Hostigadas en China por defender a sus maridos
La campa?a de detenciones de Pek¨ªn contra abogados de derechos humanos empuja a sus esposas al activismo
Sophie Luo Shengchun era, seg¨²n su propia descripci¨®n, una mujer tradicional y conservadora, ingeniera de profesi¨®n pero dedicada sobre todo al cuidado de su marido y de sus dos hijas de corta edad. No le interesaba la pol¨ªtica y del trabajo de su c¨®nyuge, el abogado Ding Jiaxi, solo ten¨ªa una idea muy general: que representaba casos de derechos humanos. Hasta que lo detuvieron por primera vez en 2013.
Nueve a?os m¨¢s tarde, Ding ¡ªcofundador del movimiento Nuevo Ciudadano, que exige transparencia al Gobierno chino¡ª, volvi¨® a sentarse el pasado viernes en el banquillo en un juicio secreto, en el condado de Linyi en la provincia costera de Shandong. Est¨¢ acusado de subversi¨®n contra los poderes del Estado, un cargo que puede acarrearle la cadena perpetua. Luo, la antigua esposa apocada, se ha convertido en una formidable activista en el exilio, desde donde lucha por la libertad de su esposo y muchos otros defensores de los derechos humanos en China.
¡°Mi marido hab¨ªa pedido que su juicio fuese abierto al p¨²blico, para que la gente lo pudiera seguir. Pero rechazan mostrarlo y es a puerta cerrada¡±, denuncia esta mujer menuda por videoconferencia desde su residencia en Saint Paul (Minnesota, EE UU). Los abogados apuntan que no tienen informaci¨®n. Simpatizantes de Ding que han querido acudir fueron obligados a abandonar el hotel en el que se alojaban en plena noche. Ella misma solo supo que iba a comenzar el juicio por un mensaje de texto en el m¨®vil. ¡°Este caso se ha tratado completamente en secreto, no hay ninguna transparencia. Y es que no tienen con qu¨¦ sustentarlo¡±.
El caso de Ding se juzga de modo casi simult¨¢neo al del confundador de Nuevo Ciudadano, Xu Zhiyong, uno de los m¨¢s c¨¦lebres cr¨ªticos del Gobierno chino. Xu ¡ªque inmediatamente antes de ser detenido en febrero de 2020 fue muy cr¨ªtico con la gesti¨®n de la pandemia en su pa¨ªs¡ª fue procesado, tambi¨¦n en secreto, el mi¨¦rcoles en Linyi y su caso est¨¢ ahora pendiente de que se conozca el veredicto. Ambos fueron detenidos poco despu¨¦s de participar en un encuentro de fin de semana con otros activistas y abogados de derechos humanos en un chalet en la ciudad costera de Xiamen en diciembre de 2019. Una reuni¨®n que cost¨® tambi¨¦n la detenci¨®n a varios otros participantes, y en la que quienes asistieron aseguran que se trat¨® de un encuentro informal de amigos en el que se charl¨® de lo humano y lo divino. A ojos de las autoridades chinas, fue una confabulaci¨®n contra el r¨¦gimen.
Luo denuncia que su marido ha sufrido torturas durante su arresto. Su relato coincide con lo que han revelado otros abogados detenidos. Ding le cont¨® que en sus primeros seis meses de detenci¨®n ¡ªbajo el sistema denominado ¡°Vigilancia Residencial en Lugar Designado¡±, o RSDL por sus siglas en ingl¨¦s, que permite el aislamiento de un sospechoso durante medio a?o¡ª sufri¨® vejaciones diarias. Privaci¨®n de sue?o, alimentaci¨®n deficiente, falta de acceso al aire libre o a la luz natural. E interrogatorios interminables en la temida silla del tigre, dise?ada para inmovilizar al detenido en la misma postura durante horas, con cadenas en manos y pies. ¡°Durante siete d¨ªas seguidos le mantuvieron despierto sin poder dormir. Para evitar que cayera rendido le pon¨ªan un documental sobre la vida del presidente chino, Xi Jinping, a todo volumen las 24 horas del d¨ªa¡±, cuenta. Ding no tuvo acceso a un abogado hasta enero de 2021, un a?o despu¨¦s de su desaparici¨®n.
