Exiliados iran¨ªes en Espa?a: ¡°All¨ª me arriesgaba a la horca¡±
Miembros de la di¨¢spora, como una mujer condenada a 50 latigazos por divertirse con amigos o un joven gay al que empujaron a hormonarse para cambiar de sexo, observan las protestas en su pa¨ªs con la esperanza de ver un cambio de r¨¦gimen
El recuerdo de aquel d¨ªa de 2013 que empez¨® tan feliz a¨²n atormenta a Sara Sangsefidi. Ella y otros j¨®venes ¡ªhombres y mujeres¡ª re¨ªan en una playa del norte de Ir¨¢n, ajenos a la transgresi¨®n que acecha siempre cuando las prohibiciones abundan. Sin despojarse de su ropa ni de su velo, una de las chicas entr¨® en el agua; el vestido se le peg¨® al cuerpo. ¡°De repente, aparecieron 10 o 15 polic¨ªas de la moral. Nos llevaron a una comisar¨ªa y nos pegaron. ¡®?Sois v¨ªrgenes? ?Hab¨¦is bebido alcohol?¡¯, nos preguntaban. Y luego nos amenazaron con hacernos un examen de virginidad. Me dec¨ªan: ¡®No eres buena, eres una puta¡¯. Despu¨¦s, nos condujeron al tribunal. El juez tambi¨¦n me llam¨® puta¡±, recuerda esta exiliada iran¨ª en Espa?a, de 40 a?os. Esas risas en una playa les valieron a ella y a sus compa?eros una condena a flagelaci¨®n y tres d¨ªas de c¨¢rcel. Su amigo recibi¨® 100 latigazos; las otras mujeres, 40. Ella, 50, 10 m¨¢s, ¡°por haber contestado¡±, recuerda. ¡°Los iran¨ªes vivimos desde hace 43 a?os bajo unos dictadores sat¨¢nicos¡±, se le quiebra la voz.
Desde la muerte de la joven Mahsa Amini bajo custodia policial ¨Ddetenida el 13 de septiembre en Teher¨¢n por llevar mal puesto el velo¨D, el dolor no da tregua a Sangsefidi. El cuerpo de esta exiliada tard¨® tres meses en sanar de aquellos 50 trallazos; pero su mente sigue tocada y estos d¨ªas esa herida ¡°se ha vuelto a abrir¡±. Como Sangsefidi, la mujer de 22 a?os cuya muerte ha desencadenado las protestas no era una opositora pol¨ªtica, sino una joven m¨¢s, una chica que a su sexo sumaba otro factor de riesgo, su origen kurdo, y cuyo destino se torci¨® al toparse con la polic¨ªa de la moral.
Cada a?o, miles de ciudadanos de Ir¨¢n son ¡°interrogados, enjuiciados injustamente, sometidos a detenci¨®n arbitraria (¡) y a violencia y discriminaci¨®n arraigada, especialmente las mujeres, las personas LGTBI y las minor¨ªas ¨¦tnicas y religiosas¡±, seg¨²n Amnist¨ªa Internacional, que acusa al pa¨ªs de los ayatol¨¢s de practicar la tortura ¡°de forma generalizada y sistem¨¢tica¡±. Castigos como la flagelaci¨®n, la amputaci¨®n, la ceguera por extracci¨®n de los ojos y la pena de muerte se aplican a menudo, no como una excepci¨®n, sino como la norma para castigar los delitos considerados ¡°ofensas a Dios¡±, o la mera sospecha de haberlos cometido.
