Guillermo de Inglaterra, el salto a primera l¨ªnea del tan popular como desconocido pr¨ªncipe de Gales
A sus 40 a?os, el flamante heredero al trono brit¨¢nico ha buscado durante toda su vida, y especialmente desde la muerte de su madre, un perfil discreto y alejado de los focos
Durante 70 a?os los brit¨¢nicos ¡ªy, por extensi¨®n, el mundo entero¡ª se han preguntado c¨®mo ser¨ªa Carlos de Inglaterra al convertirse en rey. Una hip¨®tesis sin resoluci¨®n, una pregunta imposible de contestar hasta que llegara un momento en el que se responder¨ªa por s¨ª misma. El momento ha llegado. Isabel ha muerto. Carlos III ...
Durante 70 a?os los brit¨¢nicos ¡ªy, por extensi¨®n, el mundo entero¡ª se han preguntado c¨®mo ser¨ªa Carlos de Inglaterra al convertirse en rey. Una hip¨®tesis sin resoluci¨®n, una pregunta imposible de contestar hasta que llegara un momento en el que se responder¨ªa por s¨ª misma. El momento ha llegado. Isabel ha muerto. Carlos III es el rey. La inc¨®gnita vuelve a abrirse. ?Qui¨¦n es Guillermo, flamante pr¨ªncipe de Gales? ?C¨®mo ser¨¢ cuando reine, si lo hace? Para la segunda pregunta no hay respuesta, igual que con su padre; el tiempo lo dir¨¢. Pero tampoco hay respuesta, apenas, para la primera.
Diana dio a luz un var¨®n de ojos azules que es el m¨¢s brit¨¢nico de los herederos de la corona, rezaban las cr¨®nicas en junio de 1982. Dos tercios de sangre brit¨¢nica, afirmaban ufanos los expertos, corr¨ªan por sus venas. Nunca ha sido dif¨ªcil conocer el aspecto del pr¨ªncipe: ha crecido, como su padre, ante los focos. Desde que vio la luz del sol, su vida ha sido retratada minuto a minuto por los medios de comunicaci¨®n globales. Pero de ¨¦l, de su personalidad, de sus pensamientos e inquietudes, no se sabe demasiado. Su vida privada es suya, algo que marc¨® a fuego tras la muerte de su madre, la perseguida y observada Diana de Gales, en 1997, cuando ¨¦l ten¨ªa apenas 15 a?os. Y que reforz¨® hace dos a?os tras la dolorosa partida de su hermano, Enrique de Inglaterra, de la familia real, para hacer una vida lejos e independiente de la instituci¨®n. ?l no quiere eso y nunca lo ha querido.
Guillermo no va a huir a ning¨²n lado, pero eso no impide que su vida sea suya, sin fisuras. La prensa ve lo que ¨¦l quiere que vea. Sus fotos, sus sonrisas, sus posados con sus hijos: son pocos, controlados, a menudo fotografiados por su esposa, Kate Middleton (ahora, oficialmente, la princesa Catalina de Gales). Los fot¨®grafos persiguen a Guillermo; ¨¦l persigue tener intimidad. Tuvo de qui¨¦n aprender. ¡°En ¨¦l resulta muy interesante todo el aprendizaje y las referencias a su propia madre¡±, reconoce la profesora titular de Historia Contempor¨¢nea en la UNED ?ngeles Lario, miembro de la ¨²nica c¨¢tedra de monarqu¨ªa parlamentaria de Espa?a. ¡°A partir de ahora asumir¨¢ m¨¢s tareas institucionales en sus funciones de pr¨ªncipe heredero, con un cariz m¨¢s protocolario¡±, opina.
Medio ambiente y salud mental
El punto medio, esa tibieza mon¨¢rquica que obliga a sonre¨ªr e impide entrar en intimidades, es la especialidad de Guillermo. Es mucho menos dado que Carlos a conceder entrevistas, a hablar de s¨ª mismo, a expresar sus opiniones personales y, por tanto, a meter la pata. Gracias a eso consigue la atenci¨®n medi¨¢tica cuando la desea; principalmente para dar a conocer sus preocupaciones: la salud mental y el medio ambiente. Desde muy joven ha buscado a conciencia tener un perfil privado, tranquilo, ese por el que prefiri¨® estudiar Geograf¨ªa en la alejada universidad de Saint Andrews ¡ªla m¨¢s antigua de Escocia¡ª; por el que se decidi¨® a ser piloto de helic¨®pteros de emergencias, profesi¨®n que atormentaba a su abuela; por el que vivi¨® un tiempo en Norfolk, al norte de Inglaterra, y ahora, de forma consciente y acompa?ado de su esposa y de sus tres hijos ¡ªJorge, de nueve a?os; Carlota, de siete; y Luis, de cuatro, ahora segundo, tercera y cuarto en la l¨ªnea de sucesi¨®n al trono¡ª de mudarse, hace apenas unos d¨ªas, a Windsor, lejos de Londres y de su bullanguera corte. Guillermo quer¨ªa estar cerca de su abuela, Isabel. Una decisi¨®n que, en inicio, durar¨ªa casi una d¨¦cada, hasta que sus hijos optaran a estudios superiores, y que ahora puede cambiar, aunque deber¨¢ mantener, al menos, un curso escolar: el que sus hijos empezaron casi en el mismo momento en que mor¨ªa su abuela.
