Los dem¨®cratas endurecen sus pol¨ªticas de asistencia ante el aumento de sin techo
La preocupaci¨®n de los votantes lleva al partido de Joe Biden a una mayor severidad ante el problema en ciudades como San Francisco y Los ?ngeles
Dice Ernesto que su apodo se le qued¨® porque su padre siempre quiso llamarlo Pecos Bill [una de las figuras m¨¢s representativas del oeste estadounidense]. Este hombre de 46 a?os se presenta solo como El Pecas. Sin apellido y sin lugar de nacimiento. Como el personaje ficticio, El Pecas vive en el salvaje oeste. No aquel donde vaqueros e indios se persiguen, sino en las hostiles calles de Oakland, en California. El Pecas es uno de los 5.000 sin techo que hay en esta ciudad al este de San Francisco. Aunque la crisis tiene un notorio epicentro en la costa oeste, el c¨®ctel creado por la miseria urbana, las crisis de salud mental, abuso de drogas y escasez de vivienda, est¨¢ cada vez m¨¢s presente en las ciudades del pa¨ªs. Alrededor de 600.000 personas viven en la calle en todo Estados Unidos. El problema se ha instalado en la mente de los votantes urbanos ante las elecciones legislativas del 8 de noviembre y ha llevado a los dem¨®cratas a endurecer sus pol¨ªticas hacia los indigentes en las ciudades que gobiernan.
El Pecas dice haber crecido en esta zona del Estado. ¡°Oakland era uno de los pueblos m¨¢s bellos. Aqu¨ª paraban todos los de la fiebre del oro¡±, dice. Desde hace cinco a?os vive en una autocaravana en una zona industrial de la ciudad, que hoy tiene unos 435.000 habitantes. Su ¨²nica propiedad est¨¢ rodeada de chatarra. Tiene las manos llenas de grasa del motor de una Harley 58 que sue?a con hacer rodar otra vez alg¨²n d¨ªa. Otra de sus posesiones es un oxidado Volvo 1961. El coche est¨¢ lleno de objetos recogidos por la zona, entre ellos un machete que le sirve para defenderse. ¡°A esto le llamo M¨¦xico chiquito porque por m¨¢s que me roban y roban no pueden acab¨¢rselo todo¡±, dice en espa?ol. Sus dientes de color blanco como la nieve contrastan con toda la suciedad de su entorno. Lo ¨²nico verde es una planta medio marchita dentro de una maceta que trajo hace poco. ¡°Esa planta soy yo. Lo verde es la vida que me queda y lo seco es lo muerto que estoy¡±, asegura.
En el condado de Alameda, donde se encuentra Oakland, hay 3.900 personas viviendo en sus coches o veh¨ªculos, como El Pecas. La cifra ha aumentado un 30% desde 2021. Esta ciudad, al otro lado del puente de San Francisco, concentra Al 45% de los indigentes de la bah¨ªa, no muy lejos de donde se encuentran tecnol¨®gicas multimillonarias como Twitter, Uber y Square. La pandemia multiplic¨® los casos de personas que viven en las calles o en veh¨ªculos ante la escasez de empleos y el alto precio de los alquileres.
¡°Se trata de personas que han sido localmente desplazadas¡±, explica Graham Pruss, un antrop¨®logo que ha estudiado en la Universidad de Washington a las personas sin hogar que encuentran refugio dentro de un veh¨ªculo en lugar de una tienda de campa?a o un albergue. ¡°Es gente que viv¨ªa con ingresos muy limitados como el seguro social, el salario m¨ªnimo o la ayuda de desempleo. Ingresos demasiado bajos para pagar un alquiler, pero demasiado altos como para ser candidato a ayudas sociales o de vivienda¡±, se?ala. Muchas de estas personas han elegido instalarse cerca de las comunidades de las que formaban parte. Como El Pecas, algunos eligen estar cerca de donde crecieron o de familiares, amigos o servicios m¨¦dicos.
