Documentar la guerra en Ucrania¡ tambi¨¦n a trav¨¦s del relato de los sue?os
El Centro de Historia Urbana de Lviv re¨²ne un macroarchivo de im¨¢genes, v¨ªdeos y testimonios personales sobre los efectos de la invasi¨®n rusa para poner a disposici¨®n de la justicia, los medios o la investigaci¨®n
La escena del sue?o es la siguiente: una joven est¨¢ sentada en su habitaci¨®n cuando entra una especie de criatura peque?a, quiz¨¢ un hada, puede que un gnomo. Esta criatura la mira y se sit¨²a en lo alto de una ventana, sobre el marco. La joven despierta y siente que aquel ser canijo que la observaba fijamente representaba de alg¨²n modo la muerte. Este es uno de los relatos on¨ªricos que ha reunido el investigador Bohdan Shumilovich como parte del proyecto de documentaci¨®n de la guerra que desarrolla el Centro de Historia Urbana de la ciudad de Lviv, en el oeste de Ucrania. ¡°A veces los sue?os pueden probar cosas que los documentos no pueden¡±, dice Shumilovich, de 45 a?os. Mostrar emociones o sentimientos que deben formar parte de la historia de esta guerra m¨¢s all¨¢ de las bombas, las muertes y la huida.
Pero antes que los sue?os, golpearon la puerta de este centro de investigaci¨®n decenas de ciudadanos ucranios que hu¨ªan desde el este del pa¨ªs para cobijarse en Lviv, ciudad clave en el viaje hacia la frontera occidental. Desde que Rusia inici¨® la invasi¨®n el pasado 24 de febrero, esta instituci¨®n independiente, localizada en un impecable edificio art nouveau del centro de la ciudad, ha acogido a m¨¢s de 300 personas. Cinco meses despu¨¦s, las sirenas siguen sonando en las calles ¨Daunque los refugios poco se llenan¨D, pero muchos ucranios desplazados por la violencia han regresado ya a sus hogares. Eso si a¨²n exist¨ªan. El Centro de Historia Urbana mantiene a 11 personas pernoctando en su antigua sala de conferencias.
¡°Primero nos preguntamos qu¨¦ pod¨ªamos hacer como seres humanos y alojamos a la gente¡±, relata Mariana Mazurak, de 32 a?os, subdirectora del centro, ¡°luego pensamos en c¨®mo contribuir como instituci¨®n e iniciamos el proceso de documentaci¨®n¡±. Comenzaron a reunir testimonios, a entrevistar a ciudadanos ucranios, a archivar fotos de particulares, de fot¨®grafos profesionales e incluso de las redes sociales, con Telegram a la cabeza. Tienen ya m¨¢s de 27.000 im¨¢genes almacenadas y 130 relatos personales a trav¨¦s de cuestionarios que incluso repiten para salvar las emociones de las primeras respuestas, las que salen en caliente.
Algunas de las fotograf¨ªas recogidas muestran simplemente instant¨¢neas de una vida corriente alrededor de la guerra; otras viajan hasta el interior de humildes refugios, a aquellos d¨ªas en los que resist¨ªa Azovstal, en Mariupol, a las calles llenas de c¨®cteles molotov preparados por la resistencia, al destrozo de las bombas o, incluso, a los cuerpos aniquilados por la guerra que guardan los ficheros. ¡°No sabemos a¨²n c¨®mo mostrar esas im¨¢genes con cad¨¢veres, pero lo haremos¡±, apunta Mazurak. El objetivo de todo este esfuerzo est¨¢ en hacer p¨²blico el material, bien sea para la investigaci¨®n, el periodismo o incluso servir a la justicia.
