La cumbre de la OTAN en Madrid ha dejado una imagen poderosa, dif¨ªcil de batir en los ¨¢lbumes de fotos de familia de este tipo de eventos. Nadie recuerda los habituales fondos planos, sosos, de anteriores citas, pero permanecer¨¢ la estampa de los mandatarios junto a Las Meninas de Vel¨¢zquez en el interior del Museo del Prado, convertido, durante unas horas, en cuartel general de la Alianza.
La cumbre ¡ªlo han dicho el presidente del Gobierno y el l¨ªder de la oposici¨®n¡ª ha sido un ¨¦xito de organizaci¨®n, pero no ha logrado todos sus objetivos, como el de ¡°proyectar una imagen de modernidad¡±, en palabras de Pedro S¨¢nchez. Porque hay algo en las im¨¢genes de la agenda paralela y p¨²blica de los acompa?antes de los mandatarios de la OTAN que chirr¨ªa. En blanco y negro, y con la c¨¦lebre voz del NO-DO narrando su visita a la sala de tapices del Palacio Real de La Granja, dar¨ªa el pego de otro tiempo. Chirr¨ªa porque al contrario que en aquella oscura etapa, ahora esos l¨ªderes que se re¨²nen para pactar estrategias contra el enemigo com¨²n son elegidos, sus parejas no. Y chirr¨ªa porque al simultanear ambas agendas, ya sea una cumbre de la OTAN o del G-7, lo que se ve es: por un lado, a un grupo de mandatarios, con presencia abrumadora de hombres, hablando de la guerra, y, por otro, a un grupo mayoritariamente femenino haciendo turismo. Es un contraste injusto, pero es, tambi¨¦n, lo que se proyecta.
En 2019, en la cumbre del G-7 en Biarritz (Francia), la imagen de las esposas de algunos mandatarios subidas a altos tacones en el campo y posando sonrientes con cestas rebosantes de pimientos provoc¨® burlas. No ayud¨® que el entonces presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, difundiera un v¨ªdeo con el mensaje: ¡°Melania, Brigitte, Malgosia y Akie. El lado luminoso de la Fuerza¡±, refiri¨¦ndose, por su nombre de pila, a las esposas de Donald Trump, Emmanuel Macron, Shinzo Abe y la suya, que miraban al mar, de espaldas, en alguno de los actos de entretenimiento programados. En la cumbre de la OTAN de 2017 en B¨¦lgica, los acompa?antes de los mandatarios visitaron el Museo Magritte, el Palacio Real y una tienda de accesorios de lujo mientras sus parejas hablaban sobre la lucha contra el yihadismo. En esa misma cita, la Casa Blanca omiti¨® el nombre de Gauthier Destenay, esposo del primer ministro de Luxemburgo, en la foto oficial de los c¨®nyuges de los l¨ªderes de la Alianza Atl¨¢ntica. Diez horas despu¨¦s, tras un aluvi¨®n de cr¨ªticas, rectific¨®.
No es un problema espa?ol. Aqu¨ª, las llamadas primeras damas suelen tener un perfil bajo y varias han conservado sus trabajos, lo que ha evitado los problemas que ha generado esa figura, por ejemplo, en el pa¨ªs vecino, donde Macron promovi¨®, incluso, la oficializaci¨®n de sus funciones con un estatuto y un presupuesto propios. Pero Espa?a, como pa¨ªs anfitri¨®n, ha sido el escenario de ese ¨²ltimo despliegue de anacronismo. Ellos hablan de la guerra, mientras ellas hacen turismo y los medios comentan sus vestidos y los zapatos que han comprado.
?Tiene sentido, en pleno siglo XXI, el concepto de ¡°primera dama¡± cuando, l¨®gicamente, ya hay varios ¡°primeros caballeros¡±? ?Tienen las parejas de los presidentes o presidentas que acompa?arlos y mantener una agenda paralela y p¨²blica como c¨®nyuges de? ?Ech¨® alguien en falta en las sucesivas cumbres y reuniones de alto nivel al marido de Angela Merkel, que vio por televisi¨®n la investidura de su esposa? Es m¨¢s, ?se acuerda alguien de c¨®mo iba vestido en las escasas citas a las que s¨ª asisti¨®?
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Reportera de la secci¨®n de Espa?a desde 2006. Adem¨¢s de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatom¨ªa de Twitter. Especialista en memoria hist¨®rica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recu¨¦rdame por qu¨¦ te quiero'. Tambi¨¦n es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.