El aumento de personas sin hogar ha puesto bajo presi¨®n a algunos gobiernos locales, especialmente dem¨®cratas del ala m¨¢s radical, que ahora exhiben mayor dureza hacia la miseria y los delitos vinculados a los indigentes. Esto les ha llevado a retirar o impedir la instalaci¨®n de campamentos y evitar la concentraci¨®n de veh¨ªculos en las avenidas principales de los nueve condados de la Bah¨ªa de San Fancisco. Las caravanas han sido desplazadas a s¨®rdidos guetos informales en zonas industriales llenas de suciedad y violencia. Los Ayuntamientos han creado tambi¨¦n aparcamientos vallados y con seguridad donde se permite estacionar veh¨ªculos de grandes dimensiones.
Dan Lynch, de 63 a?os, vive junto a su esposa, dos gatos y un perro en un parque de caravanas junto al antiguo estadio de f¨²tbol americano de los 49ers de San Francisco. Lleva siete a?os all¨ª, desde que su excasera pidi¨® que abandonara su casa. Entonces decidi¨® que no iba a pagar los estratosf¨¦ricos precios del mercado inmobiliario de una ciudad donde, en promedio, las rentas se comen casi el 40% del sueldo. Con el tiempo, un lugar que hab¨ªa dise?ado para dar servicio a la cultura de la vida sobre ruedas se convirti¨® en algo parecido a un barrio. Hoy solo hay cuatro estadounidenses, como ¨¦l. ¡°Aqu¨ª todos son americanos¡±, r¨ªe el hombre de bigotes manchados de nicotina. Sus vecinos son familias migrantes que han llegado de Honduras, Guatemala o M¨¦xico. Pagan entre 1.500 y 2.000 d¨®lares al mes por aparcar y tener luz, agua y una conexi¨®n al alcantarillado. Algunos pagaban la misma cantidad por una habitaci¨®n en un apartamento antes de la crisis del coronavirus.
Originario de San Francisco, Lynch creci¨® con la cultura de los hippies y la filosof¨ªa de ¡°vive y deja vivir¡±. Sin embargo, sabe que los d¨ªas en su ciudad est¨¢n contados. ¡°?A la mierda, yo me largo de aqu¨ª! Han jodido a mi ciudad¡±, asegura. Se refiere a los pol¨ªticos dem¨®cratas que gobiernan San Francisco desde hace d¨¦cadas, invirtiendo ¡°miles de millones de d¨®lares¡± sin que mejore la situaci¨®n de los sin techo en los barrios c¨¦ntricos de la urbe, que tiene a 8.000 personas viviendo en la calle, una situaci¨®n que se concentra especialmente en el s¨®rdido barrio de Tenderloin y Misi¨®n. Lynch abandonar¨¢ California y se ir¨¢ a vivir al este de Oreg¨®n. ¡°Espero que los republicanos regresen a poner un poco de orden en la econom¨ªa¡±, afirma sobre las elecciones del 8 de noviembre.
El 25% de los votantes de California dice sentirse preocupado por el agravamiento del problema de las personas sin hogar en el Estado, el m¨¢s poblado del pa¨ªs, con 40 millones de habitantes. Con el 7% de la poblaci¨®n de Estados Unidos, California tiene el 27% de los indigentes de la naci¨®n, unas 161.000 personas. Este Estado, Washington y Oreg¨®n suman el 35% del total. Nueva York tiene otro 15%, mientras que Florida y Texas representan el 8%. Seis Estados concentran cerca del 60% de las casi 600.000 personas que viven en las calles.
El problema es m¨¢s agudo en la costa oeste. El motivo es el clima c¨¢lido. ¡°Aqu¨ª tienes 320 d¨ªas buenos al a?o¡±, dice Mike, quien lleg¨® del este a California en 1989. Vive en un peque?o tr¨¢iler en Berkley, donde recoge objetos que despu¨¦s vende por algunos d¨®lares. ¡°Te sorprender¨ªa lo que la gente tira a la basura¡±, dice junto a un ¨®leo de una mujer que antes decoraba un restaurante italiano.