El Centro de Historia Urbana de Lviv, fundado por el austriaco Harald Binder, es solo uno de tantos esfuerzos por documentar la guerra de Ucrania, un caso ¨²nico de estudio por la cantidad de material audiovisual que produce, la excepcional contribuci¨®n de las redes sociales, la llegada masiva de periodistas y el acceso a cientos de miles de desplazados, con sus vivencias a la espalda. En la cima de estos trabajos est¨¢ sin duda el Tribunal Penal Internacional con sede en La Haya, que investiga cr¨ªmenes de guerra con el compromiso de m¨¢s de 40 pa¨ªses de coordinar sus pesquisas. Pero tambi¨¦n hay iniciativas nacionales m¨¢s peque?as, como la Coalici¨®n 5 am ¡ªlas cinco de la madrugada, hora en la que empez¨® la invasi¨®n rusa¡ª, que re¨²ne a una treintena de organizaciones ucranias de derechos humanos.
Tom Artem, ucranio de 27 a?os, ha contribuido con sus fotos al macroarchivo en construcci¨®n del Centro de Historia Urbana de Lviv. Es uno de esos 11 desplazados por la guerra que a¨²n viven en este edificio. Desde Jers¨®n, en el sureste del pa¨ªs, huy¨® en febrero junto a sus hermanos hacia Odesa, en la costa del mar Negro. En marzo, el joven, esta vez solo, recal¨® en Lviv. Ya han pasado dos semanas, seg¨²n cuenta tremendamente nervioso, de la ¨²ltima vez que habl¨® con sus padres. Sus hermanos le cuentan que est¨¢n escondidos en alg¨²n lugar de Jers¨®n, hoy ocupada por los militares rusos.
¡ª?C¨®mo se siente?
¡ªEnfadado, vac¨ªo.
Esa es justo el tipo de pregunta poco recomendable desde el punto de vista acad¨¦mico, seg¨²n admite Bohdan Shumilovich. ¡°Si quieres documentar¡±, explica, ¡°no hay que buscar una reflexi¨®n emocional¡±. Shumilovich, profesor en la Universidad de Lviv, no quer¨ªa actuar de terapeuta. Otros colegas del mundo acad¨¦mico le sugirieron optar por reunir una suerte de diarios que pudieran formar parte de la historia. Y eso es lo que pidi¨® a sus estudiantes. ¡°Les dije que escribieran sobre su vida diaria, los cambios a su alrededor, lo que le¨ªan en los medios o redes¡±, prosigue el historiador. El relato de la guerra, al fin y al cabo, no lo escriben solo las v¨ªctimas directas de la violencia, sino todos aquellos que la sufren, bien sea desde un lugar relativamente seguro como Lviv. Al principio se apuntaron a la iniciativa 50, luego 70, pero poco a poco fueron desanim¨¢ndose; no sab¨ªan qu¨¦ m¨¢s contar.
Ah¨ª es cuando entr¨® en escena el relato on¨ªrico. Shumilovich record¨® el libro publicado por la periodista alemana Charlotte Beradt en los a?os sesenta del siglo pasado bajo el t¨ªtulo El Tercer Reich de los sue?os. En este, Beradt, con ayuda de la escritora Hannah Arendt, reun¨ªa m¨¢s de 300 sue?os de ciudadanos jud¨ªos bajo el r¨¦gimen nazi. ¡°No son una fuente exacta para la documentaci¨®n¡±, dice el investigador ucranio, ¡°pero s¨ª son evidencia¡±. Una evidencia diferente, pero que puede formar parte de la historia de la guerra m¨¢s all¨¢ de las conquistas o derrotas del ej¨¦rcito. Los j¨®venes comparten con Shumilovich sue?os que escriben a mano, en sus ordenadores, que graban e interpretan. La idea es reunir los diarios y sue?os, traducirlos a ingl¨¦s y mostr¨¢rselos al mundo a trav¨¦s de la Red.
Ah¨ª va otro sue?o: un joven est¨¢ sentado en una habitaci¨®n junto a un gato, bajo un techo acristalado. Por encima, una especie de ratas voladoras aguardan amenazantes. La escena guarda una est¨¦tica casi cinematogr¨¢fica, seg¨²n el relato. De repente, las ratas atacan con mucha violencia.
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