Edimburgo da el ¨²ltimo adi¨®s a Isabel II: ¡°Significa mucho para los escoceses¡±
Miles de personas se concentran en una calle de la capital de Escocia para ser testigo del traslado del f¨¦retro de la reina a la catedral de la ciudad
Flora y Lindsay Gemmel, de 76 y 55 a?os, madre e hija, han llegado a primera hora de la ma?ana a Edimburgo. Vienen desde Glasgow, con su familia y cargadas de parapetos: algo para picar, mantas por si hace el fr¨ªo, unas sillas para sentarse y varias banderas de Reino Unido. A las nueve de la ma?ana ya ten¨ªan su sitio en la Royal Mile de Edimburgo.¡±Hemos venido pronto, pero lamentablemente, no hemos encontrado un hueco en la primera fila¡±, lamenta la hija en referencia al espacio m¨¢s cercano a las vallas que cortan la avenida. ¡°Por eso nos hemos abierto las sillas y nos hemos sentado a esperar¡±, agrega. Desde primera hora de la ma?ana, esta bonita calle del casco viejo de la capital de Escocia ha ido recibiendo m¨¢s y m¨¢s gente interesada en ser testigo del traslado del f¨¦retro de Isabel II desde el Palacio de Holyroodhouse, donde lleg¨® el domingo por la tarde, hasta la catedral de Saint Giles, el primer lugar donde el f¨¦retro de Isabel II se va a exhibir al p¨²blico.
Como la familia Gemmel, miles de personas quisieron vivir este momento que, de manera reiterada, muchos describen como ¡°hist¨®rico¡±. ¡°Hay m¨¢s gente que ayer [por este domingo]¡±, afirmaba uno de los agentes de seguridad desplegados por la zona. Hace referencia a la v¨ªspera, cuando el ata¨²d lleg¨® a la ciudad, tras recorrer 280 kil¨®metros en algo m¨¢s de seis horas, desde el castillo de Balmoral, donde la monarca muri¨® el 8 de septiembre. ¡°Me siento triste, muy triste¡±, prosigue Flora Gemmel: ¡°Ella ha sido parte de mi vida. Recuerdo cuando fue coronada. Al poco, vino a Glasgow, yo era una ni?a y nos visit¨® en el colegio. Desde entonces, cada vez que ha venido a mi ciudad, he ido a verla¡±.
Este lunes, adem¨¢s del f¨¦retro, por la capital de Escocia van a pasar varios miembros de la realeza: el rey Carlos III, con la reina consorte Camila; la princesa Ana, y los pr¨ªncipes Andr¨¦s y Eduardo, todos acompa?ados de sus parejas. Todos de gala menos Andr¨¦s, el favorito de la monarca y privado de sus t¨ªtulos por ella debido a sus v¨ªnculos con el pederasta Jeffrey Epstein, que se suicid¨® en una c¨¢rcel de Estados Unidos. Una de las v¨ªctimas de Epstein demand¨® a Andr¨¦s, al que acus¨® de haber abusado sexualmente de ella hasta en tres ocasiones cuando era menor de edad, en un caso que se zanj¨® con un astron¨®mico acuerdo econ¨®mico.
Todos los hijos de Isabel II han acompa?ado el ata¨²d desde el palacio hasta la catedral, ubicados ambos en la Royal Mile y separados por 1,2 kil¨®metros. ¡°Creo que ya vienen¡±, avisa Mark, edimburgu¨¦s de 52 a?os, en el tramo abierto para el p¨²blico m¨¢s cercano a Holyrood, residencia oficial de la monarqu¨ªa en Escocia. ¡°Es lo bueno de ser alto¡±, agrega. Vive a 25 minutos del centro y se ha acercado caminando. Ha venido solo: ¡°Mi familia y amigos no son especialmente mon¨¢rquicos. Yo, la verdad es que tampoco mucho, pero con la Reina¡ No s¨¦, he nacido con ella¡±. A continuaci¨®n, afirma que a Carlos III no le profesa el mismo cari?o: ¡°Me da un poco igual¡±.
La comitiva f¨²nebre de la monarca ¡ªescoltada por personal de seguridad de la realeza y por Polic¨ªa a caballo¡ª hab¨ªa salido de Holyrood pasadas las 14.30 (una hora menos en la Espa?a peninsular) Y escasos 15 minutos despu¨¦s surcaba Canongate, como se denomina a la parte oriental de la Royal Mile. En este tramo, en pleno recorrido, el solemne silencio se ve interrumpido por un grito casi ininteligible: ¡°Oh, no. Ya est¨¢ esa basura antiroyals¡±, se queja agriamente una mujer. Los gritos antimon¨¢rquicos de un joven quedaron r¨¢pidamente eclipsados por una oleada de salvas: ¡°God save the King! (Dios salve al Rey)¡±. As¨ª, corearon hasta cinco veces sus seguidores, que tambi¨¦n zarandearon al joven y lo expulsaron de la calle. Durante la jornada, al menos dos personas fueron detenidas acusadas de ¡°romper la paz¡± del evento, seg¨²n detall¨® la Polic¨ªa.
A paso lento, la comitiva se acercaba a la catedral de Edimburgo, donde iba a tener lugar un oficio privado que cont¨® con la presencia de la primera ministra brit¨¢nica, Lizz Truss. Despu¨¦s, Carlos III iba a ver a la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon para m¨¢s tarde regresar al templo y rendir tributo a su madre en la vigilia, en un emotivo acto en el que cada uno de los cuatro hijos de Isabel II se ha situado a un lado del f¨¦retro. La vigilia estar¨¢ abierta a la ciudadan¨ªa hasta el martes, cuando el cuerpo de la Reina ser¨¢ trasladado a Londres para continuar con las exequias.
¡°La verdad es una suerte que haya fallecido en Escocia¡±, incide Flora Gemmel. ¡°Significa mucho para m¨ª y creo que tambi¨¦n para los escoceses; si hubiese ocurrido en Londres, nada de esto hubiera pasado¡±, agrega la se?ora. ¡°Nosotras tambi¨¦n vamos a ir a Londres¡±, desvela su hija Lindsay. Ahora, la mujer espera la enorme fila de personas que anhela entrar a Saint Giles y ver con sus propios ojos el f¨¦retro de Isabel II. La operaci¨®n Unicornio, el protocolo aplicado porque la Reina ha muerto en Escoc¨ªa, estimaba que unas 80.000 personas acudir¨ªan a la vigilia de Isabel II. Seg¨²n los c¨¢lculos de las autoridades, si a las 20.00 (hora escocesa) alguien se colocaba en la fila para ver el ata¨²d de Isabel II, tardar¨¢ m¨¢s de ocho horas hasta llegar a la puerta de Saint Giles. ¡°Ojal¨¢ consigamos entrar. Ojal¨¢ podamos todos los que estamos aqu¨ª¡±, prosigue Lindsay, ¡°porque es a lo que hemos venido: a despedir a nuestra Reina¡±.
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