La marcha atr¨¢s de la rebaja de impuestos acent¨²a la debilidad interna de Liz Truss en el Partido Conservador
Apenas un mes despu¨¦s de llegar a Downing Street, el fiasco del proyecto estrella de la primera ministra y su rectificaci¨®n posterior dan alas a los cr¨ªticos. El partido somete a su nueva l¨ªder a una ¡®libertad vigilada¡¯
El primer pulso interno que pierde el l¨ªder de un partido pol¨ªtico marca la senda de su salida. Si el desaf¨ªo ocurre apenas un mes despu¨¦s de haber llegado a la cumbre, como es el caso de Liz Truss, la autoridad se desvanece y queda sometido a una especie de libertad vigilada. En la noche del domingo, la jefa de Gobierno brit¨¢nica y su ministro de Econom¨ªa, Kwasi Kwarteng, decidieron en una en¨¦sima reuni¨®n de urgencia que la presi¨®n de los suyos era insostenible y ten¨ªan que rectificar.
Pocas horas antes de certificar la marcha atr¨¢s, Truss hab¨ªa concedido una entrevista a la cadena ITV, con el compromiso de que no se emitir¨ªa hasta la ma?ana siguiente. Result¨® especialmente doloroso para muchos conservadores escuchar ese di¨¢logo, porque a las siete de la ma?ana del lunes (ocho en horario peninsular espa?ol) ya sab¨ªan que el Gobierno plegaba velas, y anulaba la rebaja de impuestos para los m¨¢s ricos. ¡°?No cambiar¨¢ entonces de opini¨®n respecto a la supresi¨®n del tipo m¨¢ximo del 45% del IRPF?¡±, preguntaba la periodista Emma Hutchintson. ¡°No¡±, respond¨ªa Truss de modo tajante.
Durante 11 d¨ªas de turbulencia, en los que la primera ministra pudo constatar c¨®mo sus primeras medidas econ¨®micas ¡ªespecialmente, su rebaja impositiva, valorada en m¨¢s de 50.000 millones de euros¡ª hac¨ªan temblar a los mercados, desplomaban el valor de la libra, hund¨ªan los bonos del Tesoro y obligaban a intervenir de urgencia al Banco de Inglaterra, Truss quiso mantenerse firme. ¡°Voy a hacer las cosas de un modo diferente. Habr¨¢ que tomar decisiones dif¨ªciles, que supondr¨¢n cierta disrupci¨®n en el corto plazo. No le gustar¨¢ a todo el mundo, pero quiero asegurar a los ciudadanos que el Gobierno tiene un plan claro, que es el que necesita el pa¨ªs¡±, escrib¨ªa la semana pasada en el tabloide The Sun.
No era consciente la primera ministra ¡ªelegida el verano pasado por un pu?ado de afiliados (81.000 en un pa¨ªs con 67 millones de habitantes) a los que entusiasmaron sus recetas neoliberales de bajada radical de impuestos¡ª de que un amplio sector del partido no estaba ya para aventuras ni experimentos. Si las encuestas anticipaban desde el hundimiento de Boris Johnson una tendencia al alza de la oposici¨®n laborista, la torpeza desplegada por Truss y su ministro dispar¨® el margen: un 33% de ventaja para la izquierda, seg¨²n la ¨²ltima encuesta de YouGov.
La vuelta del ¡®partido feo¡¯
A las puertas de una recesi¨®n, con una inflaci¨®n disparada y una aguda crisis del coste de la vida que sufren los brit¨¢nicos cada d¨ªa, anular el tipo m¨¢ximo del 45% del IRPF a la minor¨ªa que gana m¨¢s de 170.000 euros al a?o, o proponer barra libre para el cobro de bonificaciones variables de los ejecutivos de la City, el coraz¨®n financiero de Londres, resultaban repugnantes para muchos diputados conservadores. A su cabeza regres¨® la ¨¦poca austeridad del Gobierno de David Cameron, justo despu¨¦s de la crisis de 2008, cuando el Partido Conservador pas¨® a ser conocido como el nasty party (el partido feo, desagradable o hasta cruel, seg¨²n la traducci¨®n).
¡°En un momento en el que la gente est¨¢ sufriendo, cuando est¨¢s inflando la deuda con miles de millones de libras adicionales, que el titular principal de tu reforma fiscal sea rebajar los impuestos a los m¨¢s ricos es justo una exhibici¨®n de los principios contrarios a los de este partido¡±, asegur¨® el domingo el exministro Michael Gove en las horas previas del congreso de los conservadores en Birmingham. No era un exministro cualquiera.
Aunque apoy¨® a Rishi Sunak, el rival de Truss en las primarias del pasado verano, Gove tiene reputaci¨®n de inteligente y astuto entre los conservadores. Sus palabras se escuchan, y desde una posici¨®n de libertad recobrada puede movilizar a los backbenchers (los diputados de los esca?os traseros, literalmente, aquellos que no ocupan un cargo en el Gobierno y tienen mayor libertad de cr¨ªtica) para crear una corriente cr¨ªtica interna que ate en corto a Truss.
A Gove se le sum¨® Grant Shapps, otro exministro que en su d¨ªa ayud¨® a Johnson, con su ascendencia y buen hacer, a controlar a los diputados rebeldes. M¨¢s de 15 tories siguieron su ejemplo, y anunciaron que votar¨ªan en contra de la supresi¨®n del tipo m¨¢ximo del IRPF cuando llegara a la C¨¢mara de los Comunes. Que los diputados del Gobierno tumben sus propuestas presupuestarias equivale, en la costumbre parlamentaria brit¨¢nica, a una moci¨®n de censura que dejar¨ªa a la primera ministra herida de muerte.
La rectificaci¨®n orquestada este lunes por Truss y su ministro Kwarteng ha llevado algo de paz a un Partido Conservador que vive horas convulsas. ¡°Necesitamos unidad. Debemos poder disentir como adultos, y no acudir r¨¢pidamente al primer estudio de televisi¨®n a nuestro alcance para contar al mundo lo enfadados que estamos¡±, ha dicho la diputada Kemi Badenoch poco despu¨¦s de escuchar el discurso de Kwarteng en el plenario del congreso conservador. Esta parlamentaria fue la gran sorpresa de las primarias, y la favorita de los euroesc¨¦pticos, por su lenguaje directo y fresco. Su llamamiento a la unidad ha ayudado a Truss a ganar tiempo, junto con la voluntad de muchos conservadores de guardar sus cuchillos, al menos hasta que el pr¨®ximo mi¨¦rcoles la primera ministra ofrezca su discurso de clausura. Es posible que se haya reservado para la ocasi¨®n alguna nueva medida, que normalmente suele anunciar el ministro de Econom¨ªa. Este lunes habr¨ªa sido un desperdicio. La rectificaci¨®n de la rebaja de impuestos hab¨ªa acaparado ya todos los titulares, y Kwarteng deb¨ªa apurar hasta el final su acto de arrepentimiento y humillaci¨®n.
La tormenta puede haber amainado, pero a Truss le ha quedado claro que tiene enfrente a una corriente poderosa en el partido, que ya le ha torcido el brazo en una ocasi¨®n, y que no le va a dar tregua en los meses venideros. Ya se deshicieron de Johnson para salvarse ellos. Nada impide que hagan lo mismo con su sucesora.
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