El discurso antinmigraci¨®n arrastra a la socialdemocracia sueca
La primera ministra endurece los requisitos para los solicitantes de asilo y critica la falta de integraci¨®n ante las elecciones del domingo
Estadounidenses que desertaron en Vietnam, exiliados de las dictaduras del Cono Sur, kurdos que hu¨ªan de Sadam Husein, balc¨¢nicos que escapaban de las atrocidades tras la desintegraci¨®n de Yugoslavia¡ Suecia acogi¨® durante d¨¦cadas a refugiados de todos los continentes con los brazos abiertos. Ya no. El discurso xen¨®fobo y antinmigraci¨®n que impuls¨® la entrada de la ultraderecha en el Parlamento en 2010 se ha expandido por gran parte del espectro pol¨ªtico del pa¨ªs escandinavo. Incluso el Partido Socialdem¨®cr...
Estadounidenses que desertaron en Vietnam, exiliados de las dictaduras del Cono Sur, kurdos que hu¨ªan de Sadam Husein, balc¨¢nicos que escapaban de las atrocidades tras la desintegraci¨®n de Yugoslavia¡ Suecia acogi¨® durante d¨¦cadas a refugiados de todos los continentes con los brazos abiertos. Ya no. El discurso xen¨®fobo y antinmigraci¨®n que impuls¨® la entrada de la ultraderecha en el Parlamento en 2010 se ha expandido por gran parte del espectro pol¨ªtico del pa¨ªs escandinavo. Incluso el Partido Socialdem¨®crata ¡ªen el poder desde 2014¡ª ha endurecido notablemente su ret¨®rica durante la campa?a para las elecciones del pr¨®ximo domingo.
Ning¨²n pa¨ªs europeo tiene tantos refugiados per c¨¢pita como Suecia. Casi uno de cada cuatro de sus 10,3 millones de habitantes tiene ra¨ªces extranjeras. Las voces contrarias a la llegada de poblaci¨®n for¨¢nea han tenido cierta repercusi¨®n desde los a?os ochenta, pero la mayor¨ªa de los suecos y casi todos los partidos pol¨ªticos manten¨ªan un firme compromiso con el derecho al asilo. Todo comenz¨® a cambiar durante la crisis migratoria de Europa en 2015, cuando llegaron m¨¢s de 160.000 personas en pocos meses. En abril de ese a?o, el entonces primer ministro, el socialdem¨®crata Stefan L?fven, asegur¨® que no hab¨ªa ¡°ning¨²n l¨ªmite¡± al n¨²mero de refugiados sirios que pod¨ªan llegar al pa¨ªs. Seis meses despu¨¦s, el gobernante recul¨®: ¡°No podemos seguir recibiendo a tantos solicitantes de asilo. Simplemente, no tenemos capacidad para ello¡±. Junto a Los Verdes, sus socios en el Gobierno, L?fven comenz¨® a endurecer los requisitos para refugiarse en Suecia.
Su sucesora, Magdalena Andersson, la primera mujer al frente del pa¨ªs, ha adoptado una postura bastante m¨¢s dura de la que trata de sacar r¨¦dito pol¨ªtico. Distintas reformas legislativas han reducido dr¨¢sticamente las opciones de obtener el estatus de refugiado en el pa¨ªs escandinavo. En junio, el Ejecutivo de Andersson propuso la creaci¨®n de ¡°centros de retorno¡±, cerca de los aeropuertos, para alojar hasta su deportaci¨®n a los solicitantes de asilo cuya petici¨®n sea denegada. El pasado s¨¢bado, en un debate televisado, la mandataria asegur¨® que Suecia tiene ahora ¡°una de las pol¨ªticas sobre inmigraci¨®n m¨¢s restrictivas de Europa¡±.
Ninguna localidad sueca refleja mejor el rechazo al inmigrante que Sj?bo, un municipio de 20.000 habitantes situado 50 kil¨®metros al este de Malm?. Durante las elecciones generales de 1988, se celebr¨® all¨ª un refer¨¦ndum para vetar la llegada de refugiados al pueblo. Arras¨® el s¨ª con m¨¢s del 66% de los votos y Sven-Olle Olson, el impulsor de la consulta popular, fue expulsado del Partido del Centro. Ning¨²n refugiado se asent¨® en Sj?bo hasta 2001, cuando el Ayuntamiento puso fin a la prohibici¨®n. El municipio es hoy un basti¨®n de Dem¨®cratas de Suecia (DS), un partido de ultraderecha con ra¨ªces neonazis ¡ªcuyo primer lema fue ¡°Sj?bo muestra el camino¡±¡ª que logr¨® casi el 20% de los esca?os en las parlamentarias de 2018 y que aspira a mejorar el resultado este domingo.
Hjalmar Mattsson, un pensionista de 71 a?os, cuenta con orgullo su participaci¨®n en el referendum hace 34 a?os. ¡°Se nos estigmatiz¨®, se nos trat¨® como racistas, pero el tiempo nos ha dado la raz¨®n¡±, comenta en una cafeter¨ªa de esta tranquila localidad en la que la agricultura (trigo, colza, remolacha azucarera) es la actividad principal y la edad media de sus habitantes es bastante superior a la del conjunto del pa¨ªs. ¡°Los refugiados han tra¨ªdo desempleo, criminalidad, un claro deterioro de los servicios p¨²blicos y las prestaciones sociales, adem¨¢s de un futuro desesperanzador. Es una realidad incuestionable¡±, argumenta. ¡°Quien lo siga negando es que est¨¢ ciego¡±, zanja.
