dicho un portavoz de Downing Street. La estrategia estaba clara: una advertencia sobre el da?o que puede suponer la imagen de un partido sumido de nuevo en una guerra interna.
Johnson se ha dirigido una vez m¨¢s a sus diputados a las cuatro de la tarde (cinco, en horario peninsular espa?ol) para reclamar su apoyo antes de la votaci¨®n. Aplausos, mesas aporreadas y patear del suelo (los ritos de la C¨¢mara de los Comunes tienen un punto tabernario que pretende reflejar el verdadero debate de la calle) han recibido a un primer ministro dispuesto a luchar hasta el ¨²ltimo minuto por su supervivencia.
Evitar la guerra civil entre los conservadores
¡°En vez de volver a sumergirnos de nuevo en un endiablado debate del d¨ªa de la marmota sobre las ventajas de pertenecer al mercado interior de la UE, y de combatir de nuevo cuestiones que quedaron zanjadas hace dos a?os y medio (...) podemos seguir hacia adelante, unidos, porque sab¨¦is la incre¨ªble fuerza que supone este partido cuando est¨¢ unido¡±, ha dicho Johnson a los suyos, seg¨²n el fragmento de discurso que adelantaba en exclusiva SKYNews. Una vez m¨¢s, el primer ministro acud¨ªa a la amenaza del Brexit ¡ªnada que ver con el partygate¡ª para movilizar fuerzas. Johnson ha advertido a los diputados de lo da?ina que ser¨ªa una guerra civil interna ¡ª¡±azules contra azules¡±, ha dicho¡ª, que solo beneficiar¨ªa al l¨ªder de la oposici¨®n laborista, Keir Starmer.
El principal rival de Johnson durante las primarias de julio de 2019, Jeremy Hunt, ha resurgido estos d¨ªas como candidato favorito ante una posible destituci¨®n. ¡°[Los ciudadanos] nos confiaron el poder, y los diputados conservadores saben, en su fuero interno, que no estamos ofreciendo a los brit¨¢nicos el liderazgo que se merece. No estamos ofreciendo la integridad, la eficacia y la visi¨®n necesarias para liberar el enorme potencial que tiene este pa¨ªs¡±, ha escrito Hunt en su cuenta de Twitter, en un mensaje con un claro sonido de campa?a personal.
Era el golpe pol¨ªtico m¨¢s duro contra Johnson, pero no el ¨²nico. John Penrose, el diputado confirmado por el propio primer ministro en 2019 como zar anticorrupci¨®n (un cargo adscrito al Ministerio del Interior, que apoya al Gobierno en su lucha contra las pr¨¢cticas corruptas), ha anunciado este lunes que abandona el puesto. Johnson, ha afirmado el diputado, ha violado claramente el C¨®digo Ministerial (el c¨®digo ¨¦tico del Gobierno) con sus mentiras al Parlamento, y debe dimitir. ¡°Aunque acabe ganando la votaci¨®n esta tarde, la sensaci¨®n general que existe es que esto es el principio del fin. Creo que todo ha terminado¡±, ha sentenciado Penrose en declaraciones a SKYNews.
Como era previsible, una cascada de ministros y altos cargos ¡ªlos que, en la jerga pol¨ªtica brit¨¢nica, est¨¢n en el payroll; es decir, en n¨®mina del Gobierno¡ª han salido en defensa de Johnson. El ministro de Sanidad, Sajid Javid; la de Exteriores, Liz Truss; el de Econom¨ªa, Rishi Sunak; el de Justicia, Dominic Raab; o el del Brexit, Jacob Rees-Mogg. No son ellos, sin embargo, los que pod¨ªan movilizar en uno u otro sentido a los diputados conservadores, sino aquellos que hab¨ªan mantenido lealtad y discreci¨®n hasta el ¨²ltimo minuto, y en los ¨²ltimos d¨ªas han estallado. Por ejemplo, Jesse Norman, que fue secretario de Estado de Finanzas y era un diputado profundamente leal a Johnson. ¡°Siempre he estado comprometido con mi tarea de servidor p¨²blico¡±, dec¨ªa Norman en una carta enviada al primer ministro publicada en Twitter. ¡°Los acontecimientos recientes han dejado claro la posici¨®n en que se encuentra este pa¨ªs bajo su liderazgo, sin ninguna duda. Me temo que yo no podr¨ªa ya trabajar en un Gobierno dirigido por usted bajo ninguna circunstancia¡±, remataba Norman.
Desde que el esc¨¢ndalo saltara a los titulares en enero, Johnson ha vivido una monta?a rusa en la que ha llegado a creer que, una vez m¨¢s, pod¨ªa dar la vuelta a la situaci¨®n. Los diputados conservadores, sin embargo, que viajan cada semana a sus respectivas circunscripciones y conocen de primera mano la rabia de los votantes, han ido rumiando el momento preciso para castigar al primer ministro.
No fue durante las primeras informaciones, a la espera de que Johnson diera explicaciones; tampoco despu¨¦s de que Scotland Yard anunciara las multas; ni siquiera cuando Gray public¨® su demoledor informe definitivo. Ha sido justo al d¨ªa siguiente de que todo el Reino Unido celebrara los 70 a?os de reinado de Isabel II, con un mensaje impl¨ªcito: las instituciones permanecen; los pol¨ªticos, por muy populares que sean, no. El enorme abucheo sufrido por Johnson y su esposa el viernes, a las puertas de la catedral de San Pablo, fue una se?al clara. Todos esos ciudadanos concentrados alrededor del servicio religioso en honor a la reina ¡ªmon¨¢rquicos, y presumiblemente de tendencia conservadora¡ª expresaban su repudio al primer ministro.
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