El mi¨¦rcoles, en una manifestaci¨®n frente a la Embajada de Ir¨¢n en Madrid ¨Del s¨¢bado se celebr¨® otra en la plaza madrile?a de Callao¨D, Sangsefidi y otros iran¨ªes ve¨ªan en la infausta suerte que corri¨® Amini un reflejo del destino que quiz¨¢s les habr¨ªa aguardado a ellos si no hubieran abandonado su pa¨ªs. Estos exiliados observan las protestas en Ir¨¢n ¨Den las que ya han muerto 133 personas por la represi¨®n y m¨¢s de un millar han sido detenidas, seg¨²n la ONG Iran Human Rights ¨D divididos entre el miedo por sus familias que siguen all¨ª y la esperanza de que la revuelta encabezada por las mujeres despeje el camino para un regreso a su patria que solo suceder¨¢ si el r¨¦gimen cae.
Sus historias justifican la imposibilidad de ese retorno de momento. Hace siete a?os, Sangsefidi se convirti¨® al cristianismo. Aunque el C¨®digo Penal iran¨ª no prev¨¦ la pena capital para quienes abjuran del islam, los jueces del pa¨ªs invocan no pocas veces una interpretaci¨®n reaccionaria de la ley isl¨¢mica para justificar condenas a muerte contra conversos. ¡°En Ir¨¢n, me arriesgaba a la horca¡±, argumenta esta mujer, que lleg¨® hace cuatro a?os a Espa?a y que ahora pide al mundo que ¡°escuche la voz¡± de sus compatriotas.
En Espa?a hay censados algo m¨¢s de 7.000 iran¨ªes, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE). Una peque?a comunidad entre los m¨¢s de cuatro millones de personas de la di¨¢spora iran¨ª, seg¨²n datos de 2021 del Ministerio de Asuntos Exteriores del pa¨ªs, que cuenta con 83 millones de habitantes. La cifra del INE no incluye a los iran¨ªes ya nacionalizados espa?oles. Muchos de ellos llegaron tras el triunfo de la Revoluci¨®n Isl¨¢mica en 1979.
La familia de Nilufar Saberi, de 56 a?os, arrib¨® a Madrid en 1980, despu¨¦s de escapar por un motivo aparentemente banal: su padre era mago y hab¨ªa actuado ante el sah Mohamed Reza Pahlevi. Solo por eso, la reci¨¦n instaurada teocracia lo conden¨® a morir ahorcado. Saberi todav¨ªa recuerda lo duro que fue llegar solo con unos cuantos d¨®lares escondidos en la tripa de una mu?eca. A esta ¡°activista independiente¡±¡ªas¨ª se define ella¡ª los ayatol¨¢s la han privado de conocer su tierra, que dej¨® con 14 a?os y que a¨²n a?ora: ¡°No la volver¨¦ a pisar mientras no haya democracia¡±.
Condenado por sodom¨ªa
Mani (prefiere no dar su apellido) tampoco podr¨¢ volver a Ir¨¢n si no se arrebata el poder al r¨¦gimen que lo conden¨® a recibir 70 latigazos por ser homosexual. A este exiliado de 37 a?os la polic¨ªa de la moral y los tribunales de su pa¨ªs lo arrastraron por un camino de humillaciones y violencia que ¡°todos los gais en Ir¨¢n¡± se ven obligados a recorrer, lamenta. Su tristeza sobrecoge, pero en su voz hay orgullo al alabar a sus cuatro hermanas y a todas las ¡°valientes iran¨ªes que liberar¨¢n¡± su pa¨ªs.
En 2014, Mani fue detenido en una fiesta de cumplea?os de un amigo gay en su ciudad, Rasht, en el noroeste de Ir¨¢n. ¡°Los basiy¨ªes [paramilitares que colaboran con la polic¨ªa de la moral] irrumpieron en la casa y me rociaron la cara con un espray de pimienta. La piel y los ojos me ard¨ªan, no ve¨ªa nada, pens¨¦ que era ¨¢cido. Luego me golpearon hasta que no pude respirar; mi ropa qued¨® hecha jirones. Despu¨¦s, me obligaron a firmar una confesi¨®n que no pude leer. Me insultaban, me dec¨ªan que yo no era ni hombre ni mujer y se re¨ªan de m¨ª¡±. Tras un juicio plagado de mofas, preguntas sobre su sexualidad y amenazas para que delatara a otros homosexuales, fue condenado a flagelaci¨®n por sodom¨ªa. La sentencia no lleg¨® a ejecutarse gracias a los contactos de su familia.