¡°La perspectiva hist¨®rica que podemos tener del pr¨ªncipe Guillermo es relativamente breve¡±, reflexiona la profesora titular de Historia Contempor¨¢nea de la universidad CEU San Pablo Cristina Barreiro, experta en monarqu¨ªas europeas. ¡°Hay en ¨¦l criterio, madurez, un barniz innato a su propia cuna, a su propio nacimiento¡±, asegura, explicando que el rol de sus, hasta ahora, 22 predecesores como pr¨ªncipes de Gales ha sido ¡°muy complejo¡±. Y poniendo atenci¨®n a que ese papel sufri¨® un dr¨¢stico giro con Eduardo VIII antes de ser rey. ¡°Era guapo, seductor, adorado por su pueblo, los a?os en los que fue pr¨ªncipe de Gales el todav¨ªa Imperio Brit¨¢nico ten¨ªa todas sus esperanzas depositadas en ¨¦l. Pero ocurri¨® el esc¨¢ndalo de Wallis [Simpson]. Se produce la gran traici¨®n y apenas aguanta 10 meses como rey. Todos los Windsor tienen muy marcado aquello, y ha servido para que tengan aun m¨¢s sentido de la responsabilidad, y en Guillermo eso es lo m¨¢s marcado¡±.
Esa asunci¨®n del deber se concreta ahora en el reconocimiento por parte de su padre como pr¨ªncipe de Gales, un t¨ªtulo que ¡ªsiempre a discreci¨®n del rey¡ª reciben los herederos al trono, similar al de pr¨ªncipe de Asturias en Espa?a. Si Carlos ser¨¢ coronado, Guillermo tendr¨¢ tambi¨¦n su particular ceremonia, c¨®mo no. La pompa y el boato del Reino Unido tambi¨¦n cala hasta los herederos. El de investidura es un acto que se realiza en Gales desde 1301 y a la del actual Carlos III ¡ªque tuvo lugar en el castillo de Caernarfon en 1969, 11 a?os despu¨¦s de que su madre le concediera el t¨ªtulo¡ª acudieron m¨¢s de 4.000 asistentes y otros 500 millones en todo el mundo gracias a la televisi¨®n.
Con todo, la ceremonia de investidura dejar¨¢ im¨¢genes familiares, y seguramente gui?os a Diana, la m¨¢s recordada de las princesas de Gales (tanto que Camila, que pod¨ªa haber usado el t¨ªtulo, decidi¨® declinar el honor). La impronta de la difunta princesa en Guillermo es obvia, todos los expertos consultados lo destacan. La profesora Barreiro afirma de ¨¦l que ¡°es un Windsor y tambi¨¦n un Spencer, sobre todo desde que se crea el mito de Diana de Gales como princesa del pueblo. El recuerdo de su madre est¨¢ en ¨¦l, sobre todo en esa cercan¨ªa que Diana le dej¨®¡±. Es un punto de partida importante con respecto a la fama de frialdad de los Windsor. ¡°Hasta donde sabemos ahora, Guillermo lo va a tener mucho m¨¢s f¨¢cil, si no pasa nada raro. Tiene una popularidad much¨ªsimo m¨¢s alta que Carlos como pr¨ªncipe heredero¡±, repasa la profesora Lario. As¨ª es: Carlos III no llega al 50%, Guillermo roza el 75%. ¡°Es una diferencia abismal¡±, afirma la profesora. ¡°Puede contar con una inversi¨®n previa de popularidad¡±, remacha el hispanista Paul Preston.
Para el historiador brit¨¢nico, Guillermo parte con ventaja gracias a dos cuestiones. ¡°Primero porque se parece a su madre, y eso significa que ya lleva consigo toda su aureola de popularidad. Y, segundo, porque se ha comportado de la forma m¨¢s sensata y digna posible. Ha sido muy cuidadoso, y su mujer tambi¨¦n, todo lo contrario de su hermano¡±.