Un factor que agrava el problema es la falta de vivienda asequible. Hace algunos a?os la firma de consultor¨ªa McKinsey asegur¨® que California necesitaba 3,5 millones de viviendas para 2025, pero solo se edifican unas 100.000 casas nuevas cada a?o. El gobernador, el dem¨®crata Gavin Newsom, ha inaugurado recientemente un centro que pretende coordinar la lucha contra la escasez de viviendas de organismos del gobierno, organizaciones sin fines de lucro, fundaciones y la iniciativa privada. ¡°Lo que est¨¢ pasando es inaceptable¡±, dijo el pol¨ªtico, quien est¨¢ en campa?a para ser reelegido.
Algunos analistas creen que la situaci¨®n en las calles se ha agravado por pol¨ªticas demasiado permisivas en Los ?ngeles, San Francisco y Seattle, tres ciudades que han visto un aumento de la poblaci¨®n de personas sin techo, el tr¨¢fico de drogas duras y los delitos comunes. En San Francisco, dos terceras partes de los delitos se concentran en solo un 1% de su territorio.
Una llamada de atenci¨®n a los dem¨®cratas lleg¨® en junio. San Francisco vot¨® en las urnas destituir a su fiscal de distrito, quien lleg¨® al cargo en 2019 con la promesa de enviar menos gente a prisi¨®n, reducir las fianzas en efectivo y las multas y buscar alternativas al uso de la fuerza en el castigo por el abuso de sustancias il¨ªcitas. El 60% de los votantes en la ciudad apoy¨® despedir a Chesa Boudin. Otras ciudades han tomado nota. Sacramento, que tiene una tasa de 950 indigentes por cada 100.000 habitantes (una de las m¨¢s altas), ha prohibido nuevos campamentos en algunas zonas de la ciudad. San Diego arresta a quienes se niegan a ser llevados a albergues.
¡°Creo que las cosas est¨¢n cambiando. La gente est¨¢ harta... Quiz¨¢ nos hemos convertido en personas que tenemos demasiada compasi¨®n y que aceptan que cualquier cosa vale. Y esto ha llevado claramente a tolerar comportamientos antisociales. Creo que es justo pensar que el p¨¦ndulo est¨¢ movi¨¦ndose de vuelta, sin que esto signifique que seamos un lugar conservador¡±, asegura Nils Behnke, el presidente de la poderosa organizaci¨®n asistencial St. Anthony. Esta organizaci¨®n caritativa cat¨®lica inici¨® su trabajo hace m¨¢s de 70 sirviendo a la poblaci¨®n en el barrio de Tenderloin de San Francisco. Hoy es un gigante que opera con donativos y apoyo del sector privado. La ma?ana del mi¨¦rcoles pasado hab¨ªan servido 1.600 desayunos y preparaba 2.000 almuerzos, mientras Behnke, un alem¨¢n que trabaj¨® en McKinsey, daba un paseo por las instalaciones, que incluyen un comedor, una cl¨ªnica de salud, un centro de capacitaci¨®n para el trabajo, una sala de computaci¨®n, ba?os y una zona donde la gente puede elegir ropa.
Behnke asegura que no se trata de un problema de dinero. San Francisco cuenta con un presupuesto anual de unos 14.000 millones de d¨®lares, de los que 680 millones se destinan a los sin techo y a ayudas a la vivienda. El esfuerzo se diluye, pues el dinero se reparte entre 60 organizaciones distintas, que combaten con los mismos objetivos, pero sin una coordinaci¨®n clara. El abultado presupuesto se debe a la presencia de las tecnol¨®gicas. ¡°La ciudad ha vivido un subid¨®n con todo el dinero de la industria¡±, afirma el presidente de St. Anthony. Pero la crisis sanitaria lo cambi¨® todo y, en su opini¨®n, las cosas ir¨¢n a peor. ¡°El dinero de la ciudad disminuir¨¢ porque la gente no volver¨¢ a las oficinas de la avenida Market. Esto dejar¨¢ expuesta la herida. Quiz¨¢ cuando esto suceda podremos comenzar a operar. Porque, de momento, lo ¨²nico que hemos hecho es vendar el problema con dinero¡±.
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