Gibraltar llora la muerte de la reina Isabel II: ¡°Era lo m¨¢s grande, nuestra ¡®legend¡±
Decenas de ciudadanos del Pe?¨®n se acercan para dejar su r¨²brica en el libro de condolencias situado en el edificio sede del gobernador
Una salva es un ruidoso ca?onazo de p¨®lvora. Igual que una campanada es un sonido met¨¢lico. Pero el contexto y la convenci¨®n social lo es todo ¡ªla monarqu¨ªa sabe mucho de eso¡ª y cuando este viernes ha sonado el primer sonido seco y rotundo de ca?¨®n, Gibraltar se ha detenido sobrecogida. El mismo estruendo que, hace unos meses, sab¨ªa a festivo por el 70? aniversario del jubileo de Isabel II, este mediod¨ªa ten¨ªa un regusto l¨²gubre, enlutado. Para cuando esas 96 salvas ¡ªuna por cada a?o de vida, de las m¨¢s largas que se recuerdan por aqu¨ª¡ª han marcado la vida diaria del Pe?¨®n, en sus calles ya no quedaba ni rastro de las banderolas blancas y rojas que festoneaban la v¨ªspera del National Day gibraltare?o que se celebraba el s¨¢bado y cuya fiesta ha quedado suspendida. Toda una paradoja, teniendo en cuenta que esa reina a la que lloran fue uno de los pilares claves en la construcci¨®n de la marcada identidad llanita moderna.
¡°Era lo m¨¢s grande de Gibraltar, una persona muy querida aqu¨ª. Era nuestra legend¡±, acierta a decir Nabila Charif, de 34 a?os, apostada en la cola del libro de condolencias que el Gobierno de Gibraltar ha colocado en el vest¨ªbulo del Convento, edificio sede del gobernador. Como ella, decenas de personas han cumplido con uno de los pocos rituales visibles con los que el Pe?¨®n muestra su luto y que ha iniciado el ministro principal del territorio, Fabian Picardo, con una sentida r¨²brica: ¡°Nosotros ¨¦ramos tu Roca y tu fuiste la nuestra¡±. La procesi¨®n va por dentro en una ciudad con banderas a media asta y en la que el nombre de Isabel II se entreveraba en cada conversaci¨®n callejera. ¡°Su p¨¦rdida la he sentido como si fuese de mi familia. La reina simboliza Inglaterra para nosotros¡±, explica Samuel Benzaquen, jud¨ªo sefard¨ª de 80 a?os, detr¨¢s del cristal de su anticuario y casa de cambios, hoy envuelta en la intensa actividad de cada viernes de cobro de salario.
Bezaquen ten¨ªa apenas 12 a?os cuando Isabel II viaj¨® a Gibraltar en 1954, la ¨²nica vez que lo hizo. ¡°No recuerdo nada de aquel d¨ªa¡±, confiesa el gibraltare?o, pero s¨ª que conoce bien las consecuencias que, a la larga, acab¨® por tener para ¨¦l aquello: ¡°Gracias a su visita aprend¨ª ruso porque, con todo lo que vino detr¨¢s, por aqu¨ª solo ven¨ªan balleneros rusos y el negocio solo estaba con ellos¡±. El cambista se refiere al traum¨¢tico cierre de la frontera decretado por el Gobierno espa?ol franquista en 1969, en una escalada de hostilidades que comenz¨® con la retirada del c¨®nsul en Gibraltar poco antes de aquel viaje de 1954. La crisis no culminar¨ªa hasta 1982, a?o en el que el paso reabri¨®.
Ese cerrojazo, las calamidades que Gibraltar pasa al inicio de ese periodo y el desarrollo de su autonom¨ªa nacional como territorio brit¨¢nico dependiente de la corona inglesa ¡ªah¨ª est¨¢n sus cuatro Constituciones¡ª coincide con el reinado de Isabel II. ¡°Ella ha sido un enfoque central en Gibraltar. Su visita fue importante para lo geopol¨ªtico, pero por las consecuencias que tuvo¡±, razona Jennifer Ballantine Perera, historiadora y directora de la Biblioteca Garrison. La ¡°lealtad¡± que Gibraltar ya sent¨ªa por su familia real creci¨®, seg¨²n apunta Ballantine, en ese contexto, acrecentado por su longevidad ¡ªtres generaciones de llanitos la contemplan¡ª y su imagen de referente al margen de los vaivenes pol¨ªticos. ¡°Ella es familia, pero no somos parte de la familia espa?ola, no entra en nuestra identidad de gibraltare?os brit¨¢nicos y eso expresa lo que sentimos ahora que muere¡±, apunta la historiadora.
Pese a que est¨¦n empe?ados en reafirmar su identidad como pueblo singular ¡ªo quiz¨¢s, gracias a ello¡ª, Gibraltar nunca ha dejado de exhibir con orgullo eso de ser una ciudad multicultural. La propia Isabel II as¨ª lo alab¨® cuando, en su jubileo de platino, la defini¨® como ¡°orgullosa de su rica historia a la vez que din¨¢mica y con visi¨®n de futuro¡±, seg¨²n un mensaje escrito que hoy ha difundido el Gobierno del Pe?¨®n. Se trata de una mezcolanza de 33.690 habitantes con apellidos ingleses, espa?oles o italianos.
La ¡°multiconfesionalidad¡± de la que tambi¨¦n habl¨® la monarca en ese mensaje se ha dejado sentir este viernes en su despedida. Ella, cabeza de la Iglesia anglicana, ha sido despedida hoy por cat¨®licos, jud¨ªos o musulmanes de la Roca. En la catedral cat¨®lica ¡ªreligi¨®n mayoritaria en la ciudad¡ª, un peque?o catafalco con una capa pluvial negra, una cruz y cuatro cirios luce en el altar mayor. ¡°Hay m¨¢s gente de lo normal hoy. Vengo cada d¨ªa, pero hoy he venido a rezar por ella. Fue un ejemplo de estabilidad para todo su pueblo¡±, explica Vivian Montegrifo, al poco de salir de la primera misa oficiada en honor a la reina.
Las campanas del templo han ta?ido toda la ma?ana, hasta que ese sonido se ha mezclado con el lejano eco de la primera de las 96 salvas de ca?¨®n. Imposible pasar por alto que el Pe?¨®n est¨¢ de luto. Aunque los gibraltare?os, turistas y trabajadores transfronterizos siguen en su ir y venir por la bulliciosa Main Street (calle Principal), hoy igual de ajetreada pero mucho menos alegre que de costumbre. A¨²n quedan m¨¢s de nueve d¨ªas de duelo, con la agridulce sensaci¨®n de tener que despedirse de su querida Isabel II y, a la vez, celebrar la llegada de Carlos III, al que tambi¨¦n se le presupone una visita tras su coronaci¨®n, igual que hizo su madre en 1954. ¡°Todos los reyes a lo largo de la historia lo han hecho, as¨ª que pienso que Charles tambi¨¦n lo har¨¢¡±, resume Ballantine. Lo que ocurra tras eso ¡ªsi es que pasa¡ª, en referencia a las relaciones con Espa?a, ser¨¢ ya otra historia.
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