Dinamitar las normas
Ese hermano es el pr¨ªncipe Enrique de Inglaterra, su mejor amigo y su bast¨®n ¡ªlo fueron uno del otro¡ª tras la muerte de su madre, Diana. Su eterno compa?ero, personal y profesional, cuyo abandono ha sentido Guillermo (con permiso de Carlos y de la difunta Isabel II) m¨¢s que nadie en la casa de los Windsor. Cuando Enrique anunci¨® que se marchaba, que junto a su esposa, Meghan Markle, se independizaba de la familia real brit¨¢nica, algo se rompi¨® en Guillermo. Era una decisi¨®n inimaginable, la contraria a su educaci¨®n y sus valores. El deber manda, la corona es lo primero, las personas jam¨¢s priman sobre la instituci¨®n. Enrique hab¨ªa dinamitado todas las normas; Guillermo no lo entend¨ªa. Y eso que quedaba lo peor, o lo mejor, para los siempre ansiosos tabloides: las declaraciones de acoso (¡±No quer¨ªa seguir viviendo¡±, lleg¨® a decir Markle) y de racismo contra la casa real. La relaci¨®n estaba rota. Un documental de Netflix, producido por ellos y sobre ellos, m¨¢s unas inminentes memorias de Enrique, les dividieron. Ni siquiera el Jubileo de Platino de Isabel II, celebrado en junio, pudo volver a unirles. Por compromisos profesionales, Enrique y Markle estaban en Europa durante la muerte de Isabel II. El fin de semana anterior lo pasaron en Windsor, en su antigua casa. Est¨¢ a apenas 120 metros de la de Guillermo y Kate. Ni se saludaron. El jueves, despu¨¦s de la muerte de la reina, Enrique pas¨® apenas 12 horas en Balmoral. No volver¨¢. Su padre lo dej¨® claro en su primer discurso como rey: ¡°Quiero expresar mi cari?o a Enrique y Meghan, que contin¨²an su vida al otro lado del mar¡±. La distancia, f¨ªsica, institucional y emocional, no va a desparecer.
¡°Tras la llegada de Meghan Markle hubo un evidente distanciamiento¡±, reflexiona Cristina Barreiro. ¡°La vida que han elegido es mucho m¨¢s f¨¢cil; Guillermo y Kate lo han debido sufrir como una gran traici¨®n y les ha marcado, como Jorge VI sufri¨® lo suyo con Eduardo VIII¡±, recuerda la experta sobre el padre y el t¨ªo de Isabel II. ¡°La monarqu¨ªa no es algo moderno. La brit¨¢nica tiene ese aura de esplendor, ellos no se averguenzan de sacar las carrozas, ni las joyas. Si pierden eso y quieren ser normales, como el pueblo, perder¨ªan su esencia. No se trata de volver al Antiguo R¨¦gimen, obviamente, pero si pierden la esencia dejan de ser lo que son¡±.
Entonces, ?qu¨¦ clase de heredero va a ser Guillermo? No hay una hoja de ruta para ¨¦l. El pr¨ªncipe de Gales no tiene un papel institucional asignado por el Parlamento. Simplemente deber¨¢ ajustarse, a¨²n m¨¢s, a la monarqu¨ªa que quiere dise?ar su padre: peque?a, escueta, centrada en su labor. Explica Lario que ¡°lo m¨¢s interesante¡± de este cargo es que Guillermo, como hicieron su padre y antes su abuela cuando le toc¨® ser heredera por sorpresa, habr¨¢ le¨ªdo lo que tiende a llamarse ¡°el libro de instrucciones, una obra del siglo XIX que es el ¨²nico manual de la monarqu¨ªa constitucional de Inglaterra; todos lo han le¨ªdo religiosamente¡±. Se refiere a The English Constitution (La Constituci¨®n Inglesa), un ensayo escrito por Walter Bagehot en 1867, en plena ¨¦poca victoriana, y donde define el rol del monarca.
Pese a la posible utilidad de un libro escrito hace m¨¢s de 150 a?os, Guillermo ya le tiene m¨¢s que cogido el truco a ser representante institucional, antes de su abuela y ahora de su padre. Tambi¨¦n su esposa, Kate, con la que en este a?o de cifras redondas (ambos han cumplido 40 a?os) celebra 10 a?os de casados. ¡°Con Catalina a su lado¡±, ha dicho el rey Carlos III, ¡°nuestros nuevos pr¨ªncipes de Gales seguir¨¢n, lo s¨¦, inspirando y liderando la conversaci¨®n en el pa¨ªs, ayudando a traer lo marginal al centro del tablero, donde pueden proporcionar ayuda¡±. Kate, en un mensaje filtrado por las siempre dudosas ¡°fuentes cercanas a la familia real¡± (eso no parece que vaya a cambiar ni con Carlos ni con Guillermo) ya ha tenido algo que decir al respecto. ¡°La nueva princesa de Gales¡±, afirman, ¡°aprecia la historia asociada a este papel¡±, en referencia a Diana, madre de Guillermo, ¡°pero con toda l¨®gica quiere mirar al futuro para crear su propio camino¡±. Diana, siempre en el recuerdo, pero el futuro es de Kate.
Para Paul Preston, los nuevos pr¨ªncipes de Gales, duques de Cambridge, Cornualles y Rothesay, Guillermo Arturo Felipe Luis y Catalina Isabel, parten con una ventaja que no tuvo Carlos III: ¡°?l tuvo que esperar 70 a?os, y no creo que Guillermo tenga que esperar ese tiempo. Lo har¨¢ de forma eficiente, pero todo depender¨¢ de c¨®mo lo haga su padre¡±. El tiempo hablar¨¢. Habr¨¢ que ver qu¨¦ ocurre cuando el futuro Guillermo V ascienda al trono. Si es que asciende. Y si es que se llama as¨ª. Como siempre, ser¨¢ un misterio.