Otro d¨ªa, la polic¨ªa de la moral lo arrastr¨® a una barber¨ªa para cortarle el pelo: su peinado no les gustaba. En otra ocasi¨®n, lo retuvieron durante horas y le hicieron firmar un documento por ¡°llevar las u?as largas¡±. Los agentes acud¨ªan cada d¨ªa al cibercaf¨¦ que regentaba para registrar los ordenadores. El acoso era tan constante que el joven no sal¨ªa ya de casa. La sensaci¨®n de no sentirse nunca a salvo lo empuj¨® a la depresi¨®n.
Cuando Mani acudi¨® a un m¨¦dico para obtener una dispensa del servicio militar ¡ª¡°tem¨ªa que me violaran¡±, explica¡ª, el facultativo le recet¨® hormonas femeninas. Aunque la homosexualidad en Ir¨¢n es un delito que puede llevar al pat¨ªbulo, cambiar de sexo es legal desde 1986 por un edicto del ayatol¨¢ Jomeini. ¡°Mira lo que me han hecho¡±, dice y se?ala la camiseta que luce con el rostro de Mahsa Amini. Bajo la tela, se percibe un pecho incipiente.
¡°Yo no sab¨ªa si era gay o transexual. No hab¨ªa informaci¨®n. En Ir¨¢n hay muchos homosexuales que han cambiado de sexo y se arrepienten. Muchos iran¨ªes no saben qui¨¦nes son a causa de las presiones¡±, afirma. Las autoridades iran¨ªes promueven e incluso financian en parte el coste de la reasignaci¨®n quir¨²rgica de sexo como terapia contra la homosexualidad.
Dos de los amigos gais de Mani aparecieron asesinados en casas de familiares. Uno, estrangulado con sus propios calzoncillos. En 2016, este iran¨ª huy¨® a Turqu¨ªa y, en 2021, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) lo reasent¨® como refugiado en Espa?a. Ya no toma hormonas, pero sigue en tratamiento por depresi¨®n. ¡°Me han quitado una gran parte de mi vida¡±, musita.
Jamenei culpa de las protestas en Ir¨¢n a EE UU
El líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, mostró el lunes su apoyo a las fuerzas de seguridad en la represión de las protestas que llevan dos semanas produciéndose por todo el país y fueron desatadas por la muerte de Mahsa Amini, de 22 años, bajo custodia policial tras ser detenida por supuestamente no llevar bien puesto el velo.
Tras dos semanas de silencio, Jamenei ha descrito la muerte de la joven como "desoladora". Pero también ha descalificado las protestas, enmarcándolas en un supuesto plan de agentes extranjeros, de Estados Unidos e Israel, para desestabilizar el país. “Los recientes disturbios y agitaciones fueron una conspiración diseñada por Estados Unidos; el usurpador y falso régimen sionista; sus mercenarios y algunos iraníes traidores que viven en el extranjero y los ayudaron", ha sostenido el religioso. "La policía, los basiyíes y el pueblo de Irán son los oprimidos", ha añadido.
Jamenei dio su discurso en una universidad militar en un momento en que las facultades se han convertido en el epicentro de las protestas. Algunas de las principales universidades de Teherán amanecieron este lunes custodiadas por fuerte presencia policial, al igual que algunas zonas del centro de la capital. La noche anterior hubo enfrentamientos en varios centros educativos, como en la prestigiosa Universidad de Sharif, en la capital. Las universidades iraníes reabrieron el sábado tras una semana sin clases presenciales, una de las medidas que habían tomado las autoridades para atajar las protestas de los jóvenes iraníes, junto con los apagones de los servicios de internet.
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