La activista desconoce cu¨¢l ser¨¢ la sentencia contra su esposo. No hay muchas razones para el optimismo. El 99% de los juicios en los tribunales chinos acaba con un veredicto de culpabilidad del acusado. Ella est¨¢ en contacto con ONG internacionales, con la Comisi¨®n de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, con pol¨ªticos, diplom¨¢ticos y activistas para tratar de presionar a favor de Ding.
Es un papel que, reconoce, no se hubiera imaginado hace a?os. ¡°Era la responsable de proyectos de mi empresa y solo me preocupaban mi trabajo y mis dos hijas. No le preguntaba mucho a mi marido sobre sus tareas, me fiaba de ¨¦l. Era abogado y sab¨ªa lo que hac¨ªa¡±. Pero en 2013, con la llegada al poder de Xi Jinping, Nuevo Ciudadano pas¨® a ser un grupo perseguido. Ding fue detenido por primera vez y condenado a 2,5 a?os de c¨¢rcel. Luo y sus hijas se exiliaron a Estados Unidos. Ah¨ª ella empez¨® a interesarse por la situaci¨®n de los derechos humanos en China, aunque sin adoptar un papel relevante. ¡°Ten¨ªa que ocuparme de mis ni?as, para entonces adolescentes. Las dos desarrollaron problemas psicol¨®gicos serios debido a la ausencia de su padre¡±, explica.
Pero la nueva detenci¨®n de su marido supuso que ella diera el paso definitivo. ¡°Conoc¨ª muchos casos. Y pens¨¦, no solo debo hablar por Jiaxi, tengo que hablar por todos los prisioneros de conciencia y pol¨ªticos. As¨ª que decid¨ª dedicar todo mi tiempo libre a la defensa de los derechos humanos¡ quiero utilizar mi libertad para trabajar por esta gente¡±.
La ruptura de una mentalidad ¡°muy tradicional¡±
El proceso no ha sido f¨¢cil. Por el camino tuvo que romper con su mentalidad ¡°muy tradicional¡±, en la que el hombre de la casa es quien debe tomar las decisiones y las responsabilidades, y la mujer quedar en un segundo plano. ¡°Soy de naturaleza t¨ªmida e introvertida. He tenido que encontrar fortaleza para continuar la causa. Al principio fue dif¨ªcil, pero he tenido apoyo de mucha gente. Sigo sin hablar muy bien en p¨²blico delante de multitudes, pero lo hago. En el Congreso de EE UU, en la Comisi¨®n Ejecutiva sobre China, en Ginebra¡ y ya no me siento tan t¨ªmida. Lo que quiero es que la gente sepa la verdad¡±, dice.
No es la ¨²nica. Las Madres de Tiananmen, que luchan por lograr justicia para sus hijos ca¨ªdos en la matanza de 1989, recorren ese camino desde hace tres d¨¦cadas. Y desde que en 2015 el Gobierno chino lanz¨® una gran redada contra los abogados de derechos humanos en el pa¨ªs, una generaci¨®n de esposas de aquellos detenidos se lanz¨® a luchar por la libertad de los suyos, convertidas ellas mismas en activistas.
Casi todas comparten un perfil similar: inteligentes y muy preparadas ¡ªabundan las profesoras universitarias o las m¨¦dicas¡ª, que hasta el momento del arresto de sus maridos hab¨ªan centrado su inter¨¦s en el cuidado de los hijos, sin ning¨²n tipo de actividad pol¨ªtica. Pero que aprendieron a utilizar las redes sociales, a convocar y estar en contacto con medios, ONG y diplom¨¢ticos extranjeros. A organizar eventos de todo tipo ¡ªmarchas a pie de centenares de kil¨®metros, colocaci¨®n de carteles ante comisar¨ªas y tribunales¡ª para llamar la atenci¨®n sobre sus casos. Tejiendo, por el camino, una red de sororidad entre muchas de ellas.