No todos los habitantes de Sj?bo opinan como Mattsson. Melissa Arvidsson, una treinta?era que trabaja en una sucursal bancaria en un pueblo cercano, lamenta que DS obtuviera en Sj?bo un 40% de los votos en los ¨²ltimos comicios parlamentarios, el mejor resultado del partido en todo el pa¨ªs. ¡°Me averg¨¹enza que en cualquier parte de Suecia se vincule mi pueblo con la ultraderecha. Hay ocasiones en las que evito decir que soy de aqu¨ª, me cansa tener que dejar claro que no comparto la ideolog¨ªa de muchos de mis vecinos¡±. El municipio no ofrece cifras sobre el n¨²mero de refugiados que residen all¨ª, aunque resulta evidente que la proporci¨®n es muy inferior a la media nacional.
Anders Hellstr?m, profesor de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de Malm?, comenta que ¡°hace una d¨¦cada, las pol¨ªticas antinmigraci¨®n de DS se consideraban extremistas. Hoy se han convertido en la opci¨®n dominante y el cord¨®n sanitario para frenar a la ultraderecha se ha evaporado¡±. Hellstr?m considera que muchos ciudadanos ahora critican a los inmigrantes, ¡°especialmente a los musulmanes¡±, de un modo que no se hubiera tolerado hace unos a?os. ¡°Esto da pie a la aparici¨®n de figuras todav¨ªa m¨¢s radicales que los representantes de DS, como [Rasmus] Paludan¡±, agrega el experto en populismo y nacionalismo.
Hellstr?m se refiere a Rasmus Paludan, un pol¨ªtico con nacionalidad sueca y danesa que, tras fundar un partido que obtuvo el 1,8% de los votos en las ¨²ltimas elecciones parlamentarias en Dinamarca, est¨¢ tratando de polarizar a¨²n m¨¢s a la sociedad sueca. Desde hace meses, acude a distintas zonas del pa¨ªs para quemar un cor¨¢n ante una multitud. El resultado suele ser el mismo: cientos de personas tratan de romper el cord¨®n policial y agredir a Paludan.
La reacci¨®n m¨¢s violenta a las acciones de Paludan lleg¨® en Malm? (350.000 habitantes), donde conviven ciudadanos de 180 nacionalidades y m¨¢s de un tercio de su poblaci¨®n no tiene el sueco como lengua materna. Los disturbios m¨¢s graves sucedieron en Rosengard, un barrio con m¨¢s de un 20% de poblaci¨®n musulmana. Decenas de polic¨ªas resultaron heridos y autobuses, coches y una escuela fueron incendiados. Afwerki Tesfay, un sueco de origen eritreo de 22 a?os, reconoce que estuvo presente durante los disturbios, aunque asegura que se limit¨® a ¡°insultar a Paludan y los polic¨ªas¡±. Tesfay, que nunca ha tenido un empleo formal, cree que sus posibilidades de prosperar en Suecia son muy limitadas. ¡°Aunque hubiera estudiado en la universidad, mis opciones de conseguir un trabajo cualificado en el sector privado ser¨ªan escasas por mi color de piel¡±, comenta. ¡°Muchos me ven como un criminal ¨²nicamente por tener padres eritreos. Si me pasara toda una noche paseando por Rosengard, la polic¨ªa me cachear¨ªa m¨ªnimo cinco veces¡±, sentencia.
Tras los disturbios de abril en Malm?, la primera ministra declar¨® que ¡°la segregaci¨®n ha llegado a tal punto que existen sociedades paralelas en Suecia. Vivimos en el mismo pa¨ªs, pero en realidades completamente distintas¡±. Al inicio de la campa?a electoral, Andersson asegur¨® que era necesario transformar los barrios en los que se concentra una mayor¨ªa de poblaci¨®n extranjera: ¡°No queremos Chinatowns ni Somalitowns. El sueco debe ser el idioma principal en todo el pa¨ªs¡±. Saida Moge Hussein, una concejala en Gotemburgo, reaccion¨® presentando su dimisi¨®n. ¡°El Partido Socialdem¨®crata ha abandonado sus valores tradicionales y parece cada vez m¨¢s un partido de derechas y xen¨®fobo¡±, public¨® en Facebook la pol¨ªtica nacida en Somalia.
Las nuevas pol¨ªticas de Suecia en materia de inmigraci¨®n comienzan a ir en consonancia con las adoptadas en Dinamarca, donde otro Gobierno socialdem¨®crata, el de Mette Frederiksen, ha impulsado una ley para que los solicitantes de asilo puedan ser acogidos, pero fuera de territorio comunitario. Adem¨¢s, ha llegado a un acuerdo con Kosovo para enviar all¨ª a extranjeros condenados en Dinamarca que ser¨¢n deportados a su pa¨ªs de origen cuando cumplan su pena.
Precisamente el Partido del Centro ¡ªla formaci¨®n de centroderecha que expuls¨® al impulsor del referendum en Sj?bo¡ª puede resultar decisivo para que DS no forme parte del pr¨®ximo Gobierno. Es la ¨²nica formaci¨®n a la derecha del Partido Socialdem¨®crata que mantiene su veto a los radicales. Los sondeos auguran un resultado ajustad¨ªsimo: una clara victoria socialdem¨®crata, pero un margen m¨ªnimo entre los dos bloques, el formado por DS y los tres partidos dispuestos a cooperar con ellos (conservadores, liberales y cristianodem¨®cratas), y el compuesto por el partido de la primera ministra y otras tres formaciones (Los Verdes, La Izquierda y Centro) que se oponen rotundamente a que la ultraderecha toque poder.
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