Son mujeres como Wang Qiaoling, casada con el abogado Li Heping, uno de los m¨¢s prominentes detenidos en la redada de julio de 2015, y que ha continuado dando apoyo a otras ¡°defensoras de los defensores¡± cuando su marido qued¨® en libertad en 2017. O su compa?era de fatigas y activismo Li Wenzu, pareja del abogado Wang Quanzhang, el ¨²ltimo de la redada de 2015 en ser excarcelado y de quien ella no tuvo noticias durante m¨¢s de tres a?os. O la microbi¨®loga Chen Zijuan, transformada en activista desde que su esposo Chang Weiping, especializado en casos de discriminaci¨®n y libertad de expresi¨®n, quedara arrestado en dos ocasiones ¡ªsigue detenido, entre denuncias de da?os a su salud¡ª tras haber participado tambi¨¦n en la reuni¨®n de Xiamen.
Como les ocurre a la gran mayor¨ªa de los activistas en China, desde que comenzaron a salir en defensa de sus maridos y otros defensores de los derechos humanos, todas ellas pasaron de disfrutar una vida normal a convertirse en v¨ªctimas de una campa?a de hostigamiento que ha continuado incluso tras la puesta en libertad de sus esposos. Que se ha convertido en algo permanente para las que han continuado su activismo en favor de otros. Llamadas telef¨®nicas, amedrentamiento de amigos y familiares, matones haciendo guardia en su puerta para controlar idas y venidas, visitas y, en su caso, retenerlas en el interior de sus viviendas e impedir que puedan acudir a alguna cita ¡°sensible¡±.
¡°Lo que quer¨ªan era callarme¡±
As¨ª lo denuncia Mindy Shi, esposa del tambi¨¦n defensor de derechos humanos Cheng Yuan, fundador de la ONG promotora de la igualdad de derechos Changsha Funeng y detenido en julio de 2019 como sospechoso de subversi¨®n. Las autoridades tambi¨¦n amenazaron con retenerla a ella.
¡°Me pusieron bajo vigilancia, me pidieron que firmara un acuerdo secreto en el que me ped¨ªan que no aceptara ninguna entrevista con medios y que no hablara con nadie. Me congelaron las cuentas, se llevaron mi documentaci¨®n, mi ordenador, mi m¨®vil y muchas otras cosas. Claramente lo que quer¨ªan era callarme¡±, cuenta en una entrevista virtual. La presi¨®n, denuncia, se extendi¨® a sus familiares y amigos. ¡°A mis colegas, a mis contactos¡ les amenazaron, as¨ª que les daba reparo ponerse en contacto conmigo. Me qued¨¦ aislada. Pero ese aislamiento es en realidad una herramienta que utiliza el Estado. Utilizan el aislamiento para lograr que te rindas¡±.
Finalmente, opt¨® por abandonar China en febrero de 2021. Inform¨¢tica de ¨¦xito, como Luo intenta desde el exterior mantener la presi¨®n en favor de su marido. Seg¨²n denuncia, han pasado m¨¢s de 1.000 d¨ªas desde su arresto y Cheng no ha podido a¨²n tener acceso a los abogados que ella le ha elegido. Con el argumento de la pandemia de covid, tampoco les han dejado comunicarse. ¡°Le he escrito un mont¨®n de cartas, pero no le permiten responderlas. En los ¨²ltimos 1.000 d¨ªas solo he recibido una carta suya. Y no hemos tenido informaci¨®n sobre sus condiciones de vida, su salud. Estamos muy preocupados